08: Entre el Fracaso y la Frustración
La mañana después de la intensa y reveladora noche, Jimin se sintió atrapado entre la confusión y el deseo. A pesar de que había compartido un beso con Jungkook, el eco de su propio corazón lo mantenía alerta. Había algo en la despreocupada naturaleza de Jungkook que lo asustaba, y con cada minuto que pasaba, sentía que se adentraba en un terreno peligroso.
Cuando se encontraron en el estudio de grabación para trabajar en la canción que estaban creando juntos, la tensión era palpable. Jungkook entró con una sonrisa pícara, sus ojos brillando con esa chispa que siempre lo hacía parecer un niño travieso.
—¡Jimin! —exclamó, acercándose con un brillo de emoción—. ¿Listo para hacer magia?
Jimin sonrió, pero no pudo evitar desviar la mirada, sintiendo que el recuerdo de lo que sucedió la noche anterior lo seguía como una sombra. Decidió mantener la conversación en un nivel superficial, ignorando cualquier insinuación que pudiera surgir.
—Claro, vamos a trabajar en la letra —respondió Jimin, intentando concentrarse en la tarea.
Mientras empezaban a repasar la canción, Jungkook no perdió la oportunidad de lanzar comentarios descarados.
—¿Sabes? La forma en que me besaste anoche... —comenzó Jungkook, con una sonrisa juguetona.
Jimin lo interrumpió rápidamente, sintiendo que su rostro se sonrojaba.
—Esa es solo una parte de la canción, Jungkook. Vamos a enfocarnos.
Jungkook frunció el ceño, sintiendo que Jimin se mantenía a una distancia emocional que le resultaba frustrante. No era habitual que alguien ignorara sus insinuaciones, y menos Jimin, quien le había parecido tan receptivo la noche anterior. La dinámica entre ellos había cambiado y Jungkook no sabía cómo reaccionar ante la nueva actitud de Jimin.
El resto del día transcurrió entre risas y miradas furtivas, pero Jimin siempre mantenía una barrera. Cada intento de Jungkook por romper el hielo era ignorado, y eso lo dejaba cada vez más ansioso. La canción, aunque bella, se sentía incompleta sin la chispa que solían compartir.
Finalmente, después de una jornada agotadora, su productor anunció que había planeado una celebración para conmemorar la colaboración. La idea era simple: una noche de diversión, música y un par de copas. Jimin se sintió un poco nervioso ante la idea de perder el control, pero al mismo tiempo, la idea de socializar con sus compañeros lo animó.
Esa noche, el estudio se transformó en un ambiente festivo. Las risas y los brindis resonaban por todo el lugar mientras los demás celebraban. Jungkook, en particular, parecía estar en su elemento. Rápidamente se unió a sus compañeros, bromeando y riendo, mientras se servían copas de vino y cócteles.
Jimin, en cambio, decidió mantener un perfil bajo. Se quedó a un lado, observando cómo la atmósfera se intensificaba. Aunque se sentía un poco fuera de lugar, no podía evitar preocuparse por Jungkook. El chico descarado, siempre rodeado de admiradores, tenía un magnetismo natural que atraía a todos, pero Jimin sabía que con la bebida, las cosas podrían volverse complicadas.
Con cada copa que Jungkook se servía, su comportamiento se tornaba más despreocupado y juguetón. Jimin no podía evitar notar cómo sus compañeros lo empujaban a coquetear con algunos de los asistentes, y aunque Jungkook siempre parecía tener un as bajo la manga, Jimin se sintió inquieto por el estado en que podría terminar.
En un momento dado, Jungkook se acercó a Jimin, con la mirada borrosa pero aún juguetona.
—Oye, ¿estás seguro de que no quieres unirte? —preguntó, inclinándose hacia él con una sonrisa provocativa—. Te haría bien relajar la corbata.
—No, gracias —respondió Jimin con una risa nerviosa—. Prefiero mantenerme sobrio.
El tono de Jimin era firme, y eso hizo que Jungkook frunciera el ceño en frustración.
—Siempre tan serio —se burló Jungkook, pero había un destello de preocupación en sus ojos—. Un poco de diversión no mataría, ¿verdad?
La noche avanzó, y la celebración se tornó cada vez más ruidosa y animada. La mayoría de sus compañeros se unieron al desenfreno, mientras Jimin se sentía más distante que nunca. Observó a Jungkook disfrutar, pero no podía evitar pensar en cómo esa diversión a menudo venía acompañada de algo más profundo, de la vulnerabilidad que Jungkook se negaba a mostrar.
Finalmente, cuando la noche comenzó a desvanecerse, Jungkook se acercó una vez más a Jimin, ya con la voz algo temblorosa.
—Vamos, Jimin. No seas aguafiestas. Te necesito para celebrar este éxito.
Consciente de la creciente preocupación que sentía por él, Jimin se sintió tentado a dejar que su guardia bajara. Pero el temor de que Jungkook solo buscara diversión y nada más lo mantuvo firme.
—No, Jungkook. Yo... —Jimin dudó, sintiendo que la preocupación lo invadía—. Creo que deberías cuidarte un poco.
Jungkook se detuvo, su sonrisa vacilando un momento. No era común que alguien le dijera que se cuidara, y eso lo hizo sentir un extraño cosquilleo de aprecio. Sin embargo, en su estado ebrio, decidió que no dejaría que eso lo detuviera.
—Está bien —dijo, un poco más suave—. Pero solo porque no quiero perderme tu compañía.
Al final de la noche, después de que la mayoría de sus compañeros se dispersaron, Jimin sintió un impulso de hacer algo inesperado. A pesar de sus reservas, decidió llevar a Jungkook a su penthouse. Sabía que a esas alturas, su compañero probablemente no podría cuidarse solo.
—Vayamos a tu casa —dijo Jimin, intentando mantener un tono casual—. Así puedes descansar un poco.
Jungkook sonrió, sintiéndose aliviado por la invitación.
—¿Te preocupas por mí, Jimin? —preguntó con picardía, aunque había un destello de sinceridad en su mirada.
Jimin rodó los ojos, pero no pudo evitar sonrojarse.
—Solo no quiero que te metas en problemas.
Cuando llegaron, Jungkook se dejó caer en el sofá, soltando una risa tonta.
—Sigo sorprendiendome. Definitivamente me gusta más que el estudio.
Jimin se sentó a su lado, un poco incómodo, pero a la vez aliviado de que Jungkook estuviera a salvo. Mientras Jungkook comenzaba a reírse de cualquier cosa, Jimin se sintió atrapado entre la risa y la preocupación.
Aquella noche, ambos sabían que había más en juego que una simple colaboración musical, pero ninguno estaba dispuesto a dar el siguiente paso.
Sin embargo, la conexión entre ellos crecía, un hilo invisible que los unía, incluso cuando intentaban ignorar lo que estaba justo frente a ellos.
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