CAPITULO XXI EL TIGRE
—Te recomiendo que no hagas mucho ruido —Lex comenzó a actuar de un modo muy extraño; como sí para ella de verme en esta situación fuese lo más divertido que hubiese visto en su vida—. Esas cosas suelen asustarse muy fácilmente.
—Está bien —Y no la culpaba.
Yo.
Él sujeto más débil y patético del grupo estaba a punto de arriesgar mi vida, solo para que ella me creyera.
—Y recuerda; la vena de la derecha es la que está conectada con su yugular. Córtala y en segundos esa cosa morirá.
—Muy bien.
—Pero no toques la izquierda. Eso solo le causara dolor, pero no lo matará.
—Lo tendré en cuenta —Lex sabía que tenía miedo, y lo más humillante era saber que no iba a poder hacerlo.
Nunca en mi vida había enfrentado a nada.
Pero debía de hacerlo ya que no tenía otra elección pero sí una pequeña ventaja a mi favor.
¡El Tigre estaba dormido!
Esa gigantesca bestia parecía dormir, de la misma forma que un oso en plena hibernación, lo que tal vez me podía servir, siempre que no hiciese mucho ruido.
"Recuerda Doce" me repetí a mi mismo "todo es por el plan de Trent".
Tuve que caminar con demasiada sutileza entre los matorrales, procurando hacer el menor ruido entre mis pisadas, ya que la distancia entre mi y ese tigre era de solamente unos cinco metros.
Cinco distantes metros que me hicieron sentir como sí estuviese caminando sobre una cuerda floja hacia lo que parecía ser mi perdición.
El tigre medía tres veces lo que yo.
Sus gigantescas espinas se elevaban cada vez que inhalaba y el resto de su cuerpo estaba protegido músculos. Tenía unos gigantes colmillos adornando su boca, que de solo verlos me hacían sentir como sí ya me estuviesen cortando en dos y las garras que tenía alrededor de sus patas parecían estar tan afiladas, como sí fuesen capaces de superar el impacto que cualquier bala.
"No puedo hacer esto" pensé "yo nunca he matado nada".
—¡Oye Doce! —y tener que oír a Lex pronunciar mi nombre solo hacía más débil de lo que ya era— ¿qué pasa? ¿Acaso te comió la lengua el gato? —. Ya que estaba demostrando su punto.
Era un perdedor.
Un fracasado que no podía enfrentarse a nada.
"¡No!" pero no podía permitir que eso me pasará "Vamos, Doce. Es solo un simple golpe en el lado derecho del cuello".
Eso me ayudaba a creer que podía ser fácil.
Caminé detenidamente hacía su cuello, cuidando cada paso que daba, al mismo tiempo que proyectaba en mi mente la imagen. "Solo es un simple Doce, Doce. Un pequeño e insignificante golpe".
Me acerqué detenidamente hacía el lado derecho del cuello, imaginando que solamente estábamos los dos.
—Muy bien amigo, espero que tu carne sea tan rica como dice Kai.
No había marcha atrás.
Elevé el cuchillo y sin abrir los ojos solamente lo dejé caer...
—GGGRRRRRHHHH—...contra lo que tal vez sería mi perdición— GRRRRRHHHH.
EL tigre comenzó a rugir despavoridamente, sin elevar otra parte de su cuerpo que no fuese el cráneo. Aproveché eso como una oportunidad para enterrar el cuchillo tan profundo como pude al ritmo que repasaba la frase "es por el plan.
—Vamos, Tigger. Recuerda que hoy tienes una cita con Winneh Pooh —pero el trabajo no era fácil.
El tigre seguía rugiendo.
Era una bestia salvaje que trataba de domar teniendo el cuchillo sobre su cuello y pinchándolo tan fuerte que no pude notar el tiempo que pasaba.
Solo lo oía rugir hasta que en un solo segundo la suerte cambio.
—Listo —el tigre había dejado de rugir—. Eso fue todo amigo.
Todo había sido rápido.
El tigre se dejó caer sobre la tierra, y yo solamente saqué el cuchillo de su cuello, como si nada, y luego miré a mis amigos.
Por fin todo había acabado.
—¡GGGGGRRRRRHHHHH! —o al menos eso pensé.
Escuchar ese rugido me hizo dudar de mi mismo.
¿Qué era lo que había pasado?
¿Acaso eso era el rugido de un tigre?
¡No podía ser posible!
Imaginé que solo podía tratarse de otra cosa, ya que Lex estaba cerca de mi, para jugarme alguna broma tonta. Pero en cuanto me atreví a verlo con mis propios ojos no pude imaginar la gravedad del asunto...
—No puede ser.
¡No podía ser verdad!
¡El tigre estaba vivo!.
Esa cosa a la que le había clavado un cuchillo de treinta centímetros sobre su yugular estaba delante de mi rugiendo, como sí alguien lo hubiese despertado de su sueño.
No tenía marcas y permanecía en pie.
¡Pero eso era imposible...!
¡Se suponía que lo había matado!
—¡Doce! —y al oír a Holly comencé a sentirme más preocupado.
—¿Qué sucede?
—¡Tienes que irte de ahí! ¡El tigre despertó!
—¡Lo sé! ¡Pero no lo entiendo! ¿Por qué se despertó?
—Creo que te equivocaste de punto.
—¡Pero eso es imposible...! ¡Le di punto que me dijeron!
Lex, por otra parte, no parecía preocupada.
Ella solo me sonreía, como sí estuviese pasando todo lo que ella esperaba.
—¡Oye Doce! —me dijo Lex—. Por como veo despertaste al tigre.
—¡No me digas!
—Y por como veo debe de tener hambre, ya que solo suelen ver así a sus presas.
—Aja. Y dime Lex, ¿Qué me sugieres que haga?
—Correr. Porque no se sí lo sepas pero esa cosa esta molesta contigo porque le clavaste un cuchillo sobre su cuello.
—¿En serio? ¡Pues no me digas! —y ahora era yo quien estaba molesto.
—Son algo sensibles cuando tocas ese punto, Doce. Por eso debes de tener cuidado.
Y lo peor era que no parecía estar arrepentida.
Ella solamente se reía sin dirigirme la mirada.
—Debiste clavárselo en el punto derecho.
—¡Eso fue lo que hice!
—Tal vez te equivocaste de derecha —y sin duda verme al borde de la muerte le estaba ocasionando mucha gracia— digo sí se supone que así fue como mataste a un aborigen.
Entonces lo comprendí todo.
Lex quería sacarme las respuestas.
Me había dicho que le diera al tigre en su punto sensible para que se despertará y ahora yo estaba ahí viendo a un creatura que sería capaz de devorarme en solo unos segundos.
—Se que se ve mal, Doce. Pero no te preocupes, recuerda que podemos ayudarte.
—¿En serio?
—Sí. Para eso son los amigos. Solo tienes que decirnos lo que en realidad pasó cuando te fuiste e iremos a ayudarte —Entonces entendí el por qué Trent me dijo que tuviera cuidado al momento de mentir.
Lex era demasiado astuta, pero también capaz de recurrir a cualquier cosa con tal de obtener lo que quisiera, y ahora quien iba a sufrir las consecuencias sería yo.
—Vamos Doce, solo dinos la verdad y te juró que te ayudaremos.
V
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro