Capítulo 20
Hazel
Una sonrisa boba se deslizó por mis labios cuando desperté aquella mañana, la luz del sol filtrándose por las cortinas y esa sensación en mi pecho que me atrevía a decir que era felicidad.
Perezosa me deslicé de la cama, cogí la camisa negra de botones sin molestarme en ponerme nada más salí de la habitación en su búsqueda. La prenda olía a él, terriblemente exquisito.
El personal en aquella casa era poco, lo cual lo hacía más cómodo, nunca había sido de mi comodidad estar rodeada de tanta gente, me hacía sentir un tanto inútil. Siempre disfruté de preparar mi propio desayuno y ordenar mi desastre.
Continué caminando hasta la planta baja, saliendo a la parte trasera de la casa encontrándole en una mesa del jardín, con una taza humeante a su lado y su mirada en su iPad. Sonreí, tanto él como yo nos era imposible desconectar del todo de nuestros negocios.
—Buenos días —canturree llegando a su lado, sentándome en sus piernas y recargando mi cabeza en su hombro.
—Buenos días preciosa —respondió dejando el aparato sobre la mesa y rodeando mi cintura, depositando un beso en la coronilla de mi cabeza —¿quieres zumo?
Asentí con la cabeza, aún tenía sueño pero no quería desaprovechar las horas que me quedaban con él. Era maravilloso, realmente maravilloso estar a su lado.
Desayunamos juntos y pasamos el resto del día en un recorrido por la pequeña isla, era un lugar muy hermoso definitivamente. Volver a la ciudad fue un cambio drástico pero no tan malo como pensé que sería, por un momento creí que se sentiría como salir de tu propia burbuja pero no fue del todo así.
—Te veo pronto, cherry —me había dicho cuando me dejó en el hotel. Le había despedido con un largo beso en los labios dejándome su sabor en lo que quedaba del día.
—¡Tienes que contármelo todo! —fue lo que dijo mi amiga en cuanto puse un pie en la suite, una hora antes de llegar le había escrito para que me esperara aquí. Estaba tan emocionada que necesitaba contárselo, guardarme tantas emociones no había servido de mucho y si algún día esto acababa quería que quedara constancia de lo bien que la pasé.
—¡Dios! No sé por dónde comenzar —solté la maleta y me dejé caer en un sillón, me tapé el rostro cubriendo mis mejillas sonrosadas —la estoy pasando tan bien que ahora mismo no quiero pensar en nada más que disfrutar. Lilly ha sido asombroso, el sexo con ese hombre es maravilloso pero no solo es eso lo que me tiene así.... Es él. Ese hombre lo tiene todo pero a la vez sabes que no lo tendrás por mucho tiempo.
Mi amiga soltó un chillido agudo y comenzó a dar saltitos que me hicieron reír.
—Es que Hazel... estás radiante, ya no luces apagada como antes y no sabes lo feliz que me hace eso. Cari, está bien que solo busques pasarla bien, créeme nadie de nuestro círculo va a juzgarte jamás y menos después de lo que acabas de pasar. Atravesar un divorcio no es fácil, pero tú cielo habías dejado de brillar desde hace mucho tiempo y verte así tan rejuvenecida es increíble.
—Lo sé, a veces trato de hacerme la valiente y que no me importa nada pero tú sabes todo el infierno que ha sido para mí este proceso —sacudí la cabeza —no quisiera volver a pasar por esto jamás y es por eso que sabes que las puertas de mi corazón estarán cerradas hasta nuevo aviso. Además, Arvid no es el tipo de hombres que buscan algo serio, es increíble si, pero no es hombre de una sola mujer, exclusivo si, pero no con una que quiera para todo la vida. Eso se le nota por toda la cara.
Después de aquello le conté los detalles de mi escapada a la isla, sin abstenerme de nada con ella. Al llegar la noche pedimos que nos subieran la comida y culminamos con una película mientras nos poníamos mascarillas para el rostro.
Hacía mucho que no compartía tiempo con ella, ni con ningún otro amigo o familiar, siempre estuve enfrascada en mi trabajo y en el asqueroso de mi ex marido. Atravesar este proceso no era algo que esperé ni en cien años, me creí envejecer a su lado, contar del gran amor que nos unió contra todo a nuestros nietos y mil ilusiones más.
Estaba acostumbrada a planear minuciosamente mi vida pero a las malas había aprendido que habían cosas que no podíamos controlar, que las cosas pasaban y ya, la vida era eso, equivocarse, reconocer lo que hicimos mal y seguir adelante.
Aquella noche, como si el universo me estuviera escuchando, ese ruego silencioso para poder sanar y dejar todo en el pasado. Que esa herida no siguiera sangrando, que ese dolor ya no existiera, no por otros, sino por mi, entonces llovió tan fuerte, con relámpagos y truenos que hicieron sacar todo aquel dolor reprimido y lloré.
Mi alma necesitaba sanar y mi corazón olvidar.
....
Los brazos de mi hermano me apretaron fuerte contra su pecho, un cálido beso en la coronilla de mi cabeza y su indistinguible olor me hicieron sentir en casa, como esa niña caprichosa a la que su hermano y su padre le daban el mundo si lo pedía.
—Te extrañé mucho —dije cuando nos apartamos, mostrándole mi sonrisa más dulce y permitiéndole ver lo mucho que me emocionaba tenerlo de regreso.
—Lo sé, papá ha organizado una cena en motivo de mi regreso —pasó su brazo por sobre mis hombros, caminando fuera del lobby donde aguardaba su auto —y mamá ha preparado un almuerzo y quiere que estés ahí,
—No, tengo trabajo que hacer. No puedo.
—No te obligaré pero no dejes que esa mujer se adueñe de lo tuyo, por muy mala madre que Chloe sea no deja de ser la nuestra, no la de ella. Recuérdaselo porque se está tomando atribuciones que no le corresponden.
—Mamá se lo ha permitido, es ella quien la ha puesto por encima de su hija —me encogí de hombros —no se puede exigir amor y respeto cuando no quieren dártelo.
—Ven, esta vez no estarás sola, no hará nada en mi presencia. Solo no quiero que sigas perdiendo más personas, Chloe es de lejos una buena persona pero es nuestra madre, aunque ella no lo vea ahora mismo, somos lo único que le queda.
Solté un suspiro cargado de pesar. Madre había tomado tantas malas decisiones que la llevaban a una vida infeliz.
—Bien. Pero no quiero ir a su casa. Que sea en algún restaurante, de lo contrario no voy.
—Perfecto.
—Esta noche me mudo a mi nueva casa, es muy bonita y acogedora.
—¿Has decidido que hacer con tu antigua casa?
—Sí, la pondré a la venta. No quiero nada de lo vivido en ese lugar. ¿Puedes encargarte de eso, por favor?
—Claro.
Desayunamos juntos entre charlas sobre su estadía en Londres, planeaba volver en algunos meses hasta asegurarse que estuviera bien. James era socio mayoritario de una importante firma de abogados en Londres, pocas veces al año lo teníamos en New York. El éxito era algo que nos distinguía, cada uno por lo que más le apasionaba. Todos menos mamá, no supo cómo llevar su vida luego de separarse de papá y aunque no lo dijera, eso le pesaba.
—¿Sabrina? ¿Qué haces aquí? —me sorprendí de verla en mi oficina, sentada en uno de los sofás agitando un abanico en su mano.
—Quería asegurarme que fueras esta noche a casa, desde ayer estoy organizando esto y no quiero que faltes. Sé cómo eres y las mil excusas cada que hay una reunión familiar.
Sonreí acercándome para saludarla con un beso en la mejilla, aprovechando para tocarle su vientre y hablarle en modo aniñado a mi hermano.
—No te preocupes, asistiré. James se ha encargo de que asista a todos las comidas familiares.
—¿Todas? ¿Acaso tú madre también ha preparado algo?
—Si. No quiero ir pero tampoco quiero dejar a James solo —me senté a su lado, hoy parecía que las ganas de comenzar a trabajar no eran muchas.
—Como la madrastra malvada que soy mi deber es aconsejarte que no vayas —hizo un mohín y reí —Chloe es una perra.
—Lo sé pero es mi madre. No puedo dejarla sola por muy tonta que sea, sé que me quiere pero su absurda necesidad de complacer a ese maldito bastardo de Finn la hace cometer estupideces.
—Pero no tienes que perdonárselo todo, tienes que ponerle límites y castigarla.
—Lo sé. Pero iré por James, sino no iría.
—Sólo espero que esa perra no te quite el buen humor que traes hoy —me guiñó un ojo —dime, ¿es ese hombre misterioso que te trae así?
Mis mejillas se incendiaron de inmediato.
—¿Qué hombre? —me hice la loca esquivando su mirada.
—El mismo que te ha enviado esas hermosas flores —señaló el escritorio donde descansaba un hermoso ramo de flores de loto de color rosa. Abrí mis ojos desmesurados, sorprendida por aquel detalle en el que no había notado al entrar. Me levanté acercándome para admirarlas de cerca y buscar la nota que me asegurara que había sido él. Aunque para lo exóticas que eran aquellas flores no veía quien más sería.
"Me recordaron a la delicadeza de tu piel, tan suave, tan dulce...
Lindo día, Cherry"
Al lado de las flores había una pequeña caja de postre de cerezas que hizo a mi corazón ir acelerado. Detalles como este eran preciosos y me encantaba. Me encantaba porque con esto sabía que había pensado en mi, en que se detuvo a recordarme y a hacérmelo saber.
—Sea quien sea, está aprobado —la voz de Sabrina sonó más cerca —quien haga que tus ojos brillen y sonrías de esa manera que no conocía, definitivamente no es cualquiera.
—No es nadie... no del modo que piensas.
—No te engañes, Hazel —echó un vistazo a la nota —se reconocer esa mirada, "cualquiera" no ocasiona eso.
—No...
—Shhh —chistó —no digas nada o el universo escuchará. Chao, cariño, te veo esta noche.
Ni siquiera la vi salir, mis ojos pasaban de la nota al pequeño presente que quería conservar para siempre. Tomé una foto al detalle y escribí en su chat.
Yo: ¡Esto es tan exquisito...! como tú ;)
Su respuesta llegó enseguida.
Arvid: Lo sé.
He enviado algunas más a tu nueva casa.
Yo: ¿Qué? ¿Cómo sabes dónde...?
Arvid: Tengo mis métodos.
Estoy fuera de la ciudad, cuando vuelva iré a verte.
Como una idiota sonreí.
Yo: Me estás mal acostumbrando.
Arvid: Pensé que había quedado claro que no tengo problema para complacerte.
Dejé el móvil en la mesa luego de enviarle una foto de mí junto a las flores. Por más tonto que pareciera pero ese detalle no lo olvidaría nunca.
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