Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

╭.' 𝙀𝗽𝗶𝘀𝗼𝗱𝗶𝗼 𝟳

𝕰𝖝𝖕𝖔𝖓𝖎𝖊𝖓𝖉𝖔: 𝕽𝖊𝖎𝖇𝖊𝖗𝖙

—¡Hola amigos! ¿Sois pareja?

—Sí.

—No —respondió el rubio hablando a la vez que el otro.

—A ver, se me aclaran. ¿Son o no son pareja? —preguntó mirándolos con curiosidad.

—Somos pareja —afirmó entonces el más alto. 

—¿Y cuánto llevan? ¿Les va bien?

—Dos años —le contestó el otro—.Y sí, nos va bien, ¿se puede saber quién eres, por cierto?

—Ah cierto, se me había olvidado presentarme. Soy Hange Zoë, de Exponiendo Infieles, y vosotros sois los afortunados de haber sido escogidos para que os recompense por vuestro fidelidad.

O mejor dicho, eran su siguiente víctima.

—Oh no, es una de esos locos de Badabun. Vámonos mejor a otro sitio Bertholdt.

—¿Locos? No no. Bueno, algunos de mis compañeros sí, pero yo no soy el caso. Así que decidme, ¿queréis participar?

—¿La verdad? No.

—Vamos, ¿y eso? —le preguntó Hange. Luego miró al pelinegro—. Venga chico, anima a tu pareja, que si sois fieles os daré un dinerillo.

—A mí la verdad es que tampoco me apetece, y si Reiner no quiere pues no voy a obligarlo.

—Bueno —se sacó quinientos pesos de su cartera y se los mostró al rubio. Balanceándolos frente a sus ojos— podiáis haber conseguido esto gratis, pero no importa, se lo ofreceré a otra pareja que sea más participativa.

—Aceptamos —habló entonces sin dudarlo.

—¡Reiner! ¿Enserio vas a dejar que te soborne así por un poco de dinero?

—Da igual, si será rápido —le contestó buscando su celular entre el bolsillo de su pantalón.

—Sí sí. Seré muy rápida. Pero quinientos pesos son bastante para lo que normalmente suelo ofrecer, así que eso implica una revisión completa, ¿te parece? —. Reiner la miró dudoso, pero asintió.

—Comenzaré con tu WhatsApp puesto que por ahí suelo cachar a más infieles —dijo metiéndose en la aplicación.

—Vale.

Clicó en un chat cualquiera para revisarlo, pero nada más entrar el fondo que tenía le llamó la atención.

—Amigo, ¿por qué duermes cabeza abajo y con una pierna levantada? ¿Acaso se puede hacer eso con el cuerpo? —cuestionó a Bertholdt, pues Reiner tenía en el fondo de WhatsApp una foto de este dormido en una postura un tanto ¿peculiar?

—¿Por qué te pusiste eso de fondo? —preguntó avergonzado. El otro solo se encogió de hombros.

—Bueno, por aquí no parece haber nada extraño… Sí que tienes alguna que otra conversación animadita de más, pero no lo bastantes sospechosas como para hacerme dudar ¿Qué hay de tu Messenger? —habló entrando en la aplicación.

Y en seguida hubo un contacto que sí que llamó su atención.

—¿Quién es Puerco?

—¿Puerco? —Reiner se acercó extrañado para leer el nombre—. Ahí pone Porco. Porco chalada, no Puerco. Límpiate las gafas.

La chica se fijo más en el nombre, acercándose el teléfono móvil para verlo mejor.

—Ah, pues es verdad. ¿Y quién es Porco?

—Un amigo —dijo serio.

—Uhm… ¿Y por qué hay algunas conversaciones borradas?

—Cuando me quedo sin espacio vacío los chats, puedes comprobarlo, lo hago con todos.

Era cierto.

—Vale, ¿pero qué hay de este? —le mostró un chat en el que sí que había conversaciones—. Un tal Zeke, ¿quién es ese y por qué le dices aquí que quieres un hijo suyo, eh?

—Eso fue solo un reto, se lo escribí hace dos noches en una fiesta a la que fuimos, perdí y me hicieron decirle eso.

Miró interrogante a Bertholdt para que le confirmase sí sabía algo al respecto.

—Sí, es verdad, yo estaba allí. Pieck le puso el reto.

—Bueno está bien, ¿y qué hay de tu galería? ¿Puedo verla?

—No. La galería sí que no.

—¿Por qué Reiner? —preguntó el otro chico con curiosidad— ¿Qué tienes en la galería?

El rubio no respondió, solo apartó la mirada incómodo.

—Amigo, si no me dejas revisarla, tendré que pensar que eres infiel —dijo—. Y no queremos que piense eso, ¿cierto?

—Bueno pues ya está, revisala, si no me queda de otra.

Ante la respuesta de este, Hange pinchó en la galería sin dudar. Nada más entrar comprobó que todo estaba ordenado por carpetas.

—¿Qué hay en esta carpeta? —dijo mostrándole una que no tenía nombre.

—Ahí guardo fotos tontas que me pasan, nada extraño.

—Uhm, ¿quién dijo que fuese nada extraño? —preguntó Hange con curiosidad. Bertholdt estaba igual de extrañado—. Voy a entrar.

Reiner tan solo dejó escapar un suspiro de rendición, de todas formas no tenía otra opción.

—¿Queeé...? —. La carpeta estaba llenas de fotos de Bertholdt dormido haciendo más de esas poses raras. ¿Qué mierda tenía ese chico en la mente?

—¿Aún más? ¡Reiner! ¿Pero por qué me echas fotos durmiendo?

—Es que… tus poses… son muy artísticas Bert, no me culpes… —dijo. Estuvo a punto de añadir que no era él solo, que Jean y Connie le echaban fotos secretas también porque, para burlarse, querían regalarle un collage recopilatorio para su cumpleaños. Pero mejor optó por callarse.

—Bórralas Reiner —parecía molesto. Y eso era algo raro en él.

—No.

—Bórralas.

—Que no.

—Bien chicos, ¿y qué hay de esta otra carpeta? —cuestionó interrumpiéndolos. Llevaba por nombre una lunita gris de carita pervertida, esta: "🌚". Y eso solo significaba peligro.

—¡No, esa sí que no! Es privado.

—Vale —respondió Hange haciendo una larga pausa—. Voy a entrar igualmente.

Nada más abrirla se llevó una sorpresa que ni de lejos se esperaba encontrar. ¡La carpeta estaba llena de yaoi sin censura-chan!

—¡Ave María Purísima amigo! ¿Por qué guardas tanto yaoi hard? Para serte sincera, no pareces el tipo de chico al que le gustan esas... cosas.

Reiner la miró raro, quedándose con las ganas de decirle: ¿Excuse moi? ¿Salgo con un chico y eso te sorprende?

Pero aún así, no quería que nadie supiese de esa carpeta.

Ya ni privacidad en su propio teléfono podía tener...

—Bueno, está claro que aunque te guste guardar yaoi en tu galería, eres fiel —le dijo—. Muy bien, ahora solo quedas tú —señaló a Bertholdt.

—¿Yo? Pero si yo me dejé el teléfono en casa cargando, no lo tengo aquí.

Uy. Ya empezaban.

—¿Qué dices? Pero si hace un segundo te he visto sacarlo para mirar la hora —le dijo Reiner.

—¿Ah sí? —tanteó su bolsillo—. Tienes razón. No me había dado cuenta, se ve que lo cogí inconscientemente…

—No sé, no me cuadra amigo. Pero en fin, si me dejas revisarlo puedo creer que de verdad fue un olvido.

—Yo no quiero participar en esto, fue Reiner el que al final aceptó —se negó.

—Pero esto es un juego en pareja, amigo. Si uno enseña el otro también, ¿o acaso ocultas algo? Pareces un chico calladito, y como siempre digo, esos son los peores.

—No oculto nada… —aceptó al final— Está bien, toma.

—Bien, te daré otros quinientos pesos por revisártelo completo.

Comenzó metiéndose en la aplicación de logo verde y rebuscó entre los chats. No había ninguna conversación sospechosa, es más, apenas había conversaciones, y las pocas que habían eran con el rubio fornido o amigos.

—Vale, el WhatsApp está bien. ¿Qué hay de tu Facebook?

—¿Facebook? ¿También revisas eso?

—Sí por qué no, ¿tienes algún problema con ello? —preguntó sospechosa, acercándole a la cara el gran micro negro decorado con una B blanca en el centro.

—No no, ninguno… Solo que creo que olvidé la contraseña, hace mucho que no lo uso.

—Pero si estabas conectado ayer —le dijo Reiner.

—Y no has olvidado la contraseña, está vinculada, he entrado sin ningún problema —añadió Hange—. Uhmm, eres muy olvidadizo tú, ¿eh?

Bertholdt no añadió nada.

—Amigo, esta chica está en búsquedas recientes. ¿Quién es? —preguntó mostrándosela a ambos.

—Es… ¿Annie? —le contestó Reiner confuso.

—Ahh, tal vez la buscó Eren ayer. Le dejé el teléfono y seguramente usó mi cuenta para ver sus fotos, creo que le gusta —explicó nervioso.

—No creo. Estoy seguro de que a ese no le atrae ninguna chica —habló Reiner—. ¿La has buscado tú, Bert?

—Oh amigo, lo siento mucho —interrumpió entonces Hange al rubio, sin dejar tiempo para que el más alto pudiese responderle nada—. Me he metido en su chat, y tiene varias conversaciones muy… Bueno, mejor será que las veas tú.

Reiner terminó leyéndolas aunque Bertholdt se negara a dejarle el móvil, y efectivamente, se daba a entender que este tenía una aventura con Annie.

—¿Cómo puede ser posible? Pero si me dijiste hace tiempo que ya no te gustaba, ¿es una broma o algo?

—Amigo date cuenta, no es una broma, te engaña —le dijo Hange algo apenada por la situación.

—Lo siento Reiner, pero es verdad.

El chico no quería creerlo. ¿Cómo el bueno de Bertholdt podía haberle engañado? Y encima lo acababa de aceptar en su propia cara, con el rostro serio y sin dejes de tristeza.

—Ay que pena, con lo bien que me habías caído. Toma no te preocupes —dijo poniendo en el pecho de este unos billetes—, te doy tus quinientos pesos y además te invito a un zumito como consolación, mira que ofertón. Así ya de paso me dices cuales son las páginas de la que sacas el yaoi ese con tan buena calidad, ¿vale?

Sufrí rompiendo este shipp, pa' que voy a mentir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro