CAPÍTULO XXXIII • Eres tú o soy yo •
C L E M A T I S
Sentía claramente, como mi cuerpo era movido por la corriente de un rio, y al virar el rostro, me di cuenta que estaba flotando en medio de la nada, y el paisaje a mi alrededor era todo menos algo tranquilizador.
Había árboles calcinados, la tierra estaba tan reseca, que parecía que algo jamás había crecido en el suelo, y cerca del borde, pude distinguir un cause pequeño compuesto de sangre que terminaba desembocando cerca de donde me encontraba,
No sabía donde estaba, ni mucho menos tenía alguna idea de a donde me dirigía, pero poco a poco mi cuerpo fue siendo llevado hasta que entré en algo similar a una cueva. El ruido de las gotas que terminaban impregnándose sobre la tierra se fue intensificando, y llegó un punto en que todo esto pasó de un sonido casi placentero, a uno estridente.
Algo comenzó a retumbar dentro de mi mente así que me vi forzada a sostener mi cabeza, y en ese punto mi cuerpo comenzó a hundirse cada vez más y más. No podía emerger, era como si algo me estuviera arrastrando a un abismo de penumbra y oscuridad absoluta.
Conforme me introducía cada vez más y más a la oscuridad comencé a escuchar un sonido similar al de un trueno. Me cubrí la cabeza, y cuando me di cuenta, toda el agua que me cubría desapareció y me hallé sola, parada al centro de una luz blanca.
A lo lejos oí murmullos, pero pese a que comencé a llamar a aquello que se escondía en la oscuridad, no obtuve respuesta, y eso, al darse cuenta del miedo que comenzaba a sentir, comenzó a reír de forma psicópata, y no tuve más remedio que huir. Comencé a correr, pero aún sin saber a donde me dirigía, aquello me venía persiguiendo, y cada vez lo sentía más y más cerca de mí.
«Muerte al traidor».
Sentí su aliento cálido muy cerca de mi oreja, me tropecé y caí al suelo debido a la impresión. Grité, pero en cuanto giré el rostro no había nadie, aunque aquellas palabras se repitieron incesablemente durante largo rato.
Me senté, pero ni bien lo hice oí que alguien gritó desde mis espaldas. Me llené de pánico y me cubrí la cabeza, pero luego de un rato me llené de valor y me puse de pie. La luz que me venía siguiendo comenzó a apagarse, y la paranoia que sentía comenzó a acrecentarse.
«Tú me quitaste todo»
Volví a oír que alguien dijo, y de pronto, justo al frente de donde me encontraba el halo volvió y vi un cuerpo boca abajo tirado en medio de un charco de sangre. Comencé a correr para poder auxiliarlo, pero con cada paso que daba, el cuerpo comenzaba a alejarse más y más de mí.
«Tú me quitaste todo» —repitieron.
Oí un gruñido y al girar vi un lobo enorme frente a mí; su oscuro pelaje me dificultaba verlo completamente en medio de esa oscuridad, pero los ojos de color verde que poseía, me permitían cerciorarme de cada movimiento que daba. Él me miró, pero no sentí miedo, por el contrario, sentía que su único propósito allí era el de hacerme compañía, así que estiré mis manos en su dirección, pero antes de que siquiera pudiera tocarlo, su pelaje se erizó completamente y comenzó a mostrar los colmillos mientras observaba hacia atrás.
El enorme animal avanzó pisando fuerte y se puso al frente, viró el rostro, y entendí que quería que me quedara atrás, yo simplemente me limité a asentir.
Al frente, un leopardo apareció en medio de la neblina y sus ojos azules observaron fijamente al lobo. Aquella mirada profunda que poseía me aterrorizaba por completo, me observó, y poco a poco fue bajando la vista hasta que se quedó observando fijamente mi vientre, yo hice lo mismo, y por un extraño impulso lo tapé con mis manos, como si esto fuera a brindarme algún tipo de protección.
De un momento a otro el lobo se lanzó encima de él y comenzó a morderlo. Ambos peleaban con una ferocidad nunca antes vista y hacían uso de cada parte de su cuerpo. Las heridas de ambos animales no tardaron en aparecer, pero conforme la pelea avanzaba, era el lobo quien la peor parte se llevaba. En un descuido, el felino sacó ventaja y embistió al lobo quien salió disparado hacia el extremo contrario.
Teniéndolo lejos, el leopardo comenzó a acercase hacia donde me encontraba, y el lobo, malherido como estaba, comenzó a ponerse de pie con rapidez, pero antes de que siquiera pudiera acercase, el felino tiró un zarpazo con tanta fuerza que terminó rebanándole el ojo al otro animal.
Grité, el lobo me observó, pero allí tendido en el suelo lo único que podía hacer era observarme mientras aullaba, era casi como si me pidiera que corriera lejos del otro animal.
«Tú me quitaste todo» —escuché que dijo el felino, mientras volteaba a observar al malherido lobo aún mostrando sus filudos colmillos— «Ahora, es mi turno de quitarte todo a ti.»
Después de aquellas palabras desperté.
Mi respiración estaba agitada, y claramente, sentía como las gotas de sudor bajaban por mi frente y cuello. Observé por la ventana, y los rayos del sol apenas estaban acariciando las montañas.
Me senté y apoyé mi cuerpo en el respaldar mientras abrazaba mis piernas, pero el miedo que sentía dentro de mi cuerpo, no me dejaba tranquilizarme.
—Fue un sueño. Los sueños no pueden herirme —recordé lo que dijo mi madre—. Los sueños no pueden lastimarme.
Me repetía eso una y otra vez, pero algo dentro de mi corazón no me permitía aceptarlo del todo. Claramente, el lobo representaba a Zefer —¿Pero por qué terminaba tan herido? ¿Alguien le haría daño? —. El solo hecho de pensarlo generaba que mi corazón se encogiera.
Pese a su total incomunicación conmigo en estos meses aún me preocupaba por él, y claramente, no deseaba que algo malo le pasara.
—¿Quién era el felino? —pregunté a la nada—. Debe ser un Hanton o alguien perteneciente a su rama.
Sin quererlo el nombre de Argon se cruzó por mis pensamientos, pero inmediatamente, me encargué de desechar la idea. Él nunca le haría daño, o al menos eso es lo que quería pensar.
—¿Entonces él sería el cuerpo que vi desangrándose a lo lejos?
Miles de preguntas comenzaron a aparecer una tras otra, y con cada interrogante que surgía, la preocupación dentro de mi crecía aún más.
Quería pensar que todo era un simple sueño, en verdad necesitaba creerlo, pero cierta corazonada me decía que no debía confiarme y me brindaba una alerta. Era como si mi cuerpo supiera que no debía de ignorar lo que acababa de soñar.
Cuando me di cuenta me percaté de que mi cuerpo se encontraba bañado en sudor frío, y la tela del pijama estaba tan pegada, que parecía que fuera traslúcida por completo.
Me senté al borde, y luego de acomodar me cabello me puse de pie, pero de un momento a otro mi vista se nubló y no pude evitar trastabillar. Por suerte, antes de que cayera de cara al suelo, logré sujetarme del velador que estaba al lado de la cama, pero todo lo que había encima, incluyendo unos adornos de cristal, terminaron cayendo al suelo, y las pequeñas esquirlas de fragmentos llegaron hasta la puerta.
En cuestión de minutos, Dina, una de las señoras que trabajaba en el palacio entró por la puerta asustada, y al darse cuenta del vidrio roto, me pidió que volviera a sentarme en la cama y que por ningún motivo pisara el suelo hasta que ella regresara.
Le hice caso, y al rato ella volvió trayendo consigo una escoba y un recogedor. Comenzó a recoger todo lo que había tirado, le agradecí y le pedí perdón, ella me sonrió, y me pidió que con cuidado revisara mis plantas de los pies para asegurarme que ningún pedazo estaba allí.
—¿Está bien? —volvió a preguntar una vez que dejó la escoba cerca de una esquina—. ¿No se cortó? —preguntó nuevamente.
—Estoy bien, gracias. Y, nuevamente perdón por el desastre.
—¿Se siente bien? La veo un tanto pálida —dijo mientras colocaba su mano encima de mi frente—. ¡Está helada! Vuelva a meterse debajo de las cobijas, le traeré una bolsa de agua caliente para que entre en calor.
—Estoy bien, de veras, solo me dio un leve mareo. He tenido mucho trabajo estos días, y el estrés ha hecho que la comida me sienta mal, quizás el que me haya dado el mareo se deba a que no estoy comiendo apropiadamente.
Al decirle esto Dina hizo un extraño gesto con los labios, la observé y ella desvió levemente la mirada mientras entre abría la boca, como si tratara de decir algo.
—¿Qué sucede? ¿Crees que tenga algo malo? —pregunté.
—Bueno, yo no diría que malo —carraspeó ligeramente y prosiguió—. Señorita, bueno, no quiero ser impertinente con la pregunta pero...¿Usted sabe cada cuanto entra en celo?
—¿En qué?
—Perdón, es que no sé cómo le dirán los humanos —meditó por algunos segundos su respuesta y luego volvió a observarme—. Supongo que su organismo es igual al de nosotros, así que. ¿Cada cuanto le baja sangre?
—Ah, te referías al periodo... —murmuré apenada—. Nunca he tenido fechas específicas, a veces puede venirme dos meses seguidos, y luego de eso se va y no regresa hasta tres meses después. ¿Por qué la pregunta?
—Bueno... ¿Usted sigue siendo casta? —dijo ella apenada, mientras yo no pude evitar sonrojarme por la pregunta.
—N... No. ¿Por qué?
—¿Usted tuvo intimidad? —no pude evitar atragantarme con mi propia saliva por su pregunta, inmediatamente, ella puso un gesto de preocupación—. No quiero ser atrevida, si considera que mi pregunta está fuera de lugar no tiene por qué responderme.
—Espera —detuve su conversación, ya había comenzado a intuir por donde iba, y eso me apenaba aún más—. Estás tratando de decirme... que dentro de mí... ¿Puede haber un bebé?
—Sí, por eso necesito saber esas cosas. Yo limpio su orinal diariamente, y me he percatado que desde que ha llegado, el olor ha variado ligeramente —sus manos tomaron las mías con delicadeza mientras las apretaba—. Vuelvo a pedirle que perdone mi impertinencia, pero el olor de una mujer gestante puede percibirse, mi olfato es sumamente delicado pese a mi edad, es por eso que he notado cambios en el olor.
—Bueno, dejé de serlo antes de venir aquí... y tuve un par de... —tosí sintiéndome incómoda por revelar estas cosas—, un par de momentos, varios en realidad. Pero ¿estás segura? —exclamé con nerviosismo mientras dirigía mi otra mano hacia mi vientre y lo acariciaba—. ¿Crees que pueda ser verdad?
Pese a que sabía que actualmente no estaba en unas circunstancias favorables, el simple hecho de pensar en un hijo de Zefer y mío... hacía que me sintiera feliz.
—Para asegurarse tendría que llamar a una comadrona, ella podría decirle si verdaderamente está esperando una cría, yo tan solo puedo decirle lo que percibo por mi olfato.
—¿Podrías llamarla? —la sonrisa de alegría estaba plasmada por todo mi rostro, no podía evitar sentirme feliz, el imaginar que dentro de mi crecía alguien me hacía sentirme llena de dicha.
—Claro señorita, no se preocupe.
Tras decir esto Dina se llevó la escoba y el recogedor. Cuando salió del cuarto me tumbé de espaldas sobre el colchón y comencé a acariciar mi vientre con regocijo. Lloré de felicidad mientras reía.
—¿Verdaderamente hay alguien dentro mío?
El tiempo se hizo eterno. No dejaba de observar la puerta. La angustia dentro de mí crecía con cada minuto que pasaba, necesitaba saber si en verdad había alguien, si un pequeño o pequeña se encontraba formándose en mi interior.
—¿Se parecerá a Zefer, o se parecería a mí? O quizás ¿Tendrá algo de los dos?
—Mami...
Al alzar el rostro vi a Cael asomando el rostro por la puerta. Le dije que pasara, pero antes le indiqué que tuviera cuidado por donde pisaba, no sabía si aún había pedazos de vidrio por el suelo. Él bordeó la cama por el otro extremo, y luego se tumbó a mi lado, lo abracé con fuerza, y comenzó a reír cuando depositaba besos sobre su cabeza.
—¿Estás enferma? —sus enormes ojos negros me observaron y la sonrisa se me escapó.
—No, corazón. ¿Por qué piensas que estoy enferma? —comencé a acariciar su cabello con gentileza mientras él se acurrucaba más.
—Porque abajo las señoras están alborotadas mirando por la ventana —no pude evitar reír tras escucharlo—. Les pregunté que pasaba y Dina me dijo que estaban esperando a una señora que va a ver si tienes algo dentro. ¿Comiste un gusano mami? No debes comerlos, sé que parecen dulces... pero no debes comerlos —tras el comentario que hice no pude evitar reír, él se sintió apenado pero me devolvió la sonrisa.
—No, mi amor, no comí ningún gusano —reí y el suspiró de alivio.
—Uf, menos mal, si no, hubiera sido difícil sacarte el gusano. ¿Entonces que tienes dentro de tu pancita?
—Todavía no sé si hay algo dentro de mi pancita, Cael. Lo sabré cuando llegue la señora.
—¡Entonces iré a apurarla! —sentenció mientras se levantaba y salía corriendo hacia la puerta—. ¡No te muevas mami! ¡Lo que tienes dentro se podría mover!
No pude evitar reírme ante sus ocurrencias. Asentí, prometiendo que haría caso a sus indicaciones, y el salió corriendo a gran velocidad para ir escalones abajo.
Al cabo de unos minutos, Dina entró con una pequeña escobilla y volvió a limpiar el suelo por si acaso quedaba algún pedazo suelto. Luego me indicó que la comadrona había llegado y que Cael había dicho que él sería quien la subiera, por lo que en breve ellos entrarían por la puerta.
Algunos segundos después Cael volvió a entrar corriendo por la puerta mientras sujetaba con fuerza la mano de una híbrida que era bastante mayor. La mujer con la mano que tenía libre sujetaba un pequeño maletín, y la otra estaba bastante ocupada sujetando las pequeñas manos de Cael quien la jalaba para que caminara más rápido.
—Cael, cielo, ten cuidado con la señora.
—Si mami, lo siento—respondió mientras comenzaba a caminar más lento.
—Gracias por venir —le dije mientras ella sonreía y se sentaba al pie de la cama.
—No se preocupe señorita, gracias por confiarme esta tarea —dijo mientras volteaba a observar a Cael—. Ahora, antes de empezar, necesitamos que el jovencito salga del cuarto —Cael al escucharla frunció el ceño tal y como hacía Argon.
—¿Por qué? Si mi mami tiene algo en su pancita puede atacarla.
—Porque usted es un lindo jovencito, y los jovencitos tienen que esperar afuera.
—Cael, cielo —él volteó a observarme con atención sin entender lo que sucedía—. Cuida la puerta y no dejes que nadie entre. ¿Sí? Si algo pasa, gritaré para que vengas a ayudarme.
—¡Está bien! No dejaré ni entrar a papi Argon, digo —carraspeó e infló el pecho—. No dejaré ni entrar a Argon.
Tras decir esto, él salió por la puerta y la señora inmediatamente, abrió el pequeño maletín. Luego de rebuscar entre las cosas que tenía, sacó un corno de metal que en la parte superior tenía un pequeño orificio para que pudiera colocar el oído.
—Bien, lo primero que haré será levantarle el vestido. Necesito apoyar esto sobre la zona de su vientre. ¿De acuerdo?
—Sí, haga lo que crea necesario —respondí.
Ella me sonrió, luego colocó el extraño aparato sobre mi vientre y comenzó a moverlo por toda aquella zona. Las ansias por obtener una respuesta me mataban, sentía como mi corazón golpeaba mi cuerpo, y mis manos habían comenzado a sudar.
Al terminar, ella volvió a guardar el aparato en su maletín y mientras yo me sentaba, sonrió.
—Pues, solo queda comprobar algo más —yo asentí ansiosa—. Necesito que abra las piernas, si el color ha cambiado en sus partes íntimas, es porque está embarazada.
Me puse nerviosa luego de escucharla, pero si realizar todos esos chequeos para obtener una respuesta eran necesarios, entonces estaba dispuesta a realizarlos.
Con algo de vergüenza me recosté nuevamente y recogí las piernas mientras las abría, la señora introdujo la mano dentro del maletín y sacó una pequeña bolsa de tela, al abrirla, había algo similar a unas pequeñas pinzas.
—Necesito usar esto para poder ver el color con más detalle, no se preocupe que siempre esterilizo correctamente todos mis instrumentos —asentí, luego sentí aquella cosa fría separar mis partes.
Entrelacé mis dedos sobre el estómago, comencé a respirar de forma pausada, y una vez que terminó ella volvió a bajar la tela de mi pijama y me indicó que me sentara.
—Felicidades, está embarazada.
Al escucharla mi corazón volvió a latir. Volví a llorar mientras reía, y comencé a acariciar mi vientre, la mujer se acercó un poco hacia mí, y en un impulso la abracé. Mi acción la tomó por sorpresa, pero no me apartó, muy por el contrario, comenzó a acariciar mi espalda.
—Parece que Dina no se equivocó, tiene dos meses y medio —la señora se separó y acarició con suavidad mis manos mientras me sonreía cálidamente—. Escuche señorita, usted a partir de ahora tiene que comenzar a comer más cosas. Normalmente. ¿Qué y en cuantas cantidades come por día?
—Pues, normalmente como tres veces al día. Mi alimentación se basa en verduras, algunos tubérculos y granos.
—Pero señorita —exclamó un tanto escandalizada—. Tiene que comer carne, si no el pequeño que tiene dentro no se fortalecerá —sentenció ella y palidecí ligeramente—. Antes que nada..., disculpe mi atrevimiento, pero ¿el padre de la cría es un Hanoun, híbrido o es un humano?
—Su padre es un Hanoun —tras decir esto su ceño se frunció ligeramente, no pude evitar asustarme, sus expresiones se volvieron tensas y esto solo aumentó mi preocupación.
—Señorita, debe de comer el doble de lo que está comiendo, y si o si debe de añadir la carne a su alimentación. Verá, el «inconveniente» que tienen ustedes, las humanas, es que... —se calló y tras suspirar volvió a observarme—, en la mayoría de casos el bebé mata a la madre, es decir. Si no se alimenta como es debido, el híbrido que crece dentro de usted terminará por quitarle todos los nutrientes de su organismo, solo he visto un par de embarazos humanos, y claramente, son riesgosos como cualquier embarazo. Pero una humana cargando con un hijo híbrido aumenta un poco más el riesgo.
—¿Es posible que me mate?
—Sí, e incluso es posible que su cuerpo no soporte, y bueno...—suspiró pesadamente—, muera antes de que la cría este completamente formada, con las Hanouns no existe ese problema porque... —carraspeó ligeramente y prosiguió—, sus cuerpos son más resistentes y es más difícil que algo les suceda. En las Hanouns normalmente un embarazo dura un promedio de cuatro meses, y en algunos casos muy extremos, puede llegar hasta los cinco.
—Entonces..., todas aquellas mujeres que dan a luz híbridos... —murmuré, y mi corazón se encogió.
La gran mayoría de las humanas que tenían hijos híbridos eran productos de las violaciones. Y el aborto era un lujo para algunos cuantos. Los únicos que podían practicarlos sin riesgo a recibir un castigo cruel eran los nobles o los regentes únicamente por el estatus y el poder que tenían. Es por eso que había una taza de natalidad elevada de híbridos huérfanos. Es probable que en la mayoría de casos la madre fallecía, y el padre jamás quisiera hacerse cargo.
—Así es —ella asintió con pesar mientras me observaba—. Por eso es que, nosotros los híbridos, somos algo aberrante para los humanos, para ellos somos algo peligroso que fue formado a costa de la vida de nuestras madres —la señora suspiró nuevamente y miró hacia el suelo—. Somos también el recordatorio perpetuo de que los compañeros de las Hanouns, se atrevieron a meterse con una humana, así solo fuera por unos minutos por desfogar un poco su placer.
—¿Qué debo hacer entonces? Yo quiero tener a mi hijo —afirmé y ella sonrió.
—Primero, como ya le dije, tiene que comenzar a comer carnes —asentí de mala gana, no me gusta la textura de la carne, pero por mi bebé tendría que hacerlo—. Tranquila, se lo que estás pensando..., pero existen aún animales pequeños en su estado natural, su carne contiene muchas proteínas que ayudarán al pequeño a formarse mejor, y créame que eso también le convendrá enormemente.
—Entiendo... —fruncí el ceño ligeramente pero seguí atenta a sus indicaciones.
—Segundo. Procure no estar bajo estrés innecesario, no es bueno para su salud, ni tampoco para su pequeño —asentí y prosiguió—. Tercero. Trate de comer o tomar puros cítricos, las naranjas, limones o toronjas siempre tienen gran cantidad de vitaminas que le ayudarán.
—¿Puedo movilizarme?
—Sí, de eso no tiene que preocuparse, puede hacer su rutina con normalidad, en el caso de los humanos no existe riesgo de aborto. Su rutina será la misma, al menos, por ahora, cuando su barriga crezca tiene que ser más cuidadosa, el mareo que tuvo el día de hoy se generó porque no tiene los nutrientes que el pequeño necesita —me sentí apenada, pero ella acarició mis manos suavemente—. No se aflija, usted no lo sabía y bueno..., tampoco sabía lo que implicaba tener una cría híbrida.
—¿Cuánto será mi tiempo de gestación?
—Su embarazo durará seis meses aproximadamente, para ese tiempo el pequeño ya estará completamente formado. Lo que tiene que tomar en cuenta es que a partir de los tres meses y medio, su vientre comenzará a crecer sin control, día con día verá el cambio hasta que llegue el momento —ella me observó directamente mientras abría la boca para decir algo, pero inmediatamente, la cerraba.
—¿Qué sucede?
—Bueno, ¿el señor Argon es el padre del bebé? —murmuró apenada mientras volvía a acariciar mis manos— Por lo general los padres siempre están junto a la madre cuando les doy la noticia, de ser el caso, debería escuchar las complicaciones que habría en el parto.
—No —negué y ella me observó con más atención—. El padre de este pequeño no es Argon, él es solo un leal amigo.
—¿Entonces es el amo Zefer? —una sonrisa se escapó de mis labios y asentí—, ya veo..., no quiero generarle ningún tipo de preocupación, pero... necesito que la persona que la auxiliará en ese momento escuche lo que tengo que decir.
—No se preocupe, está bien —le aseguré y ella aún se mostraba dubitativa—. Puede decirme las complicaciones, yo... hablaré con él después.
—De acuerdo —dijo no muy convencida, pero siguió—. Ya sabiendo lo que tiene que hacer y lo que el bebé hará en su organismo, debo indicarle lo siguiente. Tiene que prepararse mentalmente para el parto —asentí—, cuando el pequeño venga al mundo, podría agotarla físicamente, no sabemos cuántas horas tomará para que el nazca, y desde el primer momento en que usted rompa fuente, los dolores que sentirá serán sumamente agonizantes. Podré calmarle un poco el dolor que sentirá a base de hierbas, pero esto solo apaciguará un poco el malestar. No podemos dormirla porque necesitamos que esté consiente para que pueda pujar..., quiero ser muy alentadora con usted ya que se trata de su primer hijo, pero, esto puede costarle la vida, o incluso, si usted sobrevive, no existe garantía de que el pequeño lo haga.
—Lo sé y entiendo los riesgos a la perfección —esbocé una sonrisa cabizbaja, llevé mis manos hacia mi vientre y lo acaricié suavemente—. Este pequeño fue formado con amor. Y aunque el traerlo al mundo me cueste la vida, quiero hacerlo, aunque parezca imposible quiero...—afirmé con total seguridad—, quiero que él o ella nazca.
—Vendré a verla ante cualquier improvisto —la señora comenzó a acomodar sus cosas e impulsivamente sujeté su muñeca.
—Espere, usted. ¿No podría quedarse en el palacio? —pregunté algo temerosa y la señora volvió a sonreír— Es decir, usted sabe más de los cuidados que debo tener —mi voz temblaba ante mi propuesta—. ¿Sería posible que lo hiciera?
—Claro, señorita, no tengo ningún inconveniente, tan solo tendría que traer mis cosas.
—Les diré que le acompañen y adecuaré una instancia para usted —una amplia sonrisa se formó en mi rostro conforme hablaba y ella me sonrió de igual forma.
Una vez que Helena, la amable partera se retiró de mi habitación, me paré y caminé hacia el pequeño escritorio que tenía allí. Tomé un papel, acerqué el tintero y la pluma y comencé a escribir una carta para mi madre.
«Para: Rias Garyen
Hola mamá, no te he escrito una carta desde hace algunos meses, y lo siento..., pero como te informé en mi anterior carta, fui llevada a Wyrfell para ser la regente de esta nación junto con Argon. Las cosas han sido difíciles, pero estoy haciendo mi mejor esfuerzo, la producción de alimentos ha aumentado considerablemente y esto es únicamente gracias al trabajo conjunto de todos aquí. El motivo para escribirte esta vez... es para informarte que, serás abuela... ¡Estoy embarazada! No sabes que alegre me encuentro, me acabo de enterar apenas hoy y la dicha que siento dentro de mí es inexplicable. Sé que estás muy ocupada por el problema de las lluvias por allá... Pero espero puedas leer esto y te sientas tan feliz como lo estoy yo en estos momentos.
Te extraño, no sabes cuánto me gustaría que estés a mi lado.
Cuídate mucho. ¿Si? Los amo, a ti y a William.
Atte. Clematis»
Cuando terminé de escribir, quemé un poco la vela color rojo que se usaba para cerrar las cartas, y tras meter el papel en un sobre, dejé que la cera callera sobre la unión de este, en cuanto hubo una cantidad considerable, tomé un sello que tenía las iniciales «CG» grabadas, y lo aprisioné, inmediatamente las letras quedaron plasmadas sobre la cera. Mandé a llamar a alguien para que llevara la carta al criadero de vylas, y se llevaron el sobre.
Moría por recibir una respuesta por parte de mi madre, pero sabía que, para nosotros, los humanos, estaba prohibido el enviar correspondencia. Tan solo me quedaba aguardar pacientemente hasta que pudiera verla nuevamente...
NACIÓN DE MY — TRENT (UNA SEMANA DESPUÉS)
Una de las vylas de la nación de Wyrfell se encontraba llegando al criadero, el imponente animal emitió un graznido que retumbó en todo el cielo. Pese a las lluvias que ya llevaban dos días consecutivos, aquellos pájaros eran tan fuertes que ni la briza más fuerte les impedía realizar su trabajo. El híbrido encargado del entrenamiento, crianza y utilidad de estos animales, salió a recibirla. Se puso un guante grueso que cubría la mitad de su brazo, y el ave aterrizó suavemente sobre aquella parte.
Luego de que la recibiera, tomó el pequeño estuche que estaba amarrada a una de sus patas, y tras meterla a un corral en donde había comida y agua, sacó el mensaje que se encontraba dentro, en ese momento, Jaft entró por la puerta y observó aquel sobre, la carta se encontraba sellada, y una mancha negra, producto de una vela derretida, era la encargada de guardar el contenido. No había algún sello impregnado allí, lo cual indicaba, que ningún regente había enviado ese mensaje.
—Mi señor... —dijo cabizbajo el híbrido mientras hacía una reverencia— Disculpe ¿qué se le ofrece?
—¿De dónde llego esta vyla?
—De Wyrfell, mi señor. —El híbrido extendió el sobre y Jaft lo tomó entre sus manos, tan solo le bastó el ver la marca negra para saber que, aquella carta iba dirigida hacia él.
—Esta carta está dirigida a mí —sonrío y el cuidador volvió a reverenciarlo—. Gracias, sigue con tu trabajo.
Jaft tomó el sobre con cuidado, salió del criadero, y luego de rasgar el sello y leer el contenido de la carta, guardó el papel sin ningún cuidado dentro de su bolsillo. Estaba molesto.
Al entrar al palacio pudo ver a Eleonor leyendo un libro cerca de la ventana, y tras dirigirle una mirada, le indicó que subiera a la alcoba. Ella se levantó, y cerrando el libro, lo siguió. Una vez dentro Jaft se encargó de cerrar la puerta con pestillo, Eleonor caminó hasta la cama y se sentó al borde, esperando a que él hablara.
—¿Qué pasó? —susurró, para evitar ser escuchada y él simplemente le extendió el sobre sin decirle nada, el disgusto y la preocupación podían notarse en sus ojos, y también en sus gestos.
—¿Otra carta del espía?
Eleonor leyó con cuidado la carta, y al finalizar, entreabrió la boca producto de la sorpresa. Miró a Jaft, y este que se encontraba de brazos cruzados le confirmó la noticia. Lo que menos esperaba leer, era que la humana que tanto repudiaba estuviera embarazada, esas eran noticias terribles para ellos.
—La muy zorra se embarazó —exclamó ella con asco mientras mordía una de sus perfectas e impecables garras—. ¡Esa desgraciada se embarazó! ¡Claro! —dijo con obviedad— Sabía perfectamente que al sacarla de aquí ella corría peligro. Y ahora ¿qué haremos, Jaft? —le preguntó mientras lo observaba, él se encontraba mudo y simplemente se limitaba a observar por la ventana—. Este hijo nos borra inmediatamente de la línea sucesora, tanto Zefer como ella se volverían los herederos automáticamente.
—Tú lo has dicho —replicó, y una sonrisa se plasmó en su rostro—. Ese hijo nos eliminaría del juego. Si es que nace —soltó y volteó a observarla, Eleonor captó inmediatamente lo que quiso decirle y también sonrió.
—¿Serías capaz de deshacerte del hijo de tu propio hermano? —bufó—. ¿Serías capaz de matar a tu propio sobrino? —exclamó divertida y él simplemente se encogió de hombros.
—Es una criatura que aún no nace, velo por el lado bueno, le ahorraremos a ese error el venir a un mundo donde se encontrará completamente solo —Jaft se sentó al lado de Eleonor y tomó sus manos—. Tenemos que hacerla venir, sé que tú no puedes moverte sin que Zefer esté atento, pero él aún no sospecha de mí.
—Sé que plantas pueden hacerla abortar—exclamó con alegría—. Una humana embarazada de un híbrido, parecerá un aborto espontáneo —sonrió con malicia—. La pobrecita —dijo con falsa pena—. Vino aquí y su pobre hijito no soportó el viaje, y, pum, simplemente se fue...
—Escucha, Eleonor, tenemos que apresurar las cosas, planificaré nuestra boda para dentro de dos semanas y media, eso les dará el tiempo suficiente para llegar—Eleonor lo observó confundida—. Necesitamos que Clematis piense que aún no recuperas la memoria, si no, desconfiará de cada cosa que hagas o digas.
—Entiendo.
—Tengo gente en su palacio, mi espía me brindará información de cada cosa que pase en este lapso de tiempo.
—Para cuando venga tendrá tres meses —ella sonrió con gozo mientras besaba el cuello de Jaft—. Si tenemos algo de suerte, hasta la humana podría morirse por la fuerza que hará al abortar.
—Si vive o muere no tiene por qué importarnos —afirmó él con frialdad—. Lo que pase con ella me es completamente indiferente. Esta información —tomó el papel y caminó hacia la chimenea para lanzarlo dentro del fuego—, es una buena carta a nuestro favor, estoy seguro que Zefer no se ha comunicado con ella. Giorgio le prohibió al cuidador de vylas que algún documento a nombre de él saliera del palacio. ¿Qué pasaría si Zefer se entera que su amada pelirroja juega a la familia con Argon?
—Estallaría en ira —dijo ella con obviedad—. Zefer detesta que el resto toque sus juguetes.
—Exacto. Si sacamos a la humana del camino, Zefer no tendrá nada por lo que valga la pena luchar, se conformará con vivir su vida como lo hacía antes de conocerla.
—Ese asqueroso engendro que ella lleva en su vientre —replicó la pelinegra con asco—. Jamás verá la luz del día.
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