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14 - Todos caerán

Caminé lentamente por aquel mugroso túnel porque no es como si pudiera caminar más rápido considerando que una bala nadaba entre mis entrañas. Dolía cada vez que hacía un movimiento, pero era soportable. Lo que no era soportable era el olor nauseabundo del lugar. Era un olor a... ¿cómo decirlo sutilmente?

Sí. Mierda. Olía a mierda.

O a cloaca. Como sea. El olor era el mismo.

Podía sentir que Romanoff se encontraba cerca y, no sabía cómo habían escapado, pero esperaba que Steve estuviera con ella. Teniendo en cuenta todo lo que había sucedido en estos días era probable que se encontraran juntos ya que ambos estaban metidos en esto y podía asegurar que no se darían por vencidos hasta que Hydra cayera.

El camino me pareció extrañamente largo, pero después de un momento logré divisar una tenue luz al final del túnel y, mientras me dirigía hacia ella, rogaba en mi interior para que no fuera la que las personas ven cuando están a punto de morir.

San Pedro, todavía no es momento.

Para mi buena suerte, al llegar al final del túnel, no me encontré con San Pedro sino que hallé a cinco personas sentadas alrededor de una mesa redondeada: Steve, quien estaba de pie; Romanoff estaba sentada; detrás de ella había un hombre alto y moreno que recordé verlo en el puente; una mujer que reconocí como la agente Hill estaba sentada frente a Romanoff y por último, pero no menos importante, Fury encabezaba la mesa.

No voy a negar que verlo me sorprendió... porque lo hizo.

Me era difícil creer que estaba frente a mí, vivo, cuando yo misma confirmé que la misión había sido exitosa. Lo creía muerto, como todo el mundo, pero ¿qué se podía esperar de Fury? Era impredecible y no era nada nuevo descubrir que ocultaba secretos.

—No tenía idea respecto a Barnes —dijo el parche andante.

Me mantuve oculta entre las sombras, oyendo cada palabra. No tenían idea de mi presencia, solo se centraban en la conversación

—Si lo hubiera sabido, ¿me lo hubiera dicho? ¿O lo habría compartimentado? —reclamó Steve, molesto. —S.H.I.E.L.D., Hydra... Todos caerán.

—Ah, que bien se oyen esas palabras —hablé por primera vez, saliendo de mi escondite.

El extraño silencio que le siguió a mis palabras me hizo sonreír y en cuanto todos notaron que alguien ajeno a ellos habló, tomaron una posición defensiva. El moreno y Hill parecían listos para atacarme en cualquier momento; Fury me miró con molestia disfrazada de seriedad y en los rostros de Steve y Romanoff podía distinguir la desconfianza.

Solo unos pocos segundos bastaron para que me reconocieran como el enemigo y eso hizo que mi sonrisa y cualquier rastro de diversión se esfumaran de mi rostro. En ese momento, mientras todos me miraban como si fuera un parásito, me di cuenta que había tomado malas decisiones desde 1944. No importaba cuánto asegurara querer hacer el bien... yo no era una buena persona, ya no. Mis acciones me transformaron en esto, el enemigo, y el mundo siempre me vería así.

—Valerie —dijo Steve y se acercó como si tratara de razonar con una asesina. —¿Qué haces aquí?

Así que... ¿soy desconfiable? Sí, todos en esta maldita habitación lo dejaron en claro.

—San Pedro me hubiera recibido mejor —murmuré en voz baja.

—¿Qué?

—Nada.

Solté un suspiró y me obligué a relajarme. No tenía planeado mostrar que sus silenciosas acusaciones me habían afectado. En cambio, me mostré como siempre lo había hecho durante estos dos años.

Olvidando la situación anterior, guié mi interesada mirada hacia Fury, quien me devolvió el gesto al reconocerme. Le guiñé el ojo como saludo, manteniendo una expresión divertida en mi rostro, aún cuando me encontraba más sorprendida de lo que me gustaría admitir.

—Me salvaste en la carretera —comentó, mirándome con fijeza. —Y después me mataste.

Arqueé mis labios hacia abajo de forma inocente.

—Técnicamente no fui yo —Me defendí. —Y no sé por qué tanto escándalo. Estás vivo, ¿no?

—¿Qué haces aquí? —intervino Steve, apenas dejando que terminara de hablar.

Me encogí de hombros, restándole importancia a mi presencia y tratando de fingir que todo estaba bien y que cientos de personas no morirían en las próximas horas. Omitiendo el hecho de que Bucky estaba siendo usado como arma y que pronto sería enviado a matarnos.

—Ya me aburrí de jugar con Hydra.

Steve me miró, serio como siempre. Dudaba de mí, pero había algo en sus ojos que me indicaba que aún tenía esperanzas de que fuera la misma Valerie que conoció décadas atrás. No supe cómo sentirme al respecto porque no estaba segura que esa Valerie aún existiera. Ni siquiera sabía quién era o en qué me había convertido.

—¿Y cómo nos hallaste? —volvió a preguntar.

—Pedí indicaciones.

—Valerie, no es momento de juegos.

Aish, contigo nunca lo es.

Steve no comprendía que en momentos críticos mi mecanismo de defensa era el sarcasmo y las bromas.

—Eso que pusiste en mí te guió hasta aquí —dedujo Romanoff luego de haber estado en silencio por mucho tiempo.

La miré. Su mirada era seria y la ceja levemente arqueada le daba un toque intimidante. En serio, ¿cómo hacía para verse tan sexy e imponente solamente estando sentada? Bastaba con darle una ojeada para tener una idea del poder que desprendía su presencia.

—Con eso puedo localizarte desde cualquier parte del mundo —expliqué una vez que terminé de examinarla. —Es como un..

—Chip rastreador —dijo Steve.

—Imán —corregí inmediatamente y miré a Romanoff. —Puedo quitarlo si quieres.

Ella negó.

—Prefiero conservarlo... por si acaso.

En ese momento Fury dejó caer su mano sonoramente sobre la mesa, llamando la atención de todos. El moreno tenía el entrecejo fruncido y lucía reacio a iniciar una conversación de reencuentro.

—Tenemos algo más importante que hacer —recordó, señalando tres chips que se encontraban dentro de un maletín.

¿Y eso?

—No hay nada más de qué hablar —contradijo Steve con un tono duro. —S.H.I.E.L.D. y Hydra van a caer.

—Tiene razón —apoyó Hill.

Fury la miró por unos segundos y ella no se echó atrás con su decisión. Luego miró a Romanoff, quien se apoyó en el espaldar de la silla sin decir ni una palabra, pero demostrando su apoyo a Steve. Finalmente guió su mirada hacia el moreno que desconocía.

—A mí no me vea —respondió, resignado. —Yo hago lo que él diga, solo más lento.

Me separé de la pared al oír que todos estaban de acuerdo con el plan de Steve, cualquiera que sea, y caminé lentamente hacia ellos.

—Me emociona que todos estemos de acuerdo —murmuré, dejándome caer en una silla y descubriendo mi herida. —Pero creo que necesito un doctor si es que quiero vivir para ver cómo Hydra se va al infierno.

Steve me miró, ignorando completamente mis palabras y el hecho de que me estaba desangrando.

—¿Podemos confiar en tí?

—Sí —dije más segura que nunca.

Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para salvar a Bucky. Moriría por él, lo haría con tal de sacarlo de aquel lugar y darle un poco de paz. Era lo mínimo que podía hacer después de haberlo abandonado durante tantos años.

—¿Y solo así confiamos en ella? —cuestionó el desconocido.

Llevé una mano a mi pecho, indignada.

—¿Perdona?

—Nos atacaste en el puente —acusó.

—Supéralo.

—Jamás.

—Hazlo.

—No.

Bufé y miré a Steve.

—¿Y este quién es? —pregunté, señalando al acusador.

—Sam Wilson —respondió, soltando un suspiro cansado por la "discusión".

Miré a ese tal Sam, achicando los ojos. Él me devolvió la mirada como si estuviera examinándome, como si estuviera rechazándome.

—Conozco a Steve hace más tiempo que tú —dije como si esto fuera una competencia de niños.

—¿Y? —Me retó.

—Y que si Steve confía en mí, tú también deberías hacerlo.

—No.

—Steve, dile que confíe en mí.

El rubio llevó una mano a su rostro, deseando no tener que presenciar esto.

—Valerie...

—Vamos, hace lo que tú digas —insistí.

—Pero más lento —agregó Sam, bromeando de mala gana.

Clavé mis ojos en él y sonreí entre divertida y burlesca. Lo apunté con mi dedo, como si estuviera por hacer una declaración sumamente importante.

—Vas a confiar —canturreé y él rodó los ojos.

Creo que encontré a alguien a quien molestar.

(...)

Observé a Steve, quien se apoyaba en el barandal de la vieja presa en donde nos escondíamos. Tenía la mirada perdida entre los árboles que se alzaban frente a él y, aún en la distancia, podía notar la angustia en su semblante. Se lo veía pensativo y podía asegurar que Bucky ocupaba cada uno de sus pensamientos. No debió ser fácil creer durante décadas que su mejor amigo estaba muerto y de repente descubrir que no era así.

Nada parecía ser fácil en estos tiempos.

Apreté mis puños, sintiendo una extraña sensación de temor y remordimiento en mi pecho. Steve tenía muchas preguntas, no era difícil darse cuenta, y ansiaba poder obtener respuestas. Yo las supe desde siempre y, aún así, no fui capaz de informarle lo que sucedía. Ahora me daba cuenta de mi error y estaba dispuesta a responder todas y cada una de sus preguntas. Esta vez no huiría ni ocultaría la verdad.

Respiré profundamente y me armé de valor para caminar hacia él.

Steve no era una mala persona, pero le temía a lo que pudiera decirme en un arrebato de sinceridad. No podía negar el hecho de que me asustaba que dijera todas esas verdades sobre mí que yo me negaba a creer. Que se diera cuenta de qué clase de persona era y, peor aún, que me lo dijera cuando ni yo misma podía definirme.

Me miró de soslayo una vez que me posicioné junto a él. Yo, por mi parte, solo fui capaz de clavar la mirada en los árboles.

—¿Cómo estás?

—Era una herida superficial —respondí con simpleza, palmeando la zona afectada. —¿Y tú?

Tragó saliva con dureza y esa simple acción me confirmó que realmente no se encontraba bien con todo lo sucedido. La culpa creció.

—Confundido —respondió con un hilo de voz y giró hacia mí. —Los creía muertos.

Agaché la cabeza y solté un suspiro. Un largo silencio se extendió sobre nosotros, pero aún así se podía sentir que ambos teníamos muchas cosas que decir... solo que ninguno habló durante un largo momento.

Quería decirle que realmente intenté ayudar a Bucky, quería explicarle todo lo que había sucedido en estos años, pero las palabras no salieron. Por primera vez en tantos años no supe qué decir. No tenía ningún tipo de respuesta para darle, aún cuando deseaba hacerlo.

—Él siempre habló de tí. No te olvidó, ni siquiera cuando todos te creímos muerta —dijo repentinamente, tomándome por sorpresa. —Lo conozco mejor que nadie, pero nunca lo había visto tan vulnerable como cuando te perdió... Te amaba tanto.

Tensé la mandíbula al oírlo y cerré mis ojos, sintiendo que las lágrimas no tardarían en llegar. Siempre lamentaría no haber regresado. Mi único deseo era vivir junto a las personas que amaba, pero Hydra se había encargado de que eso jamás sucediera.

No pude responder. No me atreví a hacerlo porque el nudo en mi garganta apenas me dejaba respirar.

—¿Cómo fue? —preguntó en un susurro y supuse que se refería a la forma en que sobrevivimos.

Levanté el mentón al mismo tiempo que tomaba una bocanada de aire, como si esto me diera la dosis de valentía que necesitaba. No podía pasar todo el tiempo escondiendo lo que sentía y lo que había atravesado bajo el control de Hydra. Luego de esta misión todo el mundo conocería mi pasado y, aunque sea una vez, quería contar mi lado de la historia.

—Cuando Hydra capturó a la 107 a finales de 1944, Zola me llevó a otras instalaciones y usó el poder del teseracto para experimentar en mí —expliqué, dejando de lado el nudo en mi garganta. —Desde ese día no vi a Bucky, hasta llegué a creer que estaba muerto... pero un día él llegó a la base en donde me retenían.

—Cuando cayó del tren en 1945 —comentó, tratando de comprender lo que decía.

Asentí, dándole la razón. Gracias a lo que había investigado tenía una ligera idea de lo que había sucedido en esa época. Sabía que Steve había salvado a más de cuatrocientos soldados de la 107, incluido Bucky.

—No lo vi durante unos meses, pero se sintieron como décadas —murmuré con una sonrisa amarga, luego solté un suspiro para continuar. —Cuando llegó ya habían acabado conmigo, por lo que me durmieron y no supe qué hicieron con él. Fue hasta 1951, cuando me despertaron, que volví a verlo. Para entonces ya no era el mismo Bucky que había conocido. Hydra lo había transformado en el Soldado del Invierno.

Steve agachó penosamente la cabeza al oír lo que habían hecho conmigo. Su acción, aunque hecha con la mejor de las intenciones, me frustró porque lo que menos quería era su lástima o la de alguien más. Habían sido décadas duras, sí, pero eso me había fortalecido.

—Y cuando llegaste a Nueva York hace dos años, ¿tú...?

—Al principio no sabía cómo había despertado, pero entonces supe lo que pasó en Nueva York —respondí, sabiendo lo que preguntaría. —Eso fue lo que me despertó y me llevó hasta allí. El teseracto me llamó, por así decirlo. No sé por qué o sí eso era posible, pero no me quedé a averiguarlo. Solo pude huir.

Por primera vez me atreví a mirarlo, avergonzada por haber sido tan cobarde. La sinceridad y el afecto brillaban en sus ojos, lo que hizo que me sintiera menos cohibida.

—Lamento no haber hecho algo para evitar tanto sufrimiento.

Negué con la cabeza mientras sonreía levemente para tranquilizarlo.

—No tenías idea —carraspeé para que mi voz sonara más fuerte. —Fueron años difíciles, pero lo que más lamento es no haberte dicho nada sobre Bucky. Creí que podía solucionarlo sola.

De soslayo observé que regresaba la mirada hacia los árboles. Se quedó en silencio por un momento y no hice el intento de reanudar la conversación. Acababa de enterarse de muchas cosas, las cuales eran difíciles de digerir y presionarlo no ayudaría en nada. Así que solo aguardé a que estuviera listo para continuar. Ser paciente en estos tipos de momentos era algo que Bucky me había enseñado.

—¿Por qué? —cuestionó repentinamente y lo miré confundida. —Es que no lo comprendo. Lograste huir de Hydra dos veces, ¿por qué no la destruiste en cuanto pudiste? Podrías haberlo hecho.

No me molestó que lo preguntara. No había reproche en su voz. Aquellas palabras no fueron pronunciadas con malas intenciones, solo mostraban la verdadera confusión que sentía Steve.

—Porque nunca pude. Porque cuando me hicieron... esto... —miré con desprecio el halo de luz azul que se había formado en la punta de mi dedo. —Me perdí a mí misma. No sabía quién era o en qué monstruo me habían convertido. Estaba sola y asustada. No podía conmigo misma ni con lo que me hacían, ¿cómo crees que podría destruir una organización yo sola? Estaba destrozada física y mentalmente.

Se giró hacia mí y me vi obligada a imitarlo. Apoyé mi codo en la baranda de la represa y lo miré, dispuesta a oír lo que fuera a decirme.

—Debiste decirme todo lo que sucedía cuando te encontramos en Marrakech. No tenías que volver a aquel terrible lugar, no tú sola.

—Sí, tenía que —aseguré con pesar. —Necesitaba descubrir la verdad detrás del Proyecto Insight... y saber cómo se encontraba él. Creía que si descubría el plan de Pierce, podría vencerlo y liberar a Bucky, pero fui una idiota al pensar que sería tan fácil. Para cuando me di cuenta ya era tarde. Rumblow los había capturado y Pierce planeaba deshacerse de mí. No tuve otra opción más que huir y dejar a Bucky... una vez más. Fui una cobarde.

Negó ante mis palabras y dio un paso hacia mi.

—Fuiste valiente al hacerlo porque si tú mueres, él jamás estará bien —dijo en un susurro reconfortante.

Ahora sabía que si quería recuperar a Bucky, Steve sería una parte muy importante del proceso. Su delicadeza y cariño serían de gran ayuda para hacer que Bucky recuperara sus recuerdos y pudiera afrontar su pasado sin que este lo destrozara. La amistad de ambos era tan fuerte que sin duda podrían ayudarse mutuamente.

—¿Él estará bien? —preguntó, preocupado.

Asentí.

—Pierce sabe que intentaremos detener el lanzamiento y la única forma que tiene de evitarlo es Bucky. Lo necesita y, mientras lo haga, no lo matará.

—Bien —murmuró y giró para marcharse. —Será mejor que partamos ahora. Los helicarriers estarán en el aire en menos de dos horas.

Comenzó a alejarse de mí con la intención de adentrarse nuevamente al túnel. Mi ansiedad creció al ver que cada vez se alejaba más de mí y sentí la desesperada necesidad de detenerlo. Aún había algo que quería decirle, algo que debía dejar en claro antes de que partiéramos a la misión.

—Steve —llamé.

Él se detuvo inmediatamente al oír mi voz y giró, sin embargo se quedó quieto en el lugar. Me miró expectante, esperando que dijera algo. Apreté mis puños y tragué con fuerza antes de comenzar a hablar.

—Sé que ahora no soy una de las personas más confiable y sé que, aunque no lo admitas, dudas de mí. No es tu culpa, yo haría lo mismo —tomé una bocanada de aire y pestañeé rápidamente para alejar las lágrimas. —Pero quiero que sepas que haré todo lo posible para borrar las manchas de mi pasado. No cambiará el hecho de que no soy una buena persona y...

—Lo eres —interrumpió. —Eres una buena persona que solo ha cometido algunos errores, como cualquiera de nosotros. Lo que importa es lo que haces para redimirte.

Le sonreí y fue la primera vez en mucho tiempo que lo hice sinceramente. La forma en que pronunció aquellas palabras me hizo creer que no estaba sola, que no todos me veían como un monstruo y eso significó mucho para mí.

Steve tenía razón. Lo que importaba era lo que hacía para eliminar mis errores del pasado. Había hecho cosas malas, pero trataría de remediarlas. Trataría de ser una buena persona, de recuperar esa humanidad que había perdido a manos de Hydra.

—Bucky es afortunado de tenerte.

—De tenernos —corrigió. —Juntos haremos que regrese.

Era todo lo que esperaba oír, después de todo Bucky jamás estaría solo.

~ ~ ~ ~ ~

Voy a disfrutar escribiendo momentos entre Valerie y Sam 😂

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