Coexistencia
¡Hola a todos!
De seguro, muchos se han olvidado que existía este fic... xD! No los culpo, pero ni modo, se hace lo que se puede...
Este capítulo muestra un poco como es la interacción de Izuku y Kacchan, ya como una pareja estable, y que tipo de sentimientos guardan en su interior.
He estado muy emocionada por el manga, tanto, que hice el esfuerzo sobrehumano de colgar este capítulo. Ahh... es demasiado hermoso... *Grito Fangirl*
¡Espero que lo disfruten! x3...
Aclaratorias: Los pensamientos van entre comillas "...", los recuerdos, flashback y énfasis van entre comillas latinas «...», los desvaríos en alta velocidad de Deku irán entre las tilde ~... ~
Advertencia: Contenido shonen-ai, yaoi y lenguaje vulgar (+18).
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenece todos son propiedad de Kōhei Horikoshi.
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Coexistencia
«La vida es hermosa».
Izuku llegó a esa conclusión.
Los días pasaban rápidamente y junto a ellos, se iban acumulando un número significante de buenos recuerdos.
La gratificación que sentía se incrementaba de forma constante, haciendo que aquellos momentos de angustias, dolor y desasosiego que vivió, se volviesen como un espejismo borroso en su imaginación, algo que nunca existió; y por ende, eliminó inconscientemente de cada rincón de su corteza cerebral.
La sonrisa que irradiaba todos los días, era causada por ese sentimiento de felicidad que embargaba su corazón. Era el hombre más feliz de planeta. Había sido bendecido en abundancia y tal situación no podía ser más satisfactoria para él.
Tenía una familia increíble. Una madre amorosa y gentil que lo cuidaba y velaba por su bienestar siempre. Un padre que a pesar de no poder verlo con regularidad, le respetaba, porque se esforzaba al máximo para proveer el alimento y el dinero necesario para que él y su madre vivieran cómodos.
Los tres formaron un núcleo familiar cálido, en donde el amor y la comprensión nunca faltaron, convirtiéndose en el pilar fundamental de ese hogar. No muchos podían jactarse de poseer una familia como esa y daba gracias por habérsele permitido tenerlos.
Eso no era lo único en la vida de nuestro joven Midoriya que le producía alegría. Su anhelado sueño se estaba haciendo realidad. Iba encaminado a ello, surcando poco a poco los obstáculos que se le presentase con el objetivo de llegar hasta la cima y convertirse en lo que siempre anhelo: Un héroe. Uno capaz de salvar personas con una sonrisa en su rostro. Un hombre inmutable e indoblegable. Con una fuerza insuperable, capaz de derrotar a todo villano que intentara cometer un delito en contra de la humanidad. Aún le faltaba mucho camino por recorrer, pero aquel sueño era más tangible que nunca al haber podido ingresar a Yuuei, y sobre todo al tener como maestro a la persona quién más ha admirado: All Might, el símbolo de la paz.
Como si no bastara con lo anterior, un hecho por sobre los demás, tenía suma importancia: y es que ahora poseía Quirk. En el pasado, su falta de poderes se convirtió en uno de los principales problemas de su existencia. Lo relegó a ser un don nadie, un inútil, alguien que no tendría un futuro prodigioso. Y que casi como un milagro divino, ahora poseyera no sólo un Quirk, sino el del hombre más fuerte del mundo, era increíble.
Su dicha infinita no podía estar completa sin ese pequeño —gran— detalle, que atiborró su existencia de entera felicidad: El amor.
Estaba perdidamente enamorado. De ese adolescente de cabellos rubios en puntas, ese que tenía un carácter iracundo y que se creía el más fuerte y genial del universo. Su amigo de la infancia. A quien idolatraba con gran admiración por lo asombroso que resultaba ser ante sus ojos y que por un tiempo fue el culpable de convertir su días en un completo infierno. Cualquiera que supiera eso, no entendería porque un chico como Midoriya pude amar a alguien como él, pero ahora que ese sentimiento era correspondido, no existía nada que lo hiciese más feliz que la compañía de Katsuki Bakugou. Se siente orgulloso de poder decir que es su novio, por lo menos internamente, porque su relación es un secreto que guardan con recelo.
Izuku no puede pedir nada más. Sus calificaciones aumentaron, su entrenamiento iba viento en popa, su madre lucía más relajada, era capaz de controlar mejor su Quirk y tenía la dicha de tener a Katsuki a su lado.
A diario, sentía que flotaba en el aire, los colores se volvieron más brillantes y el mundo lo percibía de forma diferente, rodeado de optimismo y esperanza. ¡Qué bueno era ser bendecido! ¡Qué bueno era haber caído por la flecha de Cupido!
Pasaron varios meses desde entonces.
Para Katsuki e Izuku, ese tiempo fue suficiente para fortalecer de a poco su relación. Sin planificarlo, sus vidas comenzaron a tornarse diferente a lo que eran habitualmente. El deseo de estar juntos aumentó considerablemente con el pasar de los días. Eso no significaba que ahora fueran como dos tortolos enamorados. El carácter orgulloso de Bakugou y la timidez que desbordaba de Midoriya, hacían que su convivencia no fuera un romance como el que se plasma en las poesías. Las palabras sobraban y las caricias llenas de afecto no eran necesarias, la simple compañía que se hacía el uno al otro era más que suficiente para tranquilizar sus corazones y colmarlos de bienestar.
Cada tarde el mayor esperaba con impaciencia en la estación a que Izuku llegara; y así, juntos, se encaminaban hasta sus hogares. Habían tomado por costumbre reunirse para hacer sus deberes, en especial ahora que se encontraban en el semestre de exámenes regulares. No tenían un orden específico a cual casa irían, simplemente se turnaban o donde les apeteciese estar ese día, pero regularmente sus encuentros ocurrían en la residencia de los Midoriya. Katsuki evitaba toparse con su madre y con las molestas intromisiones a su habitación. Esa mujer tenía un extraño apego con Izuku, que enfada a su hijo de sobremanera.
En ocasiones, a pesar de no tener tareas escolares, igualmente se reunían. Y durante ese tiempo se ocupaban de cualquier actividad que se les pareciera interesante. Sin embargo, había algo que se convirtió en habitual y eso era: dormir juntos. Al principio inventaban cualquier excusa barata para hacerlo, como un trabajo en grupo o que verían una película en especial, pero con el tiempo ya no fue necesario dar explicaciones porque sus padres aceptaron su fraterna amistad como algo normal.
La única regla que tenían y fue hecha por ellos mismos -más bien por Izuku-, era dormir en sus respectivas casas los fines de semana, según él, debían compartir un poco con sus familias. A regañadientes, Bakugou aceptó. Muy dentro de él detestaba esa idea, ya se había acostumbrado a sentir el calor de Izuku cerca suyo por las noches, tal acuerdo rompía con su zona de confort personal. Ahhh... pero esos días... pasaba con él desde la mañana hasta la noche, por lo que ese supuesto tiempo de convivencia familiar no se cumplía a cabalidad.
Aunque ellos estuvieran más unidos que nunca, cuando colocaban un pie en la escuela, nada de eso parecía ser creíble. Evitaban tener cualquier contacto, ya sea mirarse o hablar; y si ocurría, el tono y los gestos que usaba Katsuki eran llenos de arrogancia y enojo. No importaba, para ellos estaba bien así.
Ese día en particular ambos jóvenes se encontraban en el cuarto del de pecas. Era un domingo por la tarde en donde cada uno se ocupada hacer cosas diferentes.
Bakugou iba vestido con ropa cómoda: una franelilla color negro y un deportivo de algodón del mismo color. El calor de esa tarde de verano lo estuvo sofocando desde temprano, robándole todas las ganas de hacer algo productivo en el día.
Se encontraba recostado boca arriba en la cama, escuchando despreocupadamente música. El relajante sonido lo ayudaba a liberarse de frustraciones que a veces se acumulaban en su cabeza. Ser un prodigio no era tan fácil como la gente lo hacía parecer. Le agradaba sentirse en su pequeño mundo, donde nadie pudiese molestarlo, y sólo lo lograba cuando se colocaba los audífonos y dejaba que las letras y la melodía invadieran por completo sus sentidos. Y al estar ahí, entre esas cuatro paredes que se convirtieron en su refugio del mundo, no podía sentirse más a gusto.
Se acostumbró tanto a este nuevo lugar, que conforme fueron pasando los días toda formalidad y cortesía de un invitado normal habían desaparecido por completo. Ya era prácticamente su casa. No le molestaba andar con ropa ligera, ducharse cuando quisiera, usar los aparatos a su antojo y hablar despreocupadamente con la señora Midoriya; hasta la ayudaba a cocinar de vez en cuando. Para él todo estaba permitido, se convirtió en un miembro más de esa familia.
A su lado, recostado boca abajo y apoyándose con sus codos, Izuku sostenía entre sus manos un cuaderno de donde leía en voz alta los apuntes de la clase de historia heroica. Mientras, analizaba con minuciosidad el contenido, y subrayaba las partes que le parecían de mayor importancia.
—En el año 1980, los gobiernos mundiales declararon estado de emergencia, cuando un terrible villano llamado Mine-Man, creó túneles secretos en varias de las ciudades más importantes del mundo, en los cuales instaló bombas de gran potencia y amenazó con detonarlas si no cumplían con sus demandas —Ante tal historia, sólo pudo asombrarse, le parecía fascinante que un hombre haya causado tanto terror en esa época—. ¿No te parece increíble, Kacchan? —Al no recibir respuesta, dirigió su mirada a un costado.
Katsuki le ignoraba por completo. Tenía sus ojos cerrados y movía con ritmo el pie que tenía cruzado en el aire.
La mueca que hizo Izuku con la boca, era un símbolo visible de disgusto. Esa actitud desinteresada por parte de su novio no era para nada extraña, sin embargo, la preocupación de que mañana presentarían el último examen antes de finalizar el semestre, le ponía nervioso. Katsuki en cambio, se hallaba totalmente relajado. No se preocupaba en estudiar, ni en prestar atención a lo que estaba leyendo Izuku y que era parte de lo que saldría en la prueba.
Sin pensarlo mucho, Midoriya usó su codo para golpear cerca de las costillas del rubio.
El agredido desató su iracunda personalidad enseguida, quitándose violentamente los audífonos y mostrando su mejor cara de enfado. Aquel golpe le había dolido y lo peor del asunto es que ni siquiera sabía por qué lo había recibido.
— ¡¿Qué rayos te pasa, nerd de mierda?!
—Kacchan, eres un maleducado, no me estás prestando atención... Tenemos que estudiar, los exámenes también son muy importantes.
La vena que saltaba sobre la frente de Katsuki estuvo a punto de estallar. En un movimiento inesperado, saltó sobre la espalda del menor, sentándose sobre él para inmovilizarlo y hacer una llave a uno de sus brazos. La fuerza que ejerció fue suficiente para sacarle un quejido a quien con su atrevimiento le puso de mal humor. Su excusa carente de relevancia, no le importaba en lo más mínimo.
— ¡¿Quién te has creído para hablarme así?! ¿Eh, nerd?
Aunque quisiera liberarse, Izuku debía admitir que no podía rivalizar con la fuerza de su compañero, por lo menos no sin usar su Quirk. Se removió pretendiendo conseguir una apertura, pero seguía presionándolo con tanta intensidad, que creía que sus brazos se quebrarían.
— ¡Detente! N-no lo dije con arrogancia... E-Es que necesitamos estudiar. —Golpeó la superficie con su mano libre en un intento de llamar su atención y evitar que lo lastimara más.
—No creas que las cosas han cambiado... ¡No puedes hablarme como se te dé la gana! —Torció la muñeca aumentando el dolor del pobre Izuku, quien ya tenía pequeñas lágrimas asomándose por sus ojos.
— ¡P-perdóname, Kacchan! ¡No lo volveré a hacer! —gritó entrecortado, soltando pequeños jadeos.
Viendo como Deku se retorcía debajo de él, sonrió.
Jugar de esa forma le gustaba, aunque más que un juego, era un recordatorio de su liderazgo. Sólo es día habían tenido cinco discusiones. Nada grave, lo mismo de siempre: «Kacchan, recoge tu ropa», «Kacchan, eres un malcriado», «Kacchan, no digas maldiciones» y la más reciente: «Kacchan, eres un maleducado»... Cada uno de esos reclamos se convertía en un altercado que finalizaba en estos juegos de poderío. Izuku siempre salía perdiendo y terminaba cediendo o aceptando lo que Katsuki quería. A pesar de todo, para el explosivo muchacho, todo eso se traducía en diversión. Medir su fuerza y tener esas pequeñas disputas, le fascinaba y le hacía sentirse más cerca de Izuku.
Soltó el agarre, dejando a su víctima recuperar el aliento. Observó entonces, donde se encontraba sentado y un escalofrío le recorrió por la espalda.
No se había percatado antes, pero al estar ahí podía sentir con su entrepierna lo acolchadas y redondas que eran las nalgas de su novio. Su miembro palpitó y un deseo descontrolado de restregarlo contra ellas le colmó por completo. Detalló como jadeaba. Sabía que era debido al sobresfuerzo que ejerció para liberarse, pero su mente imaginaba otra cosa...
En ese instante, recordó algo de suma importancia y que había olvidado debido al ajetreo que tenían por los exámenes. Quería esperar hasta estar libres para probarlo, pero el momento se presentaba enfrente de él en bandeja de plata y no deseaba desaprovecharlo.
Sin ningún reparo, bajó con suavidad el pantalón de Deku hasta sus rodillas, para con extremo gusto acariciarle aquello que llamó su atención desde un principio.
Izuku salió de su ensoñación al percibir como Katsuki tomaba ventaja de la situación. — ¡K-Kacchan! ¿Qué haces? —Giró para darle el frente e intentó subir sin éxito, la prenda que le había sido retirada. — ¡A-Ah! ¡Estamos estudiando!
—No me interesa... —pronunció con una voz grave y rasposa mientras se acercaba lentamente gateando sobre la cama, deseando atrapar a su presa que con lentitud se alejaba hacia atrás.
— ¡No es momento para eso! —Nervioso, recogió las piernas, acercándolas a su pecho y con sus manos trataba de alejarlo empujándolo por el rostro.
—Cállate... —murmuró, mirándolo directamente a los ojos, y que como si de un hechizo hipnótico se tratase, relajaron por completo al otro dejándolo embelesado y dócil. Sin más, se acercó hasta él y le besó, apoderándose por completo de su boca.
A Katsuki le sorprendía como en tan poco tiempo, sus besos habían mejorado. Se convirtieron de suaves roces cubiertos de inocencia a un contacto apasionado que incineraba su torrente sanguíneo, y si antes le hacían suspirar, ahora le inyectaban una sobredosis de éxtasis, haciendo que se perdiera entre ese remolino de emociones que se generaba en estos momentos.
El aire le faltaba y no entendía el porqué, pero su cuerpo reaccionó de forma voluntaria desechando cada una de las prendas que lo cubría y finalmente ayudó a despojarse de las suya a su pareja. El sofoco que percibía cada vez que tomaba como suyo a Izuku, le obligaba a encontrar un método de refrescarse. Fuego vivo y abrazador le comenzaba a llenar desde abajo y que al atorarse en su garganta prácticamente lo asfixiaba. La lengua húmeda de su amante era lo único que impedía que aquellas abrazadoras llamas se extendieran hasta su cerebro y le hicieran perder completo la razón. Era hilarante pensar que en parte era culpa de ella también.
Irracional e impredecible, eran los deseos que experimentaba por Deku.
—Espera...— dijo jadeando Bakugou al separarse, no queriendo hacerlo, pero consciente de que lo que vendría sería mil veces mejor, no tuvo más remedio.
Bajó de la cama a un paso rápido y premioso. Dudó unos cuantos segundos al intentar recordar donde se encontraba lo que buscaba, y al hacerlo, se dirigió hasta el armario y escudriñó dentro.
El joven Midoriya esperaba pacientemente sobre su lecho, recuperando el aliento perdido. No podía pensar con claridad, sin embargo, ya se imaginaba lo que rebuscaba. Su estado somnoliento cambió enseguida cuando le fue arrojado desprevenidamente un objeto a las manos.
Observó como Katsuki pateó el bolso dentro del guardarropa y cerró la puerta con fuerza, pero al fijarse minuciosamente, detalló que éste sostenía en su boca dos envoltorios de preservativos. La mirada penetrante y la sonrisa llena de picardía que recibió, le hizo sonrojar, con ese simple gesto le hacía entender a donde quería llegar.
En un parpadeo el rubio se encontraba a su lado, abrazándolo, deleitándose el tacto con su piel temblorosa. Encajaba sus dedos sobre la carne, masajeando con rudeza la espalda. Su instinto salvaje le intensificaba las ansias de querer desgarrar esa zona, pero se contuvo debido a los besos castos que recibía sobre el hombro. Soltó lo que tenía en la boca y besó con sutileza los labios de Deku.
—Usemos eso...
Sus ojos verdes se posaron en lo que tenía entre sus dedos y que para su desgracia no ocupó en distinguir antes. El rostro por completo se cubrió de un rojo intenso al descubrir para que se usaba, era difícil no saberlo con lo explicito de la etiqueta que portaba.
— ¡N-No usaremos algo como esto! —Tartamudeó Izuku frunciendo el ceño.
— ¡Claro que sí!
— ¡Me niego! —Apretó el producto y se dirigió hasta la papelera con toda la intensión de botarlo. —Lo mejor es que esté aquí. —pero antes de finalizar su cometido, Katsuki saltó desde la cama para impedírselo, y comenzaron a forcejear para obtenerlo.
— ¡Dámelo! ¡He dicho que lo usaremos!
— ¡Eso es muy indecente!
Izuku se movió con habilidad, creando distancia entre ambos. Afianzo el agarré, tratando de ocultarlo con un brazo. Esto enfureció de sobremanera al mayor, quien mostrando sus afilados dientes y sus ojos nublados por la ira se abalanzó de nuevo sobre él.
— ¡Eres un maldito bastardo! Después que me jodiste por tanto tiempo para convencerme a usar eso —señaló los condones que se hallaban sobre las sabanas— cada vez que lo hacemos... ¡¿Ahora te niegas a hacer lo que te digo?! ¡Eres un pedazo de mierda!
— ¡P-pero Kacchan! Eso es necesario, ya te lo dije, lo investigué. ~Si no se usa protección cuando se tiene relaciones, especial dos hombres, se corre el riego de-~
— ¡Calla y ven! ¡Si no quieres que te parta la cara! —amenazó, haciendo chisporrotear en sus manos pequeñas explosiones.
— ¡No! —respondió exaltado, pero su voz fue bajando de intensidad, convirtiéndose en un susurro que fue acompañado por un sonrojo que adornó sus mejillas. No pudiendo soportar la vergüenza, se cubrió la boca con una mano, pronunciando lo que estaba pensando: —H-Hacer eso... es muy pervertido...
La inocencia de su novio no podía ser más tierna; sin embargo, sus deseos de experimentar cosas nuevas no permitirían que ese pequeño con risos de mierda se saliera con la suya. —No te hagas el inocente, nerd idiota. —con un golpe a sus pies terminó por tumbarlo al piso y aprovechó para agarrar el objeto. Izuku tampoco lo soltó. Así que comenzaron a luchar de nuevo para apoderarse. — ¡Suéltalo o te mato!
— ¡No! ¡No lo haré, prefiero morir a usarlo!
— ¡No me tientes, bastardo! —Colmado por la ira, no logró controlarse y liberó una estruendosa explosión.
Tosieron debido al polvo que se generó, pero la sensación viscosa que sentían sobre sus cuerpos les hizo saber lo peor. El cuarto había quedado hecho un desastre.
— ¡Mira lo que hiciste, idiota!
—Fue tu culpa por querer hacer cosas raras... —se quejaba con timidez, retirando el exceso de líquido de sus ojos.
Katsuki igualmente se limpió la cara y en el proceso posó sus ojos sobre Deku, quien se encontrada dándole la espalda, y por supuesto, completamente desnudo.
Tragó grueso.
Su plan no había funcionado como lo esperaba, pero de una u otra forma todo seguía saliendo como quería; por lo tanto, prefirió guardar silencio.
—Es increíble, ahora tendré que limpiar todo. También debo ducharme y esto no se quita tan fácilmente. —dijo frotándose con la intención de limpiarse, pero notando con obviedad que no podría. Midoriya se levantó dando una mirada desaprobatoria antes la acción insensata de Kacchan. —Debes ayudarme antes que vuelva mamá. Me bañaré primero, así que por favor, busca las cosas para limpiar. —Esperó una respuesta altanera, no obstante, el otro joven sólo asintió con la cabeza. Eso le dejó muy confundido, no esperó que le hiciera caso, nunca lo hacía. Supuso que estaba arrepentido por lo que hizo y no se lo cuestionó más.
Caminó en puntillas hasta la puerta y verificó que no hubiese nadie por ahí. Sintiéndose seguro, salió por el pasillo andando del mismo modo que antes, para no ensuciar por demás el piso de madera de su querido hogar.
Entró al baño y suspiró.
Era innegable decir que su vida se convirtió en una aventura desde el día que comenzó a salir con Kacchan, aunque fuese agotador, era muy feliz. Sin durarlo, entró en la ducha y antes de abrir la regadera escuchó como la puerta transparente era deslizada con delicadeza. No volteó, pero tampoco le dio tiempo de hacerlo. Su rostro y manos fueron estampados contra la pared.
—Que buena idea hacerlo aquí, Deku... Te felicito... —le susurró contra la oreja, no sin darle un mordisco antes.
— ¿Q-qué haces?
—Terminar lo que comenzamos...
Usó ambas manos y las posicionó sobre el trasero del contrario, desde ahí se deslizó suavemente hasta la parte superior de la espalda. Fue excelente que esa botella de lubricante hubiese estallado, ahora todo el cuerpo de Deku estaba resbaladizo. Sus manos se paseaban con suavidad, sin ningún impedimento, permitiéndole tocar cada parte con facilidad y generando una sensación indescriptible en sus dedos. Era tan suave y terso, que ese erótico masaje le encendió de nuevo al instante.
—Se siente bien, ¿no?—dijo mientras apoyaba la barbilla en el hombro del más bajo y lo obligaba a inclinarse un poco hacia adelante, para levantar más su parte trasera. Pequeños gemidos recibía como respuesta a las caricias, que sólo lo incitaban a querer probar más.
El efecto al frotar los pezones con sus manos aceitosas, fue indescriptible. Los apretujó con fuerza, conteniéndose de lastimarlo. Aunque halló otra forma de canalizar su desenfreno, clavando sus dientes en el hombro y mordiéndolo con delicadeza.
—Ka... cchan... —el deletreo de su sobrenombre en esas tonalidades agudas, casi le hace correrse, más se contuvo. Su premio era mayor y deseaba disfrutarlo al máximo.
Por el mismo camino que usó para subir, lo utilizó para descender, y atendió de nuevo ese trasero tonificado, el cual masajeó en todas direcciones. Se apartó para detallar mejor la zona. No cabía duda que era una vista prodigiosa. Con sus manos separó las nalgas y le estimuló, ese lubricante era excepcional, no había ejercido bien los movimientos cuando con facilidad el primero de sus dedos se dio paso a ese recóndito lugar.
La penetración vertiginosa que recibió, tuvo como consecuencia que Izuku comenzara a gemir. La sensación placentera que recorría desde su espalda hasta sus hombros le impedía controlarse, por lo que no se contuvo en lo más mínimo, y simplemente se dejó llevar de nuevo por los caprichos de su enamorado.
Le gustaba cuando Deku hacía esa cara tan indecente, le apetecía verla más y más. Introdujo otro dedo y luego otro. La humedad y lo resbaladizo intensificó el goce a niveles demasiado altos para su autocontrol.
Katsuki, dejó caer lentamente un hilo de saliva sobre la entrada que estaba penetrando. Con sus dedos, introdujo el líquido hacia el orificio y aquello resultó deliciosamente impúdico. Se relamió los labios, satisfecho, y recreando su vista con lo que hacía. El movimiento bamboleante permitió que un poco escapase, escurriéndose lánguidamente por los muslos ajenos. Su viaje finalizó con sutileza al llegar hasta el suelo, disolviéndose por el agua que corría hasta el desagüe.
Refrescó con eso la zona, caliente por la fricción y al mismo tiempo incrementó la densidad de fluidos que participaban en el procedimiento.
Frenesí, recorrió por todo su ser, al ver el escalofrío que hizo temblar al que tenía en frente. No quería detenerse, a pesar de que la hendidura estuviera lista para recibirlo, deseaba seguir. Lamió el inicio de la espalda, sin dejar desatendida la labor que realizaba.
Izuku experimentaba demasiadas cosas como para soportarlas, hacía rato que sus gemidos eran lo bastante sonoros para ser escuchados por sus vecinos, pero no podía evitarlo y tampoco quería hacerlo. Aunque no pretendiera aceptarlo, cuando era tratado de esta forma posesiva y ruda por Kacchan le excitaba con demasía. Sabía que era extraño, y aun así, la culpabilidad no era equiparable con el placer que se producía en su interior.
— ¿Te gusta, cierto? —pronunció con calma. No esperaba respuesta, simplemente lo decía para ver los gestos tímidos que expresaban mucho más que cualquier inentendible palabra que pudiese escapar de esos labios temblorosos. —Estas gimiendo mucho. Te debe gustar...
Por simple capricho, introdujo su dedo pulgar con lentitud, disfrutando del respingo que dio quién lo recibía.
—Mira como entra tan fácil, eres un pervertido...
Aturdido y debilitado, el de cabello verdes intentaba sostenerse con lo que pudiese. La separación existente entre cada cerámica, fue lo único que le sirvió para incrustar sus uñas.
— ¿Quieres que siga? ¿Lo quieres más profundo? —y preguntando esto, aumentó la velocidad.
A Izuku le molestaba que Kacchan hablara tanto cuando hacían el amor. Era sorprendente lo elocuente que se volvía, muy diferente a lo habitual. Le fascinaba pronunciar frases en doble sentido e indagar sobre las sensaciones que estaba experimentando. Diferenciaba el tono vibrante y cargado de perversión, sabía que hablar lo excitaba, pero lo detestaba, porque su voz le hacía perder la poca compostura que lograba retener. Se volvía dócil y necesitado, le hacía perder las fuerzas y la razón. Todo era culpa de esa voz.
Ya no soportaba más. Katsuki sentía que iba a explotar. La palpitación dolorosa que agobiaba su sexo por la sobreexcitación empezaba a fastidiarlo. Sus fantasías eróticas tendrían que esperar. Le urgía penetrar a Deku, con tanta fuerza y violencia que de sólo imaginárselo su miembro erguido vigorosamente se humedeció de sobremanera. Era el momento, y aunque no lo hubiese planificado así, hacía mucho tiempo que deseaba hacerlo en el baño, pero Deku era tan reservado que nunca se lo permitió. Así que lo disfrutaría y mucho.
Sacó los dedos y abrazó a su amante por la espalda. Con una mano abrió la ducha, dejando que el agua bajara con elegancia a través el camino dibujado por la columna y se deslizara por su trasero. Todo el suceso fue realmente erótico. Aprovechó ese lapso para besar con avidez a Izuku, quien no se movió de la posición que estaba, simplemente volteó el rostro y disfrutó gustoso el apasionado beso que recibió.
El agua les cayó directo sobre sus cabezas, ese beso acuoso fue magnífico. Al separase, a ambos les faltaba el aliento, pero eso no impidió que Katsuki se introdujera en la cavidad anteriormente dilatada. Suave, lento, disfrutando como las paredes internas arropaban su hombría con necesidad.
Embargado por la satisfacción no pudo comenzar un ritmo en su accionar. Se quedó ahí, estático, acostumbrándose a lo que experimentaba, o no aguantaría. Masajeó los glúteos y los separó ligeramente, permitiéndose llegar hasta lo más profundo. Todo esto lo realizó con extrema suavidad; sin embargo, cuando tocó fondo, no esperó que Izuku gimiera con tal ímpetu y que en el proceso apretara aún más sus paredes internas.
¡Al demonio con todo!
Bakugou lo poseyó con desenfreno. El choque constante, la vista esplendida, los gemidos sonoros, las manos aferrándose a la baldosa, el vapor que los rodeaba, el cuerpo que temblaba frente a él; cumplía con su mejor sueño lascivo.
—M-Más... d-duro...
La garganta se le secó en ipso facto. Era la primera vez que Deku le rogaba por más.
Lo embistió una y otra vez, aumentando la intensidad con cada estocada. Importándole muy poco los quejidos que comenzó a escuchar. ¡Era su culpa por hacerle esa petición, con ese tono indecente y suplicante! ¡Lo rompería! Deseaba hacerlo.
Recordó entonces, las necesidades de su novio; por lo tanto, lo masturbó al compás de sus penetraciones. El miembro de Izuku estaba completamente mojado y pegajoso. El aceite le ayudó a deslizarse mejor y de forma certera. No podía negar que se había vuelto un experto en esto, y lo supo, cuando al haber transcurrido sólo unos minutos logró que se corriera entre sus dedos.
— ¿Te has venido tan rápido? ¿Tan excitado estabas...?
Las piernas de Midoriya empezaron a temblar, viéndose obligado a juntar sus rodillas para no caer al suelo. No obstante, las embestidas continuas le hicieron flaquear.
Su acompañante, lo sostuvo por sus caderas, evitando que se desplomara en el suelo. —Eres un bastardo, ¿piensas sentarte a descansar ahora? —Lo empujó por completo contra la pared— Aun no termino... —siguió haciéndolo suyo, pero la posición no le ayudaba demasiado y terminaba sacándolo sin su consentimiento. —Así no se puede... —gruñó.
Supuso que las fuerzas de Deku se habían ido, por lo que todo quedaba en sus manos ahora. Con brusquedad le giró, poniéndole de frente y lo alzó a la altura de su cadera, obligándolo a aferrar los brazos y piernas a su cuerpo.
—Ahhh... Kacchan...
El contacto físico era total. Lograba ver directo sus ojos verdes, resplandecientes, cubiertos de lágrimas. Percibía como su respiración tibia choca contra su piel, ayudada por los jadeos que no se detienen ni un solo segundo. Y cuando ya se perdió por completo en ese rostro perfilado y esos rizos de menta, sólo le quedó disfrutar de un beso apasionado que sirvió de antesala a lo que vendría. Lo sostuvo de sus nalgas y su espalda; y ejecutó el movimiento así.
—Vamos Deku, dime como se siente...
Era una posición intensa, que le permitió adentrarse profundo y al mismo les hacía sentirse íntimos.
Se abrazó al rubio con más ímpetu y palpó los fuertes músculos de la espalda, desde ahí pudo ver como la piel tenía una tonalidad tostada y un poco brillante debido al lubricante que accidentalmente les había caído.
— ¡Maldición!
Él era fuerte, pero no era nada fácil realizar una maniobra tan acrobática y el que Izuku pesara casi lo mismo que él no le ayudaba en mucho. Se vio obligado a recargarlo contra la pared, obtenido el suficiente apoyo para hacer más fácil la penetración. El agua seguía saliendo y salpicaba en todas direcciones en cuanto chocaba contra sus pieles.
Midoriya iba a desfallecer.
No recordaba haberlo hecho con tanta intensidad. Sentía como los órganos de su abdomen se comprimían con cada estocada que recibía. La fuerza aumentó, la desesperación se aglomeró en su garganta, acompañada con la inhalación desbocada que hacia subir y bajar su estómago al compas.
— ¡Kacchan...!
De nuevo, su espalda fue golpeada contra la pared.
Se inclinó ligeramente sobre el pecho de Izuku, mordiéndose los labios, soportando el cansancio de sus piernas y brazos; pero más que su fuerza de voluntad, era su libido el que le permitía seguir.
— ¡Maldición, eres jodidamente estrecho, ábrete te para mí! —gritó con furia, embistiéndolo con rudeza repetidas veces.
— ¡Ah! —Más lagrimas brotaron de sus ojos e inconscientemente clavó sus uñas en los omóplatos del mayor.
Ante tanto estimulo, Katsuki no pudo más que liberar la presión que contenía dentro de su amante. Disfrutó de su orgasmo abrazándolo, sintiendo como sus propios fluidos comenzaban a deslizarse por su vientre, pero cuando sus piernas cedieron, lo bajó para poder recargarse contra él.
Recobrar el aliento fue una tarea de varios minutos. Luego de eso, se miraron directamente a los ojos.
Eso había sido excepcional.
Sus corazones aún saltaban debido a la adrenalina, aunque también de felicidad.
Frunció el ceño al adivinar lo que pasaba por la mente de ese idiota risueño. Le tapó la boca con una de sus manos, mientras hundía su rostro en el espacio entre el cuello y los hombros del más bajo, queriendo evitar la incomodidad, escondiéndose de esa forma tan particular.
—Cierra la boca... —susurró muy bajo, debido a la vergüenza.
Una enorme sonrisa decoró su semblante. Él no había pronunciado palabra alguna, sin embargo, que Kacchan supiera lo que estaba a punto de escapar por sus labios, le llenaba de alegría. A pesar de que llevaban cuatro meses saliendo, aún era reservado cuando de expresar sentimientos se trataba. Aunque no lo dijera, percibía su cariño con sus muestras de afecto fuera de lo convencional.
Bakugou giró la llave hasta el tope para que el agua cayera con fuerza. Tal vez así se le enfriaría la cabeza y podría recuperar la compostura.
—Cierto, es mejor ducharnos rápido. —Tomó con su brazo libre el jabón y lo restregó contra la espalda de Katsuki, éste no se inmutó en moverse, simplemente se dejó hacer. Durante esa labor canturreaba alegremente una canción con una sonrisa enorme en su cara.
Definitivamente ya no se reconocía. En otro momento, Deku estuviera ahora mismo en el hospital si hubiese tenido la osadía de tratarlo como un crío, como lo hacía ahora. Increíblemente, muy dentro de él le gustaba ser mimado de esa forma, ya que nadie tenía el suficiente valor para tratarlo con confianza y en igualdad de condiciones. No era de extrañar debido a su carácter... ¡Pero vamos! Ni siquiera su madre tuvo la decencia de consentirlo de vez en cuando. Lo trataba con firmeza para asegurarse que su nivel de prepotencia no se saliera de los límites.
Ahora Izuku pasó a enjabonar sus propios brazos; y en ese instante, Bakugou chasqueó la lengua con desagrado, separándose de su pecho y le miró enojado.
—No se hace así, no lograrás nada de esa forma —bramó, cogiendo la esponja y frotándola con fuerza sobre los brazos de su novio, el movimiento era en extremo irracional—. ¡Desaparece aceite del mal! ¡Muere mugre maldito!
— ¡Kacchan! ¡Me estas lastimando! —se quejó, arrugando la cara debido al dolor.
—No seas marica. Aguanta.
Terminado todo el proceso, el de ojos verdes, sentía el cuerpo magullado. Resplandeciente, pero adolorido y no por lo que hicieron, sino por la forma disfuncional en que Katsuki talló su cuerpo. Se recargó contra la pared viendo como el rubio se auto frotaba con el mismo vigor que hace unos instantes lo hizo con él. Una gotita le recorrió la cabeza.
"Kacchan a veces se porta como un niño".
—Ya estoy en casa.
Esa voz sacó al menor de sus pensamientos. Esto era malo. Muy malo. Se tapó la boca con ambas manos y abrió los ojos de sobremanera.
— ¿Izuku, Katsuki-kun? —se oyeron los ligeros toques que hizo su madre a la puerta contigua, donde se encontraba su habitación.
Bakugou cerró la grifería y guardó silencio también.
Pudieron detectar los pasos de Inko que se detuvieron frente a la puerta y como era de esperarse, golpeó con suavidad la madera para llamar la atención de quien sea que estuviese dentro. — ¿I-Izuku?
Se miraron intentando maquinar algún plan que resultara exitoso. Deku movió sus brazos con desesperación, esperando recibir ayuda, pero el rubio sólo hizo gestos coléricos, dejándole en claro que estaban jodidos. Iban a ser descubiertos.
— ¿Hay alguien ahí? —Insistió la mujer, al percatar la presencia de alguien dentro del baño.
Para suerte de los jóvenes, el menor de los Midoriya era bueno para hacer planes. Usó toda la capacidad de sus neuronas hasta hallar un posible escape de esta situación.
"Contéstale", articuló con sus labios y eso fue captado enseguida por el otro, quien frunció el ceño al no entender el porqué de su petición, pero tratándose de ese nerd, seguro tenía un plan entre manos.
—Soy yo, Inko-san...
—Ah... pensé que algo malo pasaba porque nadie me respondía. ¿Dónde está Izuku?
El rubio le miró de nuevo con un gesto de confusión, que aumentó más el querer entender las mímicas que hacia el de pelo verde.
— ¿E-El... salió... a comprar algo?—, pronunció con duda.
Izuku levantó los pulgares con aprobación.
—Oh, ya veo... Bueno, compré Unagi. Prepararé Unagi picante con arroz para la cena. Es uno de tus favoritos ¿no?
—Ah... Si...
— ¡Qué bueno! No te interrumpo más, iré a preparar la comida.
Los chicos suspiraron aliviados, al escuchar los pasos alejarse.
— ¿Y ahora qué, nerd? No hemos traído la ropa siquiera —susurró, abriendo de nuevo el agua para quitarse el resto de jabón de su cuerpo.
—Saldremos juntos hasta el cuarto. Si mamá esta distraída en la cocina no se dará cuenta si pasamos rápido. Luego me vestiré y simularé que estoy entrando.
—O tal vez, es mejor que le digamos que estábamos teniendo sexo en su baño, y nos libramos de las molestias— dijo con sarcasmo y sonriendo descaradamente.
—Claro... —Ignorando sus bromas de mal gusto, salió de la ducha y se secó lo mejor que pudo. Esperó que Bakugou terminara, y abrió la puerta con extrema cautela, cerciorándose que su madre no estuviera en su rango de visión. El sonido de ollas burbujeando y el corte sobre la tabla de madera le hizo saber que era seguro salir.
Estaban totalmente desnudos. ¿En qué demonios estaba pensando cuando salió de su cuarto sin la ropa? No lo sabía, pero se lamentaba ahora. No quería que su madre lo viera desnudo. No, no. Menos, si Katsuki venía detrás de él en las mismas condiciones.
Y sin más preámbulos, caminaron en sigilo hasta su habitación. Con el corazón en la garganta, se recostaron contra la puerta una vez hubieron entrado, pero su alivio no duró mucho, al notar el desastre formado por la explosión: las paredes, la alfombra, las sabanas, las puertas y todo lo que estuvo a unos metros a la redonda, terminaron cubierto de la sustancia aceitosa.
El reciente buen estado de ánimo del más bajo se disipó por completo. Limpiar esto, iba ser un infierno. Respiró profundo, tendría que calmarse, no ganaría nada reclamándole a Kacchan, lo único que produciría es que su madre se enterara de lo ocurrido. Lo único bueno es que ella nunca entraba a su habitación sin tocar antes, la mantendría lo más lejos posible del asunto. Buscó algo de ropa que ponerse y sin pronunciar nada al respecto, salió de nuevo ante la mirada seria de Bakugou. Ya en el pasillo, abrió la puerta del recibidor y la cerró al instante simulando que había llegado.
Se acercó a saludar a su madre, quien con amabilidad lo recibió.
—Bienvenido Izuku. ¿Qué fuiste a comprar?
—Detergente... —dijo con seriedad.
— ¿Detergente?
—Sí, y esponjas.
— ¿Esponjas?
—Y un nuevo novio... —susurró muy bajo.
— ¿Qué?
—Que limpiaremos mi habitación... Hace tiempo que no lo hago a profundidad.
El semblante desanimado de su hijo le preocupó, no era habitual en él. —Pero aun no es el final del verano... —dijo pretendiendo indagar un poco más, resaltando la tradición que ambos tenían de limpiar en esas fechas.
—Lo sé, es un capricho mío.
— ¿Y los exámenes? —insistió.
—Ya hemos estudiado lo suficiente, mañana es el último examen.
Dándose cuenta que no obtendría nada, decidió dejar las cosas como estaban. A veces era mejor permitir que los jóvenes resolvieran sus propios problemas. —Entiendo. Izuku, no tenías que salir a comprar nada, tenemos todo eso en casa.
— ¿Lo tomaré prestado, si?
—Por supuesto.
De mala gana, el chico fue a buscar una canasta, la cual llenó con todos los productos que encontró dentro del estante de lavandería. Caminó sin prisas, lamentándose de lo difícil y tedioso que sería el procedimiento, en especial en la alfombra. Todo era culpa de Kacchan, y su deseo sexual fuera de control. Ya sabía que era por las hormonas, la pubertad y esas cosas. Él también lo experimentaba y es por eso que nunca se podía negar.
Al entrar a su cuarto, Bakugou ya estaba vestido, y se encontraba recostado contra la puerta del armario escuchando música. La escena le molestó, tan despreocupado como si lo ocurrido no hubiese tenido nada que ver con él. Le lanzó una esponja a la cara, para su suerte, está estaba empapada de agua, permitiendo que ésta le quedara estampada sobre la piel.
— ¡¿Qué mierdas te pasa?! —reaccionó colérico antes el ataque recibido.
— ¡Ayúdame a limpiar! ¡Todo esto fue tu culpa!
—No te vi quejarte allá —Señaló en dirección del baño.
— ¿Ah?
—Como escuchaste, pedazo de mierda. Si estás tan molesto, límpialo tú. Fue tu culpa que eso estallara, si me lo hubiera dado, nada de esto estuviera pasando.
—Eres un descarado...
— ¡¿Qué?!
—Como escuchaste, pedazo de... Mi-... de... K-ka... kacchan... —titubeó al decirlo, pero finalmente lo dijo en un tono despectivo.
—Suficiente, no seguiré aguantando tu mierda. —Exaltado, se abalanzó sobre Deku. La canasta salió volando, generando un desastre mayor.
Los dos jóvenes hacia un bulto inentendible sobre la alfombra, jalándose la ropa, mordiéndose y forcejeando como pudieran.
La señora Midoriya suspiró.
Durante todo ese tiempo aprendió algo, y es que esos dos a pesar de estimarse mucho, también tenían recurrente discusiones. Nunca culminaban en algo de mayor repercusión, pero como madre era su deber intervenir en la cuestión. Esos juegos de manos entre adolescente podrían terminar en algo grave si no se controlaban.
Al escuchar el alboroto y por segunda vez en el día, se dirigió a la habitación de su hijo, con el propósito de interrumpir su reñida discusión.
Katsuki agarraba uno de los brazos de Izuku e intentaba retorcerlo, mientras que el otro tiraba del cabello rubio de su amigo, en el altercado, dieron vuelta por el suelo.
De repente, el grito de la señora Midoriya y el estruendo posterior, alertó a los jóvenes quien finalizando el asunto, corrieron hasta el pasillo para ver lo que sucedía.
La pobre mujer, se encontraba en el suelo quejándose por el fuerte golpe que acababa de recibir. Con dificultad intentó levantare, pero de nuevo cayó. El piso se encontraba resbaladizo, debido a las gotas de aceite que esparramaron por el pasillo cuando se dirigieron al baño.
Deku y Kacchan, observaron horrorizados el acontecimiento y por un segundo se paralizaron, no fue sino hasta unos instantes que pudieron reaccionar y la ayudaron a ponerse de pie.
El visible dolor que recorría la espalda de su madre, le afectó. Lo que menos deseaba en la vida era verla sufrir, y que hubiera sido su culpa le ponía peor.
La llevaron hasta su habitación. Ella insistía en que se encontraba bien, pero en cuanto ejercía cualquier movimiento, involuntariamente se quejaba. Debía admitir que su madre ya no era tan joven como antes, después de esto, pondría más atención en sus acciones y como éstas pudiesen afectarla a ella.
Debido a su obstinación, no lograron convencerla de ir al hospital, pero Izuku se ocupó en ponerle compresas de agua caliente y le dio píldoras para aliviar el dolor.
La cena fue terminada por Bakugou y después de llevarle la suya a la señora Midoriya, los dos chicos comieron en silencio en la mesa de la cocina. De la misma forma, limpiaron lo mejor que pudieron la habitación.
Ya era bastante tarde para cuando terminaron.
Como tenían acordado, el mayor recogió sus pertenencias y se dispuso para ir a su casa, hoy era domingo, por lo que debía irse a "convivir con su familia" a pesar de que eran las once de la noche. La divertida tarde que tuvieron juntos se fue al carajo por ese pequeño accidente. Torció la boca al dar una última mirada hasta la cama, donde Izuku estaba sentando mirando al vacío. No quería irse, pero ya había causado demasiados problemas como para quedarse a discutir y terminar de joder el día.
—Quédate... —escuchó antes de girar el picaporte.
Sorprendido, volteó a mirarlo. Las arrugas entre sus cejas y la boca fruncida de Deku, le hicieron saber enseguida que no se hallaba para nada feliz.
Ya sabía lo que debía hacer.
Suspirando, dejó caer la mochila, y se sentó a un lado de él. Con su mano acercó la cabeza de Izuku hasta su hombro y le acarició con suavidad.
Ante tal gesto, el corazón de Izuku se estremeció. Detestaba cuando sus emociones se salían de control. Repentinamente no pudo contener más la impotencia que sentía, por lo que se separó, sin cambiar la expresión que tenía previamente, y empujó a Bakugou con fuerza hacia la cama. Posicionándose arriba, colocó ambos brazos alrededor de la cabeza y le observó fijamente, la mirada seria e inexpresiva de Katsuki, le enfureció más. Se detestaba a sí mismo por aceptar todo lo que decía y por hacer todo lo que él quería. Y en un arrebato, le mordió el labio inferior con tanta fuerza que el otro no pudo evitar soltar un quejido, más no se opuso ni le reclamó.
"Idiota, eres un idiota Izuku", se repetía a sí mismo. De repente, notó como los labios se teñían de carmín. No le quedó más que hundir su cabeza en el pecho del contrario e intentar olvidar la frustración. Sabía que no tenía ninguna lógica que se enojara con Kacchan por lo sucedido, y más si después de todo lo había disfrutado también. "Fue un accidente", se decía, para calmar la punzada que repercutían en su pecho debido a la culpa.
Para mala suerte de ambos, lo único que encontró viable, fue descargar su impotencia con el rubio; pero lo quería tanto, que su inútil intento de hacerse el duro y la victima no funcionaba.
Lo sabía, hacía todo lo que él deseaba porque eso también lo hacía feliz a él. Era tan feliz que se odiaba por estar en ese estado deplorable ahora.
Bakugou lo abrazó, sin decir nada más. No eran necesarias las palabras.
.~*~.
A la mañana siguiente, el despertador sonó por tercera vez. De mal humor se levantó, deseando estrellar el molesto aparato contra la pared. Chasqueó la lengua, al notar que estaba solo en la cama. No importaba cuando tiempo pasara, igualmente le fastidiaba despertarse de esa forma. Solo. Abandonado como si él fuera cualquier persona sin importancia.
—Estúpido entrenamiento... —murmuró.
Anoche, no había dormido bien. Cualquiera en su lugar opinaría lo mismo. La mitad del tiempo tuvo a Izuku durmiendo encima de él, quitándole cualquier ápice de comodidad, hasta que se levantó en plena madrugada a estudiar. La luz del escritorio le molestaba, pero simplemente lo ignoró hasta que finalmente logró conciliar el sueño de nuevo.
Ahora le dolía la cabeza, el cuerpo se encontraba entumecido, los labios le ardían y el no haber podido dormir lo suficiente, lo pusieron de mal humor.
No pasó mucho tiempo hasta que finalmente Izuku regresó, y al ver el estado irritable del chico, enseguida juntó sus manos y se disculpó: — ¡Oh, lo siento Kacchan! Hoy no logré llegar antes que despertaras.
El rubio le miró con detenimiento.
Se comportaba como siempre, estaba sonriendo. Es como si nada hubiese sucedido. No lograba entender de dónde sacaba tanta energía y como podía cambiar su estado de ánimo tan rápido.
Luego de alistarse para la escuela y de cerciorarse de que Inko estuviera bien, salieron a prisa hacia la estación del metro. Durante el trayecto Izuku se ocupó en repasar sus apuntes y Katsuki miró despreocupadamente por la ventana.
A primera hora, tomaron el examen de historia heroica, y las demás clases se dieron con total normalidad. En la tarde recibieron entrenamiento físico para sus Quirks y al finalizar regresaron a sus casas.
En el resto de la semana no ocurrieron grandes acontecimientos, pero los chicos se encontraban más relajados al poder librarse de los molestos exámenes. Ahora, la emoción comenzaba a llenar su sistema porque pronto serían los exámenes prácticos, y posteriormente, el viaje escolar por el verano, pero antes de llegar a esa etapa debían enfrentar el reto más fuerte.
Día viernes. Doce del mediodía.
— ¡Deprisa chicos! ¡Ya publicaron las notas! —Gritaba Ashido llena de emoción, mientras guiaba a los estudiantes de la clase 1 – A hasta el pasillo central de la academia.
Un tumulto de gente se dio cita en el lugar. Los de otras clases también llegaban entusiasmados para saber cómo les fue durante el periodo de exámenes regulares, el cual, era el más largo del año, y por lo tanto más tedioso. El primero y el tercer corte se iban bastante rápido al ser enfocados a la iniciación y a las pruebas prácticas finales. Por lo que si asegurabas el segundo corte, tenías asegurado el pase para el siguiente año.
— ¡Como siempre Yaoroyozu está en el primer lugar! —comentó Uraraka animada.
—Sólo es esfuerzo y dedicación, no es la gran cosa... —dijo con simpleza, no deseando parecer presumida.
— ¡Wow, wow, wow! ¡Miren quien está de segundo! —gritó Kaminari señalando la cartelera.
Todo el mundo volteó en dirección del aludido. Midoriya temblaba en su sitio, al apreciar las miradas penetrantes encima de él. —Ah... no puede ser...
Uraraka dio un brincó y alzó un brazo al aire, muy contenta por su amigo. — ¡Felicidades Deku-kun! Tus esfuerzos han valido la pena.
— ¡Oh! Midoriya-kun no dejas de sorprenderme, me has superado de nuevo. —mencionó Iida con admiración al ver que había quedado de tercero.
Haciendo una torpe reverencia agradeció los halagos, pero su celebración fue interrumpida cuando Kaminari se dio cuenta de algo más.
— ¡Fiuuu! Miren quién quedó de décimo lugar. —vociferó con un ligero tono de burla.
El aura que desprendía de Bakugou era de temer. La gente que estaba aglomerada a su alrededor se movió para darle paso, debido al miedo que experimentaron. El joven miró incrédulo su nombre en el listado.
¿Cómo era posible? ¡Él era Bakugou Katsuki! Jamás había bajado de la tercera posición. Esto era inaudito. No lograba entenderlo. Nunca se esforzó demasiado en estudiar, pero debido a su gran inteligencia lograba quedar entre los primeros puestos. Además, no era posible, si estuvo todos los días yendo a casa de Deku a estudiar y...
— ¡Jajaja! ¡Quién lo diría! El gran Mineta se encuentra por encima de Bakugou. —Hizo un gesto con altivez, limpiándose el hombro en señal de estar sumamente confiado por su clasificación.
Katsuki se enardeció. Volteó y lo tomó por la cabeza apretándola con fuerza, explosiones leves escaparon de sus manos, haciendo que el chico se lloriqueara, pero eso no evitó que fuera mandado a volar unos metros.
¡¿Qué el idiota pega mierdas estaba por encima de él?! ¡¿Qué el imbécil dos caras tuvo mejor puntuación?! ¿Qué era inferior a Deku...?
Por un instante la vista se le nubló, y aunque todos esperaban que estallara en ese momento, les sorprendió ver como escondía sus palmas humeantes dentro de los bolsillos y caminaba en silencio hacia alguna dirección.
Para Midoriya, el frío que sintió en el estómago lo puso indispuesto al instante. Ver el repentino cambio de actitud de Kacchan, lo preocupó. Se le había olvidado por completo la felicidad por sus excelentes notas. Deseaba salir a buscarlo y tratar de animarlo, pero era imposible, así que simplemente lo vio alejarse con una mirada triste en su rostro.
r
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¡Oh! ¡Parapapa! Espero que les haya gustado, a mi me hizo fangrilear xD...
Quiero aclararlo por si no quedó claro –valga la redundancia-, Deku y Kacchan son muy felices juntos a pesar de que peleen todo el tiempo y tengan discusiones, para ellos todo el cumulo de experiencias que tienen juntos les llena de felicidad –Son muy raros, lo sé-.
Gomenasai, les juro que no tenía intención de meter lemon en este capítulo, simplemente se dio y no pude evitarlo >.<! No quiero que pienses que este fic es pura "tirazon" –¡que si lo es! D: *-* – xDDD...
Comentario random: La palabra «nalgas» me da mucha risa xD... >.<!
P.D.: Disculpen todo lo malo. ;_;
Gracias a todos los nuevos lectores, me hace mucha ilusión ver como alguien en un día se cala está historia súper larga. Me dejan sin aliento y me dan muchos ánimos de seguir adelante. Gracias por sus comentarios/reviews y sus estrellitas, por guardar esta historia en sus listas de lectura y por invertir un poquito de su tiempo en esto.
Gracias también a mis Old friends, mis lectores habituales. Ustedes y yo ---> ♥... No tengo nada más que decirles, ya saben lo que siento por ustedes xP!
Besito y Saludos a todos.
Byebye!
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