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CAPITULO IX EL GUARDIA

—¡Serenity! —Verla caer, igual que un animal amaestrado, me hizo sentirme atrapado en medio de un profundo—. ¡NOOOOOO!

Durante muchos años Serenity había sido mi única amiga...,

...mi hermana...,

...mi esperanza...,

...y ahora solo era una victima más de la Zona.

—Se lo advertimos Sujeto Catorce —y oír a Tano hablar sin mostrar algún arrepentimiento me hizo sentir más culpa— pero así son las reglas.

—¿Disculpe?

—Las reglas, Sujeto Doce. Lo que mantiene la paz dentro de La Zona. Y como tal deben ser respetadas.

—¿Por qué?

—Porque en la Zona lo que más importa es la lealtad. Fallarle implica sanciones. Afortunadamente la condición de La Sujeto Catorce le permite tener una cierta ventaja sobre el castigo, pero no puedo decir lo mismo de ti.

—¿De qué está hablando?

—Traicionaste a La Zona, Sujeto Doce, por seguirla.

—¡Ella me convenció de hacerlo...! ¡Es mi mejor amiga...!

—En la Zona solo puede haber lealtad al sistema.

—Pero lo hizo de un modo extraño. Usó algo en mi cabeza que me hizo sentir diferente.

—La Sujeto Catorce utilizó su poder mental en ti. Un efecto que puede alterar la mente de quien la ve. Tú pudiste decirle que no pero en vez de eso elegiste creerle, sin cuestionarla, y por eso te encuentras en problemas. Pero no te preocupes todavía te podemos dar una oportunidad.

No sabía sí dudar o no.

Temía tanto porque Tano Nightingate me enviara a la Jungla que me sentía capaz de decir "sí" a lo que fuese.

—¿Qué clase de oportunidad?

—Una en la que se pondrá a prueba tu lealtad —Tano se dirigió hacía mi, mirándome con demasiada delicadeza y me mostró su muñeca—¿Eso sí no deseas ser expulsado?

Todo era tan claro.

Debía de hacerle a Serenity un daño del que mi corazón sería incapaz de provocarle.

—¡No! ¡No puedo hacerle eso!

—Debes hacerlo, Sujeto Doce. Recuerda que para la Zona lo más importante es la lealtad.

No podía hacerlo porque sabía lo peligroso que era.

De los tres primeros sujetos que fallecieron sabía que el Uno y Cuatro murieron a casusa de que sus sistemas inmunológicos fueron incapaces de resistir a una prueba genes que alteró su sistema gravemente.

Ambos murieron al instante, dejando claro que no todos eran dignos de pertenecer a la Zona, pero ese destino fue poco comparado con el que tuvo el Sujeto Dos.

Hace tres años él Sujeto Dos fue seleccionado para probar en él la prueba de castigo porque los científicos tenían fe en que sería un escarmiento perfecto, en caso de una emergencia, ya que sí eras sometido una vez caías inmediatamente al piso y perdías la movilidad de todo tu cuerpo durante una hora.

Él Sujeto Dos reaccionó, ante la primera aplicación, de la misma forma que Serenity actuó, y al ver que el resultado fue positivo los científicos quisieron probar sí un sujeto sería capaz o no de soportar una segunda aplicación, antes de que se cumpliese la hora, lo que trajo como resultado que el Sujeto Dos fuese victima de un impacto que me traía pesadillas de solo imaginarlo.

—¡No! —no quería que sufriera eso— ¡No puedo hacerle eso a Serenity!

—Su nombre es Sujeto Catorce.

—¡Morirá!

—Eso depende de su patrón de genes.

—¡El Sujetó Dos murió por causa de esa prueba!

—El Sujeto Dos falleció porque su código genético no pudo resistirlo. Pero el hizo lo que tuvo porque pertenecía a la Zona, al igual que tú. Aquí no hay "amistades" y la tolerancia hacía la insolencia se perdona muy pocas veces. Así que solo tienes dos opciones; seguirnos o darnos la contra, así que dime ¿Le eres o no fiel a La Zona?

* * *

¡Nooooo! —Grité durante un segundo, sin pensar en lo que podía suceder—. ¡Serenity!. —pero al abrir los ojos pude conectarme con el mundo real— ¡No!

Sabía que el sueño no tardaría en esfumarse de mi mente, como un recuerdo vago, ya que tenía cosas más importantes en qué pensar, como encontrar una explicación de lo que me había sucedido.

Pero era difícil hacerlo porque todo en mi mente estaba perdido.

Lo último que recordaba era ver a uno de los guardias de la Zona en la tribu haciéndose pasar por el líder y al siguiente me encontraba aquí. dentro de una enorme jaula de bambú.

Era de noche, no encontraba mi cuchillo, había una cuerda sujetando mi cuello y otras dos en mis muñecas que me impedían hacer movimientos y mi única compañía eran dos guardias que ignoraban mi presencia.

—¡Oigan! —intenté hablarles pero ninguno de respondía.

Los dos miraban al frente, como sí no existiera.

Gritarles era inútil, pero no tenía otra opción.

¡HEY!

Había tantas cosas en mi cabeza que necesitaba de una persona para conseguir respuestas, pero era obvio que no hablaban español y tenían la misma mentalidad que un mico.

¡Podía arrojarles una vara y ellos me la traerían! Ya que eran bobos ante los gritos, pero...

¡Grrraggggg! —...temerosos ante el ruido.

Los arboles comenzaron a moverse de una manera instantánea, varias hojas cayeron y algunas de las ramas estuvieron crujiendo, como sí alguien las estuviese rompiendo.

¡Grrraggggg!

Los guardias permanecieron en su posición pero asustados, como sí estuviesen consientes de lo que pasaría sí se atreviesen a fallar. Yo en cambio era quien sentía más miedo porque ese sonido me recordaba a algo que había vivido en el día que entré a la Zona.

¡Grrraggggg!

Temía que ese ruido proviniera de una creatura letal, pero para mi fortuna solo fue un sonido que nos estuvo acompañando durante toda la noche, como sí fuese algo que tratase de asustarnos pero no lastimarnos.

Y eso funcionó conmigo.

No pude dormir.

Tenía miedo por lo que fuera a pasar y quería creer que mis problemas terminarían en unos tres o cuatro días, cuando mi cuerpo no pudiese más por el hambre y la sed. Eso sí ellos no tenían algún otro plan para mi.

¿Acaso me dejarían morir de hambre o me matarían al momento para comerme?

El sol apareció.

Su brillo era más contundente, claro, vivido y mi me recordó que no estaba solo.

—Hola muchachos —ambos guardias me miraron con seriedad— ¿ya vamos a desayunar? Porque yo ya tengo mucha hambre— actuaban serios, como sí tuviesen una orden, y yo me sentía cansado.

Me dolía la cabeza, tenía hambre y no pude rebelarme al verlos abrir la jaula y tomar de las mis cuerdas para obligarme a salir, convirtiéndome en una especie de atracción que fue visto por todos los miembros de la tribu.

Algunos estuvieron murmurando y otros solamente me dirigieron la mirada por un par de segundos y luego me ignoraron, porque sabían lo que me iba a suceder.

Pero yo no.

Solo era un prisionero siendo llevado a una cabaña.

¡Tarata!

Los guardias me obligaron y yo no me pude resistir ante las reprimendas.

Estaba cerca de mi fin.

O al menos eso pensé.

—No puedo creerlo —el lugar estaba limpio, sin una sola partícula de polvo. De hecho no había muebles o algún hueso de animal y en centro se podía ver un enorme tapete bordado.

Clift se encontraba sentado en sus piernas, portando la ropa del otro día.

—Shigatfo —y su tono era frio y directo, como sí fuese una alerta para mi.

Pero no para los guardias.

Ellos guardaron silencio, quitaron mis ataduras, me obligaron a sentarme y salieron, sin importarles que su líder estuviese expuesto ante una amenaza.

¡KAAAAA!

Clift no tenía miedo.

Estaba desarmado y me veía igual que a una presa inocente porque sabía que ambos estábamos dentro de una jungla, lejos de la tecnología, y yo solo era capaz de hacer una cosa...

...nada.

—Que bueno que al fin se fueron eso retrasados. No sabes cuánto me cansa hablar ese raro idioma —pero oírlo hablar español me calmó un poco—. Son unos tontos, por no decir lo mal que asan el jabalí. Pero creo que eso es algo que no te debe de interesar, digo. Debes estar muy cansado.

—No pude dormir en toda la noche.

—Y no te culpo. Esas jaulas parecen latas de sardinas.

—¿Entonces sí sabías eso por qué hiciste que me encerraran?

—Tenía que hacerlo. Aquí ellos creen que soy su líder, como tal debe de seguir sus reglas, pero en esta cabaña las cosas son diferentes y por como veo debes tener mucha hambre.

—Sí.

—Y no lo dudo, nunca llevan comida a los presos, pero no te preocupes yo te traje algo de comer.

El agente Clift era uno de los miembros más impredecibles de la Zona.

Uno no podía saber si confiar o no en él porque jugar con tu mente era uno de sus mejores dones.

—Espero que te guste —y sabía aprovecharlo cuando te sentías débil—, lo traje directo de la Zona.

Clift tomó un bolso de piel que tenía a su lado.

Era grande y en el guardaba un plato cubierto por una tapadera de metal que me dejó sin palabras al momento de abrirla.

—Anda, es comida de verdad.

No necesitaba de su confirmación para saberlo.

El plato tenía una enorme ración de espagueti con albóndigas suecas y salsa boloñesa adornada con queso parmesano.

Tomé el plato, pensando en el día y noche que había pasado sin comer, y devoré cada parte con demasiada delicadeza, sintiendo los sabores de la salsa, carne y pasta en mi garganta, como una delicia que había dejado en el olvido.

—¿Lo disfrutaste, verdad? —no tenía palabras para explicarlo—.

—Esta delicioso.

—Los chefs de la Zona me dijeron que era tu comida favorita. Incluso escuché que mataron a uno de los cerdos tenían guardado para la celebración de Tano Nightingate. Afortunadamente son fáciles de clonar.

—Sí, lo he oído.

—Esa comida valía una fortuna y lo sé porque La Zona tuvo que hacer muchos esfuerzos para poder traerla. ¿Tienes idea de la cantidad de guardias que entraron solo para traerla?

—Debieron ser muchos.

—Cinco, Sujeto Doce.

—Doce.

—¿Qué?

—Doce, por favor. Mis amigos me llaman Doce.

—¿Tienes amigos?

—Algunos, además me gusta como suena.

—Está bien, "Doce", sí eso te hace sentir mejor lo haré, porque como veo debes de tener muchas preguntas.

—Solo quiero saber ¿por qué estoy aquí?

—¿Por qué quieres saberlo?

—Siento que necesitó saberlo. Por más que lo intento no logró recordarlo.

—Nadie que es enviado aquí lo recuerda.

—Pero ¿Por qué?; Yo nunca hice nada malo..., siempre le fui leal a la Zona..., cumplí con todas mis obligaciones..., me mantuve firme ante las ordenes... Yo no debería estar aquí.

—El que no recuerdes lo que hiciste no quitará el daño que provocaste.

—¿Pero qué daño fue? ¿Acaso usted lo sabe?

—Sí.

—¿Y me lo puede decir?

—Me temo que no, Doce, La Zona no nos autoriza brindar esa información.

—¿Por qué?

—Las reglas, Doce. Ellas indican que cuando un sujeto es enviado a la Jungla debe de demostrar su confianza y lealtad hacía La Zona. Recordar el por qué fue enviado puede provocar que esa lealtad desaparezca y pierda el interés en regresar.

—¿Y qué pasará si no lo logró demostrar esa "confianza"? ¿o sí pierdo el interés en regresar, como pasó con los otros sujetos?

—Esa parte nunca ha dependido de nosotros porque cada miembro de la Zona debe serle fiel por voluntad. Esos sujetos olvidaron su lealtad, por culpa de los primeros Sujetos que fueron enviados, como tal La Zona se vio obligada a intervenir.

—¿Intervenir? —Esa última parte me dejó sin palabras— ¿Acaso eso fue lo que hicieron con esos sujetos?

—Me temo que sí —Clift volvió a introducir su mano en el bolso para sacar un cuchillo con el numero "5" grabado sobre el mango—. Vine solamente a ayudarlos, hice todo lo que pude pero nunca se atrevieron a responder.

No quería creerlo.

Quería jurar que era una mentira...

...pero la respuesta estaba ante mis ojos.

—Y como tal tuve que actuar, porque lo más importante para la Zona es la lealtad, algo como lo que tú le has demostrado.

—¿Yo?

—Sí, Doce. Acaso crees que la Zona no te vigiló cada vez que tu estuviese a lado de los Sujetos —el momento pasó ante mis ojos— todo el tiempo estuviste demostrando que querías regresar.

—Es porque no entendía "El por qué fui enviado".

—Nadie lo entiende, Doce. Pero tú has sido el primero en mantener ese deseo y demostrarle a la Zona que aun hay oportunidad.

—¿Y por eso me trajeron aquí?

—No podíamos dejar que lo supieras. Recuerda que mientras estés en la Jungla todo lo que hagas o digas puede beneficiar o perjudicar tu estadía, en especial aquí. Esos tipos de afuera están locos y sí no te comportas como ellos esperan te asesinaran.

—Entonces por eso viniste, para sacarme de aquí.

—No solo para eso, también para que nos ayudes a darles otra oportunidad a los demás Sujetos —La idea era tan extraña que no podía ser real— ellos han estado mucho tiempo aquí. olvidaron lo que la Zona hacía por ellos, como el nivel EXELCIOR.

—¿Hablas del nivel Especial?

—El mismo que La Zona prepara para los Sujetos que desean dar un nuevo paso en la escala de evolución —ese nivel era una de las pocas cosas que recordaba, porque era lo que más deseaba tener—. Algunos científicos afirman que los sujetos capaces de alcanzarlo lograrán hacer cosas que los humanos nunca pudieron; como volar, correr a la velocidad de la luz, cambiar su forma. Ese nivel está reservado para los demuestran su lealtad y capacidad al sistema. Y nosotros queremos dártelo sí te atreves a ayudarnos. O qué, Doce. ¿No te interesaría volver a casa?


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