Capítulo 10
Hazel
Mis ojos no se apartaban de los suyos, estaba disfrutando tanto de aquel nuevo rol que todavía era desconocido para mi pero no dejaba de encantarme, de descubrir una nueva versión qué tal vez siempre existió pero nunca la exploté por vivir restringida con alguien que prefería buscar el placer en otras y no en su esposa.
—Mmm —saboreé mis labios cuando hubo acabado, recargándome sobre sus piernas para levantarme y depositar un largo beso que me hizo temblar de nuevo —que delicia —mordisquee su labio inferior antes de apartarme y caminar desnuda hasta donde yacía mi bata.
—Si, que delicia —repitió mientras sus ojos parecían quemarme con la intensidad en ellos.
Me senté en la silla frente a él sonriéndole con inocencia y señalé la comida frente a nosotros.
—Será mejor empezar antes de que se nos enfríe, ¿no lo crees? —le guiñé un ojo destapando y plato que olía delicioso con el manjar servido. Mi estómago rugió de hambre y salivé ante la necesidad de probar bocado.
—Pensé que estaba llena, señorita Hazel —cerró la bragueta de su pantalón para después destapar su plato de comida y servir ambas copas de champán.
—¿Por qué no me dijiste quién eras esa noche? —pregunté dándole un sorbo a la copa.
—Era más interesante, además, en ese momento lo último que te importaba era quien era.
—Pueda ser, pero después de que prácticamente adopté a mi ex esposo, elegir a alguien de clase media no hubiese sido sensato —él alzó una de sus cejas —no es por ser clasista pero... les tengo repele.
—¿Por qué piensa de esa forma? ¿Juzgará a todos por lo que hace una minoría?
—Si, por muy injusto que le parezca. Pero con lo que obtuve de Emmett, mi ex esposo, aprendí que cada quien debía relacionarse con su clase.
Llevó un pedazo de filete a su boca sin dejar de observarme, parecía estar analizándome y eso lograba inquietarme, no quería quedar al descubierto con un hombre que sólo lo conocía de una noche que decidí repetir.
—Veo que todavía amas a tu ex esposo —comentó con tranquilidad haciendo que mi rostro se desencajara por la insinuación.
—Claro que no. Por él no siento absolutamente nada —contesté a la defensiva.
—No lo parece, lo menciona muy a menuda y está haciendo esto para demostrar que usted lo ha olvidado y no le importa que él se siga acostándose con su amante —tensé mi mandíbula —podría decir que sólo me está utilizando, aunque debo admitir que no me molesta adiestrar a una novata en el ámbito sexual.
—Veo que te gusta ser directo —traté de mantener mi temperamento a raya para no confirmar sus conclusiones.
—Y sincero —terminó por mi —¿qué es lo que en verdad quieres, Hazel? ¿Sexo ocasional o una pantalla para mostrarle al mundo que no te importa lo que tu ex esposo te hizo?
Su mirada era tan escrutadora que posiblemente se daría cuenta si mentía o no, por lo que me tomé unos largos segundos para contestar a su pregunta mostrándole que no era una mujer que acordara por aceptar en voz alta lo que quería.
—Diría que ambas —relamí los labios teniendo su atención a allí por unos segundos —pero no quiero sexo ocasional, mentiría si dijera que sólo quiero encontrarte solo esta vez u otra el próximo mes.
—¿Entonces...? —inquirió con curiosidad.
—Quiero sexo todos lo días, quiero arrancarme esta frustración sexual de años y deseo que quien me coja seas tú —hice una pequeña pausa disfrutando de cómo sus ojos se incendiaban y una pequeña sonrisa ladeada tiraba de sus labios —quiero que mi culo arda por estarte recibiendo cada noche, quiero dejar de reprimir y tener lo que en verdad deseo y eso es más de tu bestialidad.
Terminé de beber el champán y dejé caer mi espalda sobre el respaldar de la silla, crucé mis pierna al sentir el fuego que me consumía, mi cuerpo entero queriendo volver a sentir a ese semental follándome como sino hubiese un mañana.
—¿Es eso una oferta?
Me encogí de hombros y sonreí divertida.
—Podría ser.
Asintió volviendo a comer sin dejar de verme, escrutándome y atravesando hasta mi alma. Otro aspecto que me gustaba de él es que fuera de carácter, un hombre completo que no necesitaba de nada ni de nadie y que jamás se atrevería a rogar a alguien. Era exactamente lo que siempre me gustó en un hombre.
—Preciosa —se levantó de la silla y caminó hasta quedar frente a mí extendiendo su mano para que la tomara, sin dudar la tomé levantándome y quedando frente a él, alcé mi cabeza para poder verlo a los ojos —debes saber que la delicadeza no va conmigo y que la exclusividad es prioridad para mi —deslizó sus manos por debajo de la bata erizándome por completo cuando apretó con fuerza mis glúteos —si quieres que sea tu amante seré yo el único hombre que pueda tenerte, nadie más o ahí acaba todo.
—No es un problema para mi, pero... —mis manos también lo propio volviendo a bajar aquel cierre —también pido lo mismo, exclusividad porque no me gusta comer lo de otras.
Él rió suavemente y sujetó mis piernas con fuerza para subirme a su regazo, me sujeté de sus hombros y enrollé mis piernas alrededor de su cadera dejando que me llevara hasta la cama y lanzarme con fuerza en ella.
En lo que se desvestía me deshice de mi bata y me abrí de piernas mostrándole cuán ansiosa me encontraba, sentí quemarme al no sentir su toque, mi garganta picaba por volver a gritar como una gata en celo y pedir por más. Quería que no se detuviera hasta que mi cuerpo no pudiera más, así de necesitada me sentía.
Subió a la cama de rodillas, tomó mis piernas y las elevó hasta sus hombros alzando mi pelvis tan alto hasta alcanzar la suya, abrí mi boca cuando el rozó mi entrada, torturándome y jugando con mi infinito deseo.
—¿Quieres esto todas las noches, Hazel? —se adentró de golpe en mí haciéndome ahogar un gran gemido al sentir su grosor abrirse paso —¿tanto te gusta?
—Me encanta —solté recibiendo sus embestidas, gozando de lo que él me ofrecía, más de lo que otro podría darme y por eso quería tenerlo para mi, a mi entera disposición hasta que me saciara por completo.
Me sentía tan satisfecha de poder ser yo misma con alguien, sin tener vergüenza de ofrecerle mi trasero alguien que apenas y conocía pero que quería que me destrozara, que hiciera gemir tanto hasta quedar afónica, que mi cuerpo se sintiera tan complacido que olvidara por completo los vacíos de mi ser.
Enterré mis uñas en la sábana, queriendo desgárralas como una maniática cuando el orgasmo arrasó conmigo y seguía teniéndolo sobre mi dando más embates certeros que me hicieron tener otro hasta perder la cuenta de cuantos tuve aquella noche. Terminé durmiendo hasta altas horas de la madrugada cuando él se marchó sin decir nada y sin dejar una respuesta clara. No presionaría y lo dejaría regresar cuando quisiera.
Por la mañana me levanté al recibir una llamada de mamá recordándome que esta noche era su complejos y que me quería ahí dejando de lado mis problemas.
—No lo sé, mamá. Tienes que elegir si tu hija o ella, no voy a estar en el mismo lugar que ese par de descarados.
—Cariño, es la hija de mi esposo, no puedo decirle que no venga o traería problemas a mi relación —soltó con un tono dulce que me hizo rodar los ojos con fastidio —Por favor, Hazel, es mi cumpleaños, no lo amargues.
Tomé una fuerte respiración mordiéndome la lengua para decirle que por aquellas cosas prefería a papá antes que a ella.
—Está bien, iré pero sólo un momento.
—Cariño...
—Tengo trabajo que hacer, nos vemos en la noche y espero qué disfrutes de tu regalo —corté la llamada lanzando el móvil sobre la mesa y llevando mis manos a mi rostro preguntándome si sería capaz de estar en un mismo lugar que Celine.
Me levanté dando vueltas por mi despacho con aquel video que me seguía dando vueltas en la cabeza. «¿Por qué me siguen haciendo daño?» no les había bastado destruirme con una de las traiciones más dolorosas que pude recibir en mi vida, sino que siguen y siguen clavando esa daga que tenía dormido mi corazón.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro