CAPITULO XXIII LOS TRES ESCENARIOS
Kai
Entre las calles surgieron diversos vehículos blindados que se detuvieron en el centro de la avenida, prácticamente delante de mí. De ellos salieron varios guardias, portando uniformes de La Zona, al igual que algunas personas vistiendo trajes o batas de laboratorio; pero de entre todos había un hombre que al verlo me sentí como sí hubiese visto a un fantasma...
—¡Bienvenidos habitantes! — ...mientras que los demás le dirigían una mirada de respeto—. ¡A la inspección!
Ese hombre era Clint.
No podía creerlo.
Clint, el mismo bastardo que me torturó durante muchos años, estaba ahí vistiendo ropa elegante y sonriendo...
—¡Viva el gobernador! — ...al poblado que lo aclamaba.
Esto no podía ser verdad.
Clint era del tipo de persona que no sabía pensar por sí mismo, obedecía órdenes sin importar su riesgo y siempre actuaba mediante la violencia.
Entonces...
¿Qué hacía aquí?
Vistiendo esa ropa y sonriendo, en vez de mirar a todos los habitantes con esos clásicos ojos de psicópata que solía dirigirme.
Clint habló con demasiada delicadeza, entregó premios y respondió todas las preguntas que escuchó, incluso de la una niña que lo miraba con inocencia. Ese no podía ser él Clint que yo conozco porque recuerdo que en una ocasión golpeó a la Sujeto Once solo por pedir permiso para ir al baño.
—Te dije que es una buena persona —incluso mi Padre lo quería.
Era como estar en un universo paralelo.
Tenía tantas dudas sobre lo que estaba ocurriendo...
Kai
...pero en cuanto escuché esa voz el escenario volvió a iluminarse.
Otra vez estaba en el sitio donde podía hablar coreano, vistiendo uniforme escolar y continuaba debajo de las gradas en compañía del chico que me llamó Dae-hyun.
Temía tanto por ser encontrado, como sí hubiese olvidado todos los entrenamientos que viví en La Zona
—¡Hay más debajo de las gradas! —y el miedo se incrementó en cuanto uno de los guardias nos descubrió.
¿Qué íbamos a hacer?
Me sentía aturdido pero por alguna razón recordé que había una puerta, al otro lado de las escaleras, que conducía a la oficina del entrenador, la cual no estaba vigilada...
¡Aguerden!
¿Cómo rayos sabía?
Sentí demasiados recuerdos acerca de esa escuela, como las aulas, exteriores, o que en la oficina había una ventana que conducía al exterior.
¿Qué rayos?
Nunca había estado en este sitio y ahora me sentía como sí lo conociera a la perfección.
Pero no tenía tiempo para eso.
En cuanto el chico comenzó a asustarse yo lo miré con seriedad...
—Naleul ttalawa—y le dije "sigueme" en coreano.
Kai
Antes de poder ayudarlo el escenario volvió a cambiar.
Ya no estaba debajo de las gradas ni viendo a Clint como un alcalde sino en La Zona, durante una de las muchas pruebas de resistencia que hice en compañía de La Sujeto Once.
Tenía muchos recuerdos de esas pruebas, la mayoría eran dolorosas, pero una cosa que casi todas tenían en común era que yo lograba pasarlas mientras que La Sujeto Once solía fallarlas debido a que no tenía el mismo nivel de resistencia que yo para correr, esquivar o inyectarse alguna sustancia.
Y eso era porque La Sujeto Once era una niña.
El no tener permitido saber nuestra edad nunca fue un problema para los sujetos de alta estatura, como era mi caso, pero ella era todo lo contrario.
Al juzgar su apariencia yo deduje que no tenía más de ocho años. Era pequeña, no saltaba con la misma velocidad que yo y era muy común verla en las pruebas llorar o gritar de dolor.
Tenía muchos recuerdos de ella viéndola asustada o preocupada y yo solía estar a su lado porque por alguna razón le daba paz; quizás era porque estando en La Zona no tenía la compañía de su madre y podía verme como a un hermano mayor.
Nadie recordaba quién era antes de entrar a La Zona, excepto la contaminación y que nuestras familias nos inscribieron al programa sabiendo que haríamos todo por el futuro de la humanidad, pero lo que nunca entendí es el porqué le hicieron eso a una niña tan pequeña.
¿Quién aceptaría enviarla a un sitio como este?
Quizás alguien que tuviese demasiados hijos o alguna persona que solo deseaba deshacerse de ella.
No lo sé.
El caso es que La Sujeto Once no merecía estar aquí porque era demasiado frágil.
