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Capitulo 7

Camus lloró cuando la mano sostuvo su abdomen y la lengua lo abrió por completo, el regusto de la sangre de Camus nubló aún más los sentidos de Degel, quien una vez más cerró los ojos con fuerza y se separó del joven cuarto príncipe. La pupilas rectas y enrojecidas de Degel enfocaron la sangre recorriendo los muslos, más y más escamas de Dragón fueron apareciendo por todo su cuerpo, en sus hombros, cerca de sus ojos ,en su frente. Degel sintió sus colmillos crecer, su forma bestia se volvió aún más aterradora

Liberó a Camus y dejó que este corriera a refugiarse bajo las sábanas, Degel permaneció en trance, casi como perdido en el regusto de la sangre perteneciente a su hermano


Camus, quien había corrido a refugiarse bajo las sábanas miró aterrado a la bestia frente a él, el cabello de Degel siempre tan suave yacía encrespado, como un puerco spin, sus orejas se afilaron como sus ojos que estaban rojos y poseían pupilas rectas de un amarillo muy intenso

Embargado por el terror, lo único que Camus atinó a hacer fue mirar a ambos lados de la cama, buscando algún objeto con la que pudiera defenderse. Pero viendo la escarcha en las sábanas y las esquinas de la habitación, Camus supo que era imposible

Si hubiera alguna manera de defenderse, esa sería adoptando su forma bestial

Pero

Pero...


Degel avanzó hacia él, un par de alas de hielo emergieron de su cuerpo así como también un par de cuernos


"Pero no podía hacerlo..."



*





A la mañana siguiente Degel despertó y de inmediato el olor a sangre impregnó sus fosas nasales. Con lentitud abrió los ojos solo para encontrarse de frente con unos familiares cabellos rojos, Degel frunció las cejas y parpadeó un par de veces. Aún no logroba entender cuál era su situacion actual. Poco a poco recuperó la conciencia y de inmediato se percató de la presencia de alguien más

Estaba en una de las esquinas de la habitación, sentado en el suelo y en sus brazos estaba Camus, completamente inconsciente, cubierto de heridas sangrantes, todavía empalado a su miembro, respirando con lentitud, batallando entre la vida y la muerte.



Una vez más en el Reino de Antares el sol se elevó con fuerza , caminando por los extensos e imponentes pasillos del palacio imperial se encontraba un apuesto hombre, vestido de negro y dorado su andar era pausado y cauteloso. Milo Antares detuvo sus pasos a su vez que los rayos del sol alumbraron en su rostro, él miraba fijamente algo en las palmas de sus manos.

Poco tiempo después reanudó sus pasos mientras que con rapidez guardaba las cosas que anteriormente sostenía en sus bolsillos, sin embargo, la Luz en el oeste siempre fue más fuerte y el rojo siempre brilló con más fuerza entre los brazos de los rayos del sol, una gema roja logró vislumbrarse antes de caer oculto bajo las prendas del poderoso principe

Esa mañana Milo llegó  frente a su hermano mayor y lo saludó como de costumbre, ambos se sentaron uno frente a otro mientras que los sirvientes con prisa se encarnaban de organizar el desayuno para sus monarcas


- ¿Porqué me despiertas tan temprano?

Kardia dió un bostezo antes de llevar un poco de jugo a sus labios, contrario a lo poco despierto que se encontraba su hermano, Milo se encontraba completamente despierto y lleno de energía, él preguntó:

- ¿ Cuándo avanzaremos hacía el Norte?


Kardia enseñó los dientes y lo miró asqueado de la vida

- Siempre avanzas con la cabeza sin tener miedo al corte en el cuello ¿ Que no temes morir en la guerra?

Milo respondió rápidamente y aún con una sonrisa estúpida

- No temo

Kardia rodó los ojos a su vez que recogió una manzana con desdén de la mesa, el regañó:


- Miren a éste crío estúpido, apenas ayer te volviste un hombre y tu melena cambió de amarillo a azul. Apenas ayer aprendiste a volar y ahora ya buscas una serpiente a la cual clavar tus. Debería darte una paliza

Milo no prestó al sermón, recogió un par de uvas y las llevó a su boca tragandolas con rapidez, mientras buscaba recoger otras el solicitó como si no importara mucho :

- Permíteme ir al norte, atacaremos en silencio al Príncipe Iceberg. Prometo traerte su cabeza



Kardia dejó de prestar atención a la manzana que mordía cuando escuchó aquello, sonrió con notable burla e incitó sarcásticamente

- Pero Vayaa... Miren a mi hermanito, debí presentarte el culo del cuarto príncipe hacia mucho tiempo ,de haberlo hecho ya hacia años habíamos ganado la guerra


Milo fue serio

- Te estoy hablando enserio.



Kardia devolvió su vista a la manzana, prosiguió:


- Como puedes encapricharte así. Tienes a tantas mujeres que mueren por ti y tu solo te la pasas pensando en las tragedias que vive ese escuincle



- No solo es por mí - Milo refutó - también quiero ayudarte a aplacar al reino del norte


- ¿Es eso cierto?

Kardia preguntó arqueando las cejas, Milo asintió en respuesta, como resultado Kardia dió un suspiro cansado, él aconsejó:


- Todo a su tiempo, avanzaremos en dos semanas. En cuanto al escuincle, no deberías preocuparte tanto por él - mordió su manzana - ha estado sobreviviendo hasta ahora, esperar unos días más no lo matará, además... El frigido de Degel ni siquiera se atreve a tocarlo.



*


Es 02:00 AM en la noche cuando Camus finalmente abre los ojos, sus ojos pesan y su garganta duele, todo su cuerpo duele.

La puerta es abierta y para su sorpresa es Uniti quien atraviesa a través de ésta, Camus lo miró en silencio, descubrió contrario a las otras veces, Uniti ésta vez no sonreía




Ayudó con cuidado a Camus a sentarse y con toda la paciencia del mundo le dió de beber su medicina. El sabor era amargo y era bastante, a mitad de la bebida Camus se rehusó a seguir bebiendo, quizás fuera porque sus heridas dolían mucho o quizás fuera porque finalmente se había dado por vencido


Camus tragó saliva con dificultad, su rostro yacía sin color al igual que sus labios, su cabello rojo antes brillantes como sus ojos estaban opacos carentes de vida, Uniti lo miró con ojos tristes. Él rogó:

- Vamos, solo un par de sorbos... Tienes que beber para volver a estar como antes


Camus con la cuchara frente a sus labios negó, empujó la cuchara y se rehusó a beber. Él ya no deseaba ser como antes ¿ Qué sentido tendría? ¿ Qué sentido tenía su vida?

De la cintura para abajo no lograba sentir sus piernas y el dolor en todo su cuerpo no menguaba incluso con los mejores anestésicos. Tanto sus brazos como su rostro estaban cubiertos de arañazos ,golpes y moretones. Su cabello había Sido cortado con saña, ahora ya no podía mirarse en el espejo para evocar el recuerdo de su madre ¿ Qué sentido tenía vivir?


Al verlo completamente rendido Uniti frunció las cejas con fuerza, mientras volvía a recoger la medicina el intentó volver a apaciguar

- No puedes darles el gusto de verte hundido en el lodo como tú madre, debes ser más inteligente. Es muy pronto para rendirse aún


Camus al oír a su madre ser aludida levantó la  vista, no pudo hablar pero de igual manera sus ojos recobraron algo de vida

Uniti sonrió con ironía, él acercó la medicina a los labios de Camus


- Anda bebe ésto, luego te diré cuál es el plan para enviarte lejos de éste lugar.













Continúa parte 8 ....



































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