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No era una pregunta complicada, con un simple "no" o un simple "si", bastaba.
La verdadera cuestión es que no era ni un simple sí, ni un simple no. Ninguna era simple, de hecho.
─Preferiría no responder eso Víctor, no creo que sea relevante.
─Eva, por favor. Acabo de darte una explicación profunda de por qué McGregor puede arruinarte, porque literalmente puede hacerlo.
─Él desea arruinar todo aquello que esté relacionado con Huster teniendo o no motivos reales para hacerlo.
─¿A qué te refieres?
Comentar aquellos detalles resultaba incurrir en confesiones íntimas y privadas que Huster le había confesado en un marco secreto; darlas a conocer, significaba traicionar su confianza.
─ Es de público conocimiento que siempre ha envidiado a Huster, sus riñas no son nuevas. Ambos modelan para anuncios publicitarios, poseen una línea de elementos de competición deportiva con su nombre y rivalidad absoluta en las pistas; la diferencia reside en que McGregor no ha logrado sobresalir más que por un puñado de escándalos y campeonatos y al no lograr equiparar el éxito deportivo de su oponente, intenta mancharlo recurriendo a métodos arteros.
─¿Tú crees que un simple estado psicológico de envidia puede arrastrar a un competidor profesional y con experiencia en este deporte, a caer tan bajo y comportarse como un niño? ─ Víctor levantó una ceja recostándose sobre el respaldo de su silla, escrutándola pensando en una explicación demasiado naif.
─Todos los hombres se comportan como niños, Víctor ─ sonrió Eva obteniendo como respuesta una sonrisa igual de grande que la suya─ .Siempre competirán por obtener el mejor juguete, el mejor carro, la mejor mujer...siempre querrán medirse sus miembros y ver quién lo tiene más largo ─ levemente sonrojada, pero reconociendo que estaba en lo cierto, finalizó su enumeración bebiendo un sorbo de su soda.
─Un modo muy explícito de apoyar tu teoría, ¿verdad? ─ Víctor se divirtió por obtener esas respuestas animadas y sinceras...aunque la pregunta que verdaderamente le importaba, no había visto la luz. Era cuestión de tiempo y paciencia.
El móvil de ella sonó sobresaltándola. Con el ceño fruncido por la interrupción, Víctor se movió incómodo en tanto que la doctora se disculpó, retirándose de la mesa con cautela.
─Huster, hola ─ en voz baja, en un rincón del salón de comidas, Eva respondió colocando la mano tapando el auricular.
─Hola ─ la voz masculina denotaba cierta angustia ─ la cena está dilatándose más de la cuenta, me temo que no podré pasar por ti esta noche, bonita.
─Es una pena ─ expresó desilusionada ─ pero conozco el camino a casa, no te preocupes ─ sonrió con algo de tristeza, pero consciente que sería mejor tomar distancia ─ . ¿Está difícil conciliar con Willy?
─Nunca he estado tan necesitado de que estuviese a mi lado ─ la pesadumbre otra vez entre ellos ─ .Deseo fervientemente que ya sea jueves.
─ Pues yo también...
─¿Cómo se ha portado Lummens?
─Bien Huster, no tienes por qué ponerte de malas...él es amable y gentil.
─Y guapo y abogado.
─Existen muchos hombres en el mundo que son guapos, inteligentes, amables y gentiles Huster, no veo por qué tendrías que preocuparte por éste en particular.
─Porque cabe recordarte que es el mismo que no dejaba de desnudarte con la mirada el otro día ─ su tono celoso hizo que Eva mordiera su labio, animada ─. Supongo le habrá quedado claro que tenemos...algo.
¿Algo? Una palabra muy extraña sin dudas para describir su vínculo. Podría haber optado por "relación", "romance" o "flirteo"...sin embargo él había escogido decir "algo".
─ Huster, esto mucho más complicado de lo que piensas...
Thiago bufó del otro lado de la línea. Estaba de pie, próximo a la zona de servicios, aguardando por el postre. Desde allí tenía vista privilegiada hacia los orientales que conversaban alegremente, mientras Akira traducía sin dejar de comerlo con la mirada y observar de reojo su posición.
─Si tú lo dices...─ contestó resignado.
─No te enfades Huster...te echo de menos...lo de ayer...¡ha sido espectacular! Y quiero repetirlo cuanto antes...
─Ha abusado de un paciente, eso es inmoral y fuera de ética.
─Ni me lo digas...estoy precisamente envuelta en un problemilla con ello.
─¿Has dicho algo de lo del consultorio?
─¡Huster, por Dios! ¿Acaso crees que ando ventilando mi vida privada por doquier? ¡Y menos aun si implica tener relaciones sexuales con un paciente en un consultorio!
─No comprendo cuál sería el problema.
─Esto es un tremendo enredo. McGregor sostiene que existe un claro interés de mi parte para contigo, turbando mi actitud profesional considerando, por tanto, que mis declaraciones mediáticas no han sido más que un impulso amoroso.
─¿Lo ha sido?
─¡No, Huster! ─ Eva presionó el puente de su nariz, molesta ─ . McGregor es un idiota arrogante, estés o no estés en el medio...─ sin sonidos por detrás Eva pensó que habría perdido señal ─. Huster...¿sigues ahí?
─ Disculpa, Eva, debo regresar a la mesa. Willy no deja de hacerme señas como si estuviese ahogándose en el mar.
Estallando en una estruendosa carcajada, Eva colgó regresando a la mesa compartida con Víctor.
─¿Te han contado una buena broma?
─ ¿Nunca dejarás de inmiscuirte en la vida ajena? ─ ella preguntó pero con tono jocoso, residuo del comentario de Huster.
─Es lo que mejor hago, paradójicamente, Doctora Züberteins ─ reclinando su torso, estudió su mirada con sus penetrantes ojos claros.
─Era mi hermana ─ mintió finalmente.
─¿A estas horas?
─Semanas atrás ha sido madre por segunda vez, supongo que pierde fácilmente la noción del tiempo y el espacio ─ elevando los hombros, supo ser convincente ─. Vive en Brownwood, con su esposo y una niña. Iré a su casa el jueves, tengo unos días a favor y Neufert ha sido muy considerado al aceptar mi viaje en este momento ─ intentó persuadirlo con mucha información de golpe, pero era abogado y su avidez por la información resultaría insoportablemente ilimitada.
─¿Sola?
─¿Perdón?
─Si viajas sola.
─Eso no te incumbe, Lummens.
─Otra vez me llamas por mi apellido.
─Porque otra vez te entrometes en asuntos que no son tuyos. Una cosa es que investigues con afán profesional, lo comprendo; pero es en este punto en donde debo poner un límite ─ reconoció fastidiosa.
Víctor ladeó su cabeza, distendido, sin parecer nervioso; jugueteaba con el pie de su copa vacía, pasando las yemas de sus dedos por ella.
─ De ningún modo deseo fastidiarte pero debo reconocer que me pareces una mujer interesante, atractiva y frontal. Y que me interesas mucho.
Eva pasó sus labios por debajo de sus dientes, asimilando sus palabras tan abrumadoras.
─Agradezco el concepto que tienes de mí pero esto tampoco parece ser muy ético, Víctor. Tu interés en mí podría turbar tu dictamen profesional, no lo olvides ─ tiñó con inteligente sarcasmo.
─Buena observación Evangelina, buena observación ─ fijó sus ojos en ella, sabiendo que no sería un hueso fácil de roer, y como tal, más atractivo aún.
___
"Bonita, echo de menos tu respiración al despertar" un enorme ramo de rosas blancas llegaron a su nombre, a la recepción de St. Davids.
Mala idea de hecho, teniendo en cuenta que ella intentaba persuadir a propios y extraños que realmente no sucedía nada entre ambos y mucho más si Dallas McGregor estaba tras alguna pista de su "algo".
Pero Huster era de ese modo: impulsivo, caprichoso y testarudo y sabía que si Eva lo reprendía como un niño, se enfadaría. Prefirió ignorarlo, era lo suficientemente hermoso de buen humor como para investigar cómo se comportaría de manera opuesta.
─¿Son de parte de tu admirador secreto? ─ Heidi apoyó su cabeza sobre ambas manos, en el mostrador de recepción, suspirando como si estuviese viendo una película romántica.
─Me temo que sí─ pestañeando fingidamente, la doctora olió el perfume de las flores y las dejó en el acceso. Ella aun no tenía consultorio propio, decidiendo compartir aquella belleza con los presentes de la sala, no sin antes, quitarle la tarjeta escrita de puño y letra de Huster.
"Buenos días Huster y muchas gracias por las rosas, son preciosas...¿qué intentas conseguir enviándomelas al Hospital? ¿Que un día abran la puerta del consultorio y nos encuentren in fraganti?
Eva tecleó frenéticamente, guardando la dedicatoria de las flores en su bolso.
La respuesta no se hizo esperar.
"Me contenta que te hayan agradado, aunque no son tan bonitas como tú. No sabía si eran tus preferidas, optando por lo seguro. La frase "un día abrirán la puerta" sugiere que existirán otros días en los que podremos hacer de las nuestras en el consultorio... ¡Es usted una pervertida, doctora!"
Evangelina dibujó una sonrisa enorme en su rostro al imaginar a Huster enviando ese mensaje.
____
Finalmente el jueves llegó, al igual que la sesión en el natatorio, comandada por Luke.
─¡Stinger, Amigo! ¿cómo te encuentras hoy? ─ en un cálido abrazo, se fundieron el kinesiólogo y el motociclista cerca de la piscina . Puedes ir comenzando con el calentamiento, enseguida regreso.
Colocando la bata en la banca ocupada generalmente por su doctora, Huster se arrojó al agua para dar largas brazadas. Nadando ida y vuelta, comenzó con su rutina; la natación lo liberaba de sus malos sueños, entregándole algo de la paz necesaria.
La conversación con los japoneses lo habría puesto más tenso de lo debido; en su cabeza giraba una y mil veces la posibilidad de enviar todo al demonio, no aceptar el contrato y dedicarse a otra cosa; pero no podía. Mucha gente dependía de él y vivir del modelaje tampoco le daba los dividendos necesarios mantener su acomodado estilo de vida.
A partir de ese jueves, dos semanas lo distanciaban de su última sesión; la última oportunidad de ver formalmente a Eva.
Ya no estaba obligado a ir al centro médico para su rehabilitación ni tendría que vivir en Austin. No deseaba perder a Evangelina, pero tampoco a su pasado, su vida anterior.
Reprochándose constantemente si alimentar algo más que un te quiero, repudió que las cosas se dieran de ese modo tan inusual.
Las llamadas telefónicas eran una constante, los mensajes una necesidad imprescindible y sus deseos por verla, eran el alimento que necesitaba para vivir. ¿Pero sería la imperiosa necesidad de tener una compañía lo que lo arengaba a sumergirse en ese vínculo de dependencia? No deseaba utilizarla y dormir solo, le serviría para meditar.
Meneando su cabeza de un lado al otro para coger aire, rotó distinguiendo una sombra que no era la de su entrenador, el cual permanecía de cuclillas en el extremo de la piscina.
Regresando al punto de partida de su circuito, reconoció aun estando bajo el aguel perfume de Eva.
─Hola Huster ─ su amplia sonrisa, su bella voz, esos enormes ojos verdes le dieron la bienvenida a su vida.
─Hola Doc─ apoyando el peso de su cuerpo sobre sus brazos cruzados, fuera de la pileta, dejó al descubierto la mitad de su torso.
─Hoy no podré supervisar tu rutina por mucho tiempo. Neufert se ha encargado de darme mucho trabajo─ sus ojos se entristecieron ─. Estaré aquí para los minutos finales. Hablaré con Luke para que detalle lo mejor posible tu evolución ─ a punto de extender sus piernas dispuesta a incorporarse, Thiago tomó impulso y le besó la comisura de sus labios, mojándole la punta de los zapatos y parte de su rostro ─ . ¡Huster! ─gritó la doctora ante la atenta mirada de Luke, quien observaba desde la lejanía tomándose de la cabeza ─ . ¡Eres un niño! ─ colocándose de pie, ella caminó en dirección al moreno fisioterapeuta secándose con la bata del corredor.
─Mantenlo a raya...─ amenazó divertida.
─Para eso estás tú, querida ─ opinó Luke guiñando su ojo.
___
─ Lummens me ha dicho que la cita del lunes ha resultado...como decir... ¿buena? ─ Richard frunció el ceño.
─No sé qué querrá decir con eso ─ entrecomilló con sus dedos─. A mí me resultó más que tediosa ─ tomando asiento en la silla frente a su jefa, Eva intentó disimular una sonrisa nerviosa al pasar cerca de la camilla, la misma que había sido partícipe de su encuentro furtivo con Huster días atrás─ .Víctor es muy intimidante. Ahonda en mi vida privada y no creo que eso resulte tan necesario.
─Si profundizar en tu vida privada para saber si una posible relación amorosa con un paciente nubla tu visión como profesional es fastidioso, deberá quedarte en claro que Lummens no hace más que su trabajo. Incomodarte no es su intención, pero supongo que sabrás qué clase de consecuencias puede acarrear que salga a la luz tu flirteo con Huster. McGregor está al acecho y si tú sigues negándote a asumir que entre ustedes hay "algo" ─ los hombres y su bendito "algo"─ todo será mucho peor. Recomiendo que asumas cómo son las cosas y ya, niña. Víctor no tendría que trabajar a tientas y abandonaría sus intentos por seducirte.
Evangelina tragó, sonrojándose. Acariciando su cuello, acababa de recibir un regaño más que merecido de parte de Neufert.
─Richard, todo es muy reciente. No puedo confirmarte que esto sea una relación amorosa o una aventura ─ se sonrojó al admitirlo, pero era cierto ─. Lo único que sí puedo aclararte es que no ha sucedido nada mientras él estuvo aquí internado.
─No cuando estuvo físicamente aquí, pero él, médicamente, continúa estando bajo tu supervisión.
─Cuando di la conferencia de prensa la semana pasada no existía nada entre nosotros.
─Nada explícito pero realmente, existía ─ Neufert salió de su posición para colocarse frente a ella y tomar sus manos ─ . Eva, no necesito detalles de tu vida privada porque como tal, es privada y no me incumbe. Pero tampoco pretendo que termines perjudicada injustamente. Estimo mucho a tu padre y el hecho que hayas dejado atrás buenas oportunidades laborales para venir aquí sin dudarlo y sin haberte podido ofrecer un gran salario, merece mi reconocimiento. Huster es un gran muchacho por el que también siento por un gran cariño pero es sumamente inestable. Tras las muertes de Molly y Cindy no ha hecho más que meterse en problemas; con el alcohol, con mujeres, con la vida misma. No quiero que te haga daño simplemente porque no mereces otro idiota en tu vida ─ siempre paternal, Richard besaba su coronilla ─ .Ya eres grande y sabes a lo que te estás exponiendo al tener algo con Huster. No es él sólo, hija mía. Thiago viene con Stinger, el deportista exitoso, seductor y con un pasado cargado de tristezas.
─Lo sé Richard y aprecio lo que me dices. Creo que todo esto se me ha ido de las manos...─ admitió con lágrimas en los ojos.
─¿Sientes algo importante por Thiago?
─Creo que sí ─ íntimamente, tenía la certeza de ello. Apoyando su cabeza en el pecho de Richard, este la mecía.
─No es una desgracia estar con él, Eva, como te he dicho es un buen chico pero su fama es muy grande. Y no sé si arriesgarte a estar a tu lado equivale a apostarlo todo a cambio de nada.
─Mañana a primera hora iremos juntos a Brownwood ─ aceptó el pañuelo que le ofreció su jefe ─ . A visitar a Francesca.
─Lo supuse ─ asintió ─ . Y tal vez sea un buen lugar donde podrán conocerse mejor, estrechar lazos y ver si es el Huster que crees que es.
─¿Pero qué si McGregor lo averigua? Podrá comprobar que entre nosotros sucede algo y actuará en mí contra ¿verdad?
─Eso es algo que estudiará Víctor; mientras tanto, tranquilízate. Todo resultará bien. Confío en tu pericia médica, en tu buen tino profesional. Sabemos que no eres una persona influenciable y que incluso te has mantenido cauta cuando los cronistas te arrinconaron para que les dijeras lo que querían oír.
─Gracias Richard, es importante saber que estás de mi lado.
─Y también del de Huster. Él necesita encaminar su vida, ojalá puedas ayudarlo.
Con aquel deseo echado al aire, Eva limpió las lagrimas de su rostro con el dorso de su mano y salió del consultorio, presurosa y conmovida. En breve tendría que ver a Huster y no le apetecía que la viese triste y desmejorada. Tras lavarse en el cuarto de baño, inspiró profundo y fue rumbo al natatorio.
Si el reloj no fallaba, en diez minutos culminaba la sesión y ella había prometido estar allí, cumpliendo el rol de médica. Tal como supuso, Thiago ya se encontraba fuera de la piscina, colocándose su calzado en tanto que Luke ordenaba los artículos con los que habían ejercitado.
─Has vuelto ─ exhaló Huster, colocándose a pocos pasos de ella ─ . ¡Hey! Luces muy pálida ─ subiéndole la barbilla con el dedo, Thiago reconoció que algo sucedía.
─Estoy muy cansada ─ ella le esquivó la mirada.
─Piensa que en unas horas estaremos lejos de aquí... ─ susurrando muy bajo, Huster envolvía sus sentidos con aquellas palabras.
─Sí, tienes razón─ recomponiéndose, lo miró.
─Por la noche, alrededor de las 9 estaré en tu casa, ¿sí?
─ Te estaré esperando ─ alejándose sin siquiera besarlo, Eva giró sobre sus talones, cogiendo la planilla de Luke.
Decepcionado por su frialdad, Huster dejó su mirada perdida en los pasos lentos de su doctora rumbo a la salida.
─Ella no es una mujer de una sola noche Huster, grábatelo en la cabeza ─ la voz oscura de Luke se infiltró en sus pensamientos; Thiago lo sabía y aun así no podría discernir si era amor o no lo que sacudía sus entrañas cada vez que la veía.
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