Capitulo 18
Es de noche cuando Camus y Degel llegaron al desierto Meride en dónde pacta la fronteras entre el Reino del norte y el Reino de la llama. Un lugar infernal durante el día pero capaz de congelar hasta a un dragón de Hielo en horas durante la noche.
Fue después de sobrevolar durante horas que Degel finalmente una vez más había quedado sin fuerzas. Ambos cayeron rodando sobre las extensas llanuras arenosas, Camus tembló de frío y de su boca el vapor era visible. Corrió hacia Degel y lo sostuvo en sus brazos, él había caído inconsciente del cansancio.
Camus no pudo evitar reír para evitar llorar
- Creí que el gran principe Heredero del norte no era nadie impulsivo ¿Qué fue eso de hoy? Salimos corriendo así y ahora ¿Qué se supone debería hacer?
Camus habló al pálido rostro que dormía en sus brazos, nadie respondió más que el viento helado del desierto de Merida, Degel parecía estar más pálido de lo normal hecho que preocupó a Camus quien empezó a ver hacia todas las direcciones en busca de algún refugio, a éste paso si no lograban esconderse, o el ejército de la llama los encontraría o ellos mismos terminarían muriendo en el desierto.
Es una situación de vida o muerte y Camus no puede hacer otra cosa más que cargar el pesado cuerpo de Degel a cuestas. Sus labios yacían morados y sentía los dedos de sus pies como los de sus manos a instantes de congelarse. Camus con los dientes titirando miró al cielo en dónde auroras boreales adornaban la mortal noche, es curioso, aquí no había nieve pero la frialdad de éste lugar parecía no tener comparación alguna. Pero eso no era lo peor, independiente de si mismo, a su espalda podía sentir como la respiración de Degel se volvía cada vez más pausada y su cuerpo cada vez más frío. Camus que siguió avanzando sin rumbo fijo supo que no podía seguir continuando de ésta manera, había caminado por tanto tiempo y en ningún lugar había divisado alguna cueva o formación de rocas en las que pudieran refugiarse.
El pequeño detuvo sus pasos y miró por última vez las extensas y solitarias llanuras. Poco después procedió a recostar a Degel sobre la fría arena, lo miró con la esperanza que este despertara y le dijera¿ Qué es lo que debería hacer?
Degel es un habido guerrero que ha transitado por un sin fin de penurias, Camus estaba convencido de que este hubiera podido saber cómo proceder en ese preciso momento.
Pero Degel estaba inconsciente y eso no es todo, Degel estaba a instantes de morir congelado. Camus tembló sintiendo el frío calar en sus huesos , miró por todas direcciones y no había nada más que arena
Entonces, por mero instinto y nada más que instinto, Camus no tuvo otra opción más que dejarse caer al lado de Degel, en donde con timidez lo abrazó y se acurrucó en su pecho. Cómo un pequeño conejo desamparado, temiendo al frío, al desierto, al mundo
Esa noche Camus cayó inconsciente y tuvo un hermoso sueño en el que dormía sobre la nieve pero la nieve de un momento a otro empezó a sentirse muy cálida
Es una lastima que Camus no hubiera logrado ver que ante el inminente peligro del congelamiento, su propio cuerpo entró en estado de alerta y activó sus poderes ocultos. Cómo resultado en la fría noche sus cabellos negros se volvieron rojos y un aura roja también envolvió tanto su cuerpo como la de Degel, permitiendo así que ambos lograran sobrevivir durante la noche.
•
El joven de cabellos celestes permaneció en el interior de un calabozo antes de que alguien acudiera a su encuentro. Un guardia abrió la celda y lo liberó de sus grilletes, el guardia lo miró con desdén para después decirle
- Eres libre. Al principe no le interesa estar con nadie en éste momento.
Afrodite miró con ojos parpadeantes al guardia, aún sin poder creer lo que escuchaba. Anteriormente el propio príncipe lo eligió para volverlo alguien de su harem pero ahora él, lo había dejado libre. El guardia pareció entender su interrogante, el sonrió desdeñozo y arrojó las cadenas a un lado, el contó:
- ¿ No sabes las noticias? Tú príncipe heredero estuvo aquí, armó estragos y no vino solo, también estaba con su esposa. Todo el mundo sabe que nuestro príncipe está loco por esa perra. Deberías agradecer, gracias a él el principe ordenó que liberarán a todos los prisioneros de tu nación.
Afrodite frunció las cejas al escuchar aquello, entonces eso había sucedido.
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- ¿Los encontraron?
El principe Milo interrogó mientras yacía sentado sobre una silla, sostuvo su frente cansado. Su cabeza dolía a horrores. Los exploradores de Elite respondieron:
- Perdimos su rastro en el desierto de Merida
- A estás alturas ya deberían estar muertos
Prosiguió otro guardia, Milo frunció las cejas ante ésto, elevó la vista para ver al hombre que había hablado, su expresión un tanto molesta
- Vivo o muerto, deben encontrarlo y traerlo a mi.
El ordenó para después situarse de pie y abandonar la tienda. Milo se sentía muy frustrado en su corazón, el había querido estar frente al cuarto príncipe por tanto tiempo, y sin embargo, ésta vez cuando pudo...
Lo tuvo tan cerca, casi saboreando su tacto en las palmas de sus manos.
Milo miró sus manos y luego las cerró en puños. Su sangre hervía de rabia al recordar como Degel había osado burlarse de él en su propio cuartel. Milo pensó que sería muy tonto de su parte no responder a su provocación.
El ordenó a los escoltas que lo seguían:
- Preparen mi montura y un grupo de Élite, iré yo mismo al desierto de Merida.
El guardia asintió
- Como ordene su majestad.
•
En el Reino del norte Albafica observó por última vez el papel en blanco sobre la mesa, la tinta en su pluma ya se había secado hacia bastante tiempo. En la habitación las linternas parpadearon mientras con suavidad regresaba la pluma al tintero. Albafica sostuvo su rostro con notable preocupación. Aunque no fue por mucho tiempo, segundos después volvió a su semblante normal y de nueva cuenta volvió a recoger su abandonada pluma, ésta vez alcanzó a escribir en el papel...
"Querida madre..."
-¿ Todavía esperas por Degel? Es una lastima, te vez mucho más atractivo cuando asumes su lugar como príncipe heredero
Una voz se hizo escuchar a sus espaldas, Albafica no necesito voltear para ver de quien se trataba
- Entonces hermano ¿ No crees que la noche se siente un poco solitaria y fría?
La persona con voz burlona se instaló de pie detrás de él y con audacia acarició la parte posterior de una de sus orejas. Albafica se estremeció ante la cercanía. Cerró los ojos y advirtió:
- Minos deja de jugar...
- Pero si es lo más excitante de hacer contigo, Albafica no sabes lo caliente que me pones que te resistas
Su mano fue veloz y con precisión sostuvo de la barbilla del peliceleste, obligandolo a verlo, mientras lo veía con expresión seductora Minos habló:
- A, ah ,ah... No deberías mirar a las personas así, no después de que fueron tan amables contigo en tú temporada de celo.
- Suéltame Minos
Advirtió Albafica viendolo con ojos asesinos
- ¿ Acaso me equivoco? ¿ No me utilizaste esa vez? - Minos pellizcó los labios con brusquedad- ¿ Porqué no dejas que yo también te use Albafica? O¿ es que tengo que hacer como Degel? ¿ Debería pedirle a padre que me dé tu mano en matrimonio?
- En tus sueños imbécil
El de hebras plateadas fue brusco cuando lo interceptó, lo besó en los labios con brusquedad pero no contó con que Albafica lo mordiera en los labios. Minos retrocedió y cubrió su lastimada boca, miró con ojos furiosos a Albafica. El de cabellos celestes regresó a sus escritos
- Controla tú calentura, no olvides que soy tú hermano
Le recordó a Minos, quién gruñó y escupió sangre en el suelo con fuerza, vió molesto a Albafica. Él no respondió, pero en su mente maquiavélica y sanguinaria ya empezaba a formarse un nuevo plan
Minos pensó:
" Tarde o temprano asesinara al estúpido de Krest y luego tomará a Albafica como su Reina, independientemente de si eran o no hermanos. Él quería a Albafica única y exclusivamente para el y no descansará hasta cumplir con sus objetivos "
Se marchó de allí dejando tras el un incómodo silencio , Albafica miró el papel frente a él, una vez más sin saber qué es lo que debería escribir.
•
Es medio día cuando Degel finalmente abrió los ojos, sus párpados pesaban y su cuerpo se sentía adolorido por todas partes. Parpadeó para después con dificultad sentar su cuerpo, el sol abrazador de Merida era intenso y sofocante. Degel respiró con dificultad luego enfocó su atención en la persona que dormía plácidamente a su lado. Tanto su cabello como el de Camus aún no había recuperado su color habitual, el negro es un color común y la mayoría del tiempo pertenece a los de la raza humana. Sin embargo, a Degel siempre le llamó la atención éste color particular, como ahora por ejemplo. La piel palida de Camus contrastaba perfectamente con su negro cabello. Entre los cristales arenosos y el brillante sol, su imagen aturdió los sentidos de Degel, quién negó intentando despejar su mente y luego se situó en pie.
Quizás fuera por el alboroto a su lado, Camus también despertó y se sintió aliviado al ver que Degel había despertado, también se levantó y procedió a sacudirse la ropa así como también frotarse los adormilados ojos, Camus miró a todas direcciones, era un paisaje totalmente diferente en comparación a la noche anterior.
- Es bueno el sol, mucho más bueno que lo frío.
Fue su comentario despectivo mientras sonreía cálidamente viendo a lo lejos
Degel quien era un dragón de Hielo ,con poderes de Hielo y toda su composición era de hielo: ......
Camus guardó compostura cuando los fríos ojos lo enfocaron
- Debemos avanzar, el sol se volverá peor cuanto más tiempo avance.
Degel acomodó sus vestimentas y empezó a avanzar a pasos firmes, Camus asintió y le dió alcance, siguiéndolo en completo silencio.
Entonces dos horas después, además del silvante viento, lo único otro que rugía era el estómago de Camus, quien empezó a sentirse muy cansado y mareado. El en verdad no quería crear ningún inconveniente a Degel pero es solo que...
No pudo evitar que sus tobillos se torcieran del cansancio y cayera de una montaña de arena. Camus cayó y rodó un par de veces, raspó sus piernas y rostro en el trayecto para finalmente detenerse boca abajo y así terminar tragando mucho arena.
- Eres tan tonto.
Camus siquiera había terminado de sacar la cabeza de la arena cuando una mano tiró de él y lo ayudó a enderezarse, no tuvo tiempo de pensar que Degel había sido realmente demasiado veloz para llegar hacia el
- Sst...
Entonces ésta era la situación, se encontraban en medio de un inmenso desierto, sin comida, sin agua, sin fuerzas y ahora malheridos. Camus miró a Degel con una mejilla raspada y un ojo hinchado, Degel lo ayudó a sentarse para después ver hacia una dirección, miró a Camus de reojo y finalmente se despojó de la camisa que poseía, con habilidad y rudeza armó un improvisado hiyab [1]para Camus. Luego enderezó su cuerpo y lo ayudó a situarse en pie
- Una hora caminando nos encontraremos con la aldea Muhi.
Entonces volvió a avanzar con un cansado Camus tras él, por otra parte el cuarto príncipe permaneció aturdido entre el gesto de Degel como en el torso desnudo de éste. Se preguntaba si tal vez el sol había quemado también las neuronas de Degel
De lo contrario éste jamás se hubiera detenido a ayudarlo. Camus acarició el Hiyab que cubría su cabeza, la camisa de Degel se sentía fresca y suave al tacto.
Camus miró la fuerte espalda frente a él, si mal no recordaba Muhi ya era una aldea perteneciente al Reino del Norte. Llegados a ese Lugar Degel debería estar a Salvo ya. Si ese fuera el caso, el camino de Camus terminaría allí. Desde ese punto en más, ya no había razón para continuar caminado junto con Degel.
Estaba dispuesto a dejarlo ser feliz con la persona que amara de verdad, ya no quería ser un obstáculo en la vida de su hermano mayor.
Eso es, Camus sonrió tiernamente ,una vez llegados a la aldea Muhi el se despediría para siempre de Degel y también buscaría su propia felicidad.
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Continuará...
🌿🌿 N.A: Tercer acto "¿ Cómo dices te quiero sin decir te quiero? "
Minos: mataré a mis padres por ti
Albafica: te regalaré una de mis rosas plantadas en mi jardín personal
Milo: enviaré a gente a buscarte porque no quiero que el desierto te mate.
Kardia: cumpliré todos tus caprichos
Kanon: te daré la mejor parte del jabalí que casé
Saga: sonreiré para ti
Camus: te miraré con la saliva escurriendo de mi boca *Procede a mirar su hamburguesa*
Degel: Te pondré un Hiyab en la cabeza, porque me sentiré como un incompetente al no saber como cuidarte bien.
🌿🌿
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