• EPÍLOGO •
Después de que la pelea terminara Zefer llevó el cuerpo de Giorgio al interior del mausoleo Wolfgang, Clematis lo acompañaba en silencio, pero en ese momento lo que él más valoraba era el apoyo que ella le estaba proporcionando. No era necesario que le dijera nada, su simple presencia conseguía que todo lo que había tenido que hacer fuera más llevadero, aunque claro, ser consciente de que sobre sus manos estaba la sangre de su padre y de su hermano, era algo que jamás olvidaría hasta el día en que muriera.
Una vez que lo dejaron dentro ambos se dirigieron a la plaza del pueblo Hanoun, cuando ya se encontraban allí se dieron cuenta de que los aldeanos de My-Trent ya habían comenzado a ayudar a los heridos, y los demás que ya habían conseguido entrar estaban apilando a los muertos en filas para que pudieran ser reconocidos con facilidad.
Clematis caminó en todas direcciones buscando a William, Zefer la acompañaba desde atrás, pero nadie parecía saber nada acerca de él y esto no les dio una buena corazonada a ambos.
—Clematis... —Ian, quien acababa de regresar de traer un grupo de cuerpo se acerco hasta ella. Clematis lo observó y aunque él no dijo nada, ella sabía que algo malo había pasado—. Ven conmigo, por favor.
Clematis comenzó a correr una vez que vio a varias personas de la aldea reunidas, al abrirse paso sus rodillas temblaron y ella cayó al suelo. William estaba allí, sonriendo, con los ojos cerrados como si estuviera dormido.
Ella sujetó su cuerpo y lo aprisionó contra su pecho. Estaba helado, él había fallecido hace varias horas, y posiblemente todo había pasado cuando ellos vieron el humo a lo lejos desde la torre te torturas.
—Lo siento tanto... —le dijo Zefer desde atrás, quien colocó una mano sobre su hombro.
—Me prometió que no haría nada tonto... —masculló ella y los demás al escucharla sintieron que se les partía el corazón.
—Clematis... cuanto lo siento.
Zefer fue el primero en abrazarla, Rick e Ian se acercaron y trataron de consolarla, pero en ese momento, poco o nada era lo que podían hacer para apaciguar su dolor.
***
Después de varias horas Zefer convocó a todos los que se hallaban en ese momento en la plaza central, en cuanto subió al podio que se utilizaba para dar anuncios sintió como sus manos temblaban, Clematis, quien se encontraba en la parte baja de este aún mantenía la mirada sombría mientras trataba de mostrarse fuerte frente a los demás.
Los nobles, al ver a Zefer situado encima simplemente aguardaron pacientes a que diera su anuncio. Según el protocolo, cuando un regente moría el siguiente en tomar la línea sucesoria era su hijo mayor, pero al ya no estar Jaft, el cargo automáticamente pasaba a ser de Zefer.
—Mi nombre es Zefer Wolfgang... —en cuanto comenzó a hablar hasta el habitante más pequeño de My-Trent le prestó atención.
Las miradas expectantes de los residentes generaban que su nerviosismo aumentara, pero luego de juntar el valor suficiente comenzó a hablar.
—Soy descendiente de Kyros y vengo de un amplio linaje de puras sangres... El día de hoy... —hizo una pausa, apretó los puños y miró al suelo, el corazón le dolía, aunque Giorgio no se encontraba frente a él podía sentir su pesada mirada—. El regente Giorgio Wolfgang fue juzgado por los crímenes que ha cometido en el último año. Como dictan las reglas en nuestra sociedad, el cargo de regente pasaría a ser automáticamente mío —diciendo esto, los nobles aplaudieron con desgano.
Clematis, quien había estado escuchándolo atentamente lo observó confusa, y este volteó a observarla mientras entendía una mano en su dirección invitándola a subir. Ella no entendía que es lo que estaba pasando o que es lo que quería hacer, pero decidió acompañarlo.
— Sin embargo, teniendo en cuenta la historia, mi historia, he decidido abdicar al cargo —al hacer el anuncio más de uno se quedó callado, Clematis, quien estaba justo a su lado lo observó sin comprender que era lo que estaba haciendo—. Ella es Clematis Garyen, segunda hija de su familia.
Ella, pese a que es humana, y pese a que no posee la misma fuerza que nosotros, logró imponer su voz al resto. Salvó muchas vidas a sabiendas de que esto podría costarle la vida. Trajo armonía a Wyrfell y logró salvarla de la ruina. Ayudó gente de cada nación a la que fue, y fue gracias a ella que resistimos la esclavitud a la que Giorgio nos quería someter.
Ella es quien verdaderamente ha demostrado tener aptitudes de un líder. Es una mujer capaz, mucho más capaz incluso que todos los Hanouns que alguna vez lograron tomar el cargo de regente de esta nación. Y es por eso que hoy aquí y ahora habiendo abdicado al cargo que mi familia sostuvo durante años, quiero nombrarla a ella como regente de My-Trent. Sé que con ella al mando lograremos dirigirnos a un nuevo mundo, a uno donde todos seamos iguales y ya no existan más brechas entre nosotros. —esta vez él observó a Ian y Rick quien aún no daban crédito a todo lo que estaban escuchando—. Un mundo que no tenga prejuicios, y donde ya nadie sienta miedo ni temor —esta vez observó a los habitantes de Demarrer.
—¡Viva la regente Clematis! —gritó un híbrido, perteneciente a la aldea de Rick e Ian, y los de la aldea humana de My-Trent no tardaron en imitarlo.
Diciendo esto, Zefer dio unos pasos hacia atrás e hincó una rodilla en el suelo, los demás lo observaron y poco a poco más de uno fue haciendo lo mismo elevando de esta forma el eco de sus voces al cielo.
Los días transitaron con rapidez, no había tiempo de descansar, el trabajo se acumulaba constantemente y parecía que cada vez había más y más. Clematis organizó los funerales de los habitantes fallecidos, e incluso, mandó a edificar un monumento en conmemoración a la gente que murió.
Zefer desapareció de My-Trent sin dejar rastro alguno. Lo último que se supo fue que tomó uno de los vehículos motorizados y partió con rumbo desconocido.
La ayuda de la gente de Demarrer y los de la aldea de Ian y Rik fue vital, se dividieron en grupos cuantiosos de gente quienes se distribuyeron a: Velmont y Wyrfell. Las naciones que más se habían visto afectadas en toda la guerra.
Lo que le brindaba consuelo era saber que Cael estaba a salvo junto a Trya, y rogaba con que la reconstrucción de My-Trent avanzara lo suficiente para volver a traerlo a su lado.
Por más que había buscado la forma de obtener respuestas de Argon no había logrado nada. Ella no había podido ir porque My-Trent necesitaba su ayuda, y al no estar Zefer para ayudarla los demás no sabían con exactitud que podían hacer. Los que iban a Wyrfell no habían visto a Argon por ningún lado, ni entre los vivos ni los muertos, y las vylas en ese punto no lograban encontrar las zonas de entrega debido al cambio brusco que hubo en las naciones.
Por la noche ella terminaba tan cansada que en cuanto su cuerpo tocaba la almohada se dormía inmediatamente.
Esa noche mientras dormía sintió una suave brisa acariciar su cabello, al abrir los ojos se vio frente al campo verdoso que tantas veces había soñado a lo largo de su vida, se paró, y observó al frente, la colina se hallaba vacía, ya no había ni una sola flor allí, pero en cuanto se acercó y tocó la superficie del árbol, oyó su voz llamarla desde algún punto. Giró con rapidez, pero no logró ver quien la llamaba, sin embargo, una pequeña ave de color marrón se encontraba parada justo al frente observándola con sus profundos ojos negros, pero esta finalmente terminó aleteando y alzando vuelo.
—¿Clematis? —en cuanto escuchó la puerta siendo golpeada se levantó de un brinco, su vista recorrió la habitación, pero no logró ver a nadie allí junto a ella—Voy enseguida...
Al darse cuenta de que había dormido más de lo debido inmediatamente se colocó un vestido simple y salió de su habitación, Ian, al verla del otro lado le sonrió mientras dirigía una mano a sus mejillas para apretar ligeramente su cachete.
—¿Qué sucede? —le preguntó ante su inesperada acción.
—Zefer ha vuelto, está en la entrada del muro...
Ni siquiera lo había dejado terminar, Ian se quedó de pie allí con los brazos cruzados mientras reía. Clematis comenzó a correr a gran velocidad, al menos lo que su cuerpo le permitía.
Esquivó a los aldeanos, algunos la llamaban, pero ella saludaba rápidamente modo mientras alzaba el faldón del vestido para evitar tropezar. Vio la entrada a lo lejos, y al ver como más gente entraba por el muro aumentó la velocidad, sintiendo como su corazón no dejaba de latir.
Al llegar al final sintió como las gotas de sudor bañaban su cuerpo, su pecho subía y bajaba con rapidez. Vio hacia el frente, y elevó ambas manos a sus labios, sus ojos se llenaron de lágrimas inmediatamente, Zefer se encontraba allí, sonriendo, pero este no se encontraba solo, Argon venía fuertemente sujeto a él, se veía muy delicado todavía, traía unas vendas alrededor del estómago, pero en cuanto se percató de que Clematis lo estaba observando, elevó la mano en su dirección a señal de saludo.
—¡Argon! — gritó, y comenzó a correr nuevamente hasta que se encontró cerca de él.
Lo abrazó sin pensarlo dos veces, incluso realizó tanta presión que fue el rubio quien le indicó que lo estaba lastimando. Pero luego, Argon la sorprendió abrazándola con la misma intensidad. Estaba feliz de verlo con vida.
Ambos se observaron con lágrimas en los ojos, él acarició su rostro con suavidad, y ella no pudo evitar sujetar sus mejillas con firmeza.
—No sabes cuan preocupado estaba por ti... —dijo él en un hilo de voz mientras hundía su rostro en medio de su corta melena.
—¡A mí también me alegra tanto que estés bien! —volvió a abrazarlo con fuerza y él emitió un leve quejido— Lo siento... —le respondió apenada.
Zefer, quien se encontraba junto a ellos sonrió y optó por dejarlos solo. De forma disimulada se hizo a un lado y comenzó a caminar en dirección a la aldea humana.
Estaba feliz de que ambos por fin estuvieran juntos, durante todas esas semanas no había hecho otra cosa que cuidar a Argon para que volviera a su lado.
Argon, quien notó que Zefer se marchaba, le pidió a Clematis que tomaran asiento en algún lugar. Si bien, ahora estaba más repuesto, aún el cuerpo le dolía demasiado y no toleraba estar demasiado tiempo de pie.
—Zefer... me dijo lo que ha pasado durante todo este tiempo —Clematis apretó los puños por encima de sus piernas luego de escucharlo—. Gracias por haber tratado de salvarlo... sé que no te correspondía hacerlo, pero...
—Argon, Rier era importante para mí —confesó—. No sabes cuanto me apena no haber podido hacer más por él, créeme que si fuera posible retroceder el tiempo yo...
—Clematis, no te culpes por lo que ha pasado, hiciste lo mejor que pudiste, me siento tranquilo al saber que tú al igual que Zefer hicieron todo lo posible para liberarlo...
Cuando Argon se enteró por boca de Zefer que su padre y su madre habían muerto, no pudo evitar llorar. Pese a que Rier Hanton había sido alguien estricto con él de pequeño, nunca demostró no quererlo, a diferencia de sus hermanos, él si había gozado del cariño y amor de su padre, cosa que le fue negada siempre por su madre.
—Es solo que... todavía me cuesta aceptar que perdimos a mucha gente importante para nosotros, Argon... —añadió ella, él asintió.
—Lamento lo de William... —tras decir esto Argon sujetó sus dedos con fuerza, ella sonrió tristemente.
—Al menos... sé que el sacrificio de William no fue en vano —Argon asintió luego de escucharla—. Yaco, el líder de la aldea humana vino a decirme lo que él hizo por ellos, y no puedo evitar sentirme orgullosa de él...
Argon comenzó a observarla, hasta el día de hoy le sorprendía lo mucho que Clematis había logrado crecer y madurar. La vida no había sido nunca fácil para ella, pero con cada adversidad siempre lograba reponerse y continuar con una sonrisa en el rostro.
—Escucha...—ella lo observó atenta—. Lamento todo lo que pasó en este tiempo... me siento muy avergonzado por haberte escondido tantas cosas, Clematis.
—Sé que lo hicieron por protegerme... —ella colocó su otra mano encima de las de él y le sonrió, inhaló una considerable bocanada de aire y prosiguió—. Ahora entiendo que lo hicieron para que yo no sufriera más. Debo aceptar que estuve muy enojada al principio, pero guardar el resentimiento, o sentir odio o ira en mi interior no terminará trayendo nada bueno.
—Me alegra oír eso —sus dedos se dirigieron hacia su rostro y lo acarició, su mano temblaba, ella podía darse cuenta de eso— Clematis, dime ¿Lograste hablar con Zefer acerca de todo lo que pasó entre ustedes?
—No, aún no.
—Escucha, creo que es el momento perfecto para hacerlo —Argon volvió a apretar sus manos, las elevó y depositó un beso puro y casto sobre sus nudillos—. Ve, estoy seguro de que esta vez todo será diferente.
—Pero, Argon...
—No debes preocuparte por mí —volvió a sonreírle con sinceridad, ella se mantuvo atenta a sus movimientos—. Te lo dije ese día, ¿no? Soy feliz si tu eres feliz— Ayúdalo a curarse... hazle entender a esa cabeza dura que está bien que ame, que no todas las personas van a lastimarlo. Por favor, te lo pido como su amigo, demuéstrale que ya no está solo en este mundo... —antes de que ella se fuera del todo él exclamó—. Es probable que él esté esperándote en tu lugar seguro...
Argon volvió a sonreírle, y antes de que Clematis se parara y se marchara en busca de Zefer, el rubio besó por última vez sus manos a modo de despedida.
Caminó por mucho rato, atravesó la aldea que alguna vez fue el hogar de su madre y hermano. Cruzó el sendero de abundante vegetación, y conforme pisaba las raíces sentía como retrocedía en el tiempo. Aquel sendero estaba cargado de pensamientos tristes, de despedidas dolorosas, era nostálgico y doloroso. Se veía a si misma huyendo hasta adentrarse en lo profundo de los matorrales, y también, se veía a si misma enterrando a su pequeña en aquel pequeño hueco que Argon le había ayudado a cavar.
Ese lugar al que se refería Argon era su lugar seguro porque allí reposaban los restos de su hija, de su madre, y era el lugar al que siempre deseaba volver ya que en cierta forma, pese a todo lo malo, había logrado conseguir paz.
En cuanto llegó, tal y como había dicho Argon lo vio allí. Zefer estaba sentado, sus manos acariciaban el pequeño montículo de tierra, y a su lado, se podía vislumbrar unas pequeñas flores que reposaban sobre la otra tumba. Ambas lugares representaban las veces en que ella se vio indefensa, sola, dolida. Y él estaba allí, quizás sintiéndose de la misma forma, imaginando que ella ahora estaba junto a Argon.
Zefer, al sentir su aroma volteó a observarla, ella le sonrió mientras apretaba los labios de forma lineal, comenzó a caminar en su dirección, cuando estuvo cerca de él se sentó a su lado y Zefer no pudo evitar tensarse por su cercanía. Se hallaba estático en ese lugar, no esperaba verla allí junto a él, en ese punto, pensó que se encontraba junto a Argon, pero se había equivocado.
—Gracias por haber enterrado a mi madre, Zefer —le dijo con voz queda mientras acariciaba el montículo.
—¿Cómo supiste que estaba aquí? —le preguntó aún sin dejar de observarla.
—Argon y yo intuimos que estabas aquí... —ella observó al frente y suspiró—. Sabes... cuando recuperé la memoria... vine aquí esperando encontrar su cuerpo, aquella vez pensé que tendría que cavar dos tumbas, pero me di con la sorpresa de que alguien ya lo había hecho. Para serte franca, nunca supe que fuiste tú, pero al verte aquí, depositando flores en este lado, terminó por revelarme a la persona piadosa que lo hizo.
—Siendo sincero... no sabía que se trataba de tu madre, es solo que... al verla aquí, abandonada, simplemente no me permitió seguir adelante e ignorarla.
—Gracias por eso —ella siguió observando ambos montículos, apretó la tierra bajo sus manos, y seguidamente, apego sus piernas en dirección a su pecho—. Pensé que no sabías de... ella.
—Ese día... vine a verte... —tal revelación provocó que Clematis abriera los ojos aún más, volteó a observarlo y Zefer traía una mirada tan triste, que provocó que todo su ser se removiera en su interior—. Lo siento —dijo, y comenzó a llorar. Las lágrimas escurrían por su rostro, incontenibles, dolorosas— Fui un imbécil, si tan solo... si tan solo me hubiera dado cuenta en ese momento. Si tan solo te hubiera escuchado, esto no hubiera pasado —él golpeó el suelo mientras lloraba de forma amarga, ella sujetó sus manos sintiendo un nudo posicionarse en su garganta.
—Zefer, aunque me hubieras escuchado... eso no habría evitado lo inevitable... a mí me dieron a beber algo que... simplemente la terminó echando fuera de mi cuerpo, y aunque hubiera rogado por ayuda médica... no se hubiera podido hacer nada.
—Pero no hubieras estado sola. Hubiera estado allí para ti —las palabras salían entrecortadas mientras hablaba, Clematis entrelazó sus dedos con los de él y este agachó la mirada avergonzado—. Soy el causante de que te sintieras devastada en tantas ocasiones... yo soy el único causante de que sufrieras tantas veces...
—Zefer —ella lo obligó a alzar el rosto, y con la yema de sus dedos limpió las nuevas lágrimas que se hacían presentes—. No te lo voy a negar, me sentí sola, sí. Pero tuve gente que me apoyó y me sostuvo, ellos no me dejaron caer, y de alguna forma, me ayudaron a sobrellevarlo de la mejor forma posible... —Zefer sujetó sus dedos y se dejó llevar por las caricias que ella le propiciaba—. Sé que tú no tuviste eso. Estuviste transitando por este camino solo... sin nadie que pudiera apoyarte desde el fondo de tu corazón.
—Lo siento tanto... —le dijo, y ella asintió.
—Para ninguno de los dos es fácil olvidar todas las cosas que han pasado...
—Y jamás tampoco lo podremos olvidar —ella esta vez le dio la razón.
—Pero, pese a tanto sufrimiento... —Clematis sujetó la mano de Zefer y la llevó hasta su muñeca, posicionó el índice de él y le hizo sentir su pulso—. Mi corazón aún late cuando me encuentro a tu lado. Aún me siento nerviosa, inquieta e intranquila cuando estoy junto a ti, Zefer.
—Entonces, ¿me eliges a mí?
—No —ella lo abrazó con fuerza y este apegó su cabeza en ese pequeño espacio de su brazo—. Esta vez, me elijo a mí. Quiero ser capaz de curarme, quiero ser capaz de levantarme y volver a sonreír desde el fondo de mi corazón.
—Ya veo —exclamó él con un deje de tristeza en su voz.
—Pero —dijo a medida que lo separaba de su tacto. Acunó su rosto entre sus manos y depositó un pequeño beso sobre su frente—. Esto no implica que quiero dejar todo de lado. Tenemos una historia, sí. Comenzamos mal —él le dio la razón—, todo surgió a la fuerza, nuestra relación se basó en engaños, mentiras y conspiraciones. No quiero eso. Quiero que... volvamos a empezar, pero quiero que esta vez sea diferente. Deseo desde el fondo de mi corazón que ambos seamos completamente transparentes el uno con el otro.
—Así me tome una vida enmendar mis errores... —Zefer sujetó su rostro y besó sus mejillas, Clematis se sonrojó ante su acción—, te prometo que lucharé por tu corazón. Gracias, por darme esta oportunidad, Clematis. Gracias por haber llegado a traerle luz a mi vida.
—Gracias a ti, por entender la decisión que acabo de tomar, Zefer —esta vez fue ella quien se animó a depositar un beso sobre sus labios tomándolo por sorpresa.
Ambos se observaron con el rostro completamente sonrojado y sonrieron con calidez como habían podido hacerlo hasta ese momento. Clematis apoyó su cabeza sobre el hombro de Zefer, y con los dedos entrelazados, observaron en dirección a la tumba de su pequeña hija en completo silencio.
Un silencio, que les traía paz y tranquilidad.
Esta vez ambos anhelaban tener un inicio diferente, era lo mejor para su relación.
Clematis había optado por no ignorar todas las cosas que habían pasado. Ella lo que esperaba en ese punto era que su relación comenzara con el pie derecho, como no pudo ser. Quería que Zefer se sincerara y le contara todo por lo que había tenido que pasar. Lo que más anhelaba, era que ambos reafirmaran sus sentimientos basándose en: confianza, respeto e igualdad. Y esta vez, estaba segura de que eso sería mucho más fácil.
Y aunque era consciente de que eso podría tomar tiempo, estaba dispuesta a esperar.
***
Mientras las labores de reconstrucción continuaban. La habitación donde Giorgio pasaba sus noches planificando sus estratégicas con sus entonces aliados, se llenó del sonido de unos repiques, el monitor que poseía la enorme pantalla se encendió, y un extraño circulo se materializó justo al centro. Aquel extraño orbe comenzó a parpadear, y cuando aquel brillo cesó, un pequeño mensaje se materializó allí.
«LLAMADA ENTRANTE DESDE SUDAMÉRICA»
Continuará...
en Extinción, en busca de la libertad [Saga: LVDLO #3 Final].
Comenzará el 13/10/2023
*Disponible en mi perfil para que puedan añadirla a sus bibliotecas*
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