02: El Arte de Provocar
Cuando Jimin llegó al estudio, Jungkook ya estaba allí, tumbado despreocupadamente en el sofá, con los brazos extendidos detrás de la cabeza y una expresión relajada en su rostro. La arrogancia seguía marcando su postura, como si estuviera acostumbrado a tener el control de cada situación. Jimin, sin embargo, se sentía un poco más preparado que el día anterior. Ya sabía lo que esperar, o al menos eso pensaba.
—Puntual otra vez —comentó Jungkook sin siquiera levantarse, sus ojos se movieron perezosamente hacia Jimin—. Me gusta eso. Aunque tal vez deberías relajarte un poco. No es que estemos en una oficina.
Jimin forzó una pequeña sonrisa. Sabía que esa era la manera de Jungkook de marcar territorio, de recordarle quién era el que dominaba el ambiente. Pero hoy no tenía intención de dejarse intimidar tan fácilmente.
—Prefiero mantener las cosas profesionales —replicó Jimin, con un tono calmado, mientras se acomodaba en una silla frente a la consola de grabación.
Jungkook soltó una risa breve, y se sentó lentamente, apoyando sus codos en las rodillas mientras lo miraba intensamente.
—Ah, ¿es eso lo que eres? ¿El chico profesional que siempre sigue las reglas?
Había un matiz burlón en su voz que encendió una chispa de molestia en Jimin. Sentía que Jungkook lo estaba subestimando, poniéndolo en esa caja de lo "correcto" y "aburrido". Pero en lugar de responder de inmediato, Jimin decidió concentrarse en la música. Se inclinó hacia la mesa, revisando algunas partituras.
—Si seguir las reglas significa que las cosas salen bien, entonces sí —respondió, sin mirarlo.
—Qué aburrido —murmuró Jungkook, aunque algo en su tono insinuaba que había un reto oculto detrás de esas palabras—. Me pregunto si alguna vez te has permitido... simplemente hacer lo que sientes.
Jimin alzó la vista por un segundo, sorprendido por la dirección de la conversación, pero decidió no morder el anzuelo. Jungkook estaba claramente intentando provocarlo, como siempre. Así que, en lugar de responder, decidió centrarse en lo que realmente importaba: la música.
Jungkook, sin embargo, no era del tipo que se quedaba en silencio cuando alguien no respondía a sus provocaciones. Se levantó del sofá y se acercó a Jimin con esa seguridad despreocupada que lo caracterizaba. Jimin lo sintió antes de verlo a su lado, lo suficientemente cerca como para que su presencia fuera innegable.
—Dime, Jimin, ¿te gusta siempre estar tan... —Jungkook se inclinó un poco hacia él—, controlado? —Susurró la última palabra, casi como si fuera un secreto compartido.
Jimin no pudo evitar sentirse incómodo, pero al mismo tiempo, algo en su interior le decía que no debía retroceder. No frente a Jungkook.
—Hacer bien mi trabajo no tiene nada que ver con control —dijo, enderezando su espalda y mirando a Jungkook directamente a los ojos por primera vez en el día.
Jungkook sostuvo la mirada un segundo más de lo esperado, como si estuviera buscando algo en los ojos de Jimin, algo que aún no había descubierto. Fue entonces cuando Jimin notó un cambio, casi imperceptible, en la actitud de Jungkook. El descaro seguía ahí, pero la intensidad en su mirada era diferente. Como si, por primera vez, lo estuviera viendo de verdad.
—¿Y qué pasa si las cosas no salen como esperas? —inquirió Jungkook, dando un paso hacia atrás, aunque su mirada seguía fija en Jimin. El tono seguía siendo juguetón, pero había algo en su voz que sonaba más curioso que burlón ahora.
—Entonces improviso —respondió Jimin sin pensarlo, sorprendiendose incluso a sí mismo con la rapidez de su respuesta.
Jungkook levantó una ceja, divertido. Pero algo en esa respuesta pareció cambiar la dinámica. Jimin sintió que, sin querer, había logrado lo impensable: tomarle la delantera, aunque fuera por un instante.
—Vaya, eso no lo esperaba de ti —admitió Jungkook con una sonrisa que, por primera vez, no estaba cargada de superioridad. Era más genuina. Pero no por eso menos intrigante.
Jungkook tomó asiento frente a la consola, con una actitud un poco más relajada, pero sus ojos seguían puestos en Jimin, observando cada movimiento que hacía. Jimin lo notaba, aunque pretendía ignorarlo. No podía negar que la atención de Jungkook lo ponía algo nervioso, pero también había algo en ello que lo mantenía alerta. Un extraño magnetismo.
Mientras ambos comenzaban a discutir ideas para la canción, Jimin no pudo evitar notar que Jungkook ya no hablaba con la misma seguridad desenfrenada. Sus comentarios seguían siendo provocativos, pero ahora había algo más detrás de ellos. Algo que Jimin no lograba identificar del todo, pero que estaba empezando a afectar la dinámica.
—¿Sabes? —dijo Jungkook de repente, interrumpiendo la conversación sobre la letra—. Eres... diferente.
Jimin levantó la vista, sorprendido por el comentario inesperado.
—¿Diferente a qué?
Jungkook se recostó de nuevo en su asiento, cruzando los brazos sobre el pecho, pero esta vez sin la arrogancia habitual. Parecía más pensativo, como si intentara ordenar sus ideas.
—Diferente a lo que pensé que serías —respondió finalmente, y por primera vez desde que se conocieron, no había burla en su voz. Solo una sinceridad extraña.
Jimin no supo qué decir. El cambio en Jungkook era sutil, pero estaba ahí. Su descaro seguía presente, pero había algo más bajo la superficie. Una especie de curiosidad genuina, mezclada con algo que Jimin no podía nombrar.
—Tú también eres... diferente —murmuró Jimin, casi sin querer, mientras volvía su atención a la música. Pero esa vez fue él quien evitó la mirada de Jungkook.
Un largo silencio se instaló entre ellos, mientras ambos intentaban enfocarse en su trabajo. Pero el ambiente había cambiado. Jimin podía sentir los ojos de Jungkook sobre él, no como una amenaza, sino con una intensidad que lo hacía sentir vulnerable, aunque no de una manera incómoda.
Jimin sintió que estaba comenzando a ver más allá de la fachada de Jungkook, más allá del chico malo que todos conocían. Y eso, de alguna manera, lo intrigaba. Aunque no estaba seguro de si estaba listo para lo que eso significaba.
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