04: Noche de Vino y Miradas
La sesión en el estudio se extendió más de lo planeado, y
ambos se dieron cuenta de que el tiempo había volado cuando el reloj marcaba casi las nueve de la noche. Jungkook, en un impulso, propuso una pausa.
—¿Te parece si cenamos algo? —sugirió, mientras guardaba algunos de los papeles y sus notas—. Puedo pedir algo en el hotel, está justo en frente. O, mejor aún, podríamos comer en mi penthouse. La vista desde allí no decepciona.
Jimin lo miró, con una mezcla de sorpresa y duda. La idea de estar solo con Jungkook en su penthouse le hacía pensar en todo tipo de escenarios, algunos de los cuales le hicieron ruborizarse ligeramente. Pero a pesar de esa inquietud inicial, algo en la forma en que Jungkook lo miraba, casi con curiosidad genuina, lo hizo sentir que quizás había otro motivo en su invitación.
—¿Tu penthouse? —preguntó, entre incrédulo y receloso, buscando en el rostro de Jungkook algún indicio de lo que realmente pretendía.
Jungkook notó su expresión y soltó una breve risa, alzando ambas manos en un gesto de aparente inocencia.
—Solo es una cena, Jimin. No muerdo... a menos que me lo pidan —agregó con una sonrisa pícara, antes de soltar una carcajada al ver la reacción de Jimin, quien volvió a sonrojarse y a desviar la mirada.
—Está bien —respondió Jimin, intentando disimular su incomodidad mientras recogía sus cosas—. Pero que conste, solo cena.
—Solo cena, lo prometo —respondió Jungkook, con una sonrisa que mostraba algo más que simple amistad.
Ambos caminaron juntos hacia el hotel, y aunque el silencio era ligero, Jimin sentía que había algo en el aire. Al llegar, tomaron el ascensor hasta el último piso. Jungkook abrió la puerta de su penthouse y Jimin no pudo evitar sorprenderse al ver el espacio. El lugar era amplio y moderno, con ventanales de piso a techo que mostraban la ciudad iluminada bajo ellos.
—Wow, tienes buen gusto —comentó Jimin, recorriendo el lugar con la mirada.
—Gracias —respondió Jungkook mientras se dirigía a la cocina para sacar un par de platos y cubiertos—. La comida llegará en unos minutos. Siéntete como en casa.
Jimin se relajó un poco y, tras un breve recorrido por el espacio, se sentó en uno de los sofás, mientras Jungkook se unía a él con dos copas de vino.
La cena llegó poco después, y entre risas y comentarios ligeros, la incomodidad inicial se fue disipando. La conversación fluyó con sorprendente naturalidad. Jungkook era un excelente anfitrión y tenía una facilidad increíble para hacer que todo pareciera fácil, incluso entre bromas y provocaciones sutiles. Jimin no pudo evitar sentirse sorprendido por lo cómodo que se sentía con él.
Después de cenar, Jungkook sirvió más vino y puso una película en la gran pantalla del salón. Jimin pensó que verían algo tranquilo, una comedia ligera o algo que ayudara a bajar el ritmo del día, pero pronto se dio cuenta de que la elección de Jungkook tenía un tono bastante más intenso.
La película se movía entre escenas de romance y un erotismo inesperado, y aunque Jimin trató de disimular su sorpresa, era imposible ignorar las escenas explícitas que desfilaban en la pantalla.
Por su parte, Jungkook no parecía incómodo, al contrario; parecía disfrutar de la ligera incomodidad que Jimin intentaba ocultar. Sentado a su lado, tomaba un sorbo de vino de vez en cuando, pero sin dejar de observar la pantalla, como si el contenido fuera lo más natural del mundo.
—¿Te sientes incómodo? —preguntó Jungkook en un tono bajo, apenas girando la cabeza para mirar a Jimin.
—No, claro que no —respondió Jimin rápidamente, aunque la calidez de su rostro lo traicionaba. Volvió la vista a la pantalla, deseando que las escenas se volvieran menos intensas.
Jungkook no insistió. Simplemente sonrió para sí mismo y dejó que el silencio entre ellos continuara, consciente de la tensión palpable que se había formado en la sala. Jimin, por su parte, no podía dejar de sentir la presencia de Jungkook a su lado. A pesar de que no había contacto físico, sentía la energía entre ellos como una carga eléctrica en el aire.
A medida que avanzaba la película, la tensión se hacía más y más densa. Jimin lo sentía, lo deseaba, pero no se atrevía a dar el paso, y cada segundo que pasaba sin que nadie hiciera nada parecía incrementar el deseo y la incomodidad en igual medida.
Jungkook dejó su copa en la mesa, y por un momento, Jimin sintió que el otro iba a decir algo. Sin embargo, Jungkook se limitó a mirarlo, sus ojos oscuros y llenos de una intensidad que Jimin nunca había visto antes. La luz tenue de la habitación parecía hacer sus facciones aún más definidas, y en ese momento, la cercanía entre ambos se volvió casi insoportable.
—¿Sabes? —susurró Jungkook, rompiendo el silencio, pero sin mover ni un solo músculo para acercarse más—. No imaginé que llegaríamos a ver una película así juntos.
Jimin rió suavemente, tratando de romper el nudo que sentía en el pecho.
—Tampoco yo, para ser honesto.
Jungkook lo miró por un momento más, pero, inesperadamente, en lugar de hacer un movimiento, se recostó en el sofá y desvió la mirada de nuevo hacia la pantalla, dejándole espacio a Jimin para que se relajara. La tensión entre ellos seguía, pero Jungkook no intentó aprovecharse de la situación, y eso solo hizo que Jimin lo deseara más, aunque no lo admitiera ni a sí mismo.
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