21 - Fan de Iron Man
No pude evitar removerme. No quería despertar a Ben, pero mi trasero comenzaba a doler por haber estado sentada durante tanto tiempo. Necesitaba moverme un poco.
Ahogué un quejido cuando sentí un tirón en la parte baja de mi abdomen. El esfuerzo molestaba la herida, pero por suerte no impedía que siguiera moviéndome.
Me incliné un poco para observar a Ben y vi que seguía durmiendo. Me alivió no haberlo despertado. Necesitaba descansar lo más que pudiera. Algo me decía que las cosas no harían más que empeorar para nosotros.
Cerré mis ojos, sintiendo algo que conocía muy bien. No debía encariñarme con él. Eso podría costarnos la vida, pero...
Mierda.
¿A quién quería engañar?
Había empatizado mucho con Ben. Me recordaba a Bucky y a mí cuando fuimos capturados por Hydra. Nosotros también éramos jóvenes y estábamos solos. Nuestras historias eran similares en ese aspecto.
—Lo siento.
Di un respingo al oír su voz tan de repente. Fruncí el entrecejo levemente, pensando si se disculpaba conmigo o si estaba soñando.
—¿Qué? —dije al final.
Con lentitud se incorporó hasta sentarse frente a mí, tal como habíamos estado horas antes. Esta vez, ya no se lo veía cohibido. Se notaba más confiado.
—No pude liberarte a tiempo —dijo a modo de explicación, pero eso solo me confundió aún más. —Lo siento.
Me acomodé en el lugar, enderezándome. Llevé una mano a mi abdomen, pero mi atención continuó sobre él.
—¿De qué hablas?
Bajó la mirada a sus manos y comenzó a jugar con ellas a modo de distracción.
—Estabas inconsciente cuando te trajeron y te dejaron en el laboratorio... yo estaba allí —comencé a entender su punto. —Traté de liberarte o, al menos, advertirte para que huyeras, pero ellos llegaron antes de que pudiera lograrlo... no pude ayudarte. Lo siento. De veras traté de ayudar.
Cerró los ojos, como si estuviera esperando algún regaño de mi parte. Pero no obtuvo nada de eso, solo una sonrisa de labios cerrados.
—No tienes que disculparte. No es tu culpa que esto suceda. —Me miró con pena. —De no haber estado aquí, jamás hubiera sabido lo que Viktor hace y no hubiera tenido la oportunidad de detenerlo.
Él frunció el entrecejo y la pena desapareció para darle paso a la confusión.
—¿Viktor? —preguntó.
—El que controla todo esto. O eso es lo que creo. ¿Jamás oíste su nombre?
Negó con la cabeza.
—No usan sus nombres.
Desvié mi mirada al suelo, pensativa.
—Debí suponerlo. Es una vieja estrategia de Hydra —murmuré más para mí misma que para él.
—¿Hydra? ¿La organización de la Segunda Guerra Mundial?
Lo miré. Lucía más confundido y asustado que nunca, y tenía motivos para estarlo. Había quedado atrapado en medio de cosas mucho más grandes que él y no comprendía nada de lo que sucedía. Peor aún, no tenía ni idea de lo que Viktor le hacía... ni yo la tenía.
—¿Sabes de Hydra?
—Lo estudié en la escuela, pero creí que había desaparecido cuando terminó la guerra.
—Hay muchas cosas que no sabes —murmuré, soltando un suspiro. —Y me parece justo que sepas lo que sucede.
—Me asustas más de lo que estoy —confesó con una sonrisa nerviosa.
No era lo que quería lograr, pero después de todo lo que estaba pasando, era lógico que estuviera asustado. Por eso debía ser cuidadosa con lo que le diría. No había razón para contarle sobre mi pasado en Hydra, ni mucho menos sobre Bucky. Eran datos innecesarios.
—Hydra no desapareció con la Segunda Guerra Mundial, fue creciendo dentro de S.H.I.E.L.D. —comencé a contarle. —El Capitán América, junto a Black Widow, lo descubrió y los desenmascaró. Yo y un tipo disfrazado de ave peleamos junto a ellos, por eso me veo como la mierda —solté una risa ronca. —En resumen, Hydra y S.H.I.E.L.D. cayeron, pero algunos aliados de Hydra siguen haciendo de las suyas. Viktor es uno de ellos.
Ben me miró con los labios entreabiertos debido a la sorpresa. Se quedó en silencio ante mis palabras, mirándome fijamente. Podía ver que intentaba asimilar lo que le había dicho.
Su reacción no tenía nada de extraño. Era algo importante. La caída de S.H.I.E.L.D. significaba que el país había perdido su agencia de inteligencia más grande e importante.
—Entonces... ¿Eres una Vengadora? —Fue lo primero que preguntó.
Traté de contener la risa, sobre todo porque Ben hablaba muy en serio. Me miraba con las cejas elevadas, esperando pacientemente mi respuesta.
—¿En serio? ¿Eso es lo único que te importa? —cuestioné, divertida.
Se encogió de hombros.
—Es que soy fan de Iron Man y creí que podrías presentármelo.
Solté una fuerte carcajada. No pude resistirme más.
—No te rías —murmuró, avergonzado.
—Lo siento. —Me disculpé entre risas. —Es que en tu lugar yo hubiera dicho lo mismo.
Ben soltó una suave risa que apenas logré oír, pero lo hice y me alegró haberlo hecho. Su rostro se iluminó por un momento y por primera vez en mucho tiempo me sentí útil. Había provocado una risa. No dolor. No gritos. Una risa.
Para ese momento, cuando me percaté de la empatía que sentía hacia él, me di cuenta que el mocoso comenzaba a agradarme más de lo que quisiera admitir jamás.
Y me aterraba que terminara como todo lo que una vez me importó.
(...)
—¿Color favorito? —pregunté.
—Rojo.
—Celeste.
Habíamos cambiado posiciones. Ahora yo descansaba la cabeza sobre sus piernas y como ninguno de los dos pudo dormir un poco, aprovechamos el tiempo para conocernos mejor.
Horas de charla me mostraron que Ben era una persona alegre y simpática, algo que la situación no le quitaba. Por la forma en la que comenzó a hablar y comportarse conmigo, supe que también era del tipo de persona que confía rápido, lo que podía ser un problema. Hasta él mismo lo admitió después de contarme algunos problemas que había tenido con chicos de su edad.
—¿Padres?
—Eduard y Penélope Adams. Ellos... murieron —solté en voz baja.
—Lo siento mucho —dijo con sinceridad y me gustó que no intentara saber más sobre eso. —Khristeen Collins y no conozco a mi padre.
Mi ceño se frunció ligeramente. Quise preguntar sobre el tema, pero algo en su expresión me decía que no se sentía cómodo hablando de ello.
—¿Hermanos? —terminé diciendo.
—Milenka y Galya Collins.
—No tengo —respondí y lo miré con curiosidad. —Esos son nombres interesantes, ¿cómo son?
Él sonrió y eso fue suficiente para demostrarme que las apreciaba demasiado. Siendo honesta, me hubiera sorprendido si no reaccionaba así.
—Galya es la menor, tiene diez años y es muy dulce —respondió con una gran sonrisa. —Milenka es la mayor. Ella tiene diecinueve y fue la fortaleza de la familia cuando papá nos abandonó. Le debemos mucho.
Hablar de su padre no le dolía, al contrario, parecía que ese evento le había hecho valorar la familia y quererla mucho más. Me gustaba su optimismo, sus ganas de ver la vida por el lado bueno. Su positividad era lo que más necesitábamos en estos momentos.
—Tú también eres fuerte —dije mientras me enderezaba. —Si no lo fueras, ya estarías muerto.
—Entonces tú también lo eres —apoyó la cabeza sobre la pared y miró el techo. —Solo espero que podamos continuar con vida.
—Lo haremos —aseguré y volví a recostarme. —Viktor es un idiota. Tarde o temprano podremos salir.
Soltó una corta risa, pero aunque riera, podía notar la tristeza y desesperanza en sus ojos. Estaba segura de que se sentía solo y olvidado.
—¿Qué harás cuando lo logremos? —preguntó de repente.
Abrí la boca para responder, pero tan pronto como la abrí me di cuenta que no sabía qué respuesta dar.
Buscaría a Bucky, eso estaba claro. Pero, ¿qué haría si me rechazaba? O si me aceptaba, ¿cómo podría ayudarlo cuando yo también tenía asuntos que resolver?
Tenía que lidiar con muchas cosas de mi pasado y no sabía cómo hacerlo. No podía ayudarlo a sanar si yo también estaba rota. Bucky tenía suficiente como para lidiar con mis problemas.
Pero me daba tanto miedo separarme de él otra vez.
—No sé —admití con algo de pesar.
Clavó la mirada al frente. Se quedó en silencio por unos segundos, probablemente pensando.
—Pero, ¿tienes a dónde volver? —preguntó en un susurro.
Cuando solté una exhalación profunda me di cuenta que había estado reteniendo el aire. Supe que era por el temor que sentía, porque no quería que Ben hiciera preguntas sobre mi pasado. No quería contarle quién era en realidad, ni lo que era. Me aterraba la idea de que Ben me viera como todos los demás lo hacían.
—Hay alguien —dije sin más. —Él significa todo para mí, pero...
Callé, sin saber qué decir. No sabía cómo se sentía Bucky en estos momentos. No sabía si seguía creyendo todo lo que dijo en el helicarrier o si ya había logrado poner en orden sus recuerdos.
—¿Pero?
Suspiré.
—Creo que él no piensa lo mismo.
Y en cuanto pronuncié esas palabras sentí que su mano se posó sobre mi cabeza. Extrañamente fue un gesto reconfortante. No nos conocíamos mucho, pero sentí su apoyo a través de su tacto. Eso me abrumó más que cualquier otra cosa.
—Si no tienes a dónde ir, serás bienvenida en mi casa —dijo con un cálido tono de voz.
Entonces cerré los ojos porque me negaba a que estos le hicieran notar lo débil que era, lo sentimental que podía llegar a ser ante una mínima muestra de cariño o amabilidad. No quería que viera a través de los muros que había construido a mi alrededor. Estaban allí por un motivo: protegerme.
—Iré solo si tienes papas fritas —traté de bromear, pero la voz me salió quebrada.
—Las tendrás.
Después de unos momentos abrí los ojos, ya más segura de que nada que no quisiera saldría a la luz.
—Entonces, supongo que iré —murmuré.
Ben sonrió sin separar los labios.
Pero su sonrisa no duró demasiado, porque en ese momento comenzaron a oírse ruidos provenientes del otro lado de la puerta. Estaba a punto de ser abierta.
Ayudándonos mutuamente, Ben y yo nos pusimos de pie. Él adoptó una posición temerosa, pero yo estaba lista para defendernos e intentar escapar. Era la oportunidad perfecta para poner en marcha el plan que habíamos elaborado.
Segundos después, la puerta fue abierta y por ella entraron tres guardias. Lo primero que hice fue mirar las pistolas que colgaban de sus caderas.
—Contra la pared. Ahora —ordenó uno de ellos.
Ben y yo obedecimos sin protestar y nos colocamos contra la pared del fondo, uno junto al otro, con aproximadamente un metro de distancia. Al instante, dos de los guardias se acercaron a nosotros para inmovilizarnos.
Miré de soslayo a Ben y él hizo lo mismo. No me detuve a examinar su expresión, solo le di un asentimiento de cabeza con la intención de informarle que el plan comenzaba en este preciso momento.
Eché mi cabeza hacia atrás, golpeando la del guardia que me retenía. Tensé la mandíbula al mismo tiempo que cerraba los ojos por un momento, sintiendo un fuerte dolor que se esparcía por mi nuca. Me obligué a ignorarlo. No podía preocuparme por eso.
Lo siguiente que hice fue girar y golpear al mismo guardia para quitarle la pistola que colgaba de su cadera. Le eché un rápido vistazo y confirmé mis sospechas, así que procedí a golpear la nariz del guardia con el mango del arma. Luego, aprovechando su descuido, lo tomé del cabello y golpeé su cabeza contra la pared. Cayó inconsciente en el suelo.
Miré al guardia que retuvo a Ben y antes de que pudiera hacer algo arrojé la pistola en su dirección. Esta impactó entre sus ojos, lo cual lo hizo caer de espaldas y fue suficiente para que no causara problemas por el momento.
Ben se alejó rápidamente de este.
Solo quedaba uno.
Siendo lo más rápida posible, giré y corrí hacia el tercer guardia que aún se encontraba en la puerta. Levanté la rodilla para golpear su pecho y cuando ambos chocamos contra la pared, comencé a soltar golpes en su rostro. Le di puñetazos furiosos, descargando la ira que había acumulado durante todo este tiempo. No me detuve hasta que dejó de luchar y cayó al suelo.
Mi pecho subía y bajaba debido a la adrenalina. Un repentino mareo me obligó a apoyar una mano en la pared para evitar perder el equilibrio. Cerré mis ojos con fuerza. Esto estaba mal, muy mal.
Yo estaba mal.
Recién cuando me calmé un poco fui capaz de sentir una molestia en mi mano. Entonces la miré, ceñuda, y solté un gruñido al no poder moverla sin sentir un fuerte dolor.
Por suerte, Ben no lo notó.
—¿Por qué no usaste las armas? —preguntó, detrás de mí.
Me agaché a recoger el arma del guardia que acababa de atacar. Le quité el cargador y lo levanté para que Ben pudiera verlo.
—Porque no están cargadas.
Sus cejas se elevaron con sorpresa.
—¿Por qué tenían armas sin balas? No tiene sentido.
Sí, no tenía sentido, pero la respuesta era fácil de saber. Solo bastaba ver a nuestro alrededor.
—Somos importantes para Viktor. Nuestras muertes significarán volver a comenzar... con lo que sea que planea.
—Pero, ¿qué?
—Lo averiguaremos, pero ahora debemos irnos de aquí —enrollé mis dedos en su muñeca y comencé a arrastrarlo hacia afuera. —Nos separaremos. Trata de recorrer y memorizar los caminos que más puedas.
Al salir cerré la puerta detrás de mí para que los guardias no escaparan y, sin soltar a Ben, comencé a avanzar por el pasillo. Él no dijo nada, pero sentía su respiración agitada detrás de mí.
Tal como había indicado Ben, era un pasillo corto. No tardamos en llegar al final, donde se dividió en dos. Nos detuvimos frente a los nuevos pasillos. Giré y tomé a Ben por los hombros, atrayendo su atención. Él me dio una mirada asustada y dubitativa a partes iguales.
—De ahora en adelante debemos ser cuidadosos —dije y él asintió torpemente. —En cualquier momento podemos encontrarnos con algún guardia, pero es importante que no luches. No te arriesgues, ¿oíste? Nada malo debe pasarte.
Volvió a asentir sin decir una palabra. Su cuerpo temblaba bajo mi tacto y aquello hizo que mi nerviosismo se acrecentara. Nada malo va a pasar, me repetí a mí misma. Ben estará bien.
—Todo saldrá bien —susurré.
Y solo esperaba que fuera verdad.
~ ~ ~ ~ ~
Sé que es un capítulo corto, pero si lo dejaba como estaba iba a ser muy largo :((
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