Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO XXX ACCIONES

Últimamente me estaba considerado ser una de esas personas que creen en el destino, como una energía que es atraída hacía ti cada vez que enfrentas un problema difícil.

Un simple prueba fue la Jungla ya que en todas las ocasiones que estuve al borde de la muerte encontré una forma de salir; ya sea con la ayuda de un compañero o...

Doce... aquella misteriosa voz tan dulce y detenida que me hacía sentir acompañado, como sí estuviese cerca de un ángel guardián Por favor detente.

Cada vez que la oía me sentía como sí estuviese ante la presencia de una persona que estuviese cerca de mi.

Debía de ser una chica.

—¿Qué rayos? —Pero por ahora no me sentía capaz de escuchar a la voz del destino.

Tenía en cuchillo en la mano y estaba a punto de matar al miembro.

¿Entonces por qué debía de detenerme?

—¿Quién anda ahí? —no me encontraba en peligro, como en las otras ocasiones, ni me sentía con deseos de confiar en un fantasma.

Sentía una gran cantidad de adrenalina invadiendo mi mano derecha y no quería desperdiciarla solamente por escucharla.

Quería saber la verdad.

—¡Hablen! —pero nada sucedió.

Grité desesperadamente, esperando una respuesta, pero solo escuché silencio.

No había nadie en los alrededores.

Solo estábamos el miembro y yo.

—Bueno, pues sí no vas a hablar entonces seguiré en donde me quedé.

Tenía tanta adrenalina en mis venas, gritándome una su deseo por salir a través del cuchillo.

Una energía tan viva que me pedía más y yo...

—¡Ahhhhhhhhggggg! —...me sentí deseoso de escucharla.

No había forma de describir el sentimiento.

Clavé el cuchillo tan profundo como pude hasta llegar a su corazón del Miembro, sin importarme lo que ocurriese en el mundo.

Podía caer un rayo o ser sorprendido por un T-Rex y no me iba a importar.

Solo quería matar a ese aborigen.

—¡Muere maldito! —Un inútil hombre salvaje que dejó de respirar en el momento, dejándome solo—. ¡Sí!

Por fin todo había acabado.

Yo, Doce, había matado a todos esos miembros.

¡Doce! pero todavía no estaba solo. ¡NO!

Tenía tantas cosas en la cabeza, como para sentirme dispuesto a comprender lo que estaba pasando.

Hacía solo unos segundos estuve gritando con tal de que respondieran a mi llamado pero no sucedió nada sino hasta después de que acabé con la vida del último hombre.

—¿Quién anda ahí? —esperé a que la voz me respondiera algo, como un "soy esta persona" o "Doce ven conmigo", pero las cosas resultaron ser lo opuesto.

No escuché nada No debiste haber hecho eso... durante solo unos segundos.

—¿Qué? —La voz me habló, como sí solo estuviese enfocada en lo que hice.

No debiste de haber hecho eso, Doce.

—¿Quién rayos eres?

Eso no importa. Por ahora lo que importante eres tú.

—¿Qué?

Eres muy importante, por esa razón no debiste haber hecho eso.

—¿Hacer qué?

Matar al Aborigen.

—¿Estás hablando en serio? —y yo no me sentía capaz de dejarlo así— ¡¡¡¡¿Estás hablando en serio...?!!!! —ya que por primera vez estaba actuando como un hombre.

Doce

—¡Ese tipo trató de matarme!

>>¡De hecho los cinco lo intentaron!

>>¡Iban a clavarme sus lanzas en el estomago! ¡Pero los detuve!

>>¡Y me defendí! ¡Como un verdadero hombre!

Lo sé, Doce. Pero no debiste haberlo hecho.

—¿Por qué?

Porque ahora La Zona te va a poder encontrar.

—¿Qué? — y todo comenzó a volverse más extraño— ¿Pero de qué estás hablando?

Hablo de ti, Doce. Ahora estas en peligro.

—¿En peligro?

Me temo que sí.

—¿Por qué?

Porque ahora La Zona va a poder encontrarte.

—Pero eso es imposible... La Zona no puede hacer eso...

Ahora puede hacerlo.

—¿Cómo?

A través de las emociones.

—¿Emociones? —sin embargo yo no comprendía nada— Pero ¿cómo es eso posible...? Sí Trent me quitó mi chip de rastreo. Ellos no pueden encontrarme aun cuando tenga un ataque cardiaco.

Lo sé.

—¿Entonces cómo es posible que me encuentren sí no tengo mi chip de rastreo?

Es por eso mismo, Doce. Tú no tienes un chip de rastreo, pero los miembros sí.

—¿Qué?

Mira sus cuellos.

La respuesta podía parecer una broma.

Deseaba que fuera concreta pero no lo era.

—Tienes que estar bromeando.

Solo hazlo, Doce, y confírmalo por ti mismo.

La verdad estaba ante mis ojos y no tenía otra elección más que aceptarla...

—No puede ser —...y ver el desastre que había hecho.

Los otros cinco miembros que maté estaban emitiendo una extraña luz roja que provenía de sus cuellos.

Los miembros tienen rastreadores, como todo miembro de La Zona. Y ahora acabas de activar una alarma silenciosa.

—¿Alarma silenciosa?

Todos los dispositivos lo tienen.

Sí un miembro de utilidad se encuentra bajo un riesgo La Zona les envía ayuda, aun cuando ya sea demasiado tarde, para mantener la seguridad.

—Pero ellos no son miembros de utilidad, son los aborígenes..., fallas..., desperfectos... errores...

Pero todavía pertenecen a La Zona, ya que técnicamente siguen vivos. Y estando en La Jungla les son de utilidad a los agentes Benneth y Clift, porque son ellos quienes están a cargo de ejecutar a los sujetos enviados.

Cualquier contacto que los aborígenes tengan relacionado con el miedo o la angustia crea en ellos una alerta, ya que solo pueden sentir furia y placer, pero no miedo.

—Pero sí son salvajes... e-e-ellos no sienten miedo.

No lo tienen, a menos de que encuentren una verdadera amenaza.Algo que no puedan derrotar.

Entonces lo comprendí todo.

Los aborígenes nunca me tuvieron miedo, porque sabían que yo solo era un enclenque al que debían de matar, pero en cuanto me vieron actuar de ese modo comenzaron a preocuparse porque sabía que ahora era una verdadera amenaza.

Me había convertido en un monstruo.

—¡Oh no! —y sentía el peso de ese dolor.

Lo había arruinado todo.

—¿Qué debo de hacer?

Debes irte.

Tú y Lex deben de ir con Trent lo más pronto posible.

—Pero sí Trent dijo...

Los planes se han cambiado, Doce. Debes ir con Trent y quitarle a Lex su chip, antes de que La Zona los encuentre.

—¿Cuánto tiempo tenemos?

No mucho.

El chip de rastreo de Lex les brindó una señal a Clift y Benneth para que pudieran encontrarlos con facilidad, por esa razón enviaron a esos aborígenes. En cambio ahora que mataste a cinco miembros Clift y Benneth recibirán una señal más intensa.

—¿Qué tanto?

Demasiado, Doce. Por eso debes irte cuanto antes de que...

—¿Eh? —La respuesta no parecía ser del todo convincente.

De un segundo al siguiente la voz se detuvo, como sí nada.

Ya no sentía su presencia.

Había desaparecido...

—Oh no —...pero no me sentía solo.

Entre los arbustos comenzaron a aparecer las figuras de un grupo humano.

Todos eran hombres altos, fornidos, portaban armas y me miraban ferozmente, como sí yo fuese una presa.

Todos con la excepción del miembro que estaba al frente.

—Vaya, Sujeto Doce, veo que sobreviviste a la caída —Verlo me causaba demasiados escalofríos, como sí estuviese contemplando al mismo diablo en persona.

—Tú.

—Sí, Sujeto Doce, soy yo —Benneth me había atrapado.

Tenía a demasiados hombres protegiéndolo.

No iba a poder enfrentarlo.

—Creo que tienes mucho que explicar.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro