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Inquietud


¡Hola a todos!

Lamento no haber actualizado en algún tiempo, me entró una depresión muy grande, causada por el estrés, el trabajo, mis deberes y mi ocio, nada coherente salía de mi cabeza. Hasta creo que mi forma de redactar se vio afectada por ello. Mi amigo Axeex, me abrió los sentidos sobre el capítulo anterior -gracias por eso-, me di cuenta de muchas cosas, quizás mi redacción no fue tan buena y me disculpo por eso, tal vez, ésta tampoco sea la mejor de todas, ya ni siquiera sé que hago escribiendo esto, pues todo lo que escribo no termina de encajarme como antes. Lo único que me permite continuar es mi fuerte compromiso y cariño para ustedes mis lectores, que siguen esta historia fielmente y que con sus comentarios llenos de ánimos hacen sobre pasar mis frustraciones.

Lo más seguro es que la regularidad con la que publico los capítulos baje, no solo por mi inestable estado de ánimo, sino que estoy entregando mi tesis, trabajando y haciendo servicio comunitario... Y la casa... y lo deberes... y las weas de la vida...

Me disculpo nuevamente, pues sé que no están aquí para leer mis lamentaciones ni mis problemas, pero gracias por observar estas cortas –largas– líneas que me hacen liberar un poco de toda la tensión que tengo acumulada.

En cuanto al capítulo de hoy, salió súper largo, redundante y algo lento. En especial cuando hay diálogos entre varias personas. Pareciera que me apuñalearan el estómago cuando tengo que escribirlos, no sé cómo manejar esas situaciones al redactar, por eso me gusta las escenas cuando sólo hay dos personajes interactuando. Sorry por eso...

Lo peor que me puso pasar, fue que tarde una semana escribiendo este capítulo y cuando abro hoy mi Facebook lo primero que veo es una imagen de lo que pasa en este capítulo y yo: *La puta vida, ahora dirán que me copie... xD* No iba a borrar todo y cambiarlo, no iba a desperdiciar tantas horas en vano, así que igual lo dejé...

En fin, aquí termina mi sesión de La Rosa de Guadalupe por esta semana.

Gomensai...

Advertencia: Contenido shonen-ai , yaoi y lenguaje vulgar (+18).

Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece todos son propiedad de Kōhei Horikoshi.

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Inquietud

Algunas semanas pasaron desde que Izuku y Kacchan entablaron una supuesta relación. Nada parecía haber cambiado, en la escuela no hablaban ni tenían ningún tipo de interacción y sus encuentros como pareja se limitaban a caminar desde la estación hasta sus casas. En los momentos que estaban juntos, las palabras difícilmente se hacían presente y todo resultaba ser incomodo. Tampoco habían pasado de besos desde aquella vez.

A Izuku ya no le importaba que esto fuera así, estaba bien para él, se divertía con tener a su mejor amigo a su lado y por lo menos tener la dicha de ver sus gestos de enojo y de vergüenza más cerca que antes, le agradaba de sobremanera que ahora se saludaran animadamente por las mañanas y caminaran tomados de las manos. Cada pequeño detalle, lo hacía feliz, si era con Kacchan todo era importante y significativo. No esperaba más y le bastaba con eso.

Y aunque a Izuku no parecía importarle, Katsuki se carcomía la cabeza a diario, preguntándose por qué demonios seguían juntos. No era razonable que lo estuvieran. No le gustaban las mismas cosas, no tenían nada común y lo más importante es que nunca se habían llevado tan bien como para ahora andar felizmente agarrados de la mano como si nada pasara.

Se preguntaba a veces, si Deku aún le tenía miedo, porque él no decía nada al respecto ni se quejaba de esta situación. Cuando eran niños pensaba que eso era bueno, después de todo debía ser así para que supiera quién era el que mandaba, pero eso ya no era nada coherente, eran novios, no es normal que tenga miedo ahora. Los hábitos que se han arraigados en la carne son difíciles de olvidar y eso es algo que Katsuki sabía muy bien.

El deseo de romperlo a golpes y el gritarle, frecuentemente le consumían, si no fuera porque ahora sentía algo de cariño por él, seguiría siendo lo mismo que antes.

No sabía qué quería en realidad.

Estar con él o aplastarlo.

Era una molestia el no saberlo...

¿Entonces qué era lo que no le permitía mandar todo esto al carajo?

Tan pronto como se sumergía en sus pensamientos para descifrarlo, la respuesta llegaba de inmediato: Esa sonrisa que Izuku le brindaba todo el tiempo era la culpable; o tal vez, se debía a esa actitud alegre e idiota que no dejaba de enojarlo y sorprenderlo. No lo sabía, aunque con solo mirarlo desde lejos sentía que su corazón trataba de escapar de su pecho, dando brincos de felicidad al saber que Deku era suyo.

Odiaba eso.

Odiaba que esta relación no tuviera lógica, pero que fuera lo más real e importante que hubiera sentido por otra persona.

Lo odiaba y le gustaba.

No obstante, sabía que era su culpa que no funcionara, por ser tan frío y cabeza dura. Esa actitud tan suya y que no estaba dispuesto a abandonar por nada del mundo. Ser así, le daba seguridad y la fuerza necesaria para enfrentarse a quien sea por sus ideales. No cambiaría por nadie.

Menos por Deku.

Aunque, algo debía hacer, porque era insoportable estar así; y romper no era un opción. Para él, estaba claro. Si terminaran, todo hubiera sido en vano. No lo haría. No cuando pasó una agonía incalculable sólo para aceptar que le gustaba ese idiota. No quería que su relación acabara, sin embargo, tampoco deseaba tener que soportar toda esa mierda día tras día.

—¡Bakugou! —Kaminari le trajo a la realidad.

Parpadeó un par de veces para que sus ojos enfocaran con claridad donde se hallaba. No recordaba que se encontraba en la cafetería, ni en la escuela y ni siquiera sabía que hacia comiendo con esos tres idiotas. Esto le comenzaba a afectar de verdad. La mente había volado de su cabeza, queriendo huir de todas esas dudas que le rondaban desde hace días. Últimamente no podía concentrarse.

—Te estoy preguntando algo Bakugou... —volvió a insistir el de cabello rubio al ver que no recibía una respuesta.

Les miró desconcertado, hasta que cayó en cuenta que hablaban con él.

—¡¿Qué mierdas quieres?! —respondió con enfado. Ahora no estaba de buen humor como para aguantarse las estupideces de ese trío de inútiles.

Los jóvenes se miraron intrigados, de verdad Bakugou se comportaba extraño, siempre se la pasaba pensativo, mirando al vacio y su explosividad no era como antes. Prueba de ello es que ni siquiera sabía cuál era el tema de la conversación en la que llevaban más de quince minutos.

—Eh... Bueno... ¡Sí! ¡Hablábamos de chicas!

—Es cierto, decíamos que las chicas son necesarias en la vida de cualquier hombre —comentó Kirishima muy serio.

—Te preguntaba... ¿qué opinas de las chicas? —Acercó su cubierto hasta el rostro de Bakugou simulando un micrófono.

—No quiero hablar de una estupidez como esa —pronunció irritado, encajando el tenedor en el arroz. ¿Qué tontería era esta? ¿Por qué hablaban de un tema como ese? Y justo ahora. Su mente no estaba para eso, no es que no le importaran las mujeres, sino que lo único que le preocupaba en ese momento era su relación con Deku.

Viendo la actitud poco amistosa de su amigo decidieron seguir la conversación sin él.

—Bakugou siempre es tan ameno... En fin... Quiero una novia...—suspiró Denki con desgano— cuando logré entrar en Yuuei pensé que tendría la oportunidad de tener una, pero no sé qué demonios les pasa a las chicas de nuestra escuela.

—Aún tienes chance, apenas estamos en primer año, además en nuestra clase hay chicas muy lindas —Trató de reconfortarle Sero, que comía su almuerzo despreocupadamente.

—¡No hay manera! Las chicas más lindas sólo quieren chicos como Todoroki. ¡No tengo ninguna oportunidad! Con la única que creí que podía funcionar, pues su carácter es más simple, fue con Uraraka. El primer día de clases lo intenté con ella, pero desde entonces sólo tiene ojos para una persona. Era una batalla perdida desde el principio —volvió a suspirar haciendo un gesto con su mano negando toda posibilidad que tuviera.

—Eso es cierto, es tan evidente que me sorprende que él no se dé cuenta —le secundó Sero.

Bakugou arqueó una ceja cuando la conversación tomó ese rumbo tan extraño, no era idiota, sabía a la perfección de quién hablaban.

Lo sabía desde hace mucho tiempo. Esa perra era tan obvia, que le hacía hervir la sangre.

—Midoriya es tan distraído, hay que ser ciego para no saberlo —dijo Kirishima sorprendido por la inocencia de su compañero.

A dos filas, Katsuki pudo observar en una mesa a Iida, a Todoroki, a Uraraka y a Deku comiendo. Hablaban amenamente, reían y lo peor de todo es que esa mujer se encontraba tan cerca de Izuku, que él ya actuaba como un idiota. Su rostro estaba completamente rojo, sudaba y movía las manos de forma extravagante, no entendía porque esa escena lo enojaba tanto. Todo esto era un fastidio.

De nuevo volvió a apuñalar su comida, sus acompañantes quedaron atónitos por esa actuación repentina y sin ningún fundamento, pero no le prestaron mayor atención puesto que esa era la actitud de Bakugou siempre.

Kaminari golpeó la mesa para luego recostar la cabeza sobre la superficie, su desanimo era notorio, según él, las cosas nunca le salían como quería. —Unos tienen tanta suerte que no saben cuando le están tocando la puerta. Desearía tener una novia tierna y femenina como Tooru.

—Pensé que te gustaría alguien como Jirou, ustedes son tal para cual.

—¿Yo con ella? —Respondió extrañado— No lo creo. No es nada femenina...

—Yo opino lo mismo que Sero, hacen una excelente pareja, además parece que le gustas, siempre se ríe de todo lo que dices.

Denki se levantó con una sonrisa que se fue ensanchando al darse cuenta que tenía alguna posibilidad, tal vez su suerte estaba cambiando. —¿Tú crees?

—Sí, deberías darle una oportunidad, de paso es muy linda. —El pelirrojo levantó su pulgar para darle ánimos a su amigo. Recibiendo un gesto igual por parte del otro. —Yo también quiero una novia— continuó—, pero para mí es más complicado. Me gustan las chicas mayores, de esas que te consienten porque piensan que eres menor que ellas y que desean que les consientas para sentirse más jóvenes.

Al escuchar eso, Katsuki se sorprendió, no esperó que Kirishima fuera así. —¿Qué clase de gustos son esos? Es enfermizo.

Se emocionó al ver que su camarada decidió unirse a la conversación, lo palmeó en el hombro con efusividad. —¡Es cierto! Bakugou, hombre, cuéntanos de tu novia. Es una fiera de seguro ¿no? ¿Te gustan así?

Todos estaban curiosos por saber más de la misteriosa novia de Bakugou, ya que desde aquel incidente nunca más se volvió a hablar de ello por miedo de que eso desatara la ira del muchacho. Era el momento preciso para recolectar información.

Kaminari entusiasmado se unió a Eijiro. —¿Cómo hiciste para conseguir una novia con tu carácter de mierda?

A Katsuki le subió la sangre a la cabeza, estos idiotas siempre lo hacían poner de mal humor, aún no sabía porque se la pasaba todo el tiempo con ellos.

—¿Ah? ¡Yo no tengo ninguna novia!

Kirishima le atajó por el cuello y acercó su rostro para hablarle en voz baja, capaz le daba pena hablar de eso en público. —¡Ya no lo ocultes más! Todos lo sabemos. ¿Es por eso que te la pasas distraído últimamente?

—¡¿Qué?! —gritó. Iba a responderles como era debido, porque no permitiría que nadie se metiese en su vida, pero en ese instante recordó que recientemente no se encontraba muy bien. Si esos inútiles se habían dado cuenta, eso quería decir que estaba siendo demasiado evidente, no lo aceptaría, era algo que debía sentarse a pensar. Con una voz suave y una mirada algo afectada les respondió: — Yo no estoy distraído...

Los otros, al ver el rostro de ese chico explosivo tan relajado, supieron que era verdad. El agarre fue desecho y ahora una mano fue posada sobre su hombro en señal de apoyo.

—¿Pelearon? Cuéntanos, capaz podamos ayudarte —le dijo el pelirrojo con mucha seriedad.

Las orbitas se le ensancharon cuando se percató que era observando con lastima. ¿Ahora era objeto de lastima? ¡¿Qué mierda pasaba?! Frunció el ceño, y respondió enardecido: —¡No hemos peleado!

Sus amigos cambiaron de expresión enseguida y rieron al escuchar lo que acababa de pronunciar.

—Ahhh... ¡Eso quiere decir que si tienes novia!

—Pobrecilla, tener que aguantarse a Bakugou todos los días debe ser terrible.

¡Rayos! ¡Se estaban burlando en su cara! Su enojo era tanto que sentía que echaba humo por las orejas. Se levantó encolerizado y golpeó la mesa, listo para abalanzarse encima del estúpido eléctrico.—¡Que dijiste! ¡Te mataré rayito!

Kirishima le tomó por los brazos para que se tranquilizara y ayudar así que el otro chico no terminara lastimado. —Cálmate, hombre. Si no quieres hablar está bien.

—¡Ya déjenme en paz! —Sentándose con brusquedad se cruzó de brazos y exhaló aire repetidas veces como un bufido. Era una pérdida de tiempo tratar con estos ineptos.

El otro rubio suspiró aliviado, se había salvado por poco. Poner a Bakugou de mal humor no era buena idea. Estiró los brazos animado y continuó la conversación. —¡Bueno! ¡Igual eres un suertudo! Tener una novia es tan maravilloso. Puedes hablar con ellas, tomarlas de la mano y salir a citas juntos.

Sero, quien ya había terminado de comer, se apoyó sobre la mesa. —Es cierto, cuando están junto a nosotros, para ellas te vuelves el centro del universo. Todo lo que digas será maravilloso y gracioso. Todo lo que les des, será lo más caro y valioso ante sus ojos y cuando nos toman de la manos se siente como si en el mundo sólo estuviéramos los dos.

—Todo eso está bien, pero las citas son un tema muy serio —refutó Kirishima— Para las chicas las citas son la cúspide de una relación, es lo que dicta si podrán avanzar o si su relación caerá en un pozo sin fondo. Por eso ellas ponen tanto empeño. Se maquillan, usan las mejores ropas y se arreglan el cabello. También hacen itinerarios para saber qué harán durante su cita y que no se vuelva aburrida.

—¿Cómo son las citas con tu novia Bakugou? Háblanos de tu experiencia, capaz así podamos conseguirnos una linda novia también —Insistió Kaminari, probando suerte.

Bakugou chasqueó la lengua y volteó la vista a un lado, ignorándolo por completo. —Tsk, ya no molesten...

—Déjalo, no conseguirás nada de este tipo.

—Como sea... —refunfuñó Denki al no lograr su cometido, para continuar hablando— Vi en un programa de televisión, que comentaban sobre las citas y unos tipos muy mediocres contaban anécdotas de las citas que tuvieron con sus novias. Algunos se portaron como patanes y los botaron enseguida, hasta los traicionaron con otros por su incompetencia. Otros fueron demasiado románticos hasta a mi me empalagó, pero el peor fue uno que dijo que nunca había llevado a su novia a una cita.

Eijiro movió su cabeza a los lados, en señal de desaprobación a lo que escuchaba de su compañero. —Ese es un pobre infeliz. Lo que más hace feliz a una mujer es una cita romántica. Mi amigo de secundaria tenía una novia, ella era muy tímida y casi no hablaban. Él me contó que tenía miedo que su relación se fuera al caño, porque parecía que no tenía nada en común y un día se decidió ir a una cita con ella. La planificó muy bien, hicieron un montón de cosas que les gustan a las chicas, como ver una película romántica, ir a comer, y finalmente le dio un beso en el mirador, no sé que más habrá sucedido, pero luego de eso ellos se volvieron muy unidos.

—Sí, a eso me refiero, puedes hacer tantas cosas... ¡Cuando tenga una, no la dejaré desatendida! ¡Sólo falta que la consiga!

—¡Ánimos, seguramente la conseguirás! —Juntaron sus manos en señal de amistad y para que supiera que tenía todo su apoyo.

Esa conversación había activado en la cabeza de Bakugou una alarma. Ahora que lo pensaba, era como uno de esos patanes que salieron en la televisión, sin alma, sin corazón, cumpliendo sólo con sus ambiciones sin importarle en lo más mínimo lo que quería Izuku. Nunca se detuvo a preguntarle qué cosas le gustaban o que quería hacer.

Desde niños siempre tuvo el mando sobre todos y se hacia lo que él quería. Recordaba como Deku permanecía atrás de él y de sus amigos, aceptando obedientemente todo lo que decía. Era normal, después de todo, como líder de aquella pandilla tenía todo el derecho de hacerlo y aun más porque su increíble genialidad le permitía pasar sobre cualquier persona, en especial sobre ese nerd débil, sin Quirk y miedoso.

Quizás eso no estaba tan bien como pensaba. Quizás eso era el detonante de que todo estuviera yendo en un remolino sin sentido alguno.

Se hartó de sí mismo y de su actitud infantil. Chasqueó la lengua ante la vista atenta y confundida de sus acompañantes. —¡Me largo! —dijo llevándose consigo la charola.

Ya no quería que su cabeza estuviera atiborrada de tantos pensamientos. Deseaba estar solo y que por arte de magia todo se solucionara. Sabía que no sería así de fácil, porque para él tomar los caminos fáciles nunca había sido una opción, porque Bakugou Katsuki enfrenta todo de frente.

Caminó con lentitud, luchando con su yo interno, debatiendo cual sería las acciones que debía tomar para solucionar ese problema. En ese trayecto, no esperó encontrarse directamente con los ojos verdes de su novio, quien al mirarlo se sonrojó y bajó la vista ocultándola tras esos cabellos alborotados.

Se veía... ¿muy tierno?

Ahí estaba el culpable de sus dolores de cabeza, el culpable de que todos sus días estuvieran siendo un suplicio y el culpable que se sintiera tan feliz que deseaba patearse para no ser tan marica.

"¿Porqué pones esa cara, idiota? Eso solo hace que quiera...", y entonces, dejó de pensar, cuando sus vio en cámara lenta como Ochako colocó su mano sobre la de Deku y la apretó ligeramente para llamar su atención.

"¿Qué mierdas le pasa a esta perra?"

Esa mirada risueña, esa sonrisa de mierda y ese descaro de tocar lo que no le pertenece. Esa mujer era un problema. Deseaba destruirla por completo, se arrepentía de no haberla hecho trizas el día de la competencia, pero... ¿quién diría que se encontraría en un escenario como el de ahora? Sintiendo celos de una mujer, sintiendo las ganas incontrolables de tomarla por el cabello y explotarla hasta que no quedara nada; y lo peor, sintiendo celos por Deku...

"¡Demonios!"

Un hormigueo en su cabeza lo atormentó, diría que era la frustración y la impotencia.

No podía hacer nada.

No sin que todos se dieran cuenta...

La garganta se le secó. Tuvo que apretar los dientes para no hacer nada más que pasar por un lado y auto controlarse.

Midoriya no apartó la mirada de Bakugou.

A pesar de que la chica le hablaba, éste no le prestaba la más mínima atención. Nunca hacia eso, siempre evitaba tener contacto con él para no levantar sospechas. No se pudo controlar, no cuando percibió sus ojos injertados de furia. Hacía tiempo que no lo veía así.

Algo andaba mal.

"¿Kacchan?"

Un temor lo invadió. Su preocupación era demasiado grande como para atender otras cosas que no fueran esas gemas de color rubí que se iban alejando lentamente de ahí, dudó en si salir corriendo detrás de él o quedarse, más sus neuronas trabajaron rápido haciéndole saber la respuesta: este no era el momento ni el sitio adecuado para averiguarlo. Tendría que espera después de clases.

.~*~.

El tren de las cinco de la tarde llegó a la estación.

Izuku salió deprisa del vagón para encontrarse lo antes posible con Katsuki. Su corazón estaba acelerado y un tanto confundido, no entendía que era ese nerviosismo que se le acumulaba a la altura del estómago y que le producía un intenso malestar. Deseaba verlo, tocarlo y saber que todo estaba bien.

Sondeó con su mirada minuciosamente, pero fue incapaz de localizar los cabellos rubios de su novio. La gente se comenzaba aglomerar al ser la hora pico y caminaban en todas direcciones, dificultándole la visión. Se exasperó por no hallarlo, esto era extraño. Todos los días Kacchan lo esperaba en el mismo lugar, y hoy parecía ser la excepción, justamente en el día que le vio esa cara de disgusto

¿Qué demonios estaba pasando?

No le quedó más remedio que buscar en los alrededores, capaz había salido a comprar algo o en el peor de los casos, lo encontraría de camino a su casa. No había tiempo que perder, corrió por las escaleras hasta salir a la calle.

Kacchan no estaba.

El aire de sus pulmones le fallaba, la fatiga producida por aquel recorrido ya estaba pasando factura y más cuando no se había preocupado por exhalar correctamente el aire mientras lo hacía. En su mente sólo esta él y la duda sobre su paradero.

La búsqueda duró unos minutos sin resultado alguno, ya era tarde, el sol comenzaba ocultarse y con él las esperanzas de encontrarlo. Era seguro que ya estaba en su casa; y ahí, no lo molestaría.

Su corazón se estrujó, se sentía devastado al no saber qué demonios ocurría. Ahora que lo pensaba, había notado a Katsuki algo distraído en estos días, sin embargo, no le prestó atención. ¿Ya se había aburrido de él? ¿El sueño se le iba desmoronar? Seguro era eso, porque tanta felicidad no podía ser real. Tampoco recordaba que hubiera hecho algo que lo enojara, así que la incertidumbre fue creciendo en su interior.

Caminó con lentitud cuando llegó hasta el parque.

Suspiró cansado, pues aparecer con esa cara triste en su casa no era una opción, su madre lo llenaría de preguntas y no tenía ganas de responder a ninguna. Entonces, decidió caminar en el parque para despejar su mente y serenarse un poco.

En ese lugar había juegos para niños, eso juegos que le traían tantos recuerdos. Fue donde paso incontables horas jugando con Kacchan, donde aprendió que la vida no era tan justa como pensaba y donde por primera vez su mejor amigo arremetió contra él con todo el odio que su pequeño corazón podía albergar en aquel momento. Recordar eso le daba mucha felicidad a pesar de todo. No podía olvidar la cara de seguridad de ese niño rubio de ojos carmín, su genialidad y fuerza no eran comparables a nadie de su edad, su valentía cuando armaba esas expediciones para encontrar malvados o cuando les organizaba de manera magistral para recolectar "misiles" para su emboscada contra los villanos, todas esas virtudes eran lo que más le fascinaba de él. Siempre estuvo enceguecido por su grandeza y podía decir que aún lo estaba.

Su vista se posó sobre la caja de arena, la cual lucía igual que siempre, sólo que antes parecía ser más espaciosa ante sus ojos inocentes, donde innumerables veces escavaron para hallar el tesoro escondido por los piratas, donde hicieron su castillo contra las tropas enemigas o donde lo enterraron un montón de veces por ser un "inútil".

Su recorrido fue breve, el lugar que antes era un paraíso extenso e interminable ahora no era más grande que una pequeña extensión de tierra, sus colosales aventuras no eran más que simples juegos de niños y todo en lo que creyó se fue desmoronando con el paso del tiempo. Las cosas cambian con el tiempo, al igual como su relación con Katsuki. Se convirtió en una montaña rusa de emociones, donde al principio eran amigos, luego su relación se basó en burlas y amedrentamientos, después Kacchan lo catalogó como su enemigo, ahora eran pareja y posiblemente pronto serían nada. Todo cambiaba de una forma tan irracional que cualquiera que escuchara su historia correría a escribir una novela.

A lo lejos, divisó una cerca que prohibía el paso que daba a la arboleda, desde que tenía memoria ese territorio estaba fuera del alcance del público. Había sido tomado como una reserva para distintas especies de aves e insectos que sólo se daban por esa zona, además, el terreno era bastante irregular y un río circulaba ahí, para evitar que las personas se lastimaran y que lastimaran a los animales que vivían ahí, cercaron todo lo que le circundaba. Quizás para muchos ese sitio era desconocido, pero para él no, muchas veces logró visitarlo con Kacchan.

Dejó que sus pies lo guiaran hasta esa área, no le importó trasgredir el límite que fue impuesto para el público. Los árboles rodeaban todo a su paso y la superficie escabrosa le indicaba que no era un camino transitado. El sonido de insectos que salían de sus escondiste por el anochecer hacían eco por todo el lugar, recordaba todo a la perfección, como si hubiera sido ayer que sus expediciones sucedieron. Se adentró un poco más, disfrutando de todo lo que sus sentidos le permitían apreciar, y que le traía un sinfín de recuerdos agradables. A unos metros, el ruido de un riachuelo atrajo su atención, se acercó lleno de curiosidad, estaba seguro que era el pequeño río donde Kacchan cayó aquella vez; más cuando llegó, sus ojos se abrieron sorprendidos al ver a su novio sentado sobre el tronco que hacía de puente entre las dos laderas.

El joven miraba el cielo despreocupado apoyándose sobre sus manos mientras sus pies descubiertos se movían grácilmente en el aire.

Nunca esperó encontrarse ahí con él, el destino debía estar a su favor. Sin inmutarse, se movió dando pasos silenciosos hasta acercarse Katsuki y como si un gran peso se hubiese quitado de sus hombros se dejó caer a un lado de él. Apoyó su cabeza sobre el hombro ajeno, asustando al chico que estaba profundamente sumergido en sus pensamientos.

—Kacchan... —susurró con la voz entrecortada.

El asombro no era poco para el de cabello rubio.

"¿Deku? ¿Qué hace aquí?"

Quería estar solo, pensar y olvidar un poco todo lo que se había acumulado en su cabeza, pero ahí está él. Deku. El que menos quería ver en ese momento. No quería hablarle ni escucharlo y mucho menos verlo.

Pero como el destino es un desgraciado, ahí estaba a su lado.

Recordó que estaba enojado aún, sabía que no era su culpa, pero no podía evitar odiarlo en estos instantes. Un predicamento tras otro llegaban y eso le fastidiaba, no era para esto que había aceptado tener una relación. Ni siquiera sabía en primer lugar porque lo había hecho, pero no era para esto; no para estar todo el tiempo disgustado o para estar preocupado todo el día por cosas estúpidas.

Y todo por esa perra que quería pasarse de lista, como si no le importase en lo más mínimo que los demás se den cuenta de sus rastreras intenciones. Eso le molestaba, si quería algo con ese idiota, ¿Por qué no se lo decía a la cara? Las cosas serían más fáciles, así Deku la enviaría a volar y todas sus ilusiones se irían a la mierda. Era cien por ciento seguro que sería así, pues el nerd sólo tenía ojos para él.

Por cosas como estás no entendía a las mujeres. Y no, no es lo mismo que le pasó a él, porque en su caso, ni siquiera sabía que le gustaba y aunque lo supiera no lo iba aceptar. En cambio, para las mujeres todo era más fácil y terminaban haciendo un enredo donde no lo había.

Suspiró, tratando de no pensar en eso.

Aunque quería seguir con esa faceta de enojo, el simple hecho de sentir la respiración de aquel chico cerca le tranquilizaba, suspiró nuevamente, tratando de auto controlarse porque aunque fuera culpa o no de Deku, le haría saber que tiene que darse a respetar.

—¿Qué quieres? —dijo con una voz sería y ronca.

No se movió, simplemente esperó una respuesta, su vista está fijada al frente, tratando de no ver esas expresiones que le hacían flaquear de vez en cuando o esas que le enfurecían de sobremanera, prefería no mirarle y simplemente escuchar, porque dependiendo de lo que dijera, todo esto podría irse en picada o mantenerse igual.

Izuku se sorprendió con la frialdad que estaba siendo tratado, no creía haber hecho nada para merecer esto, ¿o es qué acaso hizo algo? No lo entendía, sin embargo, quería solucionarlo de inmediato.

—Te estaba buscando... ¿T-Te... encuentras bien, Kacchan? —Habló sin mirarle a la cara debido al temor de lo que le respondería, apretó la manga de la chaqueta de Katsuki, intentando encontrar fuerzas por si llegaba a necesitarlas.

La respuesta que consiguió fue cortante y altanera. —¿Por qué no lo estaría?

Su semblante cambió al oír ese tono de voz, era claro que algo lo molestaba. —Es que... hoy has estado actuando extraño... ¿Sucedió algo?

—A mi no me sucede nada... —hizo un pausa larga— Aunque... deberías preguntarle eso a tu amiguita flota mierdas... —lo dijo con desprecio y con una rabia que brotaba por la órbita de sus ojos, se puso de pie y le miró con desprecio desde arriba.

—¿Eh?

—O mejor aún... ¿Qué diablos te sucede a ti, idiota? —le obligó a levantarse tomándolo por el cuello. Era inútil intentar calmar ese sentimiento de enojo que se aglomeraba con la intención de estallar, de nuevo, ahí estaba la irracionalidad de su relación. Sus ojos se clavaron en los que tenía en frente, estos destellaban miedo y confusión—. ¡No te hagas el desentendido! ¡Sabes de lo que estoy hablando! Esa perra de Uraraka... Haciéndose la inocente...

Su voz temblaba cada vez que intentaba responderle, no entendía nada, no se explicaba que era lo que lo tenía tan enfadado, pero debía ser muy importante para ponerlo así. —P-pero Kacchan... ¿De qué estás hablando?

—¡Eres un estúpido! ¿No ves lo que hace? ¿Cómo te mira? Esa sonrisa de mierda que te pone, tienes que ser un idiota para no darte cuenta. ¡Rayos!

Esas palabras entraron a los oídos de Izuku y causaron un desastre en su interior, no sabía si reír, si llorar o si debía disculparse. La verdad es que estaba feliz de cierto modo, ¿Kacchan estaba celoso? Era la única respuesta que hallaba a su extraña actitud. Cerró los ojos y se tapó la boca intentando borrar una sonrisa que trataba de escaparle. No quería que se ofendiera por eso, aunque era una tarea casi imposible el no hacerlo. Todas las dudas que le invadían hace unos instantes desaparecieron y fueron transformadas en una felicidad incalculable, esto sólo significaba que él era importante para Kacchan, que esto no era un juego y que su relación era verdadera.

—¿Qué te pasa? ¡Responde! —dijo exasperado al ver las expresiones inentendibles que tenía Izuku.

Y tan rápido como terminó de hablar, Deku se soltó de sus manos y se abalanzó para abrazarlo. El equilibrio se esfumó por la intensidad de su calurosa muestra de afecto, ambos cayeron hasta el río.

—¡Kacchan! —A Izuku no le importó que ahora estuvieran empapados y que sus traseros dolieran por el impacto que recibieron, se prensó al cuello de su pareja y le apretó para no dejarlo escapar. Sentía que si lo hacía, en cualquier momento alguien vendría a arrebatarle el pedazo de felicidad que se le había brindado—. ¡No estés celoso Kacchan! ¡Tú eres el más importante para mí!

Involuntariamente se sonrojó ante esas palabras. ¡Él no estaba celoso! ¿O sí? ¡Qué idiota! ¡No iba a dejar que se saliera con la suya tan fácil! Aún no le había respondido como era debido. Su mano golpeó con dureza el pecho ajeno para apartarlo. —¡¿Qué diablos te sucede?! ¡Mira como hemos quedado! ¡Además, yo no estoy celoso por alguien como tú! ¡Oíste! —gritó a todo pulmón.

En ese instante su vista se perdió en el panorama que se presentó frente suyo y lo hizo callar.

Deku se encontraba encima de él con los ojos llorosos y un leve sonrojo sobre los pómulos, no sabía porque ese idiota estaba tan feliz, si estaba siendo regañado, pero esa sonrisa era tan tierna que le dejó sin palabras. Gotas translucidas caían de su cabello estrellándose contra su cara, deslizándose por sus mejillas y acariciando sus labios sensualmente. Toda la ropa se encontraba completamente mojada, se pegaba a la piel sin contemplación, delineando cada uno de los músculos y resaltando todos los atributos de su novio. Debajo de la chaqueta podía observar la camisa blanca ahora transparente, que dejaba ver con claridad el cuerpo trabajado y perfecto de Deku. Tragó grueso, pues la saliva se le acumuló en la boca. Un deseo de probar esos labios humedecidos lo dejó estático. Se veía en extremo provocativo.

Volteó el rosto con el propósito de desconectar su mente de aquella imagen que le estaba haciendo flaquear, no iba a permitir que lo sedujera con esa cara ingenua, aun seguía enojado. —Quítate de encima... —vociferó. Esperó que se moviera, más eso no sucedió.

Izuku se le quedó viendo con ternura, se le hacía sumamente tierno que tomara esa actitud por él. Era claro que el rubio no sabía cómo manifestar sus emociones -tampoco es que él fuera el más experto en eso- por lo que debía ser él quien arreglara el asunto. Tomó la mano del rubio y la posó sobre su propia mejilla presionándola levemente. Sus ojos se cerraron para disfrutar con su tez la textura áspera de la mano de Bakugou, que a pesar de estar empapados en ese momento desprendía un calor agradable. —Kacchan, escúchame por favor, Uraraka-san es mi amiga. No siento nada por ella sino una simple amistad. Al cambio, contigo es diferente... —sus párpados se abrieron con lentitud mostrando sus ojos verdes que resplandecían con emoción al ver a Katsuki—. Tú me gustas y eres la persona más importante para mí. No te enojes por favor.

Su rostro estalló en vergüenza, tiñéndose de un rojo granate que se extendió hasta sus orejas. No estaba preparado para este ataque, había sido atacado de frente y sin previo aviso, y lo peor es que aquel proyectil lleno de gentileza y cariño había acertado directamente en su corazón. No, eso no le gustaba. Cada día le atraía más y más Deku, parecía que el destino jugaba con él. No era posible que la persona que más odiaba en el mundo ahora hiciera latir de esa forma su corazón y le hiciera sonrojarse por unas simples palabras, por esos gestos y por la sinceridad que le transmitía. ¡Maldición se sentía como un idiota! ¡Como una niñita enamorada!

Embelesado por ese niño pecoso, usó sus manos para atraerlo hasta su cuerpo en un movimiento violento que terminó por convertirse en un abrazo, uno que duró unos segundos porque la necesidad de fundir sus labios con los del otro lo atormentaba. Ese beso fue cálido, fue húmedo y desenfrenado, se apoderó de su boca sin permiso, simplemente utilizó ese derecho que tenía sobre él a su antojo, porque Deku era suyo y nadie más podría tenerlo.

Nadie.

Ahora mordía esos labios carnosos con desesperación, intentando liberar la impotencia que sintió en aquel momento cuando quiso destruir a esa perra por tocar lo suyo y que se mezcló con el malestar y la inseguridad que sentía por estar en una relación tan extraña y disfuncional. Izuku gemía en su boca debido al dolor que le producía esas mordidas hechas sin ninguna delicadeza, las lágrimas que antes si se asomaban por esas ventanas esmeraldas ahora escapaban sin control.

Se separaron cuando a Katsuki le faltó el aire, aunque más que por eso, se detuvo por el miedo latente de que si seguía así, cegado por la frustración, era capaz de cometer una locura de la cual se arrepentiría. Delineó con sus dedos los labios escarlatas y ligeramente magullados de su novio, se abrían y cerraban intentando conseguir aire y de ellos leves jadeos emergían. Al final de su recorrido halló una fina línea de sangre bajaba por la comisura de la boca, la cual restregó contra las mejillas intentando retirarla, al hacerlo manchó la piel pálida de un tono rojizo al igual que sus dedos.

Esto era una locura, todo esto es una maldita locura.

Rodeó las caderas ajenas y las prensó para abrazarlo, apoyando su cabeza sobre el vientre de Izuku, haciendo que inevitablemente quedara de rodilla entre sus piernas.

El agua salpicó, bañándolos con más gotas de agua fresca que se escurrían por su piel. El viento soplaba, moviendo las hojas de los árboles y sus cabellos, haciéndolos temblar por el frío que comenzaba a invadirlos. El sonido del agua que fluía a través de ellos era lo único que se escuchaba en aquel lugar donde el tiempo pareció detenerse cuando sus ojos se encontraron, ninguno podía explicar lo que ocurría, pero era un sentimiento que les recorría por las venas y se mezclaba con su sangre. Se filtraba por sus ligamentos y llenaba los órganos de su sistema.

¿Era cariño? ¿Era deseo? ¿Era tranquilidad? ¿Era felicidad?

No sabrían decirlo con exactitud, quizás era un brebaje compuesto con todo lo anterior. Uno que les embriagaba y que no permitía que se alejaran el uno del otro.

Katsuki bajó con delicadeza la chaqueta de Deku para ver mejor su cuerpo, podía distinguirlo con facilidad a través de la camisa, pero necesitaba un contacto más íntimo, lo acarició sobre la tela estremeciendo al dueño de ese cuerpo perfectamente esculpido.

Izuku no reprochó nada, aceptó cada muestra de atención que Kacchan le brindaba. Apoyó su frente sobre los cabellos rubios, cerrando los párpados para concentrarse en las caricias que recibía.

Besos eran depositados sobre el adoben ahora descubierto, junto con lamidas irregulares que seguían los surcos creados por sus músculos. El deseo de tener entre sus dientes la carne expuesta fue incrementando con el paso de los minutos, cuando su mente fue rebobinando todo lo que vivieron, en especial ese día que había quedado grabado sobre su piel, marcado con la fecha, la hora y cada unas de las palabras que fueron dichas en ese instante. Donde se le entregó por completo, y donde se fundieron en un uno. Donde quedó claro que le pertenecía y donde aceptó que estuvieran juntos.

La fuerza y la brusquedad, aumentaron cuando llegó hasta su pecho, los colmillos se clavaron donde pudieron, siguiendo el compás de sus manos que rasgaban la espalda por debajo de la prenda.

No entendía, su débil mente no comprendía porque esto le encantaba, le gustaba ser tratado de esa manera por Katsuki. También le gustaba cuando era delicado y cariñoso, pero ahora sentía que su cuerpo estaba sucumbiendo a un deseo indescriptible, quería ser poseído de inmediato, que de forma ruda lo hiciera suyo. Debía estar loco para querer algo como eso. No era normal. Aunque desde el día que aceptó que le gustaba su amigo de la infancia supo que no estaba cuerdo del todo.

Le temblaban las rodillas y la respiración se le aceleró. Se dejó caer por completo quedando sus rostros a la misma altura. Agua nuevamente los salpicó, ahora sus cabellos caía sobre su frente, esta era una sugestiva vista para ambos. Ahora era él quien volvió a propiciar un beso, se había salido de sus cabales, se deleitaba del sabor de Katsuki, de lo tibia y húmeda que era su boca y como sus lenguas trabajaban en conjunto para llevarlos al éxtasis. Jadeó, cuando una mano desvergonzada desabrochó sus pantalones, introduciéndose dentro de sus bóxers y acariciando su miembro con lentitud.

—K-Kacchan...

Estaba excitado. Se excitaba demasiado cuando Deku tomaba la iniciativa y esta situación tampoco lo ayudaba controlarse. Desatendió por un momento lo que hacía y se quitó su propia chaqueta y desabrochó su camisa para quedar igual que su compañero. Ahora sus pieles se rozaban con toda la intención del mundo, se sentía resbaladizo, se sentía cálido, se sentía tan bien...

El menor aprovechó su efímera separación para palpar el torso de su amigo, comenzando desde los hombros hasta debajo de su cuello. Sus pectorales seducían a su tacto incitándolo que los estrujara entre sus dedos con fuerza; y lo hizo, encajando sus uñas sobre la piel. Se mordió el labio inferior embargado de picardía al escuchar un gemido casi imperceptible escapar de los labios del otro, pero como respuesta a eso, fue asaltado por el rubio tomando de nuevo su hombría entre las manos y masturbándolo sin compasión.

Se sentía lleno de orgullo al ver los gestos de placer que estaba produciendo en Izuku. El agua del rio cubría hasta la mitad sus caderas. Katsuki sabía a la perfección como era la sensación de hacer aquella acción debajo del agua, pues tenía una maestría por hacerlo innumerables veces en su bañera; a diferencia del joven que tenía en frente, esto parecía ser una experiencia totalmente nueva. Lo supo de inmediato al notar como Izuku temblaba de sobremanera, pues su organismo puro e inocente no estaba acostumbrado aun a recibir ese tipo de tratos tan subidos de tono, el causante de su estado era él y eso le hacía hinchar el pecho victorioso.

El que estaba siendo víctima de esa tortura placentera terminó apoyando la cabeza sobre el hombro del rubio y luego lo abrazó por el cuello sin oponerse a lo que hacía. Lo estaba disfrutando. El cosquilleo que lo invadía le estremecía. No recordaba como coordinar su respiración con el movimiento de su caja torácica, así que optó por tomar de manera irregular aire por su boca, generando en el proceso, jadeos muy cerca de la oreja de Bakugou. Él era un experto en lo que hacía porque cada vez que esas manos explosivas se posaban sobre su piel se sentía como en el cielo. Los masajes que estaba recibiendo sobre su sexo ya le habían hecho perder la razón desde hace rato, obligándolo a alcanzar ese tan preciado orgasmo cuando Katsuki usó su boca para mordisquear y succionar sus pezones con rudeza. Su cuerpo se tensó, y el escalofrío se incrementó, los jadeos se convirtieron en gemidos ahogados pues la fuerza se le había escapado.

—¡Kacchan! —gritó complacido en el momento que el fuego que subió desde su entrepierna le llenó completamente, liberando su esencia y consigo toda sus energías.

Katsuki, sonrió con descaro al darse cuenta que se estaba volviendo un experto en esto. Viendo el desastre que habían hecho, enjuagó su mano y lavó el vientre de Izuku con delicadeza, en el momento que ese acto tan sublime terminó. Por alguna razón, todas sus preocupaciones habían desaparecido y una paz inexplicable lo colmó, suspiró repetidas veces y apoyó su cabeza en el hombro del menor para tranquilizarse. No sabía porque había hecho eso, y además tampoco le interesó que su propia excitación no hubiera sido atendida. Simplemente se quedó ahí disfrutando del palpitar descontrolado de Deku, que hacía eco por su torso, como si fuese una melodía hecha específicamente para él, para calmarle, para darle la serenidad que muchas veces no lograba conseguir él mismo por su carácter colérico.

Aquello había sido glorioso, intenso y placentero, a pesar de que algunos minutos pasaron, aun no se recobraba la compostura, sus labios se abrieron titubeantes intentando pronunciar algo con coherencia pues el aire le faltaba y su cabeza aun seguía en las nubes. Balbuceó un par de veces hasta que algo con sentido salió: —L-Lo siento... Yo debo hacer lo mismo... —pronunció jadeando aún.

—Calla —le ordenó— eso no importa... —Y no mentía, estaba bien que fuese así, por lo menos por hoy...

"No, eso no está bien...", pensó Izuku. No podía quedarse tranquilo como si nada hubiera pasado.

Se separó y abrió el pantalón de Katsuki sin importarle lo que este dijo hace un momento, no iba a fallar con sus deberes como novio. Introdujo su mano de forma torpe y empezó a acariciar la pronunciada erección que tenía el mayor. Este se tensó al sentir las manos sobre los pliegues de su piel atendiéndolo con toda la gentileza del mundo. El aire que exhalaba por la boca era tibio y chocaba contra su hombro. Katsuki se estaba dejando llevar por el ritmo de los movimientos erráticos que lo rozaban. Se apartó para poner sus labios contra los otros y callar los gemidos que deseaban escapársele y que le producían vergüenza, no deseaba admitir que Deku le había hecho gemir más de una vez en todos los encuentros en los que fueron protagonistas. Al estar a unos cuantos centímetros de completar el contacto, de ese excelso contacto que ocurría cada vez que besaba a Deku, el rostro de Izuku se arrugó e involuntariamente le estornudó sobre la cara.

—¡Qué demonios! —reprochó con enfado.

Midoriya se horrorizó. ¡Había arruinado todo! Movió la manos hacia todo lados, no sabiendo que hacer en un momento tan incomodo. —¡Lo siento! ¡No fue mi intención! —Fue lo único que pudo decir. Con su cabeza hacia gestos de disculpa y debido a los nervios se le olvidó la tarea que estaba haciendo, sólo bastó con que su mirada bajara para detallar lo que sobre salía del pantalón de su pareja, se sintió aun peor e intentó continuar, pero fue detenido cuando Kacchan lo tomó por el brazo.

—¡Ya detente! Está bien así... Además...—hizo una pausa y le miró directo a la cara con sus ojos en blanco—. ¡Ya se cortó el momento! ¡Me has escupido toda la cara, bastardo! —Se limpió con el brazo libre, haciendo un melodrama de lo sucedido.

El semblante de Izuku se entristeció, no podía hacer nada bien, porque siempre todo parecía estrellarse en su cara imposibilitándole lograr su cometido. Era si desde siempre, desde que era niño, en la secundaría y aún después de que entró en Yuuei. Muchas veces le falló a All Might, y ahora lo mismo pasaba con Kacchan -por segunda vez... por tercera... por... ya no lo recordaba con exactitud-, no le quedó más que tapar sus ojos con las hebras de sus cabello, y con ello ocultar su vergüenza.

Katsuki notó su cambio de actitud de inmediato, sintió un poco de arrepentimiento al verlo en ese estado. —Oye, quita esa cara de idiota... Te dije que no importaba...

—Pero...

—¡Ya!— exclamó, no queriendo escuchar más de lo mismo.

Un silenció incomodo, largo y molesto, siguió después de eso.

Era tarde.

La brisa nocturna era la causante de que el cuerpo de Deku temblara entre sus piernas. Echó un vistazo por el rabillo del ojo para comprobar su condición y seguía igual que hace un rato. Era tan molesto. Lo mejor era irse de ese lugar, habían estado tanto tiempo ahí que hasta él comenzaba a sentir frío. —Vámonos, si seguimos aquí te vas a resfriar —mencionó con pesadez—... si no es que ya lo estás, mira que estornudarle la cara a alguien...— Trató de sacar alguna conversación para aligerar el ambiente, pero no era muy bueno con esas cosas. Así que mejor, guardó silencio antes de decir algo que lo dejara en ridículo.

Deku asintió triste. Al intentar levantarse, fue agarrado nuevamente por el brazo.

Kacchan lo miró con seriedad, asombrando al más joven. —Deku... No dejes que nadie te toque... —articuló con una voz serena, casi como un mandato, que transmitió la inseguridad que le invadía.

El rostro de Izuku se relajó y su mirada se llenó de ternura, esto era importante... —Kacchan... —pronunció con suavidad— No dejaré que nadie me toque... Lo prometo... Sólo tú puedes hacerlo, eres el único que tiene ese derecho... —Se aproximó lentamente y depositó un beso sobre los labios de Katsuki, quien se sorprendió por eso, pero se deleitó de recibirlo.

—Tonto... más te vale... ¡Si no te mataré! —Dijo eso para evitar que el sonrojo que se comenzó acumular en sus facciones fuera descubierto.

Izuku le sonrió alegremente, no podía evitarlo, se sentía tan feliz, cada día su relación se fortalecía y se convertía en algo más especial, ya estaba dudando si esto era un sueño de esos que parecen durar mucho tiempo, pero que en realidad solo duran una noche.

Se puso de pie y extendió su mano para ayudarlo a levantar.

Bakugou observó esa mano por unos segundos, una imagen parecía sobre ponerse sobre su retina. Era como si estuviera viendo al niño de cuatro años ofreciéndole esa mano para ayudarle. Rió con sorna al recordarlo y más porque ahora no sentía rabia sino todo lo contrario. Aceptó la ayuda, intentado olvidar eso, y se puso de pie.

Se acomodaron la ropa lo mejor que pudieron y salieron del cauce del río, que era algo profundo a pesar de que el flujo de agua no era tan abundante.

Sin decir nada más, tomaron sus pertenencias y se encaminaron hasta sus casas, por suerte sólo una calle los separaba de su destino, fueron tomados de la mano, mientras Katsuki maldecía en todo el trayecto por sentir la ropa húmeda sobre su cuerpo. Al llegar a la esquina, Izuku se despidió contento y caminó hacia el conjunto residencial donde estaba su apartamento.

Bakugou lo observó y no pudo aguantar más. —Espera... —Le detuvo, al estar seguro de lo que debía hacer.

Katsuki guardó silencio unos minutos.

Era cierto que ahora se sentía mejor que en la tarde, pero aún no se le quitaba esa idea de su cabeza, que las cosas no iban tan bien como pensaba. Si estaba en aquel lugar era porque quería meditar sobre eso y encontrar una solución. Lo único que se le ocurrió, fue una estupidez, una total tontería. Más no la iba a desechar, sabía que eso haría feliz a Deku, capaz eso volvería su relación normal, tal vez la incomodidad que siempre estaba presente desaparecería después de eso, quién sabe, había que intentarlo, así que al demonio todo....

—¿Qué sucede, Kacchan?

Bajó su rostro y apretó las manos hasta que sus nudillos se volvieron blancos. Esto era difícil, muy difícil, tan difícil que ni siquiera tenía el valor de abrir la boca para pronunciarlo. Se mordió los labios en un intento de hacerlos reaccionar a través del dolor y funcionó, pero eso no detuvo una sacudida que se apoderó de su cuerpo y que era perceptible a simple vista. Su orgullo, su maldito orgullo, ¿Qué orgullo? Si ya ni tenía... Había hecho tantas cosas vergonzosas, estúpidas y tan antinaturales para sí mismo que ya dudaba si había sido poseído por un demonio o un maldito fantasma... ¡Pero que se vaya todo a la mierda! Porque no iba a dejar que una relación de adolescentes lo venciera. —Yo... —Y tan rápido como se armó de valor se le fue en un instante.

—¿Tú...? —preguntó con curiosidad, al notar como esa frase tenía las intenciones de no ser completada.

Exhaló el aire y volvió a tomarlo. Se enfureció de sí mismo por actuar de esa forma tan cobarde, así que pataleó y le señaló con su cara enojada, esa que siempre ponía cuando estaba demasiado avergonzado. —¡Nerd idiota! S-Saldrás conmigo mañana ¡Quieras o no! ¡Entendiste! —Dicho esto, volvió a tomar aire como si esa hubiera sido una tarea titánica.

Izuku, sonrió con tranquilidad y tomó las tiras de su mochila. —¿Sí? ¿Iremos a una cita?—, dijo felizmente.

—¡Qué es esa actitud tan mediocre!— No entendía como estaba tan relajado, después de que a él le costó tanto hacer eso. ¡Y él lo decía tan fácilmente! ¡Y sin nada de emoción! ¡Era como si todo su esfuerzo hubiese valido una mierda!

Arqueó una ceja debido a la actitud efusiva que observó de Kacchan. No lo entendía, a veces no podía entender que pasa por su cabeza. —¿Qué?...

—¡Nada! ¡¡¡Eres un imbécil!!! —Se dio la vuelta y caminó de mala gana en dirección a su casa. Dejando a un Izuku confundido detrás suyo—. ¡Me largo!

Se encontraba atónito. Cuando Katsuki estaba a unos metros de cruzar la esquina, por fin pudo reaccionar. —Pero... ¡¿Qué va a pasar con la cita Kacchan?! —gritó a todo pulmón ayudándose de su mano para aumentar el volumen y que pudiera ser oído.

El rubio se sobresaltó, ese idiota no tenía ninguna decencia. ¿Cómo iba gritar eso a los cuatro vientos? Siguió caminando como si no hubiera escuchado eso último, como si no fuera con él y comenzó a patalear a los lados muy enojado. —¡Lo voy a matar! ¡Un día de estos mataré a ese nerd! ¡Lo juro!

Una gotita de sudor rodó por la cabeza de Midoriya cuando su novio se perdió ante su vista y si que había escuchado eso... —Kacchan siempre será Kacchan... —Rió por su propio comentario y caminó alegremente hasta las escaleras.

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Uff... Gracias por leer hasta aquí...

Se me olvidó mencionar arriba, que estoy muy feliz por la celebración de los dos años de publicación del manga. *-* ¡Happy Birthday Boku no Hero Academia! ¡Felicidades Horikoshi-sensei!

¡Saludos!

Byebye!

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