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Capítulo 8



Hazel

Tomé una calada de aire tratando de tranquilizar mi nerviosismo, mirando fijamente al ascensor en espera de que este se abriese y encontrarme de nuevo con aquel hombre que me tenía apretando mis piernas deseosa de ser tocada y de ser poseída como nunca.

Entreabrí mis labios cerrando mis ojos pensando en cómo recibirlo, después de unos segundos me moví para servirme un trago de whisky y sentarme en un sillón individual cruzándome de piernas, sintiéndome sexy en aquel atuendo que había comprado para sorprender a Emmett y que ahora lo haría para impresionar a otro. Mentiría si dijera que eso no me ponía más caliente de lo que estaba, me habían visto con él y era obvio que ya estaba al tanto de que no me había encerrado a llorar por el término de nuestro matrimonio sino que estaba gozando lo que no pude en estos años atrás.

Bebí un trago en el momento en que las puertas metálicas se abrieron dejándolo pesar, sonreí poniéndome de pie para ir a su encuentro, sus ojos parecían dos llamas a punto de quemar mi cuerpo, detallando cada parte de él, relamiéndose los labios como si disfrutara aquello más de lo que lo hacía yo.

Su mano rodeó mi cintura y su cabeza se enterró en mi cuello, ladee mi cabeza hacia un lado tocando su brazo con una de mis manos y dejando escapar un suspiro. Su cercanía me ponía mal, me hacía no reconocerme a mi misma por lo atrevida que podía ser. Bebí hasta la última gota de mi trago y me aparté de él para depositarla en la pequeña mesa. Le dediqué una mirada juguetona antes de tomar su mentón entre mis dedos y unir nuestros labios en un ardiente beso, dejando que sus manos tocaran mi cuerpo y que restregara su erección contra mi abdomen haciendo jadear deseosa de poder jugar con ella.

—¡Oh! —jadee cuando me alzó contra su cadera, posando sus grandes manos sobre mis glúteos llevándome hasta la mesa más cercana y sentarme ahí sin dejar de besar mis labios con salvajismo, su lengua abriéndose paso para explorar mi cavidad bucal mientras sus manos se colaban entre mis piernas tocando ese punto sensible y enviándome escalofríos por todo mi cuerpo. Mis manos tomaron vida propia, guiándolas hasta su camisa y desabotonándola con arrebato, ansiosa de sentir su piel, de besarlo y arañarlo como nunca.

—Ábrete más —me pidió soltando mi boca y descendiendo sus labios a mi cuello, sus dedos adentrándose en mí y sacándome un pequeño grito por la brusquedad del hombre, estaba acostumbrada a ser tratada con delicadeza, a hacer el amor y no sexo rudo.

Aquello era nuevo para mi y me gustaba, me fascinaba y sólo quería más, deseosa de experimentar que tanto placer podrían otorgarnos nuestros cuerpos.

Abrí más piernas dándole más acceso, bajé hasta sus bragueta sacando aquello que tanto deseaba volver a tener, la bordeé con mis manos sintiendo aquel líquido pre seminal, humedecí mis labios pregúntame a qué sabría, muchas veces lo quise intentar con mi esposo pero no lo permitía, alegaba que aquello solo lo hacían las putas y no las mujeres decentes como yo.

—¿Quieres probar, Hazel? —su voz sonaba más ronca, más excitante y deliciosa.

—Si, ¿puedo? —pregunté dejando que mi lado libidinoso me dominara, quería hacerlo y disfrutarlo como tantas veces escuché referencias y me calenté viendo videos cuando pasaba lejos de casa.

Él soltó una ronca rusa abalizándome con sus ojos como si no pudiera creer lo que estaba preguntada, de pronto me sentí avergonzada y me arrepentí de haber hecho aquella pregunta.

No respondió nada y sólo arrancó las prendas de mi cuerpo como si se tratara de piezas de papel, dejándome completamente desnuda ante sus ojos. Se apartó terminando de desvestirse para después volver conmigo y tomar mi boca entre las suya, rozando nuestras intimidades haciendo gemir presa del deseo que quemaba mi cuerpo. Alcé las pelvis en busca de más contacto cuando se alejó de mí con una sonrisa ladeada en du rostro y sosteniendo su enorme erección entre sus manos.

—De rodillas, preciosa Hazel —ordenó provocando una sonrisa en mis labios sabiendo que  no me había ignorado, salté de la mesa permaneciendo todavía en tacones, colocándome de rodillas ante él, reemplazando su mano con las mías, relamiendo mis labios ansiosa de hacer aquello. Mi saliva se hizo agua viendo la magnitud con la que me deleitaría toda la noche —abre tu linda boca.

Le obedecí en todo lo que me indicó, no me costó mucho agarrarle el ritmo y préndeme de él, gustosa de lo que estaba experimentando y de lo mucho que quería repetir aquellos momentos tan carnales y placenteros. En un momento sus manos sujetaron mi cabello imponiendo su ritmo, provocando arcadas que por muy masoquista que sonaran me gustaban. No sé cuánto tiempo permanecí haciendo aquello, ni siquiera era consciente del dolor en mis rodillas, estaba concentrada en darle placer y a la vez disfrutar de poder tener tal control sobre un hombre.

—Mierda —lo escuché maldecir, sintiéndolo como se tensaba y segundos después sentir su derrame en mi boca, sin saber que hacer precisamente lo tragué y la saqué sonriéndole con maldad —¡Joder, preciosa! Eres tan ardiente.

Me levantó del suelo llevándome de nuevo a aquella mesa y poniéndome de espaldas contra él, mis pechos sobre la madera con mi trasero expuesto a él, lo sentí jugar con mi cuerpo, haciéndome jadear con sus toques y sus besos en mis hombros mientras me susurraba palabras sucias y sucias y ardientes.

—¿Qué es lo que deseas, Hazel? —preguntó mientras escuchaba cómo abría lo que parecía ser un envoltorio de preservativo.

—A ti —jadee restregándome contra su pelvis dejándole claro lo que quería —te quiero a ti ahora mismo, fóllame sin contemplaciones, rudo como te gusta hacerlo.

—¿Segura? No quiero quejas después.

—Oh, las tendrás si no... —solté un pequeño grito cuando se adentró en mi de golpe, una mezcla de dolor y placer que aumento con sus embestidas bestiales. Me aferré a la mesa sintiendo mi trasero bombear contra su cuerpo, el inmenso placer haciéndome gritar como loca pidiéndole más y más.

Me encantaba aquello, me encantaba su cuerpo y su sucia manera de referirse a lo que hacíamos, sus manos azotándome sin detenerse. Cerré mis ojos dedicándome a sólo sentir, parecía estar entre el cielo y el infierno con aquella mezcla que se volvía cada vez más placentera. Me sentí desvanecer cuando el primer orgasmo arrasó conmigo, sucedió lo mismo e incluso más intenso con el segundo y aquel hombre parecía no estar ni  cerca de llegar al suyo. Tenía a un semental dándome la cogida de mi vida, sabiendo que difícilmente se encontraban hombres como él siendo amantes complacientes.

Mi propia humedad bañaba la parte interna de mis piernas provocando un delicioso sonido cuando nuestros cuerpos se unían. La garganta me empezó a arder por tanto grito, agradecía que las habitaciones estuvieran insonorizadas o todo el maldito hotel escucharía mis gemidos de maniática teniendo sexo en años. Y es que me sentía tan inexplorada en todo este tiempo cuando aquel hombre comenzó a tocarme en partes que mi ex marido jamás lo hizo.

—¡Oh, Dios! ¡Me encantas!

—¿Si? ¿Quieres más, Hazel? ¿Quieres que te muestre todo el placer que puedes sentir?

—Joder, si. Quiero todo —jadee inclinándome más sobre la mesa sintiendo un escozor por la fricción de mi cuerpo contra la madera, pero no me importaba mientras lo tuviera a él sobre mi. Siguió bombeando por minutos más hasta que alcanzó el clímax y se salió de mi dejándome tan liviano como una pluma.

Sentí un vacío al no tenerlo dentro de mi, busqué su boca cuando me llevó hasta la cama colocándose sobre mi sin dejar de acariciar mi cuerpo como si aquello no le hubiera bastado.

—Esta noche vendré a ti y voy a cogerte como nadie lo ha hecho antes Hazel, no olvidarás mi nombre jamás.

Estaba segura que no, como olvidaría a quien me había hecho ver el infierno y delirar entre las llamas.

—Te estaré esperando —susurré contra su boca envolviendo sus caderas entre mis piernas y pegándolo a mí en busca de más. Le pasé uno de los preservativos que lanzó sobre la cama junto conmigo para que volviera darme con el mismo ímpetu de antes, estaba tan fascinaba con lo que acababa de descubrir que no quería parar.

Cuando se marchó prometiendo regresar por la noche no fui capaz de levantarme de aquella cama, necesitaba recuperar fuerzas para volver a recibir a ese hombre que me encantaba, teniéndome hipnotizada como una niña con juguete nuevo.

Al atardecer me desperecé levantándome de la cama para darme una ducha y limpiar mi cuerpo del sudor que se había secado. Cuando me miré en el espejo me sentí satisfecha al ver a una mujer radiante, complacidas y más fresca. Aquello había servido para mantener mi cabeza despejada y sin duda me caería bien tenerlo en la noche ya que eran las horas donde mi cabeza pensaba dándole vueltas al pasado y pensando en el "hubiera" que no existe.

Salí de mi habitación vistiendo solamente un vestido y bajando al área de la piscina del hotel, encontrándome con bastante gente y entre ellos a mi amiga sentada en una de las mesas trabajando en su computador.

—Hola —saludé sentándome en la silla frente a ella quien de inmediato alzó su mirada para verme y sonreírme.

—¿Dónde estabas? Te estuve buscando pero no te encontré —hizo una mueca de disgusto.

—Estaba... ocupada —sonreí cruzándome de piernas haciendo una mueca al sentir mi cuerpo adolorido todavía —¿para qué me buscabas?

—Ocupada ¿en qué? —alzó una ceja mirándome fijamente —Sé específica.

—¿Recuerdas al hombre del que te comenté?

—¿El vikingo? —solté a reír sacudiendo mi cabeza, cuando le hablé de él y lo descubrí le mencioné que el hombre parecía uno.

—Si, ese. Bueno, estaba con él.

—¡Ah! —gritó llevándose las manos a la boca —Dime que te lo has follado de nuevo.

—Si —mordí mi labio inferior sintiendo mi cara arder —y hemos quedado esta noche.

—¿Qué? ¡Oh Dios mío! Que noticia más buena —sonrió con picardía —¿cómo estuvo?

—Intenso, siento todo mi cuerpo adolorido pero es de ese dolor delicioso —reí ante mi descaro —Lilly, él en realidad parecía un jodido dios del sexo.

—Dirás un demonio —me corrigió.

—Si —estuve de acuerdo porque él no me llevaba al cielo sino al infierno, quemándome en las llamas del éxtasis.

—Verás que con un tipo como ese pronto te olvidarás del precoz de Emmette y sólo pensarás en brincar sobre la...

—¡Lilly! —la interrumpí avergonzada de que pudiesen escucharnos, ella no tenía filtros en la boca y su tono era muy alto.

—¿Qué? —se encogió de hombros restándole importancia —Sabes que estoy diciendo la verdad.

«Claro que si» pensé, si ahora mismo no dejaba de imaginar cómo sería el encuentro de esta noche y lo deseosa que estaba por volver a verle.

—No me has dicho para qué me buscabas —cambié el tema.

—Oh, si, quería que me ayudaras a redactar unos documentos, soy muy tonta para esto y... —me dio los detalles y en cuestión de minutos lo teníamos listo.

Pasé el resto de la tarde con ella, cenamos juntas en el restaurante mientras se llegaba la hora manteniéndome pendiente del móvil esperando no recibir un mensaje cancelando el encuentro porque me decepcionaría mucho.

Al estar en la habitación pensé en ofrecerle algún trato porque definitivamente quería repetirlo muchas veces hasta sacar de mi cabeza a mi antiguo esposo, hasta que ninguna parte de mi cuerpo sintiera que seguía perteneciéndole a aquel infeliz y que la gente se olvidara que un día estuve relacionada con aquel fracasado.

Sonreí llevando la copa de vino a mi boca en el momento que la pantalla de mi móvil se encendía mostrándole el mensaje de Arvid con una hora y una imagen de lo que parecía ser un juguete.

«Prepárate, preciosa Hazel, porque esta noche no la olvidarás nunca»

Sonreí pensando en que cualquier noche que pasara con él definitivamente nunca lo olvidaría. Ese hombre era tan carnal, tan tentativo que era difícil poder resistirse a él.

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