𝕰𝖝𝖕𝖔𝖓𝖎𝖊𝖓𝖉𝖔: 𝖄𝖚𝖒𝖎𝖐𝖚𝖗𝖎

—¡Hola amigas! Vosotras sois pareja, ¿cierto? Ni se les ocurra decirme que no porque las acabo de cachar comiéndose la boca.

—¡Hange-san! —le reprimió el camarógrafo por lo bajo.

—Estoo… —la más alta le tapó la boca a la rubia mientras miraba a la reportera desconfiada.

—Si son de los mismos que la otra vez, os vuelvo a repetir que no estamos interesadas en comprar vuestros condones.

—Espera, ¿khé? Nonono amiga, yo no vendo condones. Yo simplemente estoy aquí para premiar a las parejas fieles, ¿os gustaría ganar dinero fácil por tan solo dejarme echar una ojeada a vuestros mensajes? —cuestionó.

La castaña y la rubia se miraron entre ellas sin terminar de comprender muy bien a lo que se refería.

—Historia tiene dinero, no necesita más.

—¡Oh venga chicas, no seáis aguafiestas! Es solo un juego, ¿o es que acaso tenéis miedo porque sois infieles? —preguntó ganándose una mala mirada de la pecosa.

—¿Estás insinuando que soy infiel?

—No sé amiga, es que estás un poco rara…

La castaña le tendió el móvil cabreada.

—Revisa todo lo que tengas que revisar, veremos a ver si después me puedes seguir llamando infiel —habló entre dientes para después cruzarse de brazos.

La de lentes lo agarró titubeando. Ni siquiera le había dado tiempo a decirle el dinero que le ofrecía.

—Por cierto, ¿cómo te llamas?

—Ymir —respondió seca.

—Bien, vamos a empezar revisando tu WhatsApp— dijo a la vez que se metían en la aplicación de logo verde. Nada más entrar le apareció un nombre que le llamó la atención en los chats más recientes—. ¿Quién es Mi linda Christa <3?

—Mi novia —respondió sin dar rodeos.

—Pero... dijiste hace poco que se llamaba Historia.

—Da igual. Yo la tengo así agregada y punto.

Hange miró a la castaña algo extrañada y esta simplemente le devolvió una mala mirada.

—¿Eres tú? —quiso asegurarse Hange, por lo que preguntó consiguiendo que la rubia asintiese con entusiasmo.

Uhmm, esa tal Historia/Christa estaba demasiado... calladita. Sospechoso.

—Bueno entonces supongo que no hay que preocuparse por ese chat... Pero sin embargo, puede que sí por este otro, ¿quién es Berthy, eh amiga?

—No soy tu amiga, así que no me digas así —fue lo primero que dijo, Hange se disculpó alzando las manos—. Es un amigo, puedes revisar todo lo que quieras que no hay nada extraño.

La reportera por si acaso revisó el chat, pero como bien decía no había ningún mensaje sospechoso dentro de lo que cabe, lo máximo que habían intercambiado era algún emoji de corazón y la castaña había insistido en que eran solo amigos cercanos, así que...

—Tu WhatsApp parece estar limpio, ¿qué hay de tu telegram? ¿Me dejarás revisarlo por cien pesos más?

—Ya te dije que revisaras lo que quiseras, total, no vas a encontrar nada. Yo únicamente estoy por ella —dijo achuchando o más bien casi afixiando en un abrazo a la de ojos azules, que rió devolviéndoselo.

—Ohh que tiernas. Igual de tierna que esta conversación —habló mostrando en el celular una conversación con un número desconocido. Já, pillada.

—¿Ah? —Ymir se acercó a su teléfono y comenzó a leer lo que Hange le mostraba con una ceja alzada —. Esto no lo he escrito yo —afirmó.

—¿Cómo no vas a escribirlo tú? Si está en tú teléfono.

—Pues ya te estoy diciendo que yo no he escrito eso. Ni siquiera sé quién es —habló algo molesta por la situación que se acababa de formar.
Y es que ella estaba segura de que nunca había tenido esa conversación tan... sumamente cursi.
A la única persona que trataba así era a Historia, y estaba claro que esa conversación no la había tenido con ella.

—A ver pues esto tiene toda la pinta de que eres infiel. Porque aquí prácticamente se te han declarado y tú has dicho que lo correspondías —continuó mientras seguía leyendo.

—Déjame ver cual es el número —pidió, y aunque no lo tenía agregado lo anotó —. Voy a llamarle a ver quién es.

El teléfono comenzó a marcar hasta que por fin le contestaron la llamada.

—¿Sí? ¿Quién es? —habló una robusta voz que en seguida reconocieron a través del altavoz.

—¿Reiner? —dijeron ambas chicas sorprendidas al escucharle.

—¿Por qué mierda tengo una conversación tuya en mi móvil, en la que tú, te estás declarando? ¿Y por qué demonios te han contestado desde mi teléfono si yo ni sabía siquiera de ese mensaje? ¿Eh? —le preguntó furiosa.

—Ah, hola Ymir.

—No me vengas con holas. Habla idiota.

Se escuchó un suspiro al otro lado de la línea.

—Lo siento mucho, ¿vale? Me declaré a Christa pero...

—¡¿Te le declaraste a mi novia?! ¡Y lo peor de todo es que eres tan idiota como para hacerlo desde mi propio teléfono!, ¿entonces qué? ¿cuánto lleváis saliendo sin que yo lo sepa? —
dijo enfurecida, aunque más que eso parecía apenada.

—¡No Ymir! No es eso, yo rechacé a Reiner, además eso fue antes de que nosotras comenzáramos a salir. Yo no tengo nada que ver con esa conversación y confio en que tú tampoco —explicó Historia.

—No me habías dejado terminar —volvió a hablar el rubio a través de la línea—. Christa me rechazó, sí. Pero a quien me declaré esa vez fue a otra persona que estuvo usando tu teléfono porque el suyo estaba en reparación. Acordamos en que borraría esa conversación, pero se ve que olvidó hacerlo

—¿Ah? No le dejo a nadie mi teléfono —. Aunque sí que lo había hecho, solo que no lo recordaba.

—Sí, esa vez sí que lo hiciste. La persona con la que tuve esa conversación fue Berthold, siento no haberte dicho nada y que haya habido malentendidos por nuestra culpa.

—¡¿Qué?! —cuestionó Historia shockeada mientras Ymir se preguntaba por qué demonios tuvieron que decirse esas cursiladas con su teléfono en vez de hacerlo en persona.
Hange ya hacía rato que dejó de ejercer su papel en el asunto. Se encontraba sentada en una silla comiendo palomitas (no pregunten de dónde salió todo eso) disfrutando del drama.

Ah, bien está lo que bien acaba.