Liberación
Tenía un tiempo libre y decidí colgar el capítulo.
¡Que lo disfruten!
Felicidades a Horikoshi-sensei y al manga de Boku no Hero academia por llegar a la publicación de su capítulo 100, espero que continúen por muchos años más y que nos den 1000 capítulos más de felicidad.
Aclaratorias: Los pensamientos y énfasis van entre comillas "...", los recuerdos Y/O flashback van entre comillas latinas «...», los desvaríos en alta velocidad de Deku irán entre las tilde ~... ~
Advertencia: Contenido shonen-ai y yaoi (+18).
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece todos son propiedad de Kōhei Horikoshi.
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Liberación
Eran las seis y algo de la mañana. El sonido del camión de la basura que hacia sus labores habituales le despertó. Antes de abrir sus ojos, sintió como su brazo izquierdo estaba entumecido ligeramente. Que molestia, seguramente había dormido en una mala posición. Bostezó somnoliento, aun tenía sueño pero ni modo, aprovecharía para prepararse algo de comer porque su estómago le gruñía. Pretendió levantarse, pero un peso adicional se lo impidió, sus parpados se abrieron al instante viendo una cabellera verde encima de él.
—¿Qué rayos?...
Era Deku, quién dormía plácidamente apoyado sobre su hombro. ¿Qué demonios hacia ahí? Intentó recordar que había ocurrido, más su mente estaba en blanco. Comenzaba a desesperarse pero en ese instante, algo lo distrajo, un agradable cosquilleo que le recorrió en esa parte tan sensible de ser. Levantó la cobija sólo para darse cuenta que estaba totalmente desnudo y además... ¿Tenía una erección? No era extraño que un chico de su edad pasara por esto en las mañanas, el problema era que la situación en la que estaba no era normal. Quiso moverse pero Izuku tenía su mano entrelazada con la suya y ligeramente sujeta entre sus piernas, las cuales se encontraban flexionadas hacia su pecho. Parecía estar a gusto a su lado y hacía leves sonidos con su nariz con una cara llena de tranquilidad. Katsuki se movió una vez más, con un poco de rudeza, tratando de soltar el agarre hasta que por fin se pudo liberar.
Analizó rápidamente la situación: Es de mañana, Deku en su cama, él desnudo, con una erección. Ya todo estaba claro.
Se colocó de rodillas y gateó hasta posicionarse encima del joven que aún estaba profundamente dormido. Le miró el rostro y lucía realmente tierno, con esa boquita semiabierta y sus mejillas algo sonrojadas debido al frío. Se acercó con cautela para de forma seductora darle una lamida a sus labios mientras introducía su mano debajo de la franela para acariciarle el abdomen. Pudo sentir la suave piel con la yema de sus dedos al igual lo trabajados que estaban los músculos de esa zona. No sabía porqué pero esto le excitaba aún más de lo que ya se encontraba.
El muchacho de pelo verde se removió intranquilo aunque eso no le despertó, sino procedió a acomodarse mejor sobre el colchón atrayendo las rodillas hasta su pecho. —Hmm... Kacchan... No le des tan fuerte...—, balbuceó dormido.
"¿Qué demonios está soñando Deku?"
Eso no era importante, lo importante es que estaba a punto de enloquecer, enloquecería sino completaba aquella acción que su cuerpo le demandaba en este mismo instante, por lo que en un sólo movimiento, le jaló al que tenía en frente, el pantalón y su ropa interior hasta las rodillas.
Izuku abrió los ojos enseguida al sentir la brusquedad con la que fue asaltado. Buscó al culpable y ahí estaba: Kacchan, el cual estaba terminando de bajar las prendas por sus piernas para luego deshacerse de ellas lanzándolas al piso.
—Ahora sí, va empezar lo bueno...—, dijo el rubio con un tono enfermizo.
—¿Ka-Kacchan? ¿Q-Qué estás haciendo...?— Izuku temblaba sin control sobre la cama al no saber lo que estaba sucediendo. Katsuki le obligó a darse la vuelta para quedar boca arriba, pero instintivamente por el miedo, Midoriya se apartó hacia atrás queriendo huir. Chocó con el cabezal de la cama haciendo un inútil intento por taparse su desnudez con la franela que traía puesta.
Bakugou chasqueó la lengua con un leve enojo que terminó por volverse en una sonrisa retorcida, al notar la timidez de ese niño. —¿Para qué te tapas? Desde aquí puedo ver todo.
¿Esto era real? ¿Kacchan estaba intentando terminar lo que comenzaron ayer? No, no; lo de ayer fue un momento de delirio. Esto tenía que parar. —¿Q-Qué haces?—, dijo con una voz temblorosa.
—Ya sabes... Lo que te hago todos los días...
Estaba confundido. ¿A qué se refería con eso? —¿De qué estas...?
—Ven acá— Sin dejarle terminar de hablar, le tomó por las piernas y lo jaló, hasta que su pelvis quedó a unos cuantos centímetros de él. Se situó en su parte baja, específicamente en el interior de sus piernas, para besarlas y lamerlas a su antojo, dejando leves marcas en el proceso. El temblor que percibía desde su víctima le agradaba, eso significaba que estaba haciendo bien su trabajo.
—¡Detente Kacchan!— Viéndose acorralado, usó una de sus manos para tomar del cabello a su amigo y tirar de él, intentando que se detuviera de esta locura que estaba cometiendo.
Katsuki le ignoró a pesar de estar siendo maltratado, el sabor estaba disfrutando sólo podía ser equivalente a la miel. Que dulce y suave era Deku. No podía detenerse aunque quisiera. Su lengua acariciaba cada milímetro de esa piel aterciopelada y sus dientes se encajaban en la carne de sus muslos con suavidad, experimentando un deleite inimaginable que se injertaba en su cuerpo como un líquido caliente que le quemaba desde la garganta hasta el estómago. Deseaba morderle con toda las fuerzas que su ser le permitiera hasta hacerlo gritar, pero al mismo tiempo no, no quería dañarlo. Eran sentimientos tan desiguales e irracionales que ni él mismo entendía, pero algo estaba claro: estaba probando lo más exquisito del mundo.
Dio por último una larga lamida que recorrió toda la cara interna de la pierna, haciendo que el pobre Deku tuviera un escalofrío descomunal.
—¡D-Detente!...
Bakugou sonrió con gusto y terminó por relamerse los labios, sintiéndose lleno de gozo por lo que estaba produciendo en Izuku. Quería seguir, por lo que bajó de nuevo a aquel lugar para seguir maravillándose con el sabor placentero que estaba degustando, pero en ese momento recibió un jalón más fuerte.
—¡Ya basta Kacchan!
Se enfadó de sobre manera al ser tratado con tanta rudeza. —¡Demonios! ¡Hoy estas demasiado molesto! ¡Siempre eres tan dócil! ¿Qué demonios te pasa?—, gritó sobresaltado.
Unas pequeñas lagrimitas se hicieron presentes en los ojos color esmeralda de Midoriya, nervioso y muy inseguro de la extraña actitud de Kacchan. —¡Detente o te golpearé!
—¡No me digas que hacer! ¡Este es mi puto sueño, puedo hacer lo que se me dé la gana en él y tú tienes que obedecerme!
—¿Q-qué estás diciendo?—, preguntó entrecortado. ¿Acaso Kacchan estaba dormido aún? Esta era la única explicación que encontraba coherente para lo que estaba sucediendo.
Le golpeó la mano que le estaba lastimando para librarse del agarre y bajó de nuevo para seguir con lo que estaba haciendo. —Hoy estás jodidamente apetitoso. No quiero detenerme...
Vio en cámara lenta como Kacchan se acercaba nuevamente para seguir con la labor que le tenía tan fascinado. No, esto no podía continuar, se estaban saliendo de control nuevamente. —¡Despierta Kacchan! ¡Esto no es un sueño!—, gritó a todo pulmón, ganándose la atención del mayor.
—¿Ah?— Bakugou abrió los ojos exageradamente al escuchar esas palabras. "¿Esto no es un sueño?" Tenía que serlo, porque era imposible que el idiota de Deku estuviera en su casa y más aún sin que él lo supiera.
Izuku aprovechó el momento y se bajó de la cama para colocarse rápidamente la ropa, mientras respiraba agitadamente.
Su amigo estaba completamente pasmado intentando procesar lo que estaba ocurriendo. Observó al chico pecoso frente suyo, el cual se mostraba nervioso y con miedo de lo que ocurría. Ahora que se detenía a pensar, en sus sueños Deku prácticamente le rogaba que lo tocara y que lo hiciera suyo, pero éste era diferente, se parecía más a... El Deku nerd de siempre... Cuando por fin lo entendió su cara se volvió roja al instante, si este no era un maldito sueño... ¿Por qué demonios estaba ese inepto aquí?
Un grito ensordecedor se escuchó por toda la casa.
La señora Bakugou se despertó a causa del alboroto y se dirigió a la habitación de su hijo. Al abrir la puerta la escena que vio le dejó sorprendida. Su pequeño Katsuki se encontraba de pie sobre la cama tapando su desnudez con una almohada, gritándole furiosamente a Izuku que se encontraba en el suelo bastante asustado por el mal carácter de su hijo.
—¿Qué es este escándalo Katsuki?
—¿Qué demonios hace este maldito nerd en mi cuarto?
—No le digas así a Izuku-kun, más bien deberías agradecerle.
—¿Qué...?
—Él vino desde su casa para ayudarte. Te desmayaste en el baño mientras hablaban por teléfono. ¿No lo recuerdas? Debes estar agradecido con él, quién sabe qué te hubiera pasado si él no me avisaba.
Hubo un silencio incomodo, donde la cara de Katsuki no podía estar más desencajada con cada palabra que decía su madre.
—Además...—continuó ella— yo fui la que le pedí que se quedara a dormir, Izuku es tu amigo, no sería nada raro que se quedase a dormir aquí.
—¿Ah?—, murmuró el rubio al no entender lo que escuchaba.
La señora Bakugou rascó su cabeza despreocupadamente mientras bostezaba. —Rayos, es muy temprano para que andes con esa actitud. Vístete, les preparé el desayuno—, mencionó de lo más normal posible.
"¿El desayuno?", pensó Izuku. —¿Ah?... ¿Q-qué hora es?— Se preocupó al notar por la ventana como el sol ya había salido. A pesar que los adiestramientos con All Might habían terminado hace mucho tiempo, él tomó por costumbre hacer su propia rutina de entrenamientos al amanecer. Sabía de sobra que su actual condición física era un impedimento importante para el correcto desarrollo de su Quirk, apenas si había alcanzado el suficiente nivel para soportarlo, por ello era necesario entrenarse día tras día para que su cuerpo adquiriera la capacidad necesaria para poder usar el One for All como era debido y sin causarle lesiones. Al principio, su sueño fue convertirse en un héroe tan grande como el hombre que admiraba profundamente, pero con todo lo que había vivido su visión de lo que era su sueño cambió. Ahora quería ser un héroe que ayudara a todos y que pudiera tener la suficiente habilidad para cargar con el deber que le fue encomendado por sus antecesores: Ser el futuro símbolo de la paz. Nunca, pero nunca, ningún día dejaba de entrenar, eso fue una meta que se propuso y que no fallaba por nada del mundo.
—Son casi las siete—, dijo la mujer.
Ya iba muy tarde, generalmente despertaba a las cuatro de la mañana y salía de su casa a las cinco para ejercitarse y regresaba a esta hora. Todo para que le diera tiempo de tener un entrenamiento fructífero y no faltar a sus deberes diarios como estudiante de Yūsei. No podía fallar, debía ir aunque su cronograma se hubiese salido un poco de control. —¡Oh no! ¡Lo olvidé por completo! ¡Tengo que irme!— Se movió rápidamente sin importarle nada la situación en la que estaba y salió por la puerta.
—Espera Izuku-kun—le llamó la señora Bakugou— vi que no trajiste zapatos.
—Ah, ayer salí tan rápido de mi casa que no me preocupé por eso.
—Te prestaré unos de Katsuki.
—No se preocupe, mi casa está muy cerca— Estaba dispuesto a irse, hasta que escuchó ese nombre y recordó lo que había sucedido. Volteó a ver a Kacchan con una mirada serena.
Éste estaba gravemente sonrojado, enojado y sin poder hablar o moverse del mismo lugar de hace un momento.
—Kacchan, nos vemos mañana...—, dijo dándole una sonrisa para salir corriendo hasta la entrada.
—¿Qué pasará con el desayuno?—, mencionó la rubia.
—¡Descuide, comeré en mi casa! ¡Muchas gracias por todo!—, gritó mientras bajaba por la escalera.
La mujer sonrió y se cruzó de brazos mientras se recostaba al marco de la puerta. —Ese niño... ¿Cuánto tardará en darse cuenta que la puerta está cerrada con llave?— Ella volteó hacia su hijo y le miró con seriedad. —Eres afortunado al tener un amigo como él a pesar de tu carácter detestable. No lo eches a perder— Luego de unos minutos, escuchó unos balbuceos que provenían de la planta baja por lo que bajó las escaleras con tranquilidad para abrirle la puerta a Izuku, dejando a Katsuki fuera de lugar.
—¡No sabes nada, vieja bruja!—, gruñó furioso.
Se dejó caer en la cama y hundió la cara en la almohada para dar un grito abrumador. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Qué estaba a punto de hacer? O mejor dicho... ¡¿Qué mierda acababa de hacer?! Porque lo hizo, se comportó como un idiota pervertido frente a Deku. De sólo recordarlo sentía la necesidad de volarse la cara con una de sus explosiones. Las palabras desvergonzadas que había dicho y que prácticamente le estaba arrebatando su inocencia con ese comportamiento tan lujurioso... No era posible, él no se comportaba de esa forma. Su orgullo fue lanzado a la basura y seguramente ese nerd se estaba burlando de él en este mismo instante. ¿Por qué perdía todo control cuando se ese inepto se trataba? Desde hace un tiempo se lo venía planteando, porque no era normal actuar de esa forma con la persona que más odiaba en el mundo.
Ésta era la vergüenza más grande que había sentido en su vida.
Se quedó estático por un tiempo, sin querer pensar en lo que estaba ocurriendo dentro de su pecho, luego de unos minutos su madre le llamó para que viniera a desayunar. Se vistió y caminó en modo automático hasta la cocina y se sentó sin promediar palabra, miraba fijamente la comida con sus ojos desorbitados y quizás perdidos en otro lugar que no era el que estaba viendo.
—¿Estás bien, Katsuki?—, preguntó su padre al ver la extraña actitud de su hijo.
El joven no respondió y metió lentamente las cucharadas de cereal en su boca, una a una, masticando sin ganas y sin siquiera parpadear, fueron unos minutos bastante incómodos para sus padres hasta que por fin terminó de comer. Se levantó de la mesa y colocó los platos en el fregadero.
—Iré a mi habitación...—, murmuró. Respondiendo como si alguien le hubiese preguntado, caminó lentamente hasta que subió las escaleras por inercia.
Los señores Bakugou se miraron preocupados, esta no era la forma habitual de comportarse de su niño, generalmente se pasaba toda la comida peleando con su madre y mandando a callar a su padre, pero hoy ni siquiera había pronunciado ninguna palabra.
El rubio entró a su habitación y observó lo vacía que estaba.
En esa oscuridad comenzaba a recordar todo. Su respiración fue en aumento intentado calmar la consternación que llevaba por dentro. ¡Qué deshonra para su hombría! ¡Qué desgracia para su salud mental! No podía creer lo que estaba pasando. Se desconocía así mismo, ¿quién demonios era? Porque Bakugou Katsuki, no era así, no era débil, no era un desorientado.
Se dejó caer sobre el colchón, se retorció con agonía y desesperación apretando con fuerza la tela y mordiendo las sabanas con rabia. Había caído tan bajo... Dejándose manipular por sus emociones, fallándole a sus ideales y doblegándose a sus impulsos más banales. Se detestaba por eso, y más porque sabía que estaba mal lo que hacía, pero no dejaba de hacerlo. Era como si su corazón le dijese que estaba bien, que debía aceptarlo.
—¡No, maldición, no!...
Odiaba a Izuku. ¿Pero desde cuando comenzó eso? Ya no lo podía recordar. Sabía que era por su forma de ser tan mediocre, era tan débil y aún así intentaba sobrepasar todos los límites que se le impusieran en su camino. Eso era detestable. Porque Deku no había nacido privilegiado como él, pero alcanzaba cada una de sus metas como si fuera algo de lo más normal. No era justo, él debía ser un total inútil, así nació y así debía ser. Debía estar por debajo suyo viendo como alcanzaba la gloria y se gratificaba al obtener todo lo que Deku no pudo tener. Pero eso no era así, una y otra vez Deku lo alcanza y lo sobrepasaba, le dejaba en ridículo y le hacía perder la compostura.
Por eso lo odiaba, porque lo necesitaba como escalón para ser el mejor, pero él no seguía siendo un completo inútil, estaba su par y quizás un paso más arriba, dándose el gusto y el descaro de extender su mano para tratar de ayudarlo como si lo necesitara, como si él no fuera el gran Bakugou Katsuki, sino un debilucho que depende de otros.
Si eso era así, ¿porqué su corazón no dejaba de latir cuando estaban solos? ¿Por qué tenía un deseo incontrolable de mantenerlo bajo su control y que estuviera sumiso bajo sus brazos? Él no era un niño. Sabía perfectamente lo que eso significaba, pero no quería aceptarlo, no. No había motivos para creer algo tan absurdo como eso.
No quería aceptarlo porque le daba miedo, le producía rabia, le hacía sentir asco de sí mismo y no le gustaba para nada la idea. Se resistía a ver la realidad tal como era, pero eso sólo aumentaba el sufrimiento que se le acumulaba en el pecho, llevándolo a experimentar ansiedad e indignación.
Se haló del cabello como un desahogo a su frustración y cuando eso le molestó, optó por morderse sus manos hasta que perdió la sensibilidad en ellas, dando gritos ahogados para no ser escuchado por sus padres y no pasar más vergüenza y humillación como la que estaba experimentando en este momento. Se tumbó boca arriba, gruñendo cada tanto y tratando de recuperar el aliento perdido en vano.
La imagen alegre de Izuku vino a su mente.
—Ese idiota...
Todo era culpa de Deku, de su forma idiota de ser, por preocuparse por demás todo el tiempo y meterse donde no le llaman, por su actitud de nunca rendirse, por mostrar esa sonrisa de mierda que derretía a todo el mundo hasta a él...
—Deku...
«Kacchan»
«¡Increíble, Kacchan!»
«No digas qué prefieres perder, ese no eres tú»
«Kacchan, es porque eres realmente asombroso que quiero ganar»
«¿Cuándo entenderás que a pesar de todo, yo si te considero un amigo?»
«¡No te das cuenta que si te pregunto todo el tiempo como estas, no es porque te menosprecie, es porque eres muy importante para mí!»
Y en ese momento abrió los ojos sorprendido mientras miraba el techo, en su corazón una dura pared se derrumbó al ser golpeada por la ferocidad de sus latidos que comenzaban a retumbar, dejando ecos en aquella cavidad donde se encontraba y que producía un escalofrío por el resto de su cuerpo.
Se tapó los ojos con su antebrazo, y comenzó a respirar con normalidad. Una agradable sensación le llenó y le hizo sonrojarse, pensar en Izuku le hacía feliz y al mismo tiempo le llenaba de rabia. Era tan extraño, pero era algo que le gustaba sentir. Analizó aquellos encuentros desenfrenados, donde perdieron la compostura, y el sentimiento que se albergó en su pecho en esas circunstancias y era equiparable a este.
Lo odiaba, sí.
Pero quizás le odiaba por razones diferentes.
"Te odio por ser como eres. Te odio por brindarme tu mano cada vez que lo necesito. Te odio porque me miras con esos ojos llenos de preocupación. Te odio por esa sonrisa colmada de amabilidad. Te odio por tu cara de idiota cada vez que me miras. Te odio porque me haces sentir algo que me gusta."
—Como te odio, maldito Deku... pero... ¡Maldición!... Tengo que aceptar que...—respiró profundo— m-me... g-gustas...—, susurró con su boca temblorosa y apretando los dientes con fuerza.
Una estúpida sonrisa decoró su rostro cuando por fin lo aceptó.
Una puerta mágica se abrió dentro de él dándole paso a un gran alivio, liberándolo de esa aflicción y ofreciéndole una oportunidad de ver las cosas de otra manera.
Ese día prefirió no salir de su habitación, se quedó en la oscuridad de su cuarto, recordando viejos tiempos y explorando esos nuevos sentimientos que acababa de descubrir.
.~*~.
La brisa matutina le despeinaba el cabello mientras corría por las calles de su vecindario. El sol comenzaba salir por el horizonte haciéndole saber que hoy sería un esplendido día. Era domingo, pero no uno como cualquiera, era el día que iría con Kacchan a Heroland como parte de su premio y al mismo tiempo para hacer el informe que les fue asignado. Pero esto último era lo que menos le importaba, toda su mente estaba concentrada en su compañero y en el riesgo que conllevaba hacer dicho paseo. Sabía a la perfección que no sería fácil estar todo el día junto a él, su relación no podía estar más extraña y complicada. De sólo recordar lo sucedido hace un día, le sonrojaba hasta creía sentir en su piel los besos y mordidas que le fueron dados en aquel momento de locura. No entendía nada y ya le dolía la cabeza de pensarlo tanto, así que simplemente había decidido ver como resultaban las cosas. Su amigo de la infancia era alguien especial, con un carácter demasiado fuerte y explosivo, llevarse bien parecía una tarea imposible pero al mismo tiempo debía lidiar con la confusión por todos esos "roces" que habían tenido.
Estaba feliz porque de alguna manera se sintió especial, aunque por otra parte, todos los miedos comunes de un adolescente se aglomeraban en su cabeza, impidiéndole estar tranquilo.
—¡Pero eso acaba en este mismo instante!
Se dio dos palmadas en el rostro para despejar esos pensamientos y se concentró en disfrutar este día al máximo. No siempre podías tener la oportunidad de ir a un lugar tan genial como ese parque de diversiones, además la compañía no le molestaba; le asustaba, pero no le molestaba, así que trataría de no enfadarlo y disfrutar de su estancia en aquel sitio.
Llegó hasta su casa y se dio una ducha para refrescarse después de ese ligero calentamiento que realizó, generalmente los fines de semana sólo hacia rutinas cardiovasculares para no perder la resistencia y al mismo tiempo descansar sus músculos para las actividades que requerían mayor trabajo entresemana.
Pidió el desayuno a su madre, como siempre fue recibido con un ostentoso desayuno tradicional japonés. Lo comió con gusto y dio las gracias al finalizar.
Eran las siete y cuarenta minutos de la mañana cuando vio el reloj que se encontraba encima del escritorio de su habitación.
Ahora que se detenía a pensar un poco... Esto era como una cita, ¿verdad? Aunque...
«¡Prefiero morir antes de ir a una cita contigo!»
Cierto, esto no era una cita, pero eso no le quitaba la ilusión. Ir a un parque de diversiones con la persona que te gusta, era el deseo de cualquier joven.
Miró por un instante hacia la cama donde se encontraba la ropa que escogió y le pareció algo aburrida. Abrió animado su closet y comenzó a hurgar dentro, intentando encontrar algo más cool. Unos minutos pasaron pero nada de lo que elegía le convencía por completo.
Abrió los ojos cuando cayó en cuenta que parecía una chica seleccionando el atuendo en su primera cita. Se sonrojó y movió su cabeza para todas direcciones.
—¡Esto no es una cita! ¡Vamos por la tarea!
Observó de nuevo el reloj y ya eran las ocho. Se asustó de sólo pensar que podría llegar tarde y que eso le hiciera botar fuego por la boca al rubio. Kacchan era muy puntual.
Tomó lo primero que vio y lo decoró con sus habituales zapatos rojos. No podía olvidar su mochila y la cámara, y el boleto, y el libro de autógrafos, y un pañuelo... Y así un montón de cosas que metió en su ahora pesada mochila. No quería que les faltara algo y que eso pudiera arruinarles el día. Salió de su habitación tan aprisa como pudo, ni siquiera se peinó y tampoco es que lo necesitara, porque su cabello parecía armarse solo como por arte de magia.
—Izuku, te hice el almuerzo, no olvides llevarlo.
Él lo tomó entre sus manos y vio otro bentō en la mesa. —¿Ese es tuyo, mamá?
—Que dices, ese es para Katsuki-kun. Irán juntos ¿no?
—Ah... bueno, si...
—Conociendo a la señora Bakugou seguramente le dará dinero para almorzar, pero es mejor un almuerzo casero, después de todo.
—¡Gracias mamá!
La sonrisa de su hijo hizo muy feliz a la mujer, que le dio un beso en la mejilla mientras lo despedía desde la puerta.
Izuku corrió rápidamente hasta llegar al sitio donde acordaron verse, la zona estaba concurrida y a simple vista no logró reconocer a su amigo. Según el reloj de aquel lugar eran las ocho y treinta, no sabía cómo, pero había llegado más rápido de lo que creyó. Sacó su celular para llamarlo, pero antes que pudiera hacerlo, halló esa cabellera rubia que se distinguía fácilmente de los demás.
Mientras se acercaba detalló al muchacho, que se encontraba recostado a un pilar y ojeaba su teléfono despreocupadamente sin importarle que las personas se le quedaran viendo, al reconocerlo por sus hazañas en el festival deportivo. Venía vestido de forma casual, con unos pantalones color marrón ceñidos al cuerpo, una camisa blanca a tres cuartos y una chaqueta a juego de color rojo oscuro. Se veía fresco y juvenil, como siempre Kacchan era tan genial ante sus ojos.
—Kacchan...
Bakugou dirigió su mirada hasta el chico que venía caminando a un paso bastante apresurado. Su rostro era un desastre, entre agitado y preocupado, rió para sí mismo por la actitud de ese niño, no había cambiado nada después de tantos años. Le observó con detenimiento y percató que algo si había cambiado y eso era su cuerpo, los años no habían pasado en vano para el muchacho de cabellos verdes; era más alto y más corpulento, seguramente debido al entrenamiento. Se cuestionaba donde había ocultado su figura porque a través de la ropa de la secundaria nunca se dio cuenta de nada, pero ahora que lo había visto varias veces sin camisa podía decirlo con propiedad, o mejor dicho, esta era la primera vez que se tomaba el tiempo de analizarlo sin ninguna intención homicida de por medio.
Su ropa era tan extraña como él, llevaba puesto unos short holgados de color verde oliva con bolsillos a los costados que le llegaba hasta las rodillas, una franela blanca y un chaleco acolchado color azul marino; y por supuesto, no podían faltar sus grandes zapatos de color rojo que al parecer nunca se quitaba. Aunque no era una ropa muy a la moda, debía admitir que no se veía nada mal, después de todo así era su estilo.
Al llegar, Izuku respiró profundo para recuperar el aliento. —Lo siento Kacchan, ¿tienes mucho tiempo esperando?
Colocó una cara de enojo sin ningún fundamento sólo para asustarlo. —¿Ah? ¡Estúpido Deku! ¿Cuánto tiempo crees que tengo aquí parado? ¿Piensas que tengo todo el tiempo del mundo para perderlo por tu culpa? ¡Llegas demasiado tarde!
—Pero... apenas son las ocho y cuarenta... llegué unos minutos más temprano...
—¡Ya vámonos! Espero que ahora no me digas que dejaste tu boleto, nerd idiota.
—No te preocupes lo guardé en la mañana.
Izuku caminó detrás de Bakugou todo el tiempo, estaba nervioso, demasiado para su gusto. Tampoco se sentía con el suficiente valor para mirarlo a la cara por mucho tiempo, porque enseguida recordaba todas las cosas indecentes que habían hecho, por lo que mirar el piso era una buena opción.
El rubio se subió al metro que daba hasta la estación de Yokohama donde se encontraba el parque, llegar hasta ahí les tomaría una hora aproximadamente. Izuku entró después de él con bastante dificultad, era una hora concurrida donde las personas se movilizaban para ir a sus trabajos, aunque siendo Domingo no había tantas como entresemana.
—Kacchan, ¿Dónde estás?...—, susurró no queriendo incomodar al resto de los pasajeros.
No podía ver a su amigo entre tanta gente y se preocupó, sabiendo que no podría encontrarlo fácilmente sacó el móvil y le envió un mensaje:
"¿Dónde estás, Kacchan?"
"¿Dónde demonios estás tú? ¡No me digas que perdiste el tren, nerd!"
"No, entré en el mismo vagón que tú, pero no puedo verte"
Se quedó esperando una respuesta pero ésta nunca llegó. Varios minutos pasaron cuando sintió que alguien se pegaba a su cuerpo desde atrás.
"¿Kacchan?"
Cuando miró de reojo no era quien se esperaba, se trataba de una mujer de cabello rubio, vestida de una forma sugerente y que a simple vista se veía que era mayor que él, se le acercó peligrosamente por el cuello y le susurró a la oreja.
—Que jovencito tan simpático, ¿estás solo?
—Señorita creo que se ha equivocado de persona...— Sin poder moverse debido a la cantidad de gente que les rodeaba habló desde esa posición, bastante sonrojado y apenado por la familiaridad con la que lo trataba la mujer y la cercanía que prácticamente había desaparecido para ese momento. Ella lo abrazó por detrás y comenzó hablarle con un poco más de fuerza como si fueran conocidos.
—Que mal educado, ahora haces que no me conoces...
—¿Ah?
Aprovechó las circunstancias y con disimulo le acarició el pecho al chico sobre la ropa. —Que fuerte eres, lo puedo saber sólo con tocarte... Así me gustan los hombres; fuertes y con una cara linda.
Izuku estaba a punto de desmayarse por la vergüenza, comenzó a balbucear cosas sin sentido y moverse de forma extraña.
Debido a la actitud de Midoriya, la mujer se enojó, estaba atrayendo demasiadas miradas. —Quédate tranquilo, señorito fortachón—le susurró mientras le colocaba por la espalda un cuchillo—Ya falta poco para llegar a la estación, cuando estemos ahí me darás tu bolso, se ve que traes algo de valor, está bastante lleno. No te muevas y todo saldrá bien.
No podía creerlo, un estudiante de héroe estaba siendo asaltado por una vulgar –y sexy– ladrona de tren. Prefirió no hacer nada por ahora, tenía prohibido usar sus poderes fuera de la escuela y tampoco quería formar un alboroto. La única opción que le quedaba era esperar hasta la próxima parada e intentar usar su propia fuerza para detenerla.
—No es nada personal niño, es la situación del país, no es fácil encontrar trabajo y menos con mi apariencia, piensan que sólo soy una mujerzuela. Qué sistema tan asqueroso tiene esta sociedad. Juzgar alguien sólo por su apariencia.
—Eso no es escusa para cometer un delito.
—Tienes razón... Quizás, simplemente me guste el dinero fácil y no pierdo la oportunidad para aprovecharme de niños con cara de idiota como tú... Aunque...—acercó su mano libre hasta el trasero de Izuku y lo acarició suavemente provocando un escalofrío en el menor— no es mentira que me gustas pequeño... tienes todo en el lugar correcto y como me gusta...
—¡Vaya!— Exclamó con fuerza Katsuki que se encontraba detrás de la mujer, haciendo que todos miraran hacia el sitio. —No puedo dejarte ni un minuto nerd, porque viene una perra a asaltarte. ¿Y aún así quieres ser un héroe?—, el joven había visto todo desde el comienzo pero esperó el momento oportuno para actuar.
—¡Kacchan!
Ella volteó sorprendida. Los nervios le estallaron a mil al saber que había sido descubierta, intentó hacerse la inocente pero viéndose acorralada, tomó a Izuku como rehén y se pegó contra las puertas de salida esperando la oportunidad para escapar.— ¡Si se acercan lo mataré!— Amenazó, colocándole a Izuku el cuchillo en el cuello.
La gente se asustó y se apartaron de la conmoción acercándose a los laterales del vagón.
—¡Adelante!—dijo caminando despreocupadamente hasta ella— Pero te advierto que los idiotas como él no mueren tan fácil y menos por una basura como tú...
—¡No estoy jugando!—gritó desesperada, apretando más el filo a la piel de su víctima, haciéndolo sangrar un poco. —¡Le cortaré el cuello!
Bakugou sintió su cabeza hervir por la rabia al ver esa gota de color rojizo deslizarse por la piel de Deku. En un sólo y veloz movimiento le apretó con fuerza el rostro a la mujer. Izuku se soltó del agarre y el rubio aprovechó para estrellarla contra el piso.
La mujer gritó con agonía debido al dolor, su sangre no tardó en salir por su frente.
Katsuki viéndola con desprecio bajó para susurrarle en la oreja: "Si te vuelves a acercar a él, yo seré él que te matará".
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Siento que el capítulo salió algo corto, pero bueno, tuve que cortarlo para no confundir ésta parte con la que sigue xD. Espero que les haya gustado; y de nuevo, gracias por todo el apoyo que siempre me dan. Les aprecio un montón.
P.D.: Perdón si pongo muchos recuerdos, me gustan por los feelings.
Saludos.
Byebye!
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