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10 - Cuarto recuerdo

Lo miré fijamente. Tenía la mirada perdida en algún lugar del suelo. Había estado así desde que desperté, desde que Hydra nos hizo esto. No parecía ser él, estaba perdido en su propia mente y le era difícil concentrarse en otra cosa que no fueran las órdenes que recibía. No intenté hacerlo reaccionar, después de horas intentándolo me di cuenta que era inútil. No importaba lo que hiciera, él no me recordaba. Lo que sea que Hydra le haya hecho hacía que no pudiera recordarme y no estaba segura de que pudiera recordarse a sí mismo.

Solté un suspiro.

Odiaba esto.

Odiaba que nuestras vidas hubieran cambiado tan drásticamente.

Eché la cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared, y miré la habitación por décima vez en el día. Me había aprendido de memoria cada detalle de la misma. No recordaba la última vez que había abandonado estas cuatro paredes.

La habitación no estaba mal, pero aún así la odiaba. Era pulcra y bien iluminada. Me transmitía una sensación de soledad asfixiante. Tres paredes eran blancas y la restante era de cristal, aunque se parecía más a un espejo. Podía ver nuestros reflejos desolados, pero no lo que había del otro lado. Podía imaginarme que personas nos observaban desde allí.

Yo llevaba semanas aquí, en "observación". Él había llegado hace unas horas. No sabía dónde lo habían tenido hasta entonces ni qué le habían hecho. La última vez que lo ví fue en 1945, cuando me durmieron.

No entendía lo que sucedía, pero tenía un mal presentimiento.

En ese momento la puerta se abrió bruscamente y por ella entraron dos personas, apresuradas. Vestían uniformes militares y sobre sus cabezas llevaban una boina roja. No sabía quiénes eran, pero tampoco me interesaba saberlo. Durante mi estadía aquí había visto un sin fin de rostros desconocidos, lo cual me hacía pensar que los hombres frente a mí eran los nuevos encargados de llevar a cabo el trabajo sucio de Hydra.

Soldat —llamó uno de ellos y me confirmaron que eran soviéticos.

Bucky se puso de pie al oírlo. En su rostro no había rastro de disgusto ante aquel llamado, obedecía sin poner quejas. El Bucky que conocí hubiera protestado, estaba segura.

Gotov podchinyat'sya.

Y definitivamente el Bucky que conocí no hablaba ruso.

¿Qué habían hecho con él? Seis años habían pasado desde nuestra última vez juntos. Era mucho tiempo, pero para mí fue como un abrir y cerrar de ojos. Claramente no fue lo mismo para Bucky

—El doctor Petrov nos ha traicionado. Se dirige hacia Moscú en un tren. Con él lleva información importante para Hydra —informó, sacando una foto de su bolsillo para mostrarsela a Bucky. —Mátalo y recupera los archivos.

Matar.

Lo enviarían a matar. Lo obligarían a hacer algo que él jamás haría.

Cerré mis ojos al mismo tiempo que presionaba mis puños fuertemente. No era necesario decir que estaba en desacuerdo, porque lo estaba. No quería que Bucky se transformara en un asesino, quería que todo volviera a ser como antes.

—Prepárate, Flicker.

Abrí mis ojos al oír su orden y tensé la mandíbula, molesta. Me puse de pie y me acerqué a ellos, desafiante. Crucé los brazos sobre mi pecho.

—No voy a hacerlo —sentencié con firmeza.

Estaban locos si pensaban que yo haría lo que ellos me ordenaran, mucho menos si se trataba de asesinar a alguien. Además ese tal Petrov no parecía ser el verdadero villano de la historia. Tal vez buscaba hacer lo correcto y acabar con Hydra. No podía asesinar a alguien que trataba de hacer lo correcto.

—Te enseñamos a controlar tus habilidades para esto —dijo el que se había mantenido callado todo el tiempo.

—Dije que no lo haré.

—Debes asimilar que eres una soldado de Hydra —respondió, serio. —Debes cumplir con las órdenes que se te encomiendan.

—Yo no sigo órdenes, las doy.

Ambos hombres soltaron una carcajada sarcástica, mientras compartían una mirada cómplice. Apreté mis puños. Se estaban burlando de mí y no podía soportar semejante humillación.

—Deberás acostumbrarte a seguirlas, a menos que te atrevas a afrontar las consecuencias —amenazó y supe perfectamente a lo que se refería.

—Prepárense —sentenció el otro antes de marcharse.

Solté un suspiro, conteniendo mis ganas de abalanzarme sobre ellos o de escapar. No podía hacerlo. Ya habían dejado en claro que matarían a Bucky si lo hacía y luego seguirían conmigo. Había visto mucho de este lugar como para saber que hablaban en serio, eran capaces de hacerlo. No importaba si el soldado era de ayuda, lo matarían de todas formas si me atrevía a huir.

No tenía otra opción más que olvidarme de mi antigua vida, de todas las personas que alguna vez amé.

Era momento de seguir las órdenes de Hydra, de ser una de sus armas.

(...)

A lo lejos se lograba ver una gran nube de humo, la cual provenía del tren que teníamos que interceptar para recuperar los archivos. Cada vez se acercaba más, pero debíamos esperar que pasara frente a la montaña en la que nos encontrábamos para poder saltar sobre este. A mi lado, Bucky esperaba por la acción. 

—Hace frío, ¿no crees? —comenté, abrazándome a mí misma.

Como esperaba, él no respondió.

No me importó, solo me concentré en no tener frío.

El traje que Hydra me había proporcionado era de una pieza y para nada abrigado. La parte del torso era dura, más que un chaleco antibalas y la parte inferior se ajustaba perfectamente a mis piernas, dándome una buena movilidad. A eso se le sumaban las toscas botas y alguna que otra protección como rodilleras, coderas y guantes sin dedos.

Una vez más miré a Bucky. Su vista continuaba clavada en el tren, el cual casi llegaba hasta nuestra posición, e ignoraba mi presencia por completo.

—¿Al menos puedes recordarme? —La pregunta salió por sí sola, sabía que no debía decir aquello.

Bucky se quedó en silencio unos segundos, mientras observaba el tren con atención. Pensé que no respondería, pero finalmente lo hizo.

—No te conozco.

Y no esperó una respuesta de mi parte, sino que saltó de la montaña y aterrizó en el techo del tren. Se notaba que no quería hablar conmigo, no quería tener que lidiar con su atormentada mente.

Solté un bufido, dándome cuenta que debía seguirlo.

—Hacerte recordar será más difícil de lo que creí.

Salté de la montaña y caí sobre el techo del tren, a unos metros de distancia de Bucky. Él giró la cabeza levemente, comprobando que lo seguía.

Me centré en la misión, olvidando lo que acababa de suceder en la montaña, y corrí detrás de Bucky. Él fue el encargado de derribar la puerta del vagón con su brazo metálico y, una vez que lo hizo, se adentró al tren. Lo seguí, sin ánimo alguno de hacer esto.

Dentro del tren nos encontramos con seis personas. No tardamos en reconocer al doctor Petrov, quien estaba sentado al final del vagón. Las personas restantes eran simples civiles que viajaban hacia Moscú. Según nos habían informado, el doctor trataba de mezclarse entre ellos.

Debió saber que a Hydra no se le escapaba ningún dato, mucho menos de sus objetivos.

La expresión atemorizada de Petrov me indicó que sabía por qué estábamos aquí. Con tan solo vernos supo que veníamos a hacer el trabajo sucio de Hydra.

Petrov se puso de pie inmediatamente, tomando su maletín con fuerza, y retrocedió hasta chocar con la puerta que unía este vagón con el otro.

Bucky adivinó lo que haría, por lo que levantó su arma y le disparó. La bala impactó en la mano de Petrov, con la cual intentaba abrir la puerta del vagón. Este soltó un grito desgarrador.

Tensé la mandíbula al notar que Bucky no había dudado en disparar.

Los gritos de los civiles no tardaron en oírse, estos comenzaron a pedir ayuda. Los ignoramos, no veníamos por ellos. Solo nos importaba Petrov, quien por cierto nos miraba aterrorizado.

Decidí intervenir antes de que Bucky le volara la cabeza, porque algo me decía que si era capaz de hacerlo.

Caminé hacía Petrov, quien se asustaba más con cada paso que daba. Si supiera que aquí yo era la buena y no le haría daño, aunque no podía prometer nada de Bucky o, mejor dicho, el Soldado del Invierno.

Aquel era el alias que se había ganado con el tiempo. Al parecer esta no era su primera misión.

—No me hagan daño, por favor —rogó, aterrorizado.

Posé mi mano sobre el hombro de Petrov. Se tensó ante mi tacto, pero no hizo el intento de alejarse. No tenía a dónde huir. Un paso en falso y moría.

—No voy a hacerte daño, pero mi amigo, el de allá —señalé a Bucky, —no puedo prometer que él no lo hará.

En ese momento Bucky levantó su arma y apuntó a Petrov. Le arrebaté el maletín de sus manos y, soltando un suspiro pesado, me alejé de él para que Bucky acabara con la misión.

—Si disparas, moriremos todos —amenazó.

Fruncí el entrecejo al oír las palabras de Petrov.

—¿A qué te refieres, viejo? —cuestioné.

—A esto. —Y repentinamente sacó una granada de su bolsillo, tomándome por sorpresa.

Miré a Bucky, pero él ni se inmutó. Que aquella granada explotara parecía ser la menor de sus preocupaciones. Yo, en cambio, no quería que estallara a tan solo unos centímetros de mí.

—Bueno, creo que debes considerar bajar el arma, soldado —dije, alejándome lentamente de Petrov.

Pero Bucky me ignoró por completo y, sin más, disparó. Los civiles gritaron aterrados y comenzaron a correr hacia el otro extremo del vagón. Las alarmas dentro de mí se encendieron. Segundos después de que la bala impactara en el pecho de Petrov, este logró quitar el seguro de la granada.

Cinco segundos era lo que necesitaba para estallar.

—Vamos a mo...

No pude terminar la oración ya que fui empujada por alguien. Sentí que mi cuerpo chocó contra la pared del tren y, momentos después, el aire alborotó mi cabello salvajemente. Lo único que pude ver fue que el tren estalló sobre el puente por el que transitaba, destrozando este también.

Entonces comprendí que estábamos cayendo.

—¡Maldición!

Me apresuré a crear un portal y, en vez de caer en el río, caí a través de este. Segundos después aparecí recostada sobre la orilla, sana y salva. Mi respiración era agitada y mi corazón latía más rápido de lo normal.

Estuve a punto de morir.

Ya no quería ir a ninguna otra misión.

Oí un tenue gruñido junto a mí. Giré la cabeza y me encontré con Bucky, quien se ponía de pie con algo de dificultad. Luego mi mirada fue a parar en los restos del tren y del puente. Inmediatamente entendí lo que había sucedido. Bucky fue ese alguien que me empujó fuera del tren para evitar que muriéramos en la explosión.

Arqueé una ceja cuando clavó sus ojos sobre mí.

—¿Tengo que agradecerte?

Él solo me miró por un corto momento y, sin responder, emprendió marcha con intención de regresar a la base de Hydra. Me dejé caer en el suelo, soltando un pesado suspiro.

Personas inocentes acababan de morir y a Bucky no parecía importarle. Lo que Hydra estaba haciendo era incorrecto y lo que le hacía a Bucky era peor.

No estaba segura de poder continuar con esto. La única certeza que tenía era que más personas morirían, tarde o temprano.

No iba a poder cargar con tantas muertes en mi conciencia.

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