Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6: Abrazo

Imagen de portada: el 30 de abril de 1945, se suicida Adolf Hitler junto con su esposa Eva Braun en su bunker en Berlín, quienes un día antes se habían casado en ese mismo lugar. Luego, el 1 de mayo de 1945 el Ejército Rojo toman por completo Berlín. Oficialmente, Alemania se rinde ante Los Aliados el 7 de mayo, terminando con la Guerra Mundial en Europa. Sin embargo, la guerra continúa en algunas zonas de Asia y Japón. 

Adjunte un video de la versión violín y chello del ending de Banana Fish es magnifico. Si lo deseas, puedes escucharla mientras lees el capítulo.

https://youtu.be/zbYi3q86JC0

*

Junio 1945

Ash casi se ahogó al reprimir un quejido en altas horas de la noche. Se sentó sobre el futón mientras jadeaba fuertemente.

 —¿Qué pasó? — preguntó soñoliento Shorter en mandarín. Eiji, Ash y él dormían en la misma habitación. Cuando se dio cuenta el estado del soldado, inhaló entrecortadamente. — Ash, ¿Estás bien? ¿No fui yo esta vez, verdad?

Eiji también se había despertado por el ruido. Rápidamente, sin mediar palabra alguna, estaba al lado de Ash, masajeando sus hombros.

Ash aún temblaba, pero las caricias de Eiji lo estaban calmando un poco.

— No...— tragó saliva con dificultad. — No...

Shorter observó que la quijada de Ash estaba tensa del miedo.

— ¿Quieres respirar un poco de aire? — sugirió Eiji. Ash solamente pudo asentir con la cabeza. — De acuerdo. — Eiji observó al chino. — Shorter, ya regresamos. Si tienes sueño por favor no nos esperes.

— C-Claro...

Shorter vislumbró cada movimiento de los dos muchachos hasta que salieron de la habitación. No estaba seguro cuando empezó, pero ahora que lo notaba, Ash y Eiji era muchísimo más cercanos que antes. Era como si se había una atracción mutua. No quería meterse en sus asuntos ni nada por el estilo, pero las miradas que se daban, los roces de sus manos, incluso el tono de voz; ¡Era como si fuera una pareja de esposos! Le recordaba a sus abuelos.

No sabía qué pensar realmente si ellos sostienen una relación amorosa, pero lo que sí estaba seguro Shorter era que, extrañamente, no le molestaba.

  *

Eiji llevó a Ash hacia la puerta de la cabaña, donde se podía ver el mar en todo su esplendor. El paisaje estaba hermoso, la luz de la luna iluminaba el mar y las estrellas brillaban.

El japonés abrigó a Ash con una manta blanca, tratando de cubrir su cabellera y el resto de su cuerpo. Si realmente había alguien rondando cerca de la cabaña, Eiji no quería tomar el riesgo que descubran a Ash, y por ende a los demás que estaban dentro de la cabaña. Esa noche, Lao y Sing estaba de turno, vigilando en los alrededores. A pesar que no ha pasado nada sospechoso, tenían que ser precavidos y, para el disgusto de Eiji, cuando ellos se percataron que Ash y él salieron, no dijeron nada. Eiji sabía las razones: cada vez que Ash tenía una pesadilla, él se lo llevaba lejos. No era de extrañarse. Incluso está empezando a llegar hacerse normal.

Eiji suspiró profundamente. Era mejor no pensar en eso. Lo más importante ahora era Ash.

El japonés posó sus ojos en Ash. El rubio aún temblaba un poco, pero su semblante estaba más tranquilo.

— Calma, Ash. — dijo Eiji suavemente. — Ya pasó. Ya no estás ahí.

De repente, Eiji fue testigo en cómo los ojos de Ash brillaron al verlo, como las estrellas de esa noche, y también al percatarse enteramente que estaba a solas con el pelo azabache.

— ¿Eiji?

— Aquí estoy, Ash.

Eiji sostuvo las manos de Ash con delicadeza. Le sonrió antes de besar sus labios. Aún estaban temblorosos.

Ash suspiró y cerró sus ojos. Apartó sus manos con los de Eiji y rodeó sus brazos en su cuello, profundizando el beso.

— Eiji... — su corazón latió con fervor. El japonés lo besaba despacio, sin prisas. — Eiji...

Su relación aún era un secreto para ojos ajenos. Solamente podían tener algo de privacidad cuando todos estaban dormidos y cerciorarse que nadie los estaba viendo. Hasta el momento, ha funcionado.

Eiji dejó de besar a Ash cuando notó que ya no estaba tenso. Besó la frente del soldado y colocó su cabeza en su pecho, tratando de no descubrirlo de la manta.

Cuando Ash tenía esa clase de pesadillas, Eiji hacía la misma rutina de hace un momento atrás. Nunca preguntaba sobre las mismas. No forzaba a Ash en hacerlo. Y eso a Ash lo consideraba injusto para Eiji.

— Eiji, si te cuento sobre mis pesadillas... ¿Me escucharías? — susurró mientras que alzó su rostro para ver la expresión anonadado de Eiji.

— Por supuesto, Ash. — contestó en voz baja.

Inconscientemente, Ash hundió su rostro en el cuello de Eiji y rodeó sus brazos en su cintura, atrayéndolo más hacia él. Iba a hacer la primera vez que él se abriera a alguien acerca de su pasado. Le avergonzada tanto esa parte de él que rápidamente sintió un sabor amargo en su boca.

—Ash. No te obligo a que me lo digas...

Con la presencia de Eiji, Ash se sentía más tranquilo. Irradiaba tanta inocencia y amor hacia él que no podía evitar sonreír levemente.

— No, no; mereces saberlo, Eiji. — respiró sobre el cuello del aludido, causándole escalofríos. Luego, Ash sintió como la mano de Eiji paseaba suavemente sobre su espalda. —Creo que si lo hago, entenderás mejor sobre estas pesadillas... — aún sentía seca su boca, así que tragó saliva. — Y me entenderás mejor también a mí.

Eiji permaneció callado, procesando las palabras del rubio. Aún inseguro, asentó con su cabeza mientras seguía palpando la espalda de Ash.

— Si es demasiado para ti, tienes derecho a parar. — Eiji no sabía qué esperar. Por la intensidad de esas desdichadas pesadillas, parecía que Ash ha vivido en un infierno antes de naufragar en Japón. El japonés trató de mantener su mente abierta ante cualquier circunstancia. Tenía que ser fuerte, por Ash.

— Gracias... — murmuró Ash entre la manta. — Eiji, ¿Qué sabes sobre el coito?

Ash no sabía sobre el conocimiento de Eiji sobre esos temas íntimos o que tan abierta era la educación en Japón sobre la misma. Quería sondear a Eiji antes de continuar.

Por otra parte, Eiji se ruborizó. Estaba agradecido que Ash no lo podía ver en ese momento, en cómo su rostro se tornaba rojo como tomate. Trató de no perder la compostura.

— B-Bueno... ¿Hablas de las relaciones sexuales, no? Ya sabes entre hombre y mujer...

Ash dio una risita suave. Por el tono de voz de Eiji, se notaba a kilómetros que era virgen.

El rubio alzó su rostro y le dio un beso en la mejilla de Eiji. Estaba caliente. — Te entiendo... —Sin embargo, esa rayo de felicidad se esfumó rápidamente. - Sabes que también puede hacerse entre hombres...

Eiji ladeó su cabeza. — Sí, creo que sí.

Ash suspiró mientras ocultaba su rostro entre la manta, evitando la mirada de Eiji.

— ¿Y entre...— Ash respiró entrecortadamente. — ... un hombre... y un n-niño...?

Eiji se tensó inmediatamente. Sus ojos se abrieron en par en par y dejó de respirar. Su mano paró de suministrar caricias sobre la espalda de Ash y bajó su mirada. Ash temblaba en sus brazos.

— Ash...— Eiji jadeó. Finalmente, comprendió lo que el rubio trataba de decirle. — ¿Tú... eres el hombre... o el niño?

Eiji sintió unas gotas caer sobre su clavícula.

— El niño... — murmuró entre sollozos. — ... desde que tenía siete años...

Eiji hizo una mueca de dolor. — ¿Desde? ¿O sea que nunca paró?

Eiji sabía de mujeres que han sido víctimas de agresión sexual, pero nunca jamás en su vida había sabido de niños pequeños. No podía imaginar el horror y la confusión que tuvo Ash cuando le pasó eso.

— No... — apretó más a Eiji entre sus brazos. — Nunca pararon.

Esta vez, Eiji jadeó fuertemente.

— Ash...- susurró Eiji tratando de buscar su rostro. — No lo puedo creer... Esos son malditos bastardos. — dijo Eiji en japonés. Estaba tan horrorizado que no pudo buscar las palabras correctas en inglés. Su mente era un alboroto.

— Eiji...— Ash levantó su rostro luego de escuchar a Eiji hablar en su idioma materno. No se molestó en secar las lágrimas que caían de sus ojos.

—¿Acaso no hubo nadie quién te ayudará? ¿Tu hermano? ¿Tu familia?

— Todo esto ocurrió cuando mi hermano se fue a la guerra. Mi padre sí sabía todo lo que estaba pasando. Acudimos a la policía y no me creyeron. — Ash cerró sus ojos.  — Pensaron que yo, a ese hombre del pueblo, lo estaba seduciendo...— Ash rió amargamente. — Creo que mi padre también pensó lo mismo...

Eiji contuvo sus lágrimas al morderse su labio inferior.

— Ash...

— Después de eso, mi padre me aconsejó que, a la próxima, le cobrará por los servicios.

— ¿Es en serio?

— Sí... fue ahí cuando me empezó a llamarme la puta.

Eiji frunció el ceño. — Él es el puto.

Ash sonrió levemente. Era la primera vez que escuchaba a Eiji maltratar a alguien.

— Huí de mi casa un año después... pero en la ciudad en dónde estaba, Nueva York, también había gente... con ese tipo de gustos... yo... necesitaba sobrevivir...

Ash sintió que las manos de Eiji tomaron su rostro y lo alzó. Pudo observar que las facciones de Eiji se endurecían. Sabía que no estaba enojado con él, sino sobre la situación que le tocó vivir.

— Por eso te enlistaste dentro del ejército siendo tan joven...

El joven estadounidense asintió. — Quería buscar a Griffin, saber qué había pasado con él. Pude averiguar en qué escuadrón estaba y me comunique con él por medio de cartas... pero fue asignado a una misión hace un año atrás... no supe nada más de él.

— ¿Cuántos años tenías?

— Quince... pero mentí al decir que tenía dieciocho... creo que no les importó...

Eiji cerró sus ojos fuertemente. Llevó nuevamente el rostro de Ash sobre su pecho. Era irónico que Ash ha vivido una vida llena de complicaciones y barbaries. Escapó de un ambiente hostil para encontrarse con otro mucho peor. Ahora Eijj entendía mejor a Ash. Los estado de pánico que tenía de noche, los ataques de ansiedad repentinos durante el día, y aún así, Ash mantenía su alma y corazón noble.

— Ash...- susurró Eiji. — Ash escúchame... —lo abrazó fuertemente. Eiji se apoyó en la coronilla de Ash. — Eres una persona fuerte, no cualquiera hubiera luchado tanto y todavía pensar en el bien de los demás, yo soy testigo de eso. — escuchó que la respiración de Ash era entrecortada. — Todo lo que has tenido que atravesar, eso ya es pasado...

— ¿Eiji...? - los ojos verdes de Ash se humedecieron.

— No tendrás que regresar a hacerlo... no eres ninguna puta ni un soldado que mata a sangre fría. — susurró en su oído y Ash comenzó a temblar. — Yo estoy aquí; yo te protegeré.

Ash jadeó mientras que sus lágrimas cayeron de sus ojos. Él nunca ha tenido en mente que Eiji era mayor que él. Sin embargo, por esas palabras que salieron de su boca, Ash se sentía pequeño y vulnerable entre los brazos de Eiji. Como si regresará a ser aquél niño de siete años que lo agredieron y no recibió cobijo de nadie.

— Eiji...— Ash lo abrazó más fuerte.

— Siempre estaré a tu lado, Ash...

El rubio sintió un nudo en su garganta. Él no sabía con exactitud qué les deparará luego que la guerra termine. Su estadía dentro de la cabaña era temporal. Aún así, Ash quería creer en esa promesa, y recibir el consuelo de Eiji.

*

Nadia observó con detenimiento la forma en cómo esos tres estaban durmiendo. Shorter roncaba, con sus extremidades desplazadas, destapado, mientras que Eiji abrazaba a Ash, protectoramente, ambos respirando con tranquilidad.

De ninguna manera estos tres se levantarán. —dijo Nadia en mandarín.

Suspiró antes de salir de la habitación y se dirigió a Sing y Lao. Ambos estaban recostados en la puerta shoji de la entrada.

— Lo siento muchachos, ¿Les puedo pedir que vayan a pescar? Sé que están cansados pero solo a ustedes están despiertos...

Lao se paró de inmediato. — ¿Qué dices? ¿Por qué no despiertas esos haraganes? Sabes que pescar algo se tarda horas...

Sing, consciente de las pesadillas de Ash, y de Eiji tratar de calmarlo, quiso ser más razonable. — Entiendo que Eiji y Ash estén así... ¿Pero Shorter?

Nadia sonrió de lado. —No te preocupes, Shorter limpiará las bacinicas luego que se despierte...

Sing hizo una mueca de asco. Esperaba que él no estuviera cuando Shorter le den la noticia. Va pegar el grito al cielo.

Apresurado, Sing tomó las cañas de pescar que se encontraban en la sala de estar.

— Trataremos de conseguir peces antes de que amanezca, Nadia. -— abrió la puerta. — ¿Vienes, Lao?

El aludido se tocó la cintura, sintiéndose el arma dentro de sus ropas.

Sí...

Salieron camino hacia la playa en silencio. Antes de pescar, decidieron en dar un vistazo a la trampa de pescar que había hecho Ash. Lo pudo arreglar aunque no estaba tan perfecto como la primera vez, algún pez caía dentro.

— ¿Crees que habrán peces ahí, Sing?

Caminaron sobre la arena seca, con el sonido de las gaviotas de fondo.

— Ojalá... así no te tene-

Sing paró en seco. Abrió grandemente sus ojos. De igual manera, Lao se percató lo que estaba sucediendo delante de ellos.

Había un niño, aproximadamente de ocho años de edad, sacando, con dificultad, el jarrón que servía de trampa para los peces. Él no ha notado la presencia de los dos hermanos.

Sing cayó en cuenta que ese niño podía ser el ladrón de hace semanas atrás. Su mente estaba en blanco, no sabía qué hacer: ¿Si dejarlo ir o correrlo?

No obstante, Sing se sobresaltó cuando escuchó un característico ruido de metal. Era muy familiar... se recordó meses atrás cuando presenció las agonizantes pesadillas de Ash por primera vez.

Giró su cabeza y observó a Lao con la pistola de Ash.

— Sing, apartate. —  dijo Lao en mandarín.

El niño, al oírlo, levantó su rostro y los vio fijamente. Estaba paralizado.

— ¡¡Lao, no!!

Sing se abalanzó contra Lao, tratando de quitarle el arma. Lao jadeó por el peso extra en su hombro y forcejeó con su hermano. Por los bruscos movimientos, ambos cayeron sobre la arena.

Como pudo, Sing enterró la cara de Lao en la arena. El arma cayó lejos de ellos.

 ¡¡Corre!!  gritó Sing en japonés. El niño se tambaleo al tratar de pararse. — ¡¡No mires atrás!!

El niño lloriqueó antes de salir corriendo hacia el bosque. Sing suspiró aliviado cuando ya no lo podía ver.

Sin embargo, Sing sintió que Lao lo empujó violentamente.

¡¡Sing!! ¡¿Qué carajos te pasa?! ¡¿Por qué lo dejaste ir?! ¡Estaba a tan poco de darle! — Lao gruñó.

Sing rechinó sus dientes y su rostro estaba rojo de cólera. Observó como Lao escupía arena y se limpiaba su rostro con su brazo.

— Lao...  Sing inhaló, furioso. — ¿Acaso te das cuenta de lo que ibas a hacer?

— Por supuesto, ese niño nos escuchó y yo solo iba a deshacerme de él...

Sing dio unos pasos hacia atrás, sintiendo un repelús hacia Lao.

¿Con el arma de Ash? ¿Por qué la tienes...? -— Sing balbuceó — En serio... ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza, Lao?! ¡¿Qué hubiera pasado si lo hubieras matado, uh?! ¡¿Se hubiese solucionado el problema?! ¡¿Qué hubieras hecho con el cuerpo?! ¡¡Tirarlo al puto mar para que después la marea lo traiga de regreso a la orilla!!

— Sing, solo quería protegerte...

El aludido jadeó, ofendido.

— ¡¿Protegerme de qué, Lao?! ¡Era un simple niño que tenía hambre! ¡¡Por situaciones así Eiji nos enseñó japonés!! — Sing contuvo sus lágrimas.  — ¡Si hubiéramos hablado con él en su idioma, y tal vez darle algo de comer, jamás hubiera sospechado de que somos chinos! — empezó a alzar la voz. — ¡¡Pero por tu estupidez, te escuchó hablar mandarín, y ahora estamos en graves problemas!! ¡¿Cómo justificas eso?!

De repente, Sing sudó frío por la estoica y penetrante mirada de Lao. No había brillo ni sentimientos en esos ojos.

— En algo tienes razón, Sing. Nos escuchó hablar mandarín y eso es un problema. — Sing sintió que se le iba el alma al percatarse que Lao le incluía en el embrollo que él mismo provocó. — Aún debe estar cerca. Es un niño... no pudo correr muy lejos...

Sing sentía su boca seca. Realmente no podía creerlo. Sabía que Lao era un cabeza dura pero, ¿Desde cuándo se ha convertido en un desalmado? Y peor aún, con la excusa de que lo hacía por su bien. Por primera vez en su vida, Sing le daba miedo estar cerca de él. No lo reconocía. Ese no era su hermano.

Sing, ubicó el arma, que estaba lejos del alcance de Lao. Con movimientos rápidos, cogió la pistola y salió corriendo hacia la cabaña.

— ¡¡Sing, espera!!  — Lao lo persiguió a toda velocidad. — ¡Sing! ¡Dame la puta arma!

El adolescente no sabía con exactitud desde desde cuándo, por qué y cómo es que Lao tenía el arma de Ash. Él estaba segurísimo que algo malo pasó entre ellos dos para que el soldado le entregara su pistola. Sabía que Ash no era ningún idiota para dejarla guardada en cualquier lado en dónde cualquier tuviera acceso a ella.

No entienda nada, Sing sólo se limitó a correr con todas sus fuerzas.

Escondió el arma debajo de sus ropas antes de abrir la puerta de la cabaña. Dentro, estaba Shorter alegando con Nadia.

¡¿Por qué no me despertaste para ir a pescar?! ¡Limpiar las bacinicas da un puto asco-!

Shorter y Nadia se sorprendieron cuando Sing entró y pasó de largo sin decirles nada. No obstante, notaron que su rostro estaba pálido.

— ¿Sing? - preguntó Nadia.

El aludido se escondió en la habitación más cercana, cerró la puerta shoji con cerrojo y, como pudo, colocó cosas que bloquearan la entrada.

Nadia y Shorter no tuvieron tiempo de reaccionar ya que, detrás de Sing, se escucharon pasos pesados y agitados.

 ¡¡SING!! -— gritó Lao con furor. Cuando observó la silueta de Sing detrás de la puerta shoji, Lao prosiguió a romper parte del papel de arroz violentamente.

Inmediatamente, Shorter jaló a Lao con brusquedad.

— ¡Lao! ¡¿Qué te pasa?! - gritó Nadia. — ¡¿Qué le hiciste a Sing?!

El hombre gruñó. -¡Nada qué te incumba!

Nadia frunció el ceño. — ¡Ya me cansé de todo esto!  lo señaló. — ¡De ti y como tratas a Sing y a todos nosotros!

— Nadia... — Shorter abrió grandemente la boca.

¿Por qué te comportas así? ¿Qué ganas en hacerlo? ¡Si el único que saldrá perjudicado serás tú!  suspiró. — ¡Date cuenta, Lao! Tu propia paranoia no te deja ver las cosas...

Lao solamente frunció el ceño.

No obstante, por el alboroto que se armó, Ash y Eiji se despertaron ansiosamente y corrieron en dónde provenía el ruido.

— ¿Qué está sucediendo? — preguntó Eiji, angustiado. Se asustó cuando notó que parte de la puerta shoji estaba destruida.

Lao lentamente dirigió su mirada hacia Eiji. No ocultó que le asqueaba verlo en ese momento. Ash, inmediatamente, se posicionó enfrente de Eiji, bloqueando la vista de Lao hacia el japonés.

— Ash... — susurró Eiji.

El rostro de Ash era impasible al momento de conectar sus ojos con los rasgados de Lao.

— ¿Qué hiciste? — la voz Ash resonaba tan impertérrita que Lao dio unos pasos hacia atrás.

Lao negó con la cabeza. — Carajo...

Se fue del lugar cabizbaja, encerrándose en una habitación.

Shorter suspiró. - Ya me estoy hartando...

*

Hace una hora atrás, Shorter intentó hablarle a Sing sobre lo ocurrido, pero el adolescente se limitaba a guardar silencio. Incluso, Shorter podía escuchar que el pobre Sing estaba esnifando dentro del cuarto. Shorter ni se esforzó a acercarse a Lao.

Fue entonces que Nadia y Shorter vieron con detenimiento lo que Eiji y Ash trajeron luego que salieron a la playa.

—  ¿Eso es todo lo que hay en la trampa? — preguntó Shorter, sorprendido.

Ash exhaló mientras se quitaba su kasa, el sombrero de paja. — Sí. Y la marea no ayuda a pescar nada hoy.

— Esto solo alcanzará para hoy... y tal vez mañana... — dijo en voz baja Nadia.

Shorter y Eiji buscaron su mirada.

— Creo que no hay opción. — Shorter dijo mientras que Eiji asintió.

Ash arqueó una ceja. — ¿Qué quieres decir? — notó que Eiji tenía una mirada decida. — ¿Qué están planeando?

— ¿Shorter? — susurró Nadia.

— Iremos al pueblo de Hoko, para ver si podemos conseguir comida. — dijo Eiji. Era un plan que Shorter y él tenían en mente desde hace mucho tiempo.

Rápidamente, Nadia se negó. — ¡De ninguna manera! ¡Tendrán que atravesar el bosque y el pueblo está a más de 10 kilómetros!

Ash se acercó a Eiji. No podía ocultar la angustia en sus facciones.

— No... — Ash apretó los hombros de Eiji. — Tu pierna, Eiji... — desvió su vista hacia el chino. — Shorter, no tienen que ir...

Eiji alzó su mirada hacia Ash, buscando entendimiento. — Estoy bien, Ash. Te has dado cuenta que ya puedo caminar bien. — sonrió mientras tomaba las manos de Ash contra las suyas. —Además, necesitamos comer. Ir a un pueblo nuevo puede ser que podemos comercializar y obtener algo de arroz. — sus ojos brillaron con malicia. — Y tal vez... natto.

Ash sacó su lengua.  — Asco. No hace falta.

Ambos rieron, olvidando por un momento la propuesta. Luego, Ash suspiró y soltó las manos de Eiji.

— ¡No te preocupes Ash! Si Eiji se cansa, yo lo cargaré. — Shorter dijo mientras sonreía. — Pero si nos vamos, tendrá que ser ahora. Aún es temprano y posiblemente regresamos antes que anochezca.

Ash deseó que Eiji no tenía que verse obligado a transar con los objetos de su familia una vez más. Deseó que fuera él también pudiera acompañarlos. No era que no confiara en el chino, sino que un viaje tan largo y con la incertidumbre de no saber de su paradero por tanto tiempo, le va a carcomer el alma. Ha estado conviviendo con ellos que ahora se han convertido en su familia.

Nadia masajeó sus sienes cuando se dio cuenta que no había ninguna forma de convencerlos. Además, tenían razón. Ha ese paso, si no consiguen comida, morirán de hambre.

— Eiji, espera, antes que busques que vender, déjame darte esto.  — dijo Nadia y corrió hacia su habitación.

Ash y Eiji se vieron las caras. Luego observaron a Shorter.

— Yo no sé. — Shorter encogió sus hombros.

Después, Nadia regresó con dos canastas, hechas de hoja de palma, que tenían su respectiva agarrador.

— Yo sé que no es mucho... comparado con los demás objetos que has tenido que dejar ir... para poder comprar alimentos... — Nadia intentó darse ánimos para seguir hablando. —, pero hice esto. Para que puedas venderlos. No sé si te darán algo con ellos... pero por favor, comercializa las canastas... antes que tus cosas...

Eiji estaba en shock. Sus ojos recorrieron de las canastas hacia Nadia antes de tomarlas con sumo cuidado.

— Nadia...— la voz de Shorter era profunda. — ¿Es por eso que a veces te encerrabas en tu cuarto? ¿Para hacerlas?

La aludida asintió.

— Quise ser útil.... Para apoyar a Eiji... No solo con cocinar...

Eiji gimoteo. Se acercó a ella y la abrazó. Nadia también rodeó sus brazos con él.

— Eres útil, Nadia. Más de lo que crees. — Nadia apretó su abrazo.  — Gracias...

Nadia asintió nuevamente. Suspiró para refrenar sus próximas lágrimas.

— Shorter... — él se dirigió a Nadia y ella lo jala para poder abrazar a ambos. — Por favor, cuidensen...

— Sí... — contestó Shorter con un murmuro.

Nadia dio un apretón antes de soltarlos. Sin embargo, observó como Ash los veía serenamente, tratando de ocultar su preocupación.

Sin mediar alguna palabra, Ash abrazó a Shorter y a Eiji de la misma manera que Nadia. Él no era muy afectuoso en público, pero en esta ocasión no podía dejar de sentirse agobiado por la futura travesía que van a recorrer.

— ¿Ash? — Shorter se sorprendió muchísimo. Estaba acostumbrado a que Ash le mostrará afecto a Eiji, pero era la primera vez que él lo hiciera con él.

— Si les hace muy noche, por favor... busquen dónde alojarse... — susurró Ash. — No caminen hacia el bosque de noche... aún es peligroso ir allá...

— Lo haremos... — Eiji ocultó su rostro en el pecho de Ash.

— Juro por Dios... — tragó saliva. — Si no regresan aquí en dos días... saldré de aquí e iré a buscarlos por mi cuenta...

— Hey, no amenaces Ash. — Shorter sonrió. Sus ojos se encontraron con los de él. — No lo harás... ya veras que todo saldrá bien... — en un parpadeo, la sonrisa de Shorter se esfumó.  —Por favor, trata de hablar con Sing... tengo una corazonada que algo grave pasó con Lao.

— De acuerdo... — Ash hundió su rostro entre la cabellera de Eiji y la calvicie de Shorter. — Yo los voy a proteger mientras ustedes no están... — Ash admitía que Eiji y Shorter eran una piedra angular que equilibra la paz dentro de la cabaña. Tenerlos lejos iba a ser difícil.  — Se los juro...

*

Ash y Nadia observaron como Eiji y Shorter desaparecen dentro del bosque. Antes de partir, Nadia les dio de comer y Ash encontró unos casualidad unos cubiertos de plata que ellos podían negociar por comida. El soldado no quería que Eiji tratara de vender cosas personales que le pertenecieron a su familia. No tenía el corazón de dejar que Eiji sufriera como las otras veces.

El rubio levantó un poco su kasa y notó que Nadia palpaba sus manos con nerviosismo.

— Nadia.

Ash colocó su mano en su hombro en señal de consuelo. Nadia miró a Ash y le esbozó una triste sonrisa.

— Tengo fe que nada malo les pasará...

*

Ash y Nadia preparaban la comida dentro de la cocina. El rubio estaba maravillado en la forma de cocinar de Nadia. Con pocos ingredientes y condimentos, ella lograba preparar que los platillos fueran lo menos insípidos posible.

— Aún no entiendo cómo es que logras cocinar con palillos en vez de una espátula...

Nadia parpadeó.  — Espa- ¿Qué?

Ash sonrió.

— Es un utensilio occidental...

— Bueno... siempre he usado palillos toda mi vida, por eso se me hace más fácil cocinar así.

Todos dentro de la cabaña, tenían un oficio que hacer. Generalmente, los únicos encargados de la cocina eran Nadia y Eiji. Shorter también se les quería unir, pero su hermana siempre lo echaba al no querer tomar el riesgo de que él quemara algo.

Ahora que Ash ha visto la diferente forma de cocinar de los asiáticos, estaba ansioso por preguntarles, cuando Eiji regresara, si se les podía unir.

Antes de que Ash pudiera contestarle, escuchó un suave golpe en la puerta de la cocina. Era Sing.

— ¿Sing? — Nadia se acercó a él y acarició su mejilla.

El estado de Sing era deplorable. Su rostro mostraba cansancio, tenía sus ojitos hinchados y levemente rojos. Aún se podía apreciar las líneas que recorrieron sus lágrimas en su rostro.

— Nadia...

— ¿Sing, Qué tienes? - preguntó la aludida. — ¿Tienes hambre?

Sing negó con la cabeza y vio directamente a un preocupado Ash.

— Necesito hablar contigo, Ash... en privado.

El rubio se sorprendió. Cuando le entregó su arma a Lao esa noche, prometió en no interactuar con Sing a cambio de que Lao no lo arrastra a que se fueran de la cabaña. Al principio, Sing lo buscaba y le preguntaba si él había hecho algo malo al notar que Ash ya no le dirigía la palabra. Eso rompía el corazón de Ash al tratarlo fríamente ya que Lao siempre los tenía vigilados.

Han pasado ya unos meses, y ahora Sing intenta comunicarse con él nuevamente. Solo que ahora, es diferente. Ash les prometió a Eiji y a Shorter que cuidaría a los que se quedaron en la cabaña. Le importaba un comino si Lao lo amenazaba otra vez.

— Claro.

Nadia observó como ambos salieron de la cocina lentamente.

*

Sing llevó a Ash dentro de la habitación en dónde se había refugiado de Lao en la mañana.

Cuando Ash cerró la puerta, Sing se abalanzó hacia él.

— ¿Sing? —  Ash sintió que el adolescente rodeó sus brazos alrededor de él. — ¿Sing, qué pasó...?

— Ash... — murmuró entre el pecho de Ash. — ¿Por qué Lao tenía tu pistola, Ash?

Ash se paralizó en ese mismo lugar. Sintió que su respiración se entrecortaba. Sing, al sentir la respiración irregular Ash, se separó de él, y sacó el arma entre sus ropas.

— Sing...— exhaló Ash, inseguro de tomar su pistola. — ¿Cómo es que la tienes...?

El chino hizo una mueca de dolor y trató de no derramar sus lágrimas. Claramente estaba alterado.

— Sólo tomala...

Ash buscó la mirada de Sing. El rubio no sabía por qué él estaba tan avergonzado de verle la cara. Simplemente no podía mantener sus ojos fijos en él sin querer desplomarse en ese mismo instante.

El soldado agarró su arma cuidadosamente de las manos de Sing y la guardó debajo de su yukata.

— Ash... yo, se lo quité a Lao... — Sing empuñó sus manos. — Ash, pasó algo terrible...

Ash no habló. Permitió que Sing se tomará su tiempo en contarle todo. Sin embargo, mientras más le confesaba Sing, Ash se sentía más nervioso y sus manos temblaban; sus ojos se dilataron y trató de tragar saliva.

— Sing... — Ash susurró cuando el aludido terminó de relatar. — ¡Maldita sea! ¡Ese maldito Lao!

— ¡Ash, yo realmente lo siento...! ¡Intenté detenerlo!

— No, Sing. Hiciste lo que pudiste... — Ash lo abrazó.  — No te culpes por lo que hizo tu hermano. — sintió a Sing temblar. — Olvida todo lo que te dijo... no hiciste nada malo.

— ¡Ash! No hay tiempo que perder... — musitó Sing. — Sé que dijiste que aquí estamos seguros pero creo que hay que abandonar la cabaña... si ese niño puede estar acompañado... nos pueden atacar al saber que hay chinos por aquí.

Por las palabras de Sing, Ash sintió que alguien golpeó su estómago.

— Shorter y Eiji están afuera...

— ¿Qué-?

Ash y Sing se sobresaltaron cuando Nadia gritó y corrió hacia el dormitorio en dónde estaban.

— ¡¡Ash!! ¡¡Ash!!

El aludido abrió la puerta rápidamente.

— ¡¿Nadia?!

Ash quedó perplejo tras apreciar el rostro lleno de horror de Nadia.

— Tienen que ver esto...- señaló la ventana más cercana.

A pasos lentos y temblorosos Sing y Ash, se dirigieron hacia la ventana. Rápidamente entendieron porque Nadia estaba así.

Sing tambaleó mientras que Ash jadeó.

— ¡¡Saquen a Lao de dónde está!! - ordenó Ash a Sing. - ¡Tenemos que reagruparnos! ¡YA!

*

La noche casi se hacía presente. Caminando despacio, Shorter estaba cargando a Eiji en su espalda, tras percatarse que Eiji se estaba quedando atrás ya cuando venían de regreso. Su tobillo estaba empezando a molestar.

— Realmente lo siento Shorter.  — susurró Eiji en japonés. Tenía sus brazos rodeando el cuello del chino y sus manos sostenían una bolsa de arroz y otros condimentos.

— Hey, no pasa nada... yo fui quién insistió en regresar el mismo día para ahorrar unos centavos. — Shorter rió. — Y qué sorpresa nos dio ese pueblo... estaban a gusto en negociar con lo que teníamos, y no se miraba tan pobre. ¡Hasta nos sobró dinero!

Eiji sintió que sus mejillas se tiñeron de rojo. Fue gracias a Nadia, por hacer las canastas de buena calidad, y a Ash, quien encontró los cubiertos de plata en la arena por casualidad. Eiji recordó que su hermana y él los enterraron cuando eran niños. Gracias a esa travesura, ahora tenían algo para comer y especias para que puedan variar los sabores de la comida.

Era una buena cantidad, y Eiji estaba feliz que ahora pudo proveer para todos en la cabaña con Shorter.

— Sí... creo que hoy comeremos como reyes.  Eiji dio una risita.

¡Jah! ¡Ni me lo digas porque mi estómago va empezar a rugir!

 Pues creetelo, Shorter... puedo ver la cabaña desde aquí...

Los ojos de Shorter brillaron al notar que la cabaña estaba a pocos metros de ellos. Se podía apreciar que los demás estaban aún despiertos ya que la misma estaba iluminaba.

-—¡Entonces no hay que esperar más! — Shorter empezó a correr. — No hay tiempo que perder, Eiji. ¡Hay que darle una sorpresa a los demás que ya llegamos con provisiones!

Inconscientemente Eiji apretó más el agarre que tenía sobre el cuello de Shorter cuando él corrió sin avisarle. Sin embargo, Eiji empezó a reír al poco tiempo que estaban a centímetros de la cabaña.

— ¡Oigan! ¡Chicos, ya llegamos! — gritó animadamente Eiji en inglés al estar en frente de la puerta.

No obstante, esa alegría dibujada en los rostros de Shorter y de Eiji fue abruptamente borrada tras abrirse la puerta y ser recibidos por cinco desconocidos que les apuntaban indistintamente con un sable de caballería, pistolas y bayonetas desenvainadas.

— ¡Arriba las manos! ¡No traten de huir!

— ¡Baja a ese hombre, estúpido!

 ¡Suelta esas bolsas!

Eiji tembló y trató de procesar todo las frases que eran gritadas en japonés. Sintió escalofríos recorrer sobre su espina dorsal al percatarse que Shorter lo bajaba lentamente.

— Son Kenpeitai... — los labios de Eiji se agitaron tras susurrarle a Shorter en el oído.

Al mismo tiempo, Shorter y Eiji levantaron sus manos y las colocaron detrás de su cabeza.

¡Muevanse!

 ¡Adentro!

Ambos fueron empujados por los hombres con la empuñadura de las bayonetas. Jadearon al encontrarse que la cabaña estaba hecha un desastre, como si hubiesen registrado todo el lugar.

Sin embargo, lo que les llamó más la atención a Shorter y a Eiji era ver a un niño pequeño, en una esquina observando todo, y muriendo del miedo.

NOTAS DE LA AUTORA:

Los Kenpeitai perteneció a una rama de la Policía Militar del Ejército Imperial Japonés. Su principal función era mantener el orden público contra los pacificas, comunistas y liberales dentro de Japón y de los territorios conquistados. Sin embargo, también son conocidos por sus abusos de autoridad y sobre sus prácticas violentas contra rehenes. Asimismo, se les conoce por haber perpetrado una de las mayores masacres durante la Segunda Guerra Mundial contra prisioneros singapurenses, conocido mejor como "La masacre de Double Tenth"

NOTAS DE LA AUTORA 2: Ufff... créanme que llegamos a esta parte de la historia que todo se va a pique. Lo que he intentado hacer durante toda la trama es adecuarla a todos los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial en Japón y como ese contexto histórico afecta a todos y que realmente todos están impotentes a que suceda.

El próximo capítulo será difícil de escribir (no porque sea complicado, sino los temas que voy a tratar flkdjsfklj) y posiblemente sea uno de los más largos del fic, así que me voy a tardar. Espero tenerlo lo más pronto que se pueda, porque con este suspenso que dejé, ni yo quisiera esperar tanto para el próximo xD

Honestamente, quisiera saber que piensan qué pasará después, ¿Cuáles son sus teorías? Ya me dio curiosidad lfkjad.

¡Perdonen si los destrocé con esta entrega! Nos vemos hasta la próxima!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro