CAPITULO III DESPERTAR
No podía moverme, tenía frio y me sentía atrapado, como sí una fuerza me impidiese pelear por el deseo de sobrevivir y me atrajera hacía a un vacio oscuro y frió, donde la única compañía que tenía era mi presencia.
Ya no sabía sí estaba vivo o muerto.
Había perdido toda esperanza en mi ya que solo me quedaba era guardar silencio y tratar de calmarme ante los misteriosos gritos que escuchaba, sobre aquella voz que murmuraba mi nombre una y otra vez...
"Doce..." "Doce..."
Su voz parecía ser la de una mujer.
Poseía un tono delicado y repetía mi nombre una y otra vez dentro de mi cabeza, como sí estuviese transmitiendo un mensaje capaz de liberar mi mente del miedo y atraerla a un estado pacifista, donde olvidaba todo a lo que temía, al mismo tiempo que veía como el escenario cambiaba.
Una pequeña luz color blanca comenzó a aparecer delante de mi, como un simple destello que fue creciendo lentamente, iluminando todo el entorno oscuro. Era clara, brillante y se extendía, al mismo tiempo que comencé a sentir una fuerza actuando dentro de mi, creando energía que me ayudaban a recuperar lo que creí haber perdido.
Todas esas células asesinadas, aquellas energías gastadas y defensas caídas comenzaron a regresar a mi rápidamente, logrando traerme de regreso al mundo de los vivos...
—¡Ah! —en cuanto desperté sentí que el mundo había cambiado— ¡Ahhhhh! —Me dolía la cabeza, no podía moverme y me sentía extraño porque no tenía idea de lo que había pasado.
Ya no estaba en el bosque o las cascadas sino en un lugar que no conocía y delante de una chica rubiá, que me veía con cierta delicadeza.
—¡Ahhh! —no podía darme cuenta de quien era porque la cabeza me dolía lo suficiente como para jurar que había un incendio dentro de ella.
—Oh por Dios ¡Despertaste!.
—¿Eh?.
—¡Despertaste! —la chica hablaba con demasiada euforía, como sí verme despertar fuese una señal de paz para ella— ¡Estas vivo!
—¿Vivo?
—¡Si!. ¡Sobreviviste a la Caida!
—¿Caida? ¿Pero de qué estás...? —desafortunadamente no me sentía dispuesto a pensar por el dolor que estaba sufirendo— ¡Ahhhh! —era tanto que no lo podía contener—. ¡¿qué me está pasando?!
—¡Tranquilo!, sí yo fuera tú intentaría no moverme mucho.
—¿Por qué?
—La herida de tu pierna aún está abierta.
—¿Abierta? —con todo ese dolor que sentía dentro de mi cabeza quería creer que esa chica se estaba refiriendo a una simple cortada, pero cuando lo vi con mis propios ojos— ¡Oh No! —me quedé sin palabras.
Mi pierna derecha se encontraba envuelta con un pedazo de la tela blanca manchada de sangre.
—¡No! —cuando intenté moverla sentí que no podía por el ardor que emanaba— ¡Ahhh! ¡Qué está pasado!
—¡Trata de calmarte! —pero la joven estaba ahí para ayudarme— Te caíste de una catarata.
—¡¿Un catarata?!
—Sí, fueron casí noventa metros.
—¿Noventa?
—Así es, por fortuna caíste sobre el lago donde solemos ir a pescar. Además no es tan grave como pensé —no podía juzgar a esa muchacha, porque apenas sabía algo de ella, pero al verla quitarme el vendaje, remojarlo con el agua de un envase metalico, cercano a ella, y colocarmelo de regreso noté que sus manos posían una cierta delicadeza que me hacía sentir seguro— solo fueron dos golpes, uno en la pierna y otro en lo cabeza. Ambos fuertes pero ninguno te causó alguna fractura, aunque te lastimaron gravemente, pero no te preocupes, sé qué hacer en una situacion como esta.
—¿Cómo lo sabes? ¿Acaso eres doctora?
—No, pero hemos adquirido experiencia. La mayoria de los que son enviados aquí caén por el mismo punto que tu caíste, supondo que ese dinosaurio gigante tiene mucho que ver, afortunadamente nadie ha fallecido, pero sí nos hemos enfrentado a muchas heridas de este tipo —cuando terminó de limpiar la herida, ella tomó una corteza de un arbol que tenía cerca cubierta con una pasta espeza—. Lo bueno es que ahora sabemos como enfrentarlas.
La pasta se veía rara y sucia.
—¿Qué es eso?
—Medicina.
—¿Medicina? Parece más bien una especie de masa mutante.
—Es solo algo para tu pierna
—Aja, ¿Y me puedes decir qué contiene?
—Extractos naturales; plantas, raices, entre muchas cosas —no quería dejarme ayudar, pero como no podía moverme tampoco pude evitar que ella me untará esa asquerosa cosa sobre mi pierna.
Durante solo un segundo imaginé que la masa iría a tener insectos por dentro que saldían despues de la noche a comerme hasta el ultimo de mis huesos, pero en cuanto la sentí todo mi miedo desapareció.
—Wow —Esa pasta era tan comoda que casi no la sentía—Ya no me duele.
—Lo sé —encuanto la chica terminó envolvio mi pierna con otro pedazo de tela que pude reconocer. Era de mi camisa— Las medicinas organicas pueden ser más poderosas que inorganicas, ya que poseén elementos naturalez muy fuertes.
—Ya veo, gracias.
—No es nada —aquella chica era un ángel amable delicado y me traía recuerdos por ver su rostro—, pero no deberías moverte mucho. La herida todavía esta abierta, y quizá tardará unos días en sanar.
—¿Cuántos?
—No estoy segura, pero de lo que puedo asegurarte es que estarás caminando en poco tiempo. Mientras tanto te sugiero que no te muevas y bebas este té.
—¿Para qué es?
—Para relajarte. Está hecho de hojas magicas.
—¿Hojas magicas?
—Un raro nombre que le di, para dejar de llamarlas "Plantas".
—Espero que no me estés mintiendo —no podía rechazar una bebida como esa, despues de todo lo que ella había hecho por mi. Desgraciadamente el té tenía mucho que decir, a pesar de que lo estaba tomando de un vaso que poseía el numero quince bordado—. ¡Yeah! ¡Esto sabe asqueroso!
—Lo sé.
—¿Por qué?
—Es medicinