
CAPÍTULO XXVIII • Mentiras y falsedades •
Z E F E R
Para cuando el terreno desértico desapareció pude visualizar las colinas de Wyrfell.
Mi cuerpo comenzó a temblar por inercia. Tuve que disimularlo para evitar que Elinor y Lyra se dieran cuenta de que me estaba muriendo por dentro. Aunque claro, desde hace ya unos días atrás al ser cada vez más consciente que la distancia entre Clematis y yo iba disminuyendo, era algo que me ponía verdaderamente mal.
El resto del viaje entre nosotros había sido muy incómodo, desde que ese muchacho apareció en Stretco y nos interceptó, había tenido a Lyra prácticamente encima de mí insistiendo en que debía de ir a verla. Pero no podía hacerlo. Bajo ningún motivo debía hacerlo.
—¿La aldea que mencionaste está cerca? —preguntó Elinor con timidez desde atrás.
—Está pasando esos montes lejanos, cuando veas una entrada al bosque sabrás que es por ese lugar.
—Zefer, sé que hemos prácticamente emprendido la carrera, pero necesitas descansar. Tus heridas fueron más graves que las mías, y la misma Elinor te ha dicho que los puntos que te ha puesto se abren con facilidad debido al sobre esfuerzo que realizas.
—Tiempo es lo que menos tenemos —contesté, ella suspiró pesadamente—. Debo llevarlas a ambas a la aldea.
—¿Y que harás luego de eso? —tras decir esto Lyra caminó unos pasos hasta que se posicionó frente a mí.
Y ahí estaba la gran interrogante que incluso yo mismo me estaba realizando.
Una opción era regresar a My-Trent y escabullirme ya que era consciente de que Celine, Meried, y los demás sirvientes que vivían en el palacio corrían peligro. Pero posiblemente Celine, con lo astuta que era, hace mucho había escapado y ya se encontraba muy lejos de allí.
Otra alternativa era ir a Velmont y ayudar a Rier a terminar de planificar el ataque. Aunque claro, como bien dijo Lyra todavía no tenía la fuerza suficiente. Mis heridas no terminaban de sanar y cada tanto se abrían, y debido a la poca cantidad de alimentos, agua, y descanso que habíamos tenido, estaba muy descompuesto, incluso podía jurar que había bajado aún más de peso.
Lyra aún se mantenía aguardando una respuesta que claramente no llegaría, y aunque fuera muy descortés de mi parte, terminé rebasándola mientras pasaba por su lado. Escuché un insulto colarse de sus labios cuando estuvo a mis espaldas, pero no hubo mucho más que eso, los tres volvimos a caminar.
Para cuando estuvimos cerca del bosque un estruendo proveniente de la parte baja nos puso en alerta. Reconocía ese sonido a la perfección, era una de esas endemoniadas armas que Phyalé había usado contra Clematis.
—Debemos apresurarnos, estamos al descubierto en esta zona.
Diciendo esto ellas asintieron y comenzaron a seguirme. Al estar un poco más dentro del bosque volvimos a oír un segundo disparo, seguido del chillido de una vyla, aparentemente le habían disparado.
—¿No deberíamos ir a ver? —dijo Elinor con cierto deje de inocencia mientras volteaba hacia atrás.
—No debemos ir, esas armas son peligrosas, es mejor mantenernos lo más lejos posible.
—Zefer, lo que chilló de esa forma era una vyla, ¿no? —diciendo esto Lyra sujetó mi antebrazo para mirarla— ¿Por qué le dispararían?, esos animales son tranquilos, solo sirven de mensajeros.
—Están interceptando las comunicaciones. Algo debe de haber pasado, y aunque espero equivocarme, posiblemente no sea algo bueno.
Ambas me observaron con genuina preocupación en su rostro. Les había advertido que es lo que había hablado con Argon, y posteriormente lo que descubrí en esa habitación escondida del palacio, y que por fin oyeran ese infernal ruido era alarmante.
Giorgio ya había comenzado a moverse.
Mientras seguíamos avanzando comencé a escuchar pasos detrás, debía ser el grupo de exploradores de Rik e Ian, no había duda alguna, ellos siempre estaban custodiando estos territorios.
—Zefer, ¿qué haces? —Lyra frenó de golpe y trató de hacerme avanzar, pero les pedí a ambas que se tranquilizaran e hicieran lo mismo que yo.
Los enmascarados no tardaron en rodearnos. De forma suave me arrodillé en el suelo y coloqué mis manos detrás de mi cabeza en señal de paz, ellas hicieron lo mismo, aunque claramente estaban muy confundidas por mi actuar.
Uno de ellos se acercó empuñando al frente la lanza afilada, con la punta movió mi rostro de izquierda a derecha, y luego de emitir un extraño sonido finalmente retrocedió mientras exponía su rostro.
—¿Zefer? —era Ian.
Asentí. Él prácticamente se lanzó sobre mi cuerpo y me hizo caer de espaldas, un quejido agudo escapó de mis labios por culpa del dolor. Terminé palmoteando ligeramente su espalda para que se moviera a un lado. Rik, quien estaba un poco más atrás se acercó al igual que los demás. Me recibieron con alegría, aunque claro, la situación ahora no lo ameritaba.
—Perdón, es que hace tanto que no te veo —sonrió— ¿Qué te pasó?, ¿te dio por ser pirata o algo? —dijo a modo de burla, y todos menos Lyra, Elinor y yo rieron.
—Perdónalo —esta vez fue Rik quien me ayudó a ponerme de pie, luego hizo lo mismo con su pareja—, ya sabes como es.
—He venido buscando su ayuda —contesté seriamente, los dos se observaron.
—Seguro, ven, vamos a la aldea que traes una pinta espantosa —soltó Ian, Rik se vio obligado a darle un codazo de forma nada disimulada porque entendió que no andaba para bromas.
Al llegar al pueblo la gente que llegué a conocer durante los meses de mi estadía se acercó a darme la bienvenida, aunque claramente al notar que Clematis no venía conmigo, no pudieron evitar colocar una extraña mueca en su rostro.
—Pasemos a mi casa, deben tener hambre.
Ian, seguido de Rick nos guiaron a su domicilio, una vez dentro Elinor y Lyra se sentaron en las sillas del pequeño comedor que era a su vez la cocina. Rik les sirvió un tazón muy grande de avena junto con fruta y jugo de naranja, y las dos prácticamente se abalanzaron sobre esto. Hacía bastante tiempo que no probaban una comida decente.
—Bien, dejando de lado mis intentos de broma para romper la tensión, quiero saber que te ha pasado —dijo Ian a medida que se recostaba cerca de una pared—. Por poco y no te reconozco Zefer, cambiaste demasiado durante este tiempo.
—Fue un largo camino, y lo que he vivido no es relevante —contesté con fingida despreocupación—. Vine a pedirles ayuda.
—Seguro, ¿Qué necesitas? —Rik interrumpió a Ian quien claramente quería satisfacer su curiosidad con más preguntas.
—Primero quiero explicarles lo que está pasando —ambos asintieron—. Luego de que me fui de esta aldea regresé a My-Trent y con ayuda de más personas descubrí que Giorgio estaba tramando algo muy grande.
—¿Algo grande? ¿Cómo qué? —cuestionó Rik mientras se cruzaba de brazos.
—Quiere el dominio total de esta zona del mundo —me apresuré en decir, Elinor y Lyra quienes habían acabado de comer agacharon la cabeza—. Una vez les dije como... Clematis había perdido la visión de un ojo —ellos volvieron a asentir—. Pues Giorgio se hizo con los planos de fabricación de esa endemoniada arma y comenzó a fabricarla de forma masiva con ayuda de sus secuaces. Lo que busca es someter a los Hanton y tener el control absoluto de los territorios, y esto lo hará a cualquier costo.
—Santo cielo —Ian no pudo evitar entre abrir los labios por la sorpresa—. Eso explicaría... —y se cortó de golpe.
Observé a ambos aguardando alguna explicación, Rik caminó a uno de los cajones que había cerca de su cama y del interior sacó una ruma de papeles apilados.
—Desde hace algún tiempo hemos venido encontrando vylas muertas abandonadas cerca del bosque, claramente nos dimos cuenta de que esto únicamente era en cada zona fronteriza que posee Wyrfell —diciendo esto extendió uno de los papeles.
Era una nota oficial donde se anunciaba que Amorti Wolfgang y Giorgio Wolfgang eran los nuevos concejales. Los ancianos jamás le hubieran dejado el cargo a Giorgio. Nunca lo tuvieron en estima, lo que si me sorprendía era que Amorti, uno de los más apegados a las normas hubiera accedido a colaborar con el desquiciado de Giorgio.
—Y así como ese papel hay muchos más —esta vez Rik me dio el anuncio de mi desaparición—. En todo lo que llevamos espiando desde lejos que está pasando en Wyrfell, nos dimos cuenta de esto. Solo una vez vimos que una vyla llegó a entrar al palacio.
—Con lo que nos acabas de decir tiene sentido ese sonido extraño que hemos estado escuchando, el retumbar ese se produce cada que divisan una vyla acercándose a Wyrfell.
—Están cercando la nación para evitar que la información llegue a ellos —añadió Ian—, nosotros no tenemos la certeza de cuánta gente habrá apostada en cada inicio de frontera por el terreno, pero posiblemente haya muchos soldados bordeándola.
—Cuando estábamos de camino a aquí escuchamos otro disparo, deben haber matado a otra ¿hay forma de obtener el mensaje que estaba transportando?
—Sí, de hecho cuando escuchamos el ruido dejamos a un grupo cerca para que puedan ver donde se deshacen del cuerpo de la vyla, en cuanto la tengan van a traer el documento.
—Zefer, sé que posiblemente no quieres hablar de este tema —continuó Rik—, pero necesito saber que Clematis está bien.
Tras la pregunta todos nos quedamos en silencio. La tensión subió de golpe, Lyra y Elinor se observaron incómodas y luego volvieron a observar a un punto inexacto del cuarto, Ian y Rik se observaron y luego volvieron a verme a mí.
—¿Zefer? —dijo Ian— Clematis está bien, ¿verdad? —preguntó, aunque aquello sonaba más como una exigencia para que le respondiera.
—No lo sé.
Y tras decir esto reinó nuevamente el silencio. Ian caminó algunos pasos al frente y me encaró, era más bajo que yo, pero no dejaba de ser intimidante, Rik por su parte trató de hacer que regrese a su posición inicial pero no pudo hacerlo.
—¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo? —me preguntó mientras apretaba los puños— ¿Cómo pudiste dejarla sola?
—Ian, entiendo tu molestia, pero Clematis es una adulta, nosotros le enseñamos a defenderse, estoy seguro de que está a salvo.
—¡Ese no es el punto! —gritó él— ¿Te das cuenta de que Zefer ni siquiera sabe que es lo que ha pasado con ella? Es como si no le importara si está bien o no.
—Las cosas no fueron así —respondió Lyra mientras golpeaba la mesa—. Zefer lo único que ha hecho es tratar de protegerla. Ustedes están viendo el estado en el que se encuentra, su propio hermano trató de matarlo, su propio padre lo está persi...
—Lyra, silencio —contesté con dureza, ella agachó la cabeza y luego observó al frente.
—Entiendo perfectamente su sentir, incluso a mi me causa molestia que Zefer sea tan tonto, pero lo único que él ha hecho hasta ahora es tratar de evitarle mucho más sufrimiento a Clematis... no es justo que lo traten de esa forma —esta vez fue Elinor la que habló.
—Necesitamos que nos digas toda la verdad, ¿Cómo esperas que entendamos que está pasando si no confías en nosotros?
Antes de que pudiera continuar uno de los exploradores de Ian ingresó rápidamente a la puerta, traía consigo el papel que la vyla llevaba antes de que la asesinaran.
—Gracias, déjanoslo a nosotros —respondió Ian con evidente molestia, pero en cuanto leyó lo que decía ese pequeño papel no pudo evitar llevarse una mano a la boca—. Cielo santo.
Rik terminó quitándole el papel de las manos y se mostró igual de perplejo al leer su contenido, finalmente él lo inclinó hacia mi dirección y sentí como la presión se me bajaba de golpe luego de leerlo.
"Mediante la presente se informan las nuevas medidas y distribuciones territoriales. Cabe recalcar que esto será aplicado de forma inmediata y será completamente irrevocable"
Siendo de conocimiento de todos los regentes que Amorti Wolfgang y Giorgio Wolfgang, el primero de su nombre, regente de My-Trent y líder supremo tomó el cargo de concejal desde hace ya varios meses atrás, mediante una reunión y tras una posterior votación se ha decidido que las naciones de: Antreica, Stretco, Khaljos, Itaca, Danios y Tryment, antes gobernadas por la familia Hanton y aliados, pasarán a ser gobernadas en su totalidad por Giorgio Wolfgang.
A su vez mediante esta misiva se informa que las naciones de: Velmont, liderada por Rier Hanton, y la de Wyrfell, liderada por la humana Clematis Garyen, tienen un plazo no mayor a setenta y dos horas para presentar su carta de rendición en donde reconocen a Giorgio Wolfgang como su único amo y señor.
Agradeceremos su colaboración para evitar de esta forma los daños y perjuicios que se cometan en contra de los territorios al momento de instaurar la medida por la fuerza.
Atte: Amorti y Giorgio Wolfgang.
Consejales supremos de Itaca. "
NACIÓN DE WYRFELL
A R G O N
Un enorme bostezo se escapó de mis labios, Clematis no pudo evitar soltar una pequeña risilla tras escucharme. Ambos nos habíamos desvelado la noche anterior afinando los últimos detalles en la estrategia de defensa, y aunque estuviéramos exhausto, no lográbamos conciliar el sueño debido a la preocupación.
—Hace mucho frío hoy, ¿no? —preguntó y yo asentí, luego me puse de pie y caminé a la chimenea para tirar dentro algunos pedazos de leño.
—Creo que iré a pedir que nos preparen algo de té.
—Deja, yo iré, necesito estirar un poco las piernas, llevo tanto rato sentada que siento que se me han entumecido.
—De acuerdo, seguiré repasando los planos.
Ella salió de la habitación y comencé a mirar el mapa que había frente a nosotros, las pequeñas figuritas situadas en lugares estratégicos me brindaban un mejor panorama de la situación, aunque claro, si bien habíamos tratado de repasar cada detalle sin dejar ni una sola cosa de lado, cuando la verdadera batalla comenzara otro sería el panorama. Trataba de ser muy optimista, pero ninguno de los dos tenía experiencia en un campo de batalla, y justo ahora que necesitaba a mi padre más que nunca seguía sin tener contacto con él.
Los minutos pasaron y se hicieron eternos, Clematis no había regresado. Dudaba mucho que conversar con alguna de las encargadas le tomara tanto tiempo, y aunque también cabía la posibilidad de que ella se hubiera ofrecido a prepararlo, el agua no tardaba tanto tiempo en calentar.
Salí del despacho y comencé a caminar por los pasadizos, una de las sirvientes que se veía visiblemente agitada se acercó con prisa hacia donde estaba y me sujetó de uno de los brazos mientras temblaba.
—Joven Argon, que bueno que lo encuentro.
—¿Qué pasó?, ¿estás bien? —pregunté con genuina preocupación, ella apretó los labios de forma lineal.
—Han llegado unos guardias, necesitan de su presencia ahora, dijeron que es una emergencia.
En cuanto terminó de hablar comencé a correr, en mi camino sin querer golpeé una de las mesas que había en los pasillos, y el jarrón que estaba encima terminó cayendo al piso y se rompió en varios fragmentos.
Conforme me iba acercando llegó un tenue olor de la sangre a mi nariz. Comencé a sudar frío, temía que algo malo estuviera pasando, pero en cuanto llegué a la primera planta en la sala me terminé topando con Rey, Lorke y Luciu quienes conversaban entre si, al detectar mi aroma voltearon a observarme y su expresión no fue para nada tranquilizadora.
—Necesitamos hablar —soltó Lorke con frialdad mientras seguía de largo a las escaleras, los otros hicieron lo mismo.
No había rastro de Clematis por ningún lado.
Al regresar al cuarto cerré la puerta y ellos se pusieron en el contorno de la mesa con las figuras y los planos, esbocé una débil sonrisa pero ellos no cambiaron el gesto frío de su rostro por nada del mundo.
—Necesitamos que la regente esté aquí —dijo Luciu mientras se cruzaba de brazos.
—¿No la vieron en la planta baja?
—Estaba, pero luego desapareció por uno de los pasadizos —añadió Rey mientras se sujetaba del borde de la mesa.
—¿Qué ha pasado exactamente?
—Tenemos terribles noticias —soltó Lorke quien aún mantenía un gesto adusto en el rostro—. Giorgio comenzó el ataque, Khaljos ha caído.
Tras escucharlo sentí un vacío en el estómago, los otros mantenían todavía la vista perdida, pero claramente lo único que estaban haciendo en ese momento era tratar de procesar la información que tenían.
—¿Hubo otras naciones que han sido atacadas? —pregunté con miedo, ellos asintieron.
—Antreica, Stretco, Khaljos, Itaca, Danios y Tryment —contestó Rey con el mismo tono de voz neutro.
—¿Qué pasó con los refugiados?
—El plan falló —tras decir esto Luciu colocó las manos a cada lado de su cintura—. Pensamos que nos adelantaríamos a Giorgio, y quisimos creer que ese plan que ustedes idearon funcionaría... pero no ha sido así.
—Luciu... —Rey trató de acercarse, pero antes de que pudiera colocar su mano sobre el hombro de él este se retiró de en medio.
—No me toques —contestó con indignación—. Lo siento, es solo que... no leyeron esa carta que recibí.
—¿Qué lograste ver? —pregunté mientras sentía mi corazón palpitar con fuerza.
—Uno de los espías me trajo esto —tras decir esto él colocó el papel sobre la mesa—. Léanlo bajo su propio riesgo.
Luego de que tomara el papel comencé a leerlo y sentí como el estómago se me retorcía, era una carta que detallaba perfectamente lo que había pasado en Khaljos y como es que los refugiados que habíamos comenzado a movilizar habían sido exterminados junto a Deretry.
—Giorgio ha interceptado la última caravana de ciudadanos, de esto ya han pasado dos semanas —su voz comenzó a quebrarse a medida que hablaba—. Estamos perdidos, ya no tenemos otra alternativa, lo mejor será rendirnos para que él tenga algo de piedad de nosotros.
—Podemos salvar a los refugiados, no pierdan la esperanza.
—¿Cómo planea pedirles a los civiles que luchen a su lado? —me preguntó Rey con calma, aunque claramente se estaba reprimiendo—. El panorama es muy oscuro en este punto, no hay garantía de que logremos hacerle frente, es por eso que necesitamos que la regente Clematis venga aquí y tome una decisión.
—¿Exactamente que les dijo cuando se fue?
—Solo dijo que iría a ver al muchacho que trajeron, después no volvió.
—¿Muchacho?, ¿Qué muchacho?
Los tres se observaron y luego volvieron a mirarme, claramente que no supiera a que se referían los había tomado por sorpresa.
—¿No le informaron?
—¿Informarme que?
—Encontraron a un muchacho joven tirado en la zanja que tiene alquitrán dentro, los guardias a penas pudieron divisarlo, si el pobre no se movía cualquiera hubiera pensado que estaba muerto.
Volví a sentir como un escalofrío recorría todo mi cuerpo, y por si fuera poco, la puerta se abrió y Clematis quien claramente tenía una expresión rígida en el rostro entró mientras sujetaba sus brazos a cada lado de su cuerpo.
—Perdón la demora —respondió de forma automática—. Tuve que encargarme de unos asuntos.
—Regente Clematis, lo que le decíamos al joven Argon era acerca de los refugiados prisioneros...
—Lo sé, alcancé a escucharlos un poco desde el otro lado de la puerta —con total frialdad ella los observó, y posteriormente, colocó un dedo sobre una de las minas de vidaleons que estaba cerca—. Conozco lo suficiente a Giorgio como para saber que ha llevado a los prisioneros a zonas de difícil acceso, esto significa que han sido movidos a las minas o terrenos inhabitables. Ha comenzado a moverse así que informaré a los demás regentes sobre estas posibilidades.
—¿Cómo está segura de esto? —preguntó Luciu.
—Giorgio no es tan tonto como para arriesgarse a dejar a sus prisioneros en zonas de fácil acceso. Necesita presionar a los regentes y estos claramente cederán a la presión del pueblo, si logran enviar equipos de rescate ahora tenemos más posibilidades de voltear las cosas a nuestro favor.
—Clematis... —le hablé y ella me observó.
Prácticamente me estaba asesinando con la mirada. Su rostro seguía tenso y luego de señalar volvió a cruzarse de brazos, vi sus manos, y sus uñas se clavaban fuertemente en la piel y ya habían dejado marcas profundas.
—Escuchen, seguiremos con el plan si es que vienen a atacarnos—todos asintieron en conjunto—. Acabo de dar aviso al informante para que lleve la información lo antes posible, es probable que tengamos solo algunos días con suerte para estar listos, Giorgio viene por nosotros, somos los únicos que faltan rendirse.
Y diciendo esto Rey, Luciu y Lorke asintieron, Clematis hizo lo mismo y luego dio media vuelta y volvió a salir por la puerta.
Me quedé observándola perplejo. No era la Clematis con la que había estado conversando apenas una hora atrás. La mujer que estaba frente a mí era alguien fría...
—Debe haber sido un impacto ver a Sefiro en ese estado...
Tras escuchar el nombre volteé con rapidez a observarlo, los tres brincaron ligeramente en su lugar porque mi acción repentida los tomó por sorpresa. Ahora todo cuadraba. Clematis había visto a Sefiro, y por el olor a sangre que percibí en el vestíbulo... este podía estar muy mal herido.
Baje corriendo por las escaleras, luego de olfatear el aire el aroma de la sangre me terminó llevando a una habitación, dentro estaba el curandero del pueblo, pero no había rastro de ella por ningún lado.
En cuanto me acerqué a Sefiro no pude evitar llovar. La cama estaba manchada de sangre, y allí, donde deberían estar sus piernas había dos muñones sangrantes. El curandero le pidió a Sefiro que mordiera un pedazo de madera que puso en su boca, y luego de tomar con unas pinzas largas una placa de metal de un cuenco de brazas, comenzó a cauterizar la zona.
Sefiro comenzó a retorcerse sobre la cama mientras mordía con fuerza el trozo de madera, el curandero al ver que había dejado de sangrar medianamente procedió a comenzar con la sutura, y cuando terminó le dio unos medicamentos y salió del cuarto para que pudiera hablar con él.
Con profunda culpa y tristeza me acerqué al muchacho, Sefiro, con los ojos cansados y la frente perlada en sudor me observó a duras penas mientras estiraba una mano en mi dirección. Lo sujeté con firmeza y comencé a pedirle perdón por lo que había ocasionado, aunque era consciente de que por más que lo hiciera nada le permitiría volver a correr nuevamente como hacia antes.
—Lo siento... joven Argon... —murmuró en voz baja, mientras tomaba un pedazo de papel mojada que tenía al lado.
Sefiro no pudo decir mucho más que eso, prácticamente se desmayó producto del dolor.
El doctor, que hasta hace poco había salido de la habitación regresó al cuarto trayendo consigo lo que parecía un letrero y lo dejó a mi lado, al tomarlo y darle la vuelta vi que tenía escrito en carboncillo: "Ríndanse o ustedes serán los siguientes"
—Perdón joven Argon, olvidé darle esto.
—Espera —le dije antes de que volviera a irse— ¿Este papel quien lo dejó aquí?
—Ah, ese papel lo tenía Sefiro introducido muy adentro de la boca, si empujaba un poco más este podría haberlo asfixiado, por suerte pude sacarlo a tiempo. La señorita Clematis lo dejó en ese lado luego de leerlo y no volvió, imagino que la escena es algo chocante, yo en todos mis años nunca vi que mutilaran de esta forma a alguien...
Desde el momento en el que dijo que Clematis había leído el papel supe inmediatamente lo que había escrito dentro.
Con prisa desdoblé el papel. Sefiro había escrito con su sangre tan solo una línea, pero aquello bastó para desestabilizarme por completo.
«Regente Argon, lo siento... Zefer está muerto»
El doctor volvió a tomarle la temperatura a Sefiro y yo aproveché la situación para poder buscar a Clematis, aunque aparentemente ella había usado la loción para que no pudiera percibir su aroma.
Tardé varias horas en finalmente encontrarla, ella estaba cerca de un pequeño riachuelo que pasaba cerca del bosque. Estaba de pie y me estaba dando la espalda, claramente había escuchado mis pasos así que simplemente no quería voltear a mirarme.
—Largo, quiero estar sola.
Volvió a hablar con ese tono automático y frío. Desde donde estaba podía observar las marcas de sus brazos, había clavado con tanta fuerza sus uñas que había unos pequeños orificios lineales allí.
—Argon, vete, lo digo enserio, quiero estar sola.
Ignorando lo que acababa de decir seguí acercándome hasta que estuve justo detrás de ella. Sujeté su hombro para girarla y obligarla a que me mire, ella se resistió pero finalmente logré verla por completo y eso me rompió aún más el corazón.
Ella mordía su labio con tanta fuerza que este se había partido ligeramente justo al medio. Sus ojos estaban tan rojos e hinchados de tanto haber llorado que ni siquiera los podía tener bien abiertos. Temblaba de una forma que nunca antes había visto y su cuerpo se sentía frío, muy frío.
—Clematis...
—Cállate... —soltó dolida, yo agaché la cabeza—. No quiero escuchar tus excusas, no pienso creerte esta vez.
—Déjame explicarte, yo...
—¿Tú qué? —me encaró mientras se deshacía de mi agarre, era la primera vez que la veía de esa forma—. ¿Sabes?, te confié mi vida, Argon, tuviste el descaro de mirarme a los ojos y mentirme el día de nuestra boda, y lo seguiste haciendo por meses. Me viste mal, viste lo que sufrí por Camelia, fuiste la persona a la que le mostré mi vulnerabilidad, y no tuviste siquiera un poco de empatía conmigo, Argon.
—Clematis... escúchame, por favor.
—No confiaste en mí Argon, todo este tiempo me viste la cara, ¿Qué pensabas, que jamás me enteraría? —soltó sarcástica— ¿Hasta cuando planeabas prolongar tu mentira?
—Lo siento, tienes razón, debí decírtelo, es solo que...
—Eres un maldito mentiroso —señaló—. No vengas con la excusa de que lo hiciste por mi bien, Argon, porque sé que eso es lo que dirás. Pude haber hecho algo al respecto, podía haberte ayudado a movilizar gente que pudiera encontrar a Zefer... —dijo indignada—. Hubo muchas formas en las que pude haberte ayudado, pero la realidad es que tú no querías decírmelo.
—No sabía si... lo podrías soportar...
—Pude haberlo soportado, así como he soportado tantas cosas durante este tiempo —exclamó con firmeza—. Tú y Zefer son unos mentirosos...
Me quedé callado mientras la observaba directamente. Ella tenía razón.
Siempre me había disgustado la manera en la que Zefer hacia las cosas, pero no era muy diferente a él. Hice lo que creí conveniente para mí y para cuando me detuve a pensar en que podía haber sentido ella, ya era demasiado tarde.
—Seguiremos con los planes que teníamos, y si sobrevivimos a esto, quiero que los dos tomemos caminos diferentes...
Y diciendo esto Clematis se fue de regreso al palacio y me dejó allí perplejo, acompañado únicamente por la neblina que había comenzado a formarse producto del frío de la noche.
¡Heloi! Demoré más de una hora en subir el cap pero mejor tarde que nunca xD
Muchas gracias por el enorme apoyo que le dan a la historia, los amo un montón ¡Nos vemos la próxima semana.
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