Yo me encontraba en la salida del escenario, tomando agua y limpiando el sudor de mi frente, mientras veía una abertura por donde saldría La Sujeto Once. Permanecí en silencio mirando el lugar, mientras algunos recuerdos comenzaron a invadir mi mente, del mismo modo que pasó en los otros lugares.
Instantes que me hacían sentir desesperación por saber lo que había ocurrido con ella luego de que no saliera del escenario, a diferencia de los científicos que solo permanecían en silencio viendo sus tablets.
En un segundo la entrada se vio vacía y en el siguiente la pequeña salió caminando con todas sus fuerzas hasta caer.
Kai
Y antes de ver lo que ocurrió el escenario volvió a cambiar una...
Kai
...y otra vez.
Kai
Regresé al escondite que compartí con el chico que me habló en coreano.
Los dos estábamos a punto de irnos pero los guardias lograron anestesiarlo...
Kai
...luego estaba junto a Padre, viendo a Clint dar un discurso sobre el origen y razón de la división.
Kai
...después volví al momento en que ví al chico dormido, solo que esta vez sentí dolor al verlo caer, porque por alguna razón ahora sentía que lo conocía desde hace años, del mismo modo que ocurrió con la otra chica que llamé Yuji.
Instantes que pasé con ellos: comiendo dulces, recorriendo la ciudad y hablando de lo que haríamos después de la universidad
—¡Choi! —y al gritar su nombre sentí como una aguja me tocó...
Kai.
...antes de saber lo que me pasaría el escenario cambió a la asamblea.
Veía a todos los habitantes poner atención, mientras que Padre se dirigía más a mi.
Lo miré confundido, ya que no comprendía la razón de su sonrisa y después sentí la molestia de un piquete en el brazo.
Kai
...así fue como volví al momento en que ví a la Sujeto Once desmayarse.
—¡NO! —mientras que los guardias permanecían quietos al igual que los doctores.
Nadie hizo nada, como siempre, y yo no tenía permitido hacerlo.
Los sujetos estábamos obligados a ignorar cualquier falla de nuestros compañeros porque únicamente debíamos preocuparnos por nuestro progreso; sí algún sujeto fallaba era su culpa debido a que solo demostraba ser una vil y repugnante basura en lugar de un digno sujeto de La Zona.
Cada vez que la veía fallar La Zona me obligaba a verla de ese modo pero nunca pude hacerlo porque la Sujeto Once no era un desperdicio sino la pequeña hermana a la que debía proteger.
—¡No! —Tres guardias me sujetaron en el momento que intenté correr a ayudarla —¡Por favor!
No podía seguir las reglas porque ella era alguien a quien yo apreciaba.
Una hermanita que necesitaba un abrazo luego de la prueba que vivió.
Cuando nos enviaban a las áreas designadas yo siempre le sonreía para ayudarla a soportar los daños y la abrazaba, luego de volver a nuestras habitaciones, mientras le decía "Todo va a estar bien".
Yo era todo lo que tenía y ese instante fue el momento más triste que pude presenciar.
Intenté liberarme de esos gorilas luego de ver que nadie se acercaba a la niña, con la excepción de un hombre.
Alguien cuyo rostro estaba cubierto por las sombras.
—Por favor —y en cuanto me dirigió la voz sentí que estaba junto a alguien que conocía.
El hombre no hizo nada más que ordenar matarla...
—¡No! —...mediante un disparó que vi con demasiada lentitud.
La niña quedó cubierta entre un charco de sangre.
—¿Qué? —mientras que el científico actuaba como sí no hubiese esperado ese comportamiento en mi— No me digas que te dolió ver eso.
Había algo en su voz que me era tan familiar, pero no me sentía convencido, en parte que la imagen de la niña me dejó petrificado. Se acercó a mí, de tal modo que pude ver su rostro.
—Se nota que lo que necesitas es un apoyo —el cual me fue familiar.
¡No podía ser!
¡Era el tipo al que llamé Padre en el otro escenario!
Sentía que estaba ante la presencia de un fantasma, que actuaba como sí no me conociera.
Me veía como sí fuera una basura en vez de sonreirme, como en el otro escenario.
Los guardias me sujetaron con más fuerza, mientras que él tipo se acercó a mí, con una jeringa.
—Veo que no sabes aceptar la muerte del mismo modo que nosotros, me pregunto sí estar en La Jungla te ayudará.
Quería liberarme pero los tipos eran demasiado fuertes.
Sentí la aguja atravesar mi piel...
Kai
...al mismo tiempo que la luz volvió creando un gran destello...
—¡ahhh! —...que me trajo de regreso a la realidad.
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