Capitulo 4
Invierno. 10 años antes de la boda de los hermanos Verseuth.
- Mamá mira, mira como hago un muñeco de nieve. Haré uno de tí y de mi.
Un pequeño de seis años corría a toda prisa por los extensos jardines del palacio frío, detrás de él una mujer caminaba con lentitud, sus débiles pasos delataban lo mal que se encontraba de salud.
- Camus , Camus, no vayas lejos hijo
La voz de la mujer fue débil y dificultosa, sin embargo, el niño aún así logró oírla. Camus dejó de correr y de inmediato su sonrisa fue sustituida por una expresión preocupada corrió hacia su madre y tomo de su mano con la intención de demostrarle que estaba a su lado, que con él a un lado de ella no debía temer en caer en la nieve
La dama Cristal sonrió cálidamente a su hijo, pellizcó las regordetas mejillas y alabo:
- Eres un niño tan bueno Camus, sin duda en el futuro te convertirás en un joven muy guapo y capaz
El pequeño sonrió enseñando todos los dientes, con elocuencia respondió
- Si soy como madre es seguro que seré alguien hermoso
- Jajaja muchacho desvergonzado.
Jajaja
Jajaja
.. ..... Jajaja
Jajaja
El pequeño Camus cerró los ojos mientras reía sin parar, diez años después, Camus abrió los ojos, ya no había sonrisa alguna en su rostro. vió el sol esconderse a lo lejos, todo ese blanco se había perdido con los años. Como esa nieve que se derrite en la madrugada, extrañaba con todo su ser ver el rostro sonriente de su madre.
Se preguntaba ¿ Qué pensaría su madre al saber sobre la vida que llevaba actualmente? Probablemente se sentiría muy decepcionada de su persona. Se encontraba pelando unas mandarinas cuando de repente alguien llegó a su puerta
- Adelante
Camus habló y poco después una persona traspasó las puertas. Era Uniti, la mano derecha y amigo de su esposo Degel
Camus no se sorprendió al no recibir reverencia alguna, apesar de que era una provocación directa no se mostró molesto en absoluto, tampoco es como si le importara que un extraño lo reverenciara o no.
Camus lo miró esperando que hablara, Uniti sonrió y lo miró con desdén.
- Su Majestad el príncipe heredero solicita su presencia.
Camus lo miró sin entender, actualmente era considerada la esposa de Degel, pisar el territorio donde se encuentra ubicado el ejército estaba prohibido para el. Por esa razón le resulta inconcebible que Degel solicite su presencia en ese lugar.
- Soy su esposo, tengo prohibida la entrada en la base militar.
Camus se enderezó y miró a Uniti, su mirada repleta de solemnidad. El de cabellos plateados sonrió lubuno ante la orgullosa figura
- ¿Porqué crees que estoy aquí? Soy el subgeneral del principe heredero. Me envió explícitamente a escoltar a su majestad la princesa
Camus tuvo un inexplicable mal presentimiento sobre todo este asunto, negó con la cabeza
- No iré.
Uniti dejó de sonreír, miró y habló fríamente
- No puedes desobedecer las órdenes de tú príncipe
El joven de cabellos rojizos ejerció presión en sus puños y frunció aún más las cejas. Es verdad, desobedecer a Degel implicaría recibir un castigo en retribución. Camus siguió indagando
- ¿ Porqué desea mi presencia en ese lugar?
- ¿ Cómo podría yo indagar sobre los asuntos personales de mi príncipe ?
Uniti se mostró insistente y Camus ya no pudo seguir evadiendo la situación. Incluso si no le creía lo suficiente, no tenía opción ¿ Y si Degel en verdad solicitaba su presencia ? ¿Cómo puede él negarse a la orden de su esposo?
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Camus descendió del carruaje y fue guiado en completo silencio por Uniti en dirección a la tienda perteneciente al príncipe heredero. Para no levantar sospechas Camus vestía un uniforme militar, su largo cabello rojizo lo traía atado en un choncho debajo del casco, en cuanto a sus ojos, siempre inclinaba la mirada para no ser reconocido.
Mientras se dirigían a la tienda principal, Camus no pudo evitar mirar con fascinación todo a su alrededor. Todo aquí era rústico y varonil, parecía imposible pensar que alguien como su esposo aceptaria vivir en un ambiente así.
- ¿¿ Asqueado ??
El tono burlón de Uniti fue pasado desapercibido por Camus, quien negó en respuesta y siguió avanzando. Una vez frente a su objetivo, Uniti asintió a los guardias imperiales y estos rápidamente cedieron el paso para su avance. Una vez dentro, ésta era la situación.
Camus siguió a Uniti, al ver que su esposo no se encontraba solo, rápidamente miró sus pies y guardó silencio a espaldas del subgeneral, quien también pareció estar sorprendido.
Degel no prestó mayor atención a su subgeneral quien de repente irrumpió en su tienda, mucho menos al escolta que lo acompañaba, en cambio se dedicó a mirar a las dos personas frente a él
- No lo acepto.
Cómo siempre Degel fue firme en su negativa, la persona frente a el sonrió con soberbia. Camus lo miró con disimulo, era un hombre de cabellos azules alborotados ,ojos afilados y aspecto salvaje. Su vestimenta no pertenece a los ciudadanos Mahelia, la mayor diferencia entre estas es que mientras Degel vestía ropas de noble no parecía verse demasiado ostentoso, de hecho, la única joya que portaba era su corona. En cambio el joven de cabellos azules y su acompañante, ambos se veían bastante llamativos. El echo que más llamó la atención de Camus es que ambos venían descalzos y con el torso expuesto. Poseían joyas tanto en las muñecas como en los tobillos. También portaban unos collares muy llamativos al igual que sus coronas, que poseían gemas rojizas muy similar a la gema en la suya, para Camus era curioso siempre que miraba por un momento parecían irradiar algo de fuego en su interior.
Quizás fuera por su insistente mirada, el segundo muchacho pareció sentir que alguien lo miraba y de inmediato dirigió su visión hacia el. Camus rápidamente descendió la mirada
- Tienes tantos hermanos ¿ Cómo es que el principe Degel de Acuario prefiere ver morir a su pueblo antes que entregar a uno de ellos? - Kardia, el mayor de ambos visitantes miró con fijeza al de cabellos verdosos, él provocó - ¿Es así de mezquino su alteza? ¿No es esa una buena manera de llegar a un punto neutral entre ambas partes? Estoy pidiendo en matrimonio al quinto príncipe para desposarlo con mi hermano ¿ Cuál es el problema? Desde tiempos inmemoriales las diferencias entre reinos se han resuelto con arreglos matrimoniales. O al menos eso fue lo que leí en los libros de guerra, además, no es la primera vez que alguien de nuestro clan termina liado con los de tú clan.
Camus, aún con la mirada fija en sus pies no pudo evitar abrir los ojos de par en par. Estas dos personas ¿ Vinieron a pedir su mano?
Pero si el ya estaba casado, miró con disimulo a su esposo, para su mayor sorpresa Degel parecía no mostrar emoción alguna al respecto, parecía ser incapaz de sentir furia o alegría. Camus no supo qué pensar al respecto, a éste punto, si se tratara de cualquier otro príncipe no sería descabellado que este se enojara porque alguien de un día para otro se presentara frente a su casa a pedir la mano de su actual esposo. Cualquier persona en su sano juicio debería sentirse algo molesto ¿No es así?
Sin embargo, Camus aún desconocía demasiadas cosas sobre su esposo. Como por ejemplo : Que Degel siempre acostumbraría interponer su nación antes que su propio corazón. Cuando se trataba de diplomacia, mantendría en calma sus emociones y nunca reaccionaría de forma impulsiva. Antes que un principe era el principe heredero, en un futuro sería Rey y muchas personas dependerían de sus decisiones. Sean buenas o descabelladas, sus decisiones en un futuro implicarían vidas. Por lo que actuar de manera impulsiva era algo a lo que ha sido privado desde su nacimiento.
- El cuarto príncipe es mi esposo, queda fuera de discusión seguir solicitando su mano. En cuanto al matrimonio entre nuestras naciones, la sexta princesa es de la edad del Principe Milo y también se encuentra disponible
- ¡¿Me entregas las sobras ?!
La voz de Milo fue fuerte e interrumpió a Degel, Camus se asustó con su tono de voz. Degel frunció las cejas cuando el menor de los príncipes del clan fénix avanzó hacia el, por otra parte a diferencia de él, el clan de fuego nunca fue muy paciente con la diplomacia. Degel replicó:
- ¿Te indignas con sobras y pides la mia? A diferencia de mi Cuarto hermano, la sexta princesa no ha Sido tocada por nadie aún.
- Tonterías...
Milo refutó resoplando, a su lado Kardia tomó la palabra, su tinte siempre fue informal y hasta descarado
- Por favor Degel ¿Siquiera tienes deseos carnales? Todo el mundo sabe que el principe Camus es más virgen que el monje sentado en la cima de la montaña Mitei. ¿ Cuál es el problema con divorciarte? ¿ Es más importante tú matrimonio infructuoso que tú gente? - Kardia avanzó y acercó su rostro a centímetros del de Degel, su voz fue fría y amenazante - Si no hay acuerdo arrazaré y volveré cenizas tu reino.
Quizás fuera por la amenaza directa o tal vez porque amenazó a su amado pueblo, pero ésta vez Camus finalmente vió emoción alguna en el siempre imperturbable rostro de Degel.
El de cabellos verdosos y ojos violáceos miró fijamente a Kardia, su aura aún más fría de lo habitual. Degel dió por perdida la situación, el solo respondió:
- Si es ésta tu decisión...
Luego extendió la mano y señaló a la salida
Kardia únicamente sonrió y resopló, poco después abandonó la tienda seguido de un serio Milo, quien una vez más miró hacia el soldado detrás de Uniti, ésta vez logrando enfocar perfectamente los rojizos ojos de Camus. Milo sonrió ladinamente y abandonó el lugar.
Una vez solos Degel apoyó su cuerpo sobre la mesa frente a él, su mirada yacía oculta tras su fleco, nadie sabía lo que estaba pensando.
Sintiendo que el ambiente era adecuado, Uniti no demoró en tirar leña al fuego, por eso y mirando a Camus soltó:
- Vayaa... Jamás pensé que el cuarto príncipe fuera tan cotizado.
Camus frunció el ceño mientras lo veía, pero entonces, Degel habló, aún sin verlo, él solo dijo:
- Una vez más, siempre es un maldito problema para mí.
Camus no necesito aclarar nada, sabía que Degel se refería a el. Descendió la mirada y simuló hacer una reverencia a Uniti, luego se retiró ante los burlones ojos de Uniti y un ignorante Degel.
- ¿Entonces.... Qué harás?
Uniti indagó y giró a ver a su príncipe heredero, Degel enderezó su cuerpo, su expresión parecía algo complicada cuando dijo:
- ¿ No es obvio? Ya esperé lo suficiente, ésta noche haré mío a Camus.
Todo ésto mientras acomodaba sus mangas
Uniti lo miró, su expresión algo cansada mientras preguntaba
- ¿ Piensas seguir con ésto? ¿ No temes al carma?
Degel guardó silencio, luego de varios segundos respondió, sus ojos eran vacíos cuando dijo:
- Esta noche, incluso si termina odiandome, el sentimiento será mutuo. Es mi esposo, incluso si mi Reino cae mañana, como nuestros votos de matrimonio lo atestiguaron. Estará conmigo hasta que la muerte nos separe.
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Continúa parte 5....
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