Capítulo 17
Hazel
—Esta me parece bien —miré a mi alrededor —es la que más se adecua a mi, es lo suficientemente espaciosa para una sola persona.
—Ni siquiera te he dicho el precio.
—No importa, la quiero —respondí segura saliendo al pequeño jardín trasero donde había una piscina y verde césped. Llevábamos todo el día buscando una casa, estaba cansada de estar en el hotel y quería un lugar más reservado para mis encuentros con Arvid, también estaba cansada de estar tan expuesta al ojo público, necesitaba un respiro.
La casa era de dos pisos, su diseño moderno con grandes cristales oscuros así como todo el color que predominaba en ella, no era muy grande, pero si lo suficiente espaciosa para una sola persona. Constaba de dos habitaciones, cada una con un baño propio y uno en el primer piso, una cocina y comedor unidos, una pequeña sala y un estudio. Sin contar con el bonito jardín, se sentía acogedor, mucho más que mi antigua casa.
—Que preparen los documentos para mañana firmarlos —le ordené a mi asistente antes de salir de la casa y subir a mi auto, debía arreglar mi pequeña maleta para la escapada el fin de semana. Me sentía como una adolescente a punto de hacer algo indebido, tan ridícula como ansiosa.
No sabía que era lo que más me encantaba de ese hombre, si por su hermoso físico que se podría comparar como a uno de esos dioses de la mitología nórdica, o por el porte varonil, esa supremacía que mostraba, su carácter fuerte, siendo indescifrable o por follar tan deliciosamente. Mis piernas temblaban a su recuerdo, en cómo tomaba mi cuerpo como se le antojaba, dominándolo mientras me hacía gritar y llorar de puro éxtasis. Me negaba a soltarlo, a dejarlo como una aventura de pocos días, no, yo quería que siguiera siendo mi amante hasta que no pudiera coger, porque un hombre como ese no era fácil de encontrar, mi intuición me lo gritaba.
Esa noche descansé como en las otras no había podido hacerlo, reparando las energías que él me hacía agotarlas, dándole a mi cuerpo un respiro y manteniéndome en paz por primera vez en semanas.
Por la mañana recibí un mensaje indicándome la hora por la que pasaría por mi, preparé todo y bajé a desayunar con Lilly, contándole mis planes y sobre la nueva casa donde me mudaría.
—Extrañaré venir a este lugar —simuló tristeza —sin ti no tiene sentido venir aquí.
—Bueno, podrás ir a mi casa, tiene un bonito jardín.
—No gracias, no me va el voyerismo —reí golpeando su brazo suavemente al no moderar el volumen de su voz —porque a mi no me engañas, compraste ese lugar con ese propósito.
—Tengo mis necesidades —me encogí de hombros —y no me puedo quejar del amante que tengo.
—Quién como tú, encontraste lo que querías, un hombre que la tuviera gran... —coloqué la palma de mi mano para que no siguiera hablando, ya tenía miradas extrañas sobre mi —aparta tu mano.
—¿Puedes ser más discreta? Todos nos están viendo raro.
—Lo siento, desvarié un poco. Pero es que no podemos negar lo suertuda que eres —rió —esos hombres solo se encuentran una vez en la vida.
Rodé los ojos despidiéndome de ella para volver a mi habitación hasta que recibí un mensaje de su parte diciéndome que me esperaba afuera. En el vestíbulo uno de sus escoltas me recibió la maleta llevándola a uno de los autos e indicándome que entrara.
Al subir él estaba en el interior con sus ojos escrutadores sobre mi, se miraba diferente a como lo vi la última vez, estaba tenso y con sus ojos más frívolos de lo que los recordaba.
—Hola —sonreí inclinándome a besarlo en tanto el auto se ponía en marcha.
—Hola –respondió con su voz ronca, volví a repasarlo con la mirada deteniéndome en las bolsas debajo de sus ojos, parecía que no había dormido en toda la noche.
—Y... —arrastré la letra —¿a dónde iremos?
No quería ser inoportuna lanzando preguntas que podrían incomodarlo y arruinar nuestro momento.
—A un lugar alejado de toda la mierda —hizo una mueca de hastío.
—Parece que mi ausencia hizo efecto —traté de aligerar el ambiente teniendo éxito cuando una media sonrisa tiró de sus labios.
—No puedo discutir esa verdad, Cherry. He tenido un día muy malo y tenerte aquí ayudará.
Me acerqué más él pasando mis manos por sobre sus hombros masajeando. Estaba muy tenso, era algo normal siendo él un hombre de muchos negocios importantes, el exceso de trabajo consumía hasta el punto de vivir sólo para trabajar y olvidarte de lo que había afuera.
—Bueno, parece ser que soy buena en algo más que manejar mis hoteles —sonreí sin poder evitar las crudas palabras de Emmet y en cómo estás me afectaron al considerarme una persona aburrida y que por muy bonita que fuera no despertaba el interés de pasar más de una noche conmigo.
—Claro que si —murmuró tirando de mi cuello y pegándome a su boca, dándome lametazos que recibí gustosa, envolviendo mis manos alrededor de su cuello para profundizar más aquello. De un momento a otro me subió a sus piernas, acomodándome con una pierna cada lado, sus manos sujetando mis caderas sin llegar a más sabiendo que si subíamos de nivel no pararíamos, estábamos muy hambrientos y podría sentir su necesidad y como usaba su autocontrol para no desnudarme y descargarse en mi.
Nos separamos cuando el auto se detuvo en una pista privada, un Jet con las letras impregnadas con el nombre de la empresa en ello.
—¿Dónde...?
—A mi isla, no he llevado a nadie a ese lugar pero tú... —me devoró con la mirada —serás mi primera excepción.
—Que afortunada —sonreí dándole un último beso para bajar de él y acomodarme la ropa y el cabello antes de salir del vehículo.
Él caminó detrás de mí hasta acomodarnos uno al lado del otro, me coloqué el cinturón para el despegue y cuando estuvimos en el aire me levanté para ir al baño, necesitaba lavarme el rostro y pensar con claridad y no dejarme nublar tanto por la lujuria, volverme dependiente de algo o de alguien era lo que menos necesitaba en este momento.
Al volver solté un suspiro sin poder evitarlo, él levantó la mirada de su móvil para observarme con el ceño fruncido.
—¿Ocurre algo?
—No —forcé una sonrisa —es sólo que me parece extraño estar volando a un lugar alejado de todo contigo.
—¿Tienes miedo? —alzó sus cejas.
—Ni siquiera lo había pensando —reí ante mi nivel de confianza —pero no, no lo tengo. No te ves como un tipo que va a venderme.
—Claro que no —hizo un gesto que no supe descifrar —pero si piensas algo no te lo guardes.
Elevé mis piernas para colocarlas sobre las suyas demostrándole que no pasaba nada, sólo era yo lidiando con todas las dudas, inseguridades y consecuencias.
—Sólo estoy cansada, mi vida es un completo ir y venir. Pero no puedo quejarme de los lujos que me doy gracias a mi trabajo.
—Nunca escuché el nombre de tu ex esposo, ¿quién es?
Reí al recordar al imbécil de Emmet
—Nadie, sonará egocéntrico pero todo lo que tenía era gracias a mi. Lo ayudé con sus estudios, le conseguí un puesto de trabajo donde él se sentía cómodo, le compartí la mitad de todo lo que tenía y supo pagármelo muy bien —solté lo último con un toque de ironía.
—Ya veo —asintió sin dejar de repararme —¿siguen molestándote?
Apreté mis labios bajando mis ojos al suelo recordando el vergonzoso momento que me hicieron pasar en casa de mi madre.
—Van a casarse y lo anunciaron en mi presencia —respondí tensa.
—¿Eso te molesta?
—Si, me jode el orgullo, debo admitirlo. Ese par se complace con humillarme, restregándome su maldita relación recordándome que me vieron la cara de estúpida por mucho tiempo.
—Si es nadie como tú dices no debería afectarte, Cherry.
—Eso pienso pero es difícil controlar lo que siente tu corazón, lucho cada día para no doblegarme y continuar mi vida tal y donde la dejé pero no quiere decir que no tenga momentos de debilidad. Los odio, los repudio y no hay nada bueno en mi para ellos.
—Se merecen tal vez —sus manos acariciaron mis piernas con suavidad —un par de don nadie destinados a fracasar si es tu voluntad.
Recordé lo que hice a Celine, una pequeña lección de mi parte, adelantándome al karma y actuando por mi cuenta.
—Si lo que no quieres es un cargo de conciencia puedes sólo darme sus nombres y haré el resto.
—Aunque es una idea tentadora, prefiero no darles más importancia y que crean que sigo dolida por ello.
Asintió sin añadir nada más respecto del tema lo cual agradecí, me incomodaba hablarlo con él y estar tan expuesta. Sentía que estaba avanzando demasiado en tan solo días y eso me tenía amedrentada, era inexperta en este tipo de relaciones, si es que se podían llamarles así, no sabía qué límites poner y cuáles no.
—Háblame de la isla, ¿que tan encantadora es?
—Depende de la perspectiva de cada quien —se encogió de hombros —darás tu opinión cuando estemos en ella.
—Debo suponer que es lo suficientemente grande para que pueda aterrizar el jet.
—Es el más pequeño, así que si.
Mis ojos recayeron en sus labios e hipnotizarme con el movimiento de ellos, sin poder evitarlo terminé inclinándome para besarlo y sujetar su rostro en mis manos, suspirando por lo placentero que era aquello, por lo inexplicable que era tener a semejante hombre a mi entera disposición.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro