07 - Proyecto Insight
Me senté sobre la camilla, llevando una mano hacia la parte baja de mi nuca. Sentí un leve ardor ante el roce de mis dedos y una mueca involuntaria apareció en mi rostro. Tenía unas puntadas en el lugar, habían sido hechas para cerrar una pequeña herida.
No era nada grave, solo eran secuelas de las "revisiones".
Para mi sorpresa, Viktor cumplió con lo que prometió y en cuanto terminó de examinarme me quitó aquel implante que reprimía mis poderes. Después de todo Pierce necesitaba de mis habilidades, aunque él nunca lo admitiría en voz alta.
—No voy a agradecerte —dije al notar que Viktor me miraba con fijeza.
—Pierce tiene razón al decir que eres molesta —murmuró más para él que para mí.
Dejé caer mis brazos a los lados de mi cuerpo y sonreí, burlesca, mientras me ponía de pie. Luego apoyé mi trasero en la camilla, manteniendo mi mirada sobre él.
—Se supone que la anciana amargada debería ser yo, no ustedes.
Viktor volteó, dándome la espalda, y comenzó a limpiar los utensilios metálicos que había utilizado para quitar el implante de mi cuerpo. Estaba callado, se notaba que no tenía interés en hablar, mucho menos conmigo. Fue por eso que decidí iniciar una conversación.
—Y dime, ¿hace cuánto trabajas para Hydra? —pregunté desinteresadamente.
Él se encogió de hombros, aún dándome la espalda, y continuó con lo suyo.
—¿Por qué el repentino interés?
Arqueé mis labios hacia abajo, no muy segura de qué responder. Había hecho una pregunta al azar.
—Solo quiero saber con qué clase de persona trabajo.
Se mantuvo en silencio por unos largos segundos, probablemente decidiendo si responder o no. Seguramente le buscaba una doble intención a mi pregunta. Buscaba un motivo en especial, aunque no había ninguno.
Solo lo pregunté para molestar, como cada cosa que hacía.
—Trabajo con Hydra desde que regresaste —respondió finalmente. —Aunque siempre he sabido de su existencia.
Sus palabras me interesaron.
Él sabía sobre Hydra, era consciente de lo que esta organización hacía, aún cuando no era parte. Nunca dijo ni una palabra sobre el tema, si no fuera así ya estaría bajo tres metros de tierra. En ese momento me pregunté por qué Pierce nunca mandó a matarlo si él sabía sobre Hydra y lo que hacía.
Aquello solo significaba que Viktor era importante para Hydra, aún cuando no era parte de esta.
—Pierce parece confiar en tí —comenté, caminando hacia él. —Lo usual es que mate a personas que saben sobre Hydra.
—Mi familia siempre trabajó para Hydra, estamos en esto desde la época de Zola —informó, girando para mirarme. —Supongo que se debe a eso.
Al oír el nombre de Zola, algo hizo click en mi cabeza.
Me quedé inmóvil, pensando. Zola era justo lo que buscaba, era la puerta al Proyecto Insight y había estado tan distraída que no fui capaz de pensar en él. Fruncí el ceño al darme cuenta que había sido un tanto despistada al no darme cuenta antes. Comenzaba a descuidar mis prioridades.
Entonces noté la sospecha en los ojos de Viktor al ver que me había callado de repente. Me miraba con los ojos entrecerrados, queriendo saber qué pensaba o qué estaba tramando.
Sonreí como si nada hubiera sucedido.
—De tal palo, tal astilla —recité un viejo dicho.
Él rio, aunque no era una risa divertida o amigable. Era seca, sarcástica.
—Es lo que dicen —sonrió con malicia. —¿Y qué hay de ti?
Rodé los ojos. Ni siquiera sabía por qué estaba preguntando aquello. Al parecer no era la única a la que le gustaba molestar.
—Toda mi vida está en esos expedientes.
Él asintió y regresó la vista al frente para continuar limpiando los utensilios, aunque mantenía parte de su atención en mí.
—¿Entonces no tienes a nadie? —preguntó, sin mirarme.
—Solo soy yo.
Cuando giró levemente fui capaz de observar que una de las comisuras de sus labios se elevó levemente.
—¿En verdad? —cuestionó y supe que dudaba de mi palabra. —Creí que por eso estabas aquí, para recuperar...
—Creíste mal —interrumpí abruptamente, sabiendo por qué camino iba la conversación. —Regresé porque no sé hacer otra cosa más que asesinar, ¿contento?
Él rio como si hubiera contado un mal chiste y negó con la cabeza. Tensé la mandíbula. Estaba burlándose de mí.
—No pierdas tu energía mintiendo —comentó, dejando de reír. —Puede que Hydra no lo sepa, pero yo sí. Sé que has estado salvando personas en el norte de África, como si fueras una de esos payasos con trajes.
—El término es Vengadores y no, no tengo interés en ser como ellos —dije, soltando un suspiro. —Y tienes razón, creo que no debo gastar mi energía, no después de todas las pruebas que me has hecho.
Lo cierto era que no tenía ánimos para hablar con Viktor. No me agradaba en lo absoluto, me daba mala espina. Además tenía otras cosas que hacer, cosas más importantes que molestar a Viktor.
—Lo que tú digas —murmuró, levantando sus manos.
Le sonreí falsamente y comencé a caminar hacia la salida de la bóveda, dejándolo atrás. Podía oír el tenue sonido de los instrumentos quirúrgicos.
—Iré a dormir, no me molestes —anuncié, sin voltear. —Y si Pierce me necesita dile que puede irse al infierno.
Y salí de la bóveda.
Solo tenía una cosa en mente.
Zola.
(...)
Solté un suspiro al mirar el lugar desde el exterior.
Campamento Lehigh.
Una oleada de recuerdos vino a mí en cuanto puse un pie allí. Parecía que fue ayer cuando llegué a este campamento para entrenar al próximo Súper Soldado. Aquí fue donde conocí a Peggy y a Steve, donde formé una familia que iba más allá de la sangre.
Se sentía como si aún continuara en aquella época. Podía sentir la emoción de estar en mi primera misión, en mi primer trabajo como Teniente Coronel.
A pesar de todo lo que había sucedido en esa época, tenía muy buenos recuerdos de este lugar. Durante mi estadía aquí fui feliz, sentía que nada podría conmigo.
Todos aquellos recuerdos estaban tan frescos que me abrumaba.
Sabía que debía dejar el pasado atrás, que debía superarlo y continuar con mi vida, pero no era fácil.
¿Cómo podría hacerlo? Lo que Hydra hizo conmigo me cambió por completo. Ya no podía vivir una vida normal, solo podía huir y esconderme.
Sacudí la cabeza, alejando todos aquellos pensamientos para concentrarme en mi único objetivo.
Zola.
Para eso estaba aquí, no para recordar tiempos a los que nunca regresaría.
Al atravesar el portón de la entrada caminé directamente hacia un búnker cerca de las barracas. Sabía perfectamente qué camino debía tomar. Había estado aquí muchas veces después de la Segunda Guerra Mundial y no precisamente para dar un paseo por mis recuerdos.
Sabía de la existencia de Zola y de cómo había salvado su mente, pero lo había olvidado completamente. Si Viktor no lo hubiera mencionado, no hubiera recordado. Aunque no quisiera admitirlo, Viktor había servido para algo más que las "revisiones".
Zola era la respuesta.
Me adentré al búnker y bajé las escaleras hasta que llegué a una sala, más bien una oficina. No me molesté en encender las luces, sabía el camino de memoria. Aquí era donde nació S.H.I.E.L.D. y donde Hydra creció hasta convertirse en lo que era hoy en día.
Continué caminando hacia el fondo de la sala hasta que me adentré a otra habitación, una que usaban para guardar archivos antiguos. Al atravesar la puerta me encontré con tres cuadros colgados en la pared, era difícil no verlos.
Los reconocí inmediatamente como los fundadores de S.H.I.E.L.D.
Miré la fotografía del Coronel Phillips y recordé cada uno de sus regaños, así como también sus felicitaciones. Luego observé a Peggy, quien se había convertido en una gran amiga y compañera. Finalmente posé mis ojos sobre Howard Stark y una sonrisa amarga apareció en mi rostro.
—Hola, H —murmuré, melancólica.
Cerré mis ojos al mismo tiempo que tomaba una larga bocanada de aire, tratando de no recaer nuevamente en mis recuerdos. Una vez que logré controlarme abrí mis ojos y continué mi camino, dejando aquellos cuadros y recuerdos atrás.
No tenía tiempo para llantos.
Fui directamente hacia una estantería y la moví hacia la derecha, dejando al descubierto un viejo ascensor. Era tan típico de Hydra tener una instalación secreta dentro de otra.
Tecleé rápidamente una combinación sobre el antiguo teclado y las puertas del ascensor se abrieron. Me adentré y presioné un botón. Al instante el aparato comenzó a bajar.
Cuando el ascensor se detuvo, salí de él, encontrándome con un montón de computadoras antiguas, muy antiguas. Era tecnología que databa de la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente.
En cuanto puse un pie allí, un escalofrío me recorrió. Sabía que estaba corriendo un gran riesgo al venir aquí, pero valdría la pena si descubría más sobre el Proyecto Insight. Solo debía ser cuidadosa.
Mirando todo el lugar con detenimiento, me dirigí hacia la computadora central. Me paré frente a ella y me armé de valor para encenderla. En cuanto eso sucedió, todas las máquinas de la habitación comenzaron a funcionar. Estaban totalmente coordinadas, como si se tratara de un cerebro.
—Valerie Amelia Adams —dijo una voz robótica.
La pantalla de la vieja computadora ahora estaba encendida y en ella podía verse el distorsionado rostro de Zola.
—Prefiero Valerie, pero gracias por recordarme mi nombre —murmuré y relamí mi labio. —Temía haberlo olvidado.
—Veo que aún no hallan la forma de cerrarte la boca.
Me crucé de brazos mientras apoyaba mi trasero en una mesa cercana. Clavé mi mirada en la computadora central.
—Yo también te he extrañado, sobre todo tus métodos de tortura —comenté, sarcástica. —Tú sí que eras ingenioso para eso.
—Inútilmente, debo agregar. Nunca supimos controlar el poder que fluye dentro de tí.
—Sí, oí algo así, pero no vine a hablar de mí —corté la conversación que comenzaba a formarse. —Quiero saber todo sobre el Proyecto Insight.
Hubo un breve momento de silencio en el que pensé que no me daría información alguna, pero finalmente habló.
—El Proyecto Insight es solo una fachada —informó y no me sorprendí, lo sabía. —Hydra hará que los humanos entreguen su libertad.
—Ellos no lo harán, se resistirán. La guerra es una prueba de ello.
—Hallamos la forma de hacer que entreguen su libertad. Durante setenta años Hydra instauró el caos en el mundo. Tú lo sabes muy bien, ¿no? —dijo con un toque de cinismo. —Tú, Flicker, fuiste una de esas armas que Hydra usó cuando la historia se resistía a traer caos.
Tensé la mandíbula al oír el alias que él mismo en había proporcionado en el pasado y traté de mantener la paciencia. Sabía lo que hacía. Trataba de voltear el juego para doblegarme. Quería que perdiera los estribos, pero eso no sucedería.
—Hablas y hablas, pero no dices nada que no sepa —comenté, amenazante. —Pregunté sobre el Proyecto Insight, no sobre las acciones de Hydra y...
—Todo es parte del mismo juego —interrumpió. —El objetivo de Hydra fue instaurar el caos para que los humanos entregaran su libertad y, así, mantenerse seguro.
Bufé al oír sus palabras. Hablaba en clave solo para confundirme.
—Sigues hablando, pero no dices nada nuevo —comenté, perdiendo la paciencia. —¿Para qué es el Proyecto Insight?
—Es parte de la purificación del mundo.
Me enderecé al oír sus palabras y fruncí el entrecejo, tratando de comprender lo que decía.
—¿Purificarlo de qué?
—De posibles amenazas que atenten contra Hydra —explicó con simpleza.
—¿Posibles? ¿Qué quieres decir?
—Eres fuerte, pero no inteligente. Tienes mucho que aprender —dijo, burlesco.
Chasqueé la lengua, molesta por sus juegos. Siempre fue así, nunca iba al grano y trataba de manipularme, pero no lo dejaría. Lo conocía y sabía los métodos que usaba. No podría conmigo.
Comencé a reunir toda la información en mi cabeza y me esforcé por tratar de comprender qué tenía que ver el Proyecto Insight con Hydra.
El objetivo era purificar el mundo, pero aún no sabía de qué. Solo sabía que cada vez que alguien hablaba sobre purificación, se refería a muertes. No me sorprendería saber que Hydra querría matar a más personas.
—Asesinarán personas —dije finalmente.
Solo aquella posibilidad se me venía a la mente.
—Unos millones a la vez.
—Y utilizarán los helicarrier del Proyecto Insight —deduje, esa parte era obvia.
Por eso se lanzaría el proyecto.
Hubo un breve silencio por parte de Zola. Segundos que aproveché para pensar en lo que haría a continuación. Clavé la mirada en el suelo, como si aquello fuera a darme la respuesta. No importaba cuánto pensara, nada venía a mí.
—Ellos están aquí.
Fruncí el entrecejo al oírlo y levanté la cabeza para mirarlo.
—¿Quiénes?
—Steven Rogers y Natalia Romanoff.
—Debo irme —dije apresuradamente y me acerqué a la computadora principal. —Fue un gusto hablar contigo, viejo.
Y apagué el aparato.
Sin perder tiempo me teletransporté de vuelta al subsuelo del banco de Washington y me resguardé en mi celda, fingiendo que nunca salí de allí.
Hydra estaba planeando algo grande y no quedaba mucho tiempo para detenerlos.
¿Qué se suponía que debía hacer?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro