CAPÍTULO XXI • Derrotado •
FRONTERA DE DANIOS — CAMINO ROCOSO
Zefer se quedó perplejo al ver la reacción de su madre. Aquella persona que tenía al frente dio un paso hacia atrás e inmediatamente en posición de ataque. Ella gruñía y mostraba los colmillos y las garras con fiereza. Trato de moverse, pero en cuanto giró apenas el cuerpo en dirección de ella lo envolvió una punzante oleada de dolor de pies a cabeza. Lyra, al ver que el pelinegro no era capaz ni siquiera de alzar los puños, optó por relajar un poco su postura.
Durante todo el viaje que había realizado con Shikwa, hasta antes de que se separaran, él le había advertido acerca de dos cosas:
Uno. Pase lo que pase, jamás debía confiar en nadie que tuviera el apellido Wolfgang.
Y Dos. Debía Evitar a toda costa tener algún tipo de acercamiento con Giorgio, Zefer e inclusive con Jaft Wolfgang, ya que por lo que sabía, la antigua Lyra había muerto luego de un infeliz matrimonio al lado de Giorgio en manos de Zefer, su propio hijo.
—No puedes ser tú... —lo escuchó murmurar mientras escondía el rostro.
Ella observó como por más que él lo intentara las gruesas lágrimas recorrían sus mejillas. Se veía como una persona vulnerable, alguien a quien la vida había golpeado una y otra vez sin descanso, y no se parecía en nada a aquella persona fría, déspota y malintencionada de la que Shikwa tanto le había hablado.
—¿En verdad eres mi madre? —volvió a pregunto en apenas un hilo de voz, ella negó en repetidas ocasiones con la cabeza.
—Lo siento, no soy la Lyra que recuerdas.
Tras aquella simple respuesta ambos volvieron a quedarse en silencio y lo único que se colaba a sus oídos era el ruido de los trozos de madera siendo consumidos por el fuego. Lyra escuchó como Zefer suspiraba de forma pesada a la par que se volvía a recostar sobre la almohada improvisada que hizo con hojas. Ella por su parte tomó asiento guardando cierta distancia y desvió la mirada a la carne que había dejado frente al fuego, la cual ya estaba completamente cocinada.
Aunque ella no se diera cuenta Zefer observaba de soslayo cada movimiento que realizaba, aunque el hacerlo era en verdad doloroso. Incluso la manera de mover los labios era igual a la de su madre. No hubo ni un solo día donde no se arrepintiera de que hubiera dejado que Giorgio lo manipulara de esa forma para que fuera el propio verdugo de su progenitora. El fantasma de Lyra siempre lo persiguió y lo atormentó en sueños, y desde que era un Hanoun joven lo único que siempre deseó con fuerza era que su madre volviera a la vida, pero ahora que tenía la oportunidad de implorar su perdón, ella ni siquiera sabía quien era en realidad.
¿Con que fin Giorgio había traído a otra Lyra nuevamente a la vida?
La relación de ambos nunca fue buena ni cordial. Lyra siempre evitaba los espacios donde Giorgio estaba y viceversa, e inclusive en más de una ocasión había escuchado como el mismo Giorgio se expresaba de forma despectiva de su esposa. Entonces, la única conclusión a la que llegaba era que lo que él estaba buscando era una Lyra que no supiera todas las atrocidades que cometió para que pudiera moldearla a su antojo y lograr lo que jamás pudo hacer con su madre, dominarla por completo.
—Si prometes no hacer nada raro... seguiré cuidando de ti —escuchó a una distancia más cercana.
Lyra se encontraba frente a él extendiéndole la carne que hasta hace poco estaba cocinándose encima de unas hojas grandes de algún tipo de árbol. Una sonrisa escueta escapó de los labios de la muchacha, y él con una sonrisa apagada volvió a llorar.
—Lamento no ser la Lyra que recuerdas —escuchó que ella dijo y una risa nerviosa escapó de sus labios.
—Es difícil ver a alguien que... lleva tantos años muerto volver a la vida y que no te reconozca.
—Perdona si sueno fría al decir esto pero ¿por qué lloras por alguien que tu mismo asesinaste? —preguntó mientras el sujetaba sus manos con fuerza.
La pregunta lo tomó por sorpresa. Los únicos que sabían que Zefer había asesinado a su progenitora era Giorgio, Jaft, y aunque nunca lo confirmó del todo, también el amigo de su madre y doctor de la familia, Shikwa, sabía ese pequeño secreto —¿Entonces porque esta Lyra sabía lo que había hecho? —.
—¿Cómo sabes que es lo que hice? —preguntó.
—La persona que me dio la vida... me dijo todo lo que la familia de Giorgio hizo y me pidió que tuviera cuidado.
—¿Shikwa sigue con vida?
—Desde luego... o espero que así sea —dijo mientras se removía ligeramente incómoda en su lugar.
—¿Estuviste con él todo este tiempo?
—Sí, ambos éramos compañeros de viaje.
—¿Te dijeron como fue que te crearon?
—No, Shikwa nunca habló de eso, pero imagino que usó a... bueno, la Lyra original para hacerlo —suspiró—. El primer recuerdo que tengo es despertar al otro lado de una especie de contenedor de cristal, estaba flotando en medio de un líquido de color verde, Shikwa estaba frente a mí, reconocí su voz de inmediato porque antes de que abriera los ojos siempre lo escuché hablándome del otro lado.
—Pensé que él había muerto hace tiempo, nunca imaginé que Giorgio lo estaba usando para uno de sus retorcidos planes.
—¿Porqué?
—En cuanto Shikwa salió con el cuerpo de Lyra en dirección al mausoleo de mi familia no lo volvimos a ver, Giorgio nos dijo que se había suicidado, había sido su mejor amigo, lo había ayudado cuando lo encontró a las afueras de la ciudad.
—Ya veo, debió haber querido mucho a tu mamá.
—¿A dónde te dirigías exactamente cuando me encontraste?
—A Velmont, tengo que llegar para ver a Rier Hanton.
Shikwa había sido un intimo amigo de su madre y la idea de llevar a esta Lyra con Rier no era tan descabellada del todo porque él debió de saber los verdaderos sentimientos de ella, pero ahora estaban en una situación donde el panorama era demasiado complicado como para que ella se atreviera a ir por su cuenta hasta Velmont.
—¿Alguna vez te dijo que era lo que Giorgio quería hacer contigo?
—Tenerme —respondió ella con neutralidad mientras jugueteaba con sus dedos—:
Soy y no soy Lyra.
Soy alguien que no sabe nada acerca de este mundo, pero también soy alguien que desde el momento en que abrió los ojos, tuvo que cargar con un pasado que no le pertenece.
Soy algo que existe, pero no tuvo derecho a elegir como hacerlo.
No tengo un nombre que fue planeado, tan solo tengo un nombre que tomé prestado.
Simplemente soy alguien que... debe vivir porque así otros decidieron que debía hacerlo.
Ella tenía razón. El mismo día de su nacimiento ya había sido expuesta a un pasado que no le pertenecía, y peor aún, ni siquiera había tenido tiempo de adaptarse ya que tuvo que huir de Giorgio y su demencia.
—¿Por qué estabas tú sola cuando me salvaste? —tras escucharlo Lyra mordió su labio con fuerza— ¿Qué pasó con Shikwa?
—Después de que escapáramos de ese lugar extraño donde nací Shikwa modificó mi cabello y el de él para poder movilizarnos sin problemas.
Siempre fue muy enfático en que debíamos de evitar a toda costas las naciones de los Wolfgang y también me enseñó a diferencias a los soldados que estuvieran bajo el mando de los aliados.
Poco tiempo antes de que me encontrara contigo... cometí un grave error.
Era de noche pero a lo lejos pude ver una caravana, los soldados de los Wolfgang estaban llevando a una gran cantidad de híbridos y humanos dentro de una jaula montada sobre una base con ruedas, lo raro era que había hombres, mujeres y niños. Era una escena desgarradora, Zefer, no te imaginas ese llanto desgarrador de esas criaturas, Shikwa me dijo que no podíamos hacer nada por ellos y continuamos caminando hasta que cayó la noche, pero no pude quedarme con los brazos cruzados...
Una vez que encontramos un lugar para descansar y mientras Shikwa dormía seguí el rastro de la caravana hasta un claro del bosque, por suerte él me había enseñado a preparar una loción que atonta nuestro sentido del olfato y los guardias no me descubrieron y pude robar las llaves... pero en medio del escape uno de los niños se cayó y los guardias terminaron despertando, la gran mayoría de ellos logró escapar, pero algunos fueron capturados.
Mientras encadenaban a los demás para subirlos nuevamente a la jaula uno de ellos sacó un papel y el retrato era de mí... en ese momento ordenó que me apresaran porque iban a llevarme con Giorgio, pero en cuanto estaban a punto de subirme a la jaula con el resto Shikwa apareció y me ayudó a escapar, los guardias comenzaron a seguirnos, pese a que tratábamos de acelerar el paso era imposible poder sacarles ventaja.
—¿Cómo lograste escapar?
—Shikwa me llevó cerca de un acantilado, era alto, pero me dijo que en la parte baja según el mapa había un lago profundo, era poco probable que los guardias conocieran ese lugar así que... luego de darme sus cosas me empujó y me dijo que siguiera, que en cuanto los despistara... él me daría el alcance.
La voz de Lyra se entrecortó antes de que pudiera continuar. La culpa la carcomía enormemente, si tan solo ese día hubiera hecho de ojos y oídos sordos Shikwa no hubiera sido atrapado por los guardias.
—Lo siento mucho...
—Lo único que deseo es que esté bien.
—Lyra, escucha lo que te diré, necesito que prestes mucha atención —ella asintió mientras limpiaba los rastros húmedos de sus mejillas—. Es probable que esos guardias ya hayan dado aviso a Giorgio de donde fue la última vez que te vieron, sé que Shikwa nunca le diría nada aún si su vida dependiera de eso, pero Giorgio es astuto y debe saber de antemano que estás de camino a Velmont, si vas es poco probable que logres llegar, debe de haber mandado a sus guardias a patrullar las zonas de los terrenos que no pertenecen a los Wolfgang.
—¿Entonces que es lo que puedo hacer? Es el único lugar seguro que conozco, Shikwa me dijo que solo Rier puede ayudarme.
—No es el único lugar seguro, yo conozco otro lugar en el que ni el mismo Giorgio sabe de su existencia.
—¿Dónde?
—Queda cerca de Wyrfell, es una aldea donde los humanos, híbridos y Hanouns conviven en armonía.
—Según el mapa Wyrfell es terreno de los lobos —dijo ella mientras introducía la mano dentro del bolsillo de su faldón, luego de tomar el mapa se lo extendió en su dirección y señaló ese punto—. ¿Ves? Es zona roja, Shikwa lo marcó.
—Puede que antes lo haya sido, pero ahora la regente de Wyrfell... es una mujer, y es una humana.
—¿Entonces porque no vamos a Wyrfell?
—Porque Giorgio no ha encontrado mi cadáver, y mientras él no esté seguro de que estoy muerto, sabe exactamente a que lugares puedo ir a refugiarme —espetó con dureza—. No quiero seguir lastimando al resto, me niego a arriesgar nuevamente a...
Lyra se había percatado de que pese a que Zefer trataba de mantenerse calmado, en cuanto dijo que la regente de Wyrfell era una mujer, cierto brillo en su rostro había aparecido brevemente, pero este rápidamente este se había opacado dejando detrás un gesto de tristeza y penumbra.
—¿En ese lugar vive la tal Clematis? —él asintió.
—Prometo que cuando todo esto termine yo te llevaré al lado de Rier—dijo mientras sujetaba su mano con delicadeza—. Te debo la vida. He sido terrible protegiendo a los demás, pero te juro que haré todo lo que está en mis manos para evitar que algo malo te pase.
—Gracias, Zefer —respondió brindándole una sonrisa genuina—. Pero... ¿no irás a verla luego de llegar a esa aldea? Creo que sería mejor que ambos hablen las cosas.
—Para este punto tal vez ella sepa que he desaparecido —exclamó pausadamente—. Y... aunque me duela admitir, lo mejor que puede pasar en este momento es que ella piense que estoy muerto, de esa forma podrá seguir con su vida sin remordimientos y será feliz junto a alguien que desde el inicio puso una sonrisa en su rostro...
Lyra no pudo evitar sentir como se le sobre encogió el corazón luego de escucharlo. La historia de esos dos al parecer tenía demasiados alti bajos, pero era innegable el amor que sentía él por esa muchacha ya que estaba dispuesto incluso a renunciar a su propia felicidad con tal de que ella fuera genuinamente feliz...
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