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Capítulo 16: Existencias


Caminamos por el gélido pasillo sin decir ni siquiera una palabra, siento la pesada atmósfera mientras noto como mi cabeza comienza a doler y mi aliento se vuelve visible por la baja temperatura. Mis pasos generan eco y los de Kaya son tan suaves como recordaba, es como escuchar a un gato caminar, su sonido era nostálgico y a su vez un tanto inquietantes

—¿Oigan, que hacen ustedes dos aquí?- una voz grave y profunda nos saca de nuestro tranquilo caminar haciéndonos saltar de un susto —ustedes no deberían estar acá abajo, suban de inmediato a las plantas superiores o llamare a seguridad

—Lo lamento- le respondo al médico frente a nosotros quien más que medico parece un luchador de lucha libre por su físico mientras empuja una camilla con un cuerpo cubierto —fue culpa mía, estaba absorto en mis pensamientos y cuando me percate estaba aquí y mi amiga me siguió intentando detenerme

El medico nos observa fijamente y su cabello rubio alborotado lo peina hacia atrás con su mano izquierda y con la derecha nos apunta en dirección hacia el ascensor con cara de pocos amigos

—Largo de aquí, no llamare a los guardias pero largo de aquí- el medico nos observa detenidamente mientras cojo de la mano a Kaya y la llevo conmigo hasta el ascensor

Ingresamos al ascensor y las puertas se cierran mientras escuchamos las ruedas de la camilla girando. Presionamos el botón del tercer piso y con un sonido chirriante comienza a subir lentamente el ascensor

El ascensor sube lentamente mientras siento como si mi corazón volviera a latir por primera vez de manera normal en mucho tiempo, observo mis manos y ya no tengo el temblor constante en estas. Mi mente está en calma y las risas de las sombras no se escuchan por ningún lado

—¿Me tienes rencor?- la voz de Kaya rompe el pacifico silencio que tenía hace segundos atrás

—¿Porque habría de tenerte rencor? Las cosas que pasaron no fueron tu culpa y en parte fue mía, las sombras no me dejan en paz y no creo que lo hagan muy pronto, llevo sufriendo el tormento de la agonía de mis pecados y la auto-supresión de las emociones fuertes desde que fui internado, eso no es tu culpa. Yo fui débil y te hice daño y lo lamento Kaya

Observo a Kaya y noto algo que de lo que no me había percatado antes, su cabello antes negro azulado ahora esta azul completo que solo se diferencia con luz fuerte sobre este. Kaya me observa y nuestras miradas se cruzan y esta de estar en la esquina opuesta del ascensor se aproxima a mí con la mirada baja y apoya su frente en mi pecho

—Creí que me odiabas todo este tiempo- la voz llorosa de Kaya me rompe el corazón —todos los días, cada uno de los días desde que fuiste llevado a ese hospital psiquiátrico me culpe por lo ocurrido y el miedo de que me odiaras no me dejo tener el coraje para ir a verte, fui una tonta

Las lágrimas de Kaya no paran de fluir mientras intento consolarla acariciando su cabeza y abrazándola fuerte demostrándole que no le tengo rencor ni odio, el sonido del ascensor comienza a bajar mientras se detiene poco a poco hasta frenar en seco en el tercer piso

Kaya se aparta de mí y limpia sus lágrimas con sus mangas de la chaqueta dejando sus mejillas y nariz rojas

Kaya me observa y bajo su cabello todo alborotado están los ojos color miel de mi amiga que nunca creí poder volver a hablar con normalidad, las lágrimas se convirtieron en una sonrisa un tanto tenue y al abrirse las puertas la luz del pasillo del hospital me enceguece por unos instantes hasta que distingo siluetas corriendo por todos lados

Las voces a mí alrededor se convierten en gritos eufóricos mientras las siluetas continúan corriendo de un lado a otro. Tomo a Kaya de la mano y la llevo conmigo mientras chocamos con cada una de las personas a nuestro alrededor quienes corren de un lado a otro

Nos abrimos pasos unos metros más adelante y mientras ingresamos a la habitación de mi padre escuchamos gritos y llanto a nuestro alrededor

Cerramos la puerta detrás de nosotros y nos encontramos de frente con el padre Juan, Cristian y Daniela quienes intentan mantener a mi padre tranquilo

—¿Qué sucede aquí?- les pregunto observando a todos, pero Daniela y Juan me observan con rostros afligidos mientras Cristian se pone de pie

—Hubo un accidente en las instalaciones del segundo piso, no tenemos claro que es lo que paso, pero Alizee y Leithy no han regresado desde que salieron a buscarlos.

Un hielo recorre mi espalda y los músculos de todo mi cuerpo comienzan a tensarse mientras mi cabeza se llena de las imágenes de Damián, el chico de la calle y los demás pacientes del hospital psiquiátrico perdiendo la vida frente a mí

Las risas de las sombras reverberan en mi cabeza y mi visión comienza a distorsionarse, las paredes se comienzan a corroer y las personas a mi alrededor comienzan a transformarse en cuerpos destruidos, corroídos de pie frente a mi gimen y piden ayuda mientras salgo de la habitación

Los pasillos están normales y una gota de sudor frio marca su camino en mi rostro hasta caer por mi barbilla, observo a cada persona y estas corren frenéticas de un lado a otro con insumos médicos y camillas. Mis pasos son entorpecidos por los choques con las personas a mi alrededor mientras busco con la mirada a Alizee y Leithy

Mi cabeza comienza a doler como si fuera aprisionada con un tornillo neumático con cada paso que doy buscándolas. Dejo atrás los pasillos concurridos atrás y llego a un área desolada que lo único que el único sonido que se percibe es el del aire acondicionado viejo que cuelga en las paredes

Observo por cada puerta que me encuentro y solo encuentro pacientes durmiendo o ancianos acostados conectados a maquinas como si fuera lo único que los mantiene con vida

El aroma de los pasillos me tiene con náuseas y mi dolor de cabeza no ayuda mucho, siento cada paso que doy como si mi cuerpo pesara una tonelada y comienzo a desesperarme por encontrar a las chicas

Giro al final del pasillo para devolverme y frente a mí se yergue el otro yo con una sonrisa macabra dibujada en su rostro apuntándome hacia arriba

—Lo que "necesitas" está arriba, pero no es lo que "necesitas" lo que buscas. Es lo que "quieres" lo que tu cuerpo y mente llaman y buscan con desesperación- una risita muy suave se cuela por la sonrisa del desgraciado

—¡¿Dónde están las chicas?! –mis gritos hacen eco en el pasillo sin recibir respuestas del otro yo quien esta inmóvil frente a mi

—Ve a la azotea, ahí alguien te espera, alguien quiere hablar contigo- exclama el otro yo mientras comienza a desvanecerse como neblina frente a mi

Camino en dirección al ascensor mientras la gente a mí alrededor me observa fijamente murmurando entre ellos. Una enfermera sale de entre la multitud y acerca con unas gasas y las posa en mi ojo herido haciéndome saltar de la impresión

—Deberías curarte esta herida, no se desde cuando la tienes pero no es bueno que la lleves sangrando, sígueme- la funcionaria me coge de la mano y me lleva hasta la multitud en donde logro librarme de ella y corro en dirección al ascensor chocando con todos y botando gente detrás de mi

Las puertas del ascensor se cierran detrás de mí callando las voces y comenzando a chirriar mientras sube los pisos hasta la azotea. Las luces parpadean lentamente y los espejos de las paredes reflejan mi rostro con manchas de sangre de mi ojo, limpio los vestigios de sangre y palpo mi parpado con la cicatriz que atraviesa mis dos parpados desde arriba hacia abajo.

Abro mi ojo y lo veo, mi ojo está completamente negro, de un negro puro mientras mis manos no dejan de temblar

—¿Lindo verdad? El negro es tu color- la voz del otro me rompe el trance de mirarme al espejo y me volteo encontrándolo mirándome fijamente —nunca dejas de pelear contra nosotros, nunca dejas de intentar hacer sufrir a los demás. ¿No sientes lastima por aquellos a los que condenas a morir o sufrir por ti?

—Hablas como si no tuvieras la culpa de lo que pasa a mí alrededor- le contesto pero este se cruza de brazos y me mira mientras su ojo izquierdo cambia de color tomando el color de los míos

Mi sangre se hiela mientras veo como su presencia ahora es un reflejo completo de cómo me encuentro, pero nuestros ojos están cambiados

—Los humanos no son más que una combinación de pecados y experiencias crueles que forjan su forma de ser para la adultez y tú no eres más que un humano que intentas luchar contra lo que deberías aceptar con los brazos abiertos

—Yo no soy como tú, yo no dejare que...

—Guárdate tus palabras, conozco como eres. ¿Me pregunto cuanto más lograras luchar contra tus pecados?

El cuerpo del otro yo desaparece mientras las luces del ascensor se apagan y prenden constantemente, me quedo mirándome al espejo y mi ojo herido vuelve a estar de color normal mientras el ascensor se detiene en el último piso del hospital y al abrirse las puertas las sombras me esperan como escoltas, sus risas resuenan y hacen eco mientras convulsionan y escurren bilis de sus bocas putrefactas goteando en el piso

Camino frente a ellas y estas me rosan con sus manos dándome un escalofrío que me estremece cada vez que hacen contacto con mi cuerpo

Frente a mi esta la puerta que conecta con la azotea con el edificio, mis manos no dejan de temblar y logro escuchar un silbido familiar provenir del otro lado de la puerta

Cojo la perilla de la puerta y la giro lentamente mientras la luz de la luna se cuela por las rendijas de la puerta

Abro en sus totalidad las puertas y veo como ante mi aparece Damián, este esta vestido con su uniforme de trabajo como el día en que callo a las llamas

—Hola Salem, hace mucho que no hablábamos. ¿Cómo se encuentran todos?- la voz y las expresiones de Damián no cambian desde la última vez que nos vimos

—¿Por qué estás aquí?- la expresión de Damián cambia de felicidad a intriga mientras avanza hacia mi lentamente

—¿Estar aquí, para eso debería estar vivo en primer lugar? No soy más que aquello que necesitas, y tú sabes que nunca más podrás hablar conmigo, pedirme perdón o recibir mi perdón por lo que hiciste- las palabras de Damián me estremecen recordando todo lo que hice debido a las sombras, no puedo mirarlo a los ojos directamente sin querer pedirle perdón por todo

—Cierto, es verdad. Busco tu perdón por todo lo que sucedió, pero ya no puedo dejar que me corroa por dentro, ahora debo hacer lo que no pude hacer contigo, debo proteger a todos sin importar lo que suceda, de lo contrario no podré ver a la cara a mi madre, a ti, ni a nadie cuando mi momento llegue y sea condenado al infierno

—Nunca has pensado en poder ir al cielo, Salem- escucho las palabras de Damián mientras este posa su mano en mi hombro y yo fijo mi mirada en el cielo nocturno

—El cielo es algo que el hombre anhela desde que la existencia de dios fue profetizada, pero no creo que dios me dé una oportunidad debido a mis actos, solo pido que me dé la dicha de verlos a ustedes y saber que están bien

Damián me observa y cierra sus ojos para luego soltar mi hombro y caminar hacia la orilla de la azotea, se afirma en la reja de esta y un viento gélido comienza a correr chocando con mi rostro de frente

—¿Qué es la realidad, Salem?- Damián me pregunta sin apartar la mirada de la luna llena sobre la ciudad- si alguien vive y su vida no es reconocida por nadie ¿esa persona existe o es solo una entidad pasante sin valor? Somos entidades en busca de ser reconocidos y no quedar en el olvido, pero al llegar el abrazo de la muerte solo podemos ver como nuestras memorias son olvidadas por aquellos que nos alcanzan en las puertas de la muerte para así no existir nunca más

—¿A qué quieres llegar con esto?- las palabras de Damián no dejan de dar vueltas en mi cabeza mientras acorto distancia con el caminando en su dirección

Damián suelta una suave risa que más que darme tranquilidad me incomoda y me da mala espina

—¿Si tú mueres y aquellos que te conocían te olvidan, alguna vez exististe de verdad?

Las palabras de Damián hacen eco mientras me posiciono a su lado y observo su rostro lleno de Lágrimas

—Tú nos mataste Salem, y por tu culpa seremos olvidados y dejaremos de existir

Las risas de las sombras estallan en mi cabeza y parado frente a mi está el otro yo con Damián arrodillado ante él, observo a mi alrededor y veo que no me encuentro en la azotea de este hospital, me encuentro en la azotea del hospital psiquiátrico mientras las llamas consumen todo a su paso

—Planeaste todo esto para alterarme y hacer que entremos en tu mundo- el otro yo ríe a carcajadas mientras blande un cuchillo

—¿Mi mundo, no te has dado cuenta verdad? Esto eres tú, esto es tú mente, tus recuerdos, esto es lo que tú no admites que eres, eres lo que vives y vives para crearte a ti mismo a través de lo que sufres y sientes

Con un movimiento rápido y sin titubear desliza el cuchillo por la tráquea de Damián y este comienza a botar sangre a chorros mientras alza sus manos en mi dirección

—Esto es lo que eres, esto es lo que somos- el otro yo introduce sus manos en la herida del cuello de Damián haciendo que este se retuerza de dolor —tú no eres más que un asesino, tu vida y la de los demás no es más que una simple vela prendida en la oscuridad que con un simple movimiento de manos pueden extinguirse

Intento correr en la dirección de Damián pero caigo de cara al suelo sujetado por mis pies, al voltearme observo unas manos quemadas surgiendo desde el suelo

El otro yo ríe estruendosamente y al voltearme presencio como este separa sus manos dentro de la garganta de Damián y desgarra su cuello desprendiendo la carne, dejándolo unido por tendones y sus vertebras, la sangre salpica mi rostro y siento el sabor a hierro ingresando por mi boca

—Ahora dime, que eres- exclama el otro yo mientras levanta la cabeza cercenada de Damián e ingiere la sangre chorreante de su vestigio de cuello desgarrado

—¡Suéltalo, deja eso!- grito mientras con mis manos me intento jalar para soltarme de las manos que surgen desde el suelo

—¡Cállate!- grita el otro yo escupiendo en mi rostro la sangre de Damián y soltando la cabeza de este al suelo —no estás en posición de demandas maldito hijo de puta, no eres más que mierda andante que lo único que hace es auto compadecerse de el mismo. Escúchame bien, será mejor que decidas que es lo que quieres hacer. Cuando decidas lo que quieres hacer simplemente duerme, yo estaré en tus sueños

El otro yo levanta su pierna y la desciende bruscamente impactando la suela de su zapatilla contra la cabeza haciendo crujir el cráneo y provocando que los ojos se salgan de sus cuencas

Siento como la oscuridad se apodera de mí y mi corazón se aprieta con cada latido que da, la oscuridad comienza a rodearme y a nublar mi visión hasta que un resplandor y una campana me hacen abrir mis ojos y me encuentro tirado en el piso del ascensor

Observo por todos lados y me encuentro solo en el ascensor y el número del piso en el que estoy es el de la morgue

Las puertas se abren y solo distingo las luces de los tubos fluorescentes destellando mientras camino palpando las paredes de los pasillos. Unos murmullos se cuelan entre el silencio de la morgue que poco a poco se convierten en llanto

Comienzo a correr en busca de los llantos que cada vez más se escuchan más y más fuerte hasta llegar frente a la puerta principal donde se encuentran los cuerpos recibidos

Empujo la puerta y esta chirrea y un aire helado y nauseabundo se cuela por mis narices

—¿Hola, hay alguien aquí?- los llantos se transforman en gritos y golpes que reverberan en toda la sala

Las voces me llaman por mi nombre y el eco no logro diferenciar por donde proviene exactamente

—No deberías estar aquí- una voz se cuela entre la oscuridad y antes de voltearme escucho la puerta cerrarse —creí haberte dicho que no vinieras ¿o es que estas buscando algo?

Frente a mi está el medico con el que nos encontramos Kaya y yo al salir de aquí hace poco, sus ojos están completamente negros y en su puño reposa una cierra de mano impregnada con manchas de sangre seca en esta

—Esto no es algo que quieras hacer, ellas están dominando tu mente- el medico ríe escandalosamente mientras golpea la muralla con su cierra

—¿De qué hablas niño? Mis señoras solo me han mostrado la verdad del mundo, no importa lo que hagamos los humanos, nosotros estamos condenados al infierno sin importar nada

El médico camina en mi dirección mientras desliza sus dedos por la hoja dentada de la cierra tarareando una suave melodía

Mis piernas no responden y los gritos de ayuda incrementan cada vez más y más

—Eres tú o él- una voz me susurra y sin darme cuenta tengo cogido un banquillo y las risas de las sombras aparecen detrás del médico deslizando sus manos por su cuerpo de manera grotesca

El medico da un pequeño salto y queda a centímetros de mí y levanta su cierra y casi como instinto me lanzo hacia un costado y este deja caer la cierra rompiendo las baldosas del suelo

Las astillas de las baldosas saltan en todas direcciones y yo me pongo de pie y azoto el banquillo contra el rostro del médico quien cae de cabeza contra el suelo, el impacto hace que mis manos suelten el banquillo y comiencen a temblar mientras el medico se alza nuevamente cogiéndome del cuello y azotándome en el suelo.

Mi respiración se dificulta mientras golpeo con mis rodillas y puños esperando librarme de su agarre, cada vez mi visión se vuelve más borrosa y de un solo tirón soy lanzado contra las camillas metálicas golpeándome completamente

—Me pregunto a que sabrán tus órganos, llevo tanto tiempo haciendo este trabajo, robándome órganos y comiéndolos, ya distingo incluso la más mínima diferencia entre las distintas carnes, venia listo para poder obtener mi almuerzo y tú interfieres

Siento como mis músculos y órganos gritan de dolor mientras intento ponerme de pie entre las camillas metálicas tiradas junto a mí, siento algo cálido corriendo por mi cuello y todo lo veo como si tuviera una neblina frente a mí y un pitido inunda mi cabeza

Un jalón de mi cabello me levanta a la fuerza y soy lanzado hacia el otro lado de la habitación impactando una mesita de trabajo y los implementos caen junto a mí mientras escucho levemente el sonido del ascensor

—Sabes, cuando era pequeño mi padre me enseño todo lo que se, él era un gran médico muy hábil que me enseño sobre como cortar o como tratar heridas y poder administrar anestesia para evitarles el dolor. Cuando se supo que mi padre vendía órganos que el mismo extirpaba de cuerpos que el operaba, su prestigio se fue al demonio y caímos en la desgracia. Pase años solo debido a que mi padre fue encerrado en la cárcel y mis familiares no quisieron reconocerme- escucho los pasos del médico acercarse lentamente pero mi cuerpo no responde —día tras día me moría de hambre hasta que una mañana un hombre golpeo a mi puerta pidiendo usar mi teléfono y este intento violarme cuando lo deje ingresar. Un golpe de suerte hace que este hombre caiga y el cuchillo que estaba en su mano se clavo en su pecho matándole instantáneamente. el día avanzo y el cuerpo del hombre estaba tirado en mi sala mientras mí hambre aumentaba, era tanta mi hambre que recurrí al único alimento que tuve cerca, el resto es historia como lo imaginaras

Siento un golpe seco en mi estómago sangre cálida brota de mi boca, al levantar levemente la mirada observo al médico parado sobre mí con su cierra apuntando a mi rostro

—Tú tienes a mis amigas ¿verdad?- mis palabras son leves murmullos en comparación a mi voz normal

El maniático medico ríe y asiente con su cabeza con una expresión de gozo despreciable. Sin darle tiempo a articular una palabra cojo un bisturí junto a mí y lo clavo en su garganta lo más profundo que mis fuerzas me lo permiten, este cae de espalda gritando y desangrándose mientras es ahogado lentamente por su propia sangre

—Creí que no podrías hacerlo, creía que morirías- el otro yo aparece sentado en el suelo a un lado de mi con una sonrisa brillante en su rostro —ahora si no puedes negar que eres un asesino

—Tengo una respuesta para tu pregunta, maldito. Te matare, no dejare que lastimes a nadie, no dejare que me domines y no soy un asesino, soy un humano y esto hacemos para sobrevivir, nuestra existencia esta hecha para luchar por nuestras vidas

Escucho los gritos de las chicas llamándome y la puerta de la sala abrirse mientras gritos y pisadas resuenan a mi alrededor, mi visión se oscurece poco a poco y no logro distinguir nada mientras mi conciencia se apaga recibiendo el abrazo de las tinieblas

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