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Capítulo 12



Hazel

Entré a una tienda tratando de distraer mi mente en otra cosa que no fuera la imagen mental de ellos dos felices mientras yo luchaba con todas mis fuerzas para no hundirme en el dolor que había causado aquella traición. Era fuerte, si, pero seguía siendo humana y las acciones de los demás también me dañaban. Mis ojos escocían por contener las lágrimas que amenazaban con salir preguntándome si realmente había tan mala para que alguien sintiese que no era suficiente.

Aspiré aire repetidas veces en el vestidor, me miré al espejo repitiéndome que yo era más que esto, que las inseguridades no eran parte de mi y que Emmett no valía ni una sola lágrima más de mi parte. Que me olvidara de los sueños que teníamos juntos, de la idea de poder crear una familia cuando él ya estaba creando otra.

«Sólo soy yo contra el mundo» me dije a mi misma dando por terminada la pequeña crisis que logró alterar mis nervios.

Me probé el vestido de seda en color rojo, de tirantes y muy corto, de adhería espectacular a mi silueta y estaba perfecto para acudir a esa apartamento esta noche. Pagué por él en la caja con un conjunto de lencería provocativa que usaría en otra ocasión puesto que con lo que llevaría puesto solo eran necesarias unas bragas.

Al llegar al hotel miré todo con frustración, debía conseguir un apartamento o una nueva casa donde vivir porque esto no funcionaba, sentía que no podía respirar bien en esta habitación, era como estar eternamente en el trabajo y todo mi cuerpo pedía un descanso. Tal vez debería tomarme esas vacaciones que tanto había pospuesto.

Me tomé mi tiempo para peinar mi cabello y maquillar mi rostro usando tonos neutros en sombras y labial, chequee la hora, tenía al menos media hura para llegar a la hora acordada. Deslicé el vestido que se ajustaba de forma perfecta a mis caderas, mis senos resaltaban sobre el escote viéndose grandes aún cuando no llevaba sostén.

Amé el resultado cuando miré a la mujer sensual reflejada en el espejo, caminé a la puerta cuando uno de mis asesores entró a la habitación como se lo había pedido.

—Necesito una buena foto, Claus —le tendí mi móvil —necesito un cambio de estilo y que renueves mi closet, quiero ropa más sensual en él.

—¿Lo dices en serio? —se llevó las manos a la boca cuando asentí —¡Carajo! Pensé que no viviría para escucharte decir eso.

—Es el inicio de una nueva etapa, de otra yo. Ahora toma esa foto —me recargué sobre aquella mesa donde Arvid me había cogido de firma bestial y con esa escena en mi cabeza me coloqué para la cámara, dejando que mi sensualidad saliera a relucir, viéndome más atrevida, sexi e inalcanzable.

—Te ves perfecta —sonrió Claus devolviéndome el móvil —y ese vestido se te ve increíble, siempre te dije que tenías un cuerpo espectacular para lucir de vez en cuando.

—Lo sé —sonreí viendo maravillada el resultado y enviándole mi favorita —sube esa a mis redes sociales.

—Ok, ¿algo en especial? —sacudí mi cabeza negando —en el guardarropa ¿siempre quieres trajes?

—Si, desde muy formales hasta algunos con toques de sensualidad.

—¿Over size?

—No, tengo suficiente de ellos. He encontrado fascinación por los de corte recto y corset debajo del blazer, busca más de ella en todos los colores de mi paleta.

—Anotado —elevó los ojos del iPad observándome con curiosidad —¿para dónde vas?

Sonreí mordiendo mi labio inferior alcanzando el bolso para marcharme.

—Tengo una cita —le guiñé el ojo —por cierto, se me olvidaba decirte que buscaré otro lugar donde quedarme, cuando tenga sitio quiere que lleves todo ahí.

Mañana le diría a mi secretaria que buscara apartamentos y casas para mi, necesitaba ese lugar donde me sintiera tranquila, un lugar de confort y no donde pasaba estresada la mayor parte del tiempo.

Pasé por el vestíbulo deteniéndome a saludar a una vieja amiga que no veía desde hace mucho.

—Querida, he oído que estás divorciado, no me imagino el proceso tan doloroso que estarás llevando. Créeme que te entiendo, he pasado estos dos veces y ha sido realmente frustrante.

—El divorcio es lo mejor que me ha pasado en la vida —traté de minimizar la situación —mi ex esposo era un parásito del que debí deshacerme desde hace mucho.

Asintió mirándome con una lástima que odié y fue el motivo por el que me apresuré a despedirme para al fin salir del hotel y conducir hasta esa dirección que ingresé por el GPS . No me sorprendía que me estuviera adentrando a una de las zonas más exclusivas de la ciudad, de enormes mansiones con jardines espectaculares. Podría costearme un lugar así, pero sería demasiado para alguien sólo como yo.

Detuve mi auto frente a una casa que me quitó el aire por lo hermosa e imponente que era, había una bonita fuente moderna frente a ella que dividía al camino a la entrada, era igual de impresionante a la casa de papá.

Me detuve frente a la entrada tocando el timbre y esperando pacientemente porque la abrieran, una mujer entrada en edad y algo regordeta apareció frente a mi haciéndose a un lado abriéndome el paso.

—El señor la está esperando en el segundo piso, pasillo a la izquierda hasta llegar a la sala del fondo.

Asentí caminando hasta las escaleras con el repiqueteo de mis tacones tronando por toda la sala. Sin dejar de avanzar admiré la bella construcción del lugar, cada detalle era impresionante y más con los colores que le daban un aspecto frío, el celeste y el blanco.

Me sujeté de la baranda para que no hubieran accidentes, traía unos tacones finos y altos que con un mal movimiento terminaría doblándome el pie y perdería todo el glamour que ostentaba esta noche pese a la humillación que me hicieron por la tarde.

Al llegar a la sala lo divisé de espaldas a mi observando a través de los ventanales la luminosidad del jardín frontal, seguramente me había visto llegar desde aquí.

—Buenas noches —pronuncié en voz alta deteniéndome bajo el umbral dándole un vistazo desinteresado a la sala. Él se giró para verme, sostenía un trago de whisky en una mano y un cigarro en la otra, dejó escapar el humo por la boca relatando mi atuendo y dándome la aprobación con la mirada.

—Exquisita —alcancé a escuchar el susurro, avanzó hasta mi colocando el trago sobre una mesa para rodear mi cintura con una mano y recibirme con un delicioso beso que me hizo delirar —sabes a cereza, ¿te lo había dicho?

Sacudí mi cabeza negando, era la primera vez que un hombre me decía a que sabía mi boca.

—¿Y bien? ¿Por qué me has traído hasta acá en lugar de ir al hotel.

—Mmm —olfateó mi cuello apretándome más contra él —es justo que tú también vengas a mi, además es más discreto aquí que tú hotel, Cherry.

—¿Me has llamado cereza? —alcé una ceja ignorando lo demás.

—Sabes a ellas, es justo que te llame de ese modo —depositó un pequeño beso sobre la base de mi cuello haciéndome temblar por el remolino de sensaciones en mí bajo vientre —tengo un pequeño presente para ti.

—¿Si? —sonreí pasando mis manos por sus musculosos hombros, dejándome acariciar por las grandes palmas que recorría mis piernas y mi trasero con evidente deseo.

—Si, te encantará —se apartó de mí observándome con la profundidad de sus ojos celestes —espera un momento.

Se regresó por una pequeña caja sobre la misma que dejó el trago de whisky, se devolvió tendiéndomela y dándome una extraña mirada que mezclaba la diversión, perversidad y deseo. Dudosa la tomé ladeando mi rostro presa de la curiosidad, abrí la caja encontrándome con un pequeño aparato que hizo sonreír con nerviosismo y mirarlo con cara de "es broma, ¿cierto?»

—¿Qué...? —no pude articular una pregunta coherente porque fueron varias cosas las que experimenté en ese momento, ese lado lujurioso que estaba saliendo a flote me hizo humedecerme por querer probarlo, por la morbosidad de querer experimentar con ello.

—Quiero que lo uses cada que te lo pida —se inclinó para tomar el lóbulo de mi oreja con sus labios —no importa donde o con quién estés, si te digo que te lo pongas lo haces, ¿está claro?

Jadee cuando su mano se coló bajo mi vestido, tocando mi piel tan suavemente que me pareció jodidamente placentero.

—Si —casi gemí en respuesta, la neblina de la lujuria empañando mi raciocinio. Él tomó el objeto de la caja e inconsciente abrí mis piernas dejándome a su merced, me sujeté fuertemente de sus hombros cuando hizo a un lado la tela de mi pequeña braga y adentro aquel objeto que se deslizó con mi humedad.

Me dio un corto beso antes de alejarse cuando los pasos de alguien acercándose se alcanzaron a escuchar, no pude apartar los ojos de él mirándolo sacarse el móvil de su bolsillo y mostrarme una especie de control en él.

—Lo controlaré cada que quiera, Cherry, pero de mi parte siempre tendrás placer.

Sonríe contagiándome de su perversidad cuando presionó la primera velocidad que me hizo sentir un pequeño hormigueo en mi zona íntima, mordí mi labio inferior disfrutando de aquella agradable sensación.

—Señor, la cena está servida —avisó la misma mujer que me recibió en la entrada.

—Bajaremos en un momento —hizo un gesto para que se marchara y nos dejara a solas de nuevo —nos divertiremos mucho esta noche, preciosa.

Pulsó otra velocidad que me hizo gemir por lo bajo, presioné mis labios para no soltar otro y descontrolarme por completo.

—Tu regalo... —pronuncié —me gusta.

—Te encantará —rodeó mi cintura para que camináramos de regreso por el pasillo, podía sentir aquel objeto taladrándome, sintiéndome extraña al tener que caminar con algo dentro que no fuera un tampón.

Aquello era una muestra que con él apenas y era el comienzo de descubrir nuevos placeres.

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