Capítulo 13
Hazel
Exhalé el aire que contenía para no soltar un gemido delante del servicio y avergonzarme por completo, de pie ante una imponente mesa de comedor y mirando de la silla al hombre que me sonreía con una malicia innata. No sabía cómo soportaría aquella dulce tortuga por tanto tiempo si ahora mismo quería lanzármele encima, lo anhelaba desesperadamente y no podía ocultarlo.
—Siéntate, Cherry —instó cuando me tardé más de lo debido, mordiéndome mi labio inferior me senté con cuidado, mis párpados pesaban y mi boca quería entreabrirse para soltar pequeños jadeos.
Disimulé cualquier gesto placentero cuando el servicio estaba presente, no sabía cómo este lugar podría ser más discreto que la suite de mi hotel.
—Retírense —ordenó sentándose a la cabecera de la mesa, guardando el móvil y volviendo la mirada a mi rostro, seguramente a la espera de que soltara algún gemido.
Simulé tranquilidad tomando el tenedor para probar la comida en mi plato que olía delicioso.
—Mmm —saboree la suavidad de la pasta, cerrando mi ojos y degustando uno de los mayores placeres de la vida —que delicia. Tendré que venir más seguido a tu casa por más pasta.
—¿Sólo por la pasta? —elevó una de sus cejas haciéndole sonreír.
—Y por los postres —le guiñé un ojo llevándome otro bocado a la boca y alcanzando el vino para darle un sorbo. Hacía mucho que no probaba comida que supiera a algo casera, las de los restaurantes comenzaban a aburrirme con el estilismo.
—Calentaré más el mío —mencionó y no entendí hasta que el aparato vibró con más intensidad arrancándome un gemido que no pude contener, mis manos empuñaron los cubiertos y mi cabeza tiró hacia atrás dejándome arrasar por un pequeño orgasmo, sentí la humedad bañando la cara interna de mis pierna, la sensibilidad de mi zona y la angustia por ser tocada por él. En un pequeño delirio me vi siendo duramente embestida en aquella sala de comedor, siendo azotada mientras los escuchaba soltar maldiciones y obscenidades que me ponían a arder.
—¡Oh, Arvid! —jadee por lo bajo mirándolo con súplica —estás torturándome.
—Come, Hazel, mis empleados se han esforzado mucho por servir una buena cena —respondió con una tranquilidad que me irritó puesto que mientras yo moría por tenerlo dentro de mí, él por su parte disfrutada de su cena pasivamente.
Traté de volver a comer pero la tarea se me hacía demasiado difícil, mi piel ardía y se encontraba terriblemente sensible. Bebí más vino que comida y cuando hubimos terminado me puse de pie en lo que él corría la silla y me recibía entre sus piernas. Con desespero tiré de su cuello y pegué mis labios con los suyos, queriendo calmar ese fuego que recorría mis venas, ese escozor de mis manos que aclamaban por tocar su piel tersa y bien tonificada.
Sus grandes manos sujetaron mi trasero, profundizó más aquel beso que me hizo gemir de lo gustosa que estaba de aquella manera, disfrutando de la boca de aquel hombre que estaba hecho para pecar, para perderse en las llamas del infierno que provocaba y que me hacía derretirme cada que pensaba en él.
—Subamos arriba —pedí sin separarme de su boca —te necesito ya.
Lo sentí sonreír y afianzar más el agarre en mi cuerpo, y como si fuera nada lo que pesaba se levantó caminando conmigo en su regazo, separándose de mi uva y dejando que me apoderara de su cuello, dando lametazos, besos y presionando mis uñas en sus brazos sin importarme quien pudiese vernos, la vergüenza desaparecía de mi cuando perdía por completo la conciencia y sólo me dejaba llevar por el deseo inmenso.
Él avanzó hasta una puerta al final del pasillo, abrió ingresando un código e inmediatamente se abrieron hacia los lados mostrando una habitación que era de todo menos lo que pensaba.
Me dejó en el suelo totalmente sorprendida y más excitada del panorama, era una sala totalmente iluminada con muchos espejos que me dejaban ver mi reflejo desde todos los ángulos, un extraño sillón a un lado y una cama no tan grande.
—Desnúdate —ordenó hablando a mi oído, por uno de los espejos lo observé totalmente desnudo y con una erección que me hizo salivar por querer probarla de nuevo. «¿Era normal volverse adicto a algo así?»
Sin pensarlo dos veces deslicé la tela de mi cuerpo y me deshice de las bragas quedando expuesta a él que no hacía más que devorarme con la mirada, se acercó a una de las gavetas de un pequeño mueble sacando otro juguete sexual esta vez simulando un miembro grande como el suyo.
—Acuéstate en la cama y muéstrame todo lo que quieras ofrecerme, Cherry.
Entre abrí mi boca deseosa por querer experimentarlo todo y sabiendo que podría arrepentirme de ello me lancé sobre la cama y enterré mi cara en el colchón, llevé mis manos a mi trasero abriéndolo para él. Estaba tan preparada que podría entrar con gran facilidad.
Azotó mi trasero y pasó su mano por toda mi zona, con facilidad tomó aquel aparato sacándolo y liberándome de aquella tortura. No hubo nada por algunos segundos, hasta que me sentí morir cuando sentí su respiración seguida de su lengua, abrí mi boca dejando escapar un grito de éxtasis puro, me aferré con fuerza a la sábana y mediante uno de los espejos pude observarlo a él de rodillas con su cabeza pegada ahí haciéndome maravillas que hicieron sentir a mi cuerpo demasiado débil para sostenerse por si solo.
Todo desapareció y sólo fui yo con ese placer tan inmenso y difícil de descubrir, sintiendo sus dedos y lengua explorando lugares que jamás imaginé que alguien podría acariciar.
—¡Oh, mierda! —mi corazón parecía salirse de mi pecho, mi garganta no paraba de soltar gemidos y mis manos querían desgarrar aquellas sábanas.
Mi cuerpo entero entró en tensión cuando sentí aquel frío y duro objeto adentrarse en mi intimidad, lo vi reincorporarse y usar toda la fuerza para meter y sacar aquello.
—¿Quieres probar todo, Hazel? —la manera en que pronunció mi nombre me llevó al éxtasis y a desatar un gran orgasmo que me hizo caer rendida a la cama después de que asentí como respuesta —estás tan húmeda que es tan fácil... —soltó una pequeña risa deslizando mi humedad hacia esa zona que hacía estado tocando y que nadie más había explorado. Sacó el objeto y lo reemplazó con su miembro, si se daba difícilmente podría caminar bien al día siguiente.
—Sólo hazlo —pedí hazte de que mi cobardía apareciera, una enorme presión me avasalló cuando aquel objeto se deslizó despacio provocándome molestias y un pequeño lloriqueo abandonó mis labios.
—Relájate, si estás rígida dolerá más —susurró concentrado en lo que hacía. Jamás pensé que después de todo acabaría llorando esta noche, lo bueno es que era por motivos diferentes y por acciones que si valían la pena.
Siguió con pequeños movimientos, dándome esa doble penetración que me tenía chillando por la mezcla de placer y dolor que con cada embestida se iba volviendo mejor, al punto de terminar soltando gemidos demasiado escandalosos. Y es que el morbo aumentaba cuando veía por los espejos la follada brutal que me estaban dando, parecía que acabaría conmigo y mi mente se volvió en blanco, abriéndome a las exhorbitantes sensaciones que terminarían con mi cuerpo.
Me adapté a ellos que tiraba mis caderas hacia atrás recibiéndolo, sacando de mí a esa mujer insaciable, a esa mujer llena de fantasía oscuras que el fondo siempre quiso probar que se sentía sentir por dos.
Terminé explosionando con el clímax más delicioso que había experimentado en mi vida, terminé de caer en la cama mientras él abandonaba mi cuerpo cayendo a un lado con su respiración acelerada y el cuerpo sudoroso. No habían palabras que pudiéramos dedicarnos después de aquello, tampoco podría poder aguantarle otro round cuando mi cuerpo se sentía molido y lo único que deseaba era teletransportarme a mi cama y dormir profundamente hasta que saliera el sol.
Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando intenté levantarme y no pude por la molestia que se incrustó en mi cuerpo. Me giré a verlo encontrándolo con su brazo cubriendo los ojos, sin poder evitarlo me incliné para alcanzar sus labios que no había disfrutado tanto como hubiese querido. Fui correspondida de inmediato, todavía habían restos de mi sabor en ello lo cual era excitante.
—Tengo que irme —susurré contra su boca, su mano tomó mi cintura para que no me apartara cuando lo intenté —es tarde y tengo mucho trabajo por atender.
—Me encantaría verte actuando profesional con el vibrador en tu interior —ronroneo —un espectáculo digno de ver.
—No es como que lo lleve conmigo a todas partes —reí.
—Te lo di para que lo lleves en tu bolso siempre.
—Mmm —lamí su labio inferior —me encanta que seas tan perverso. ¿Cómo no te había encontrado antes?
—¿Hubieses traicionado a tu esposo conmigo?
—No menciones a esa escoria —casi escupí al recordar a esa hijo de puta —y respondiendo a tu pregunta, difícilmente podría resistirme a ti. Eres muy delicioso.
Volví a besar sus labios saciándome de él, sin tener idea de ello estaba haciendo tanto por mí en estos momentos donde pensé que estaría llorando sola y sintiéndome la mujer más desdichada del mundo. Por el contrario, con semejante hombre me sentía sexi, tremendamente hermosa y provocativa.
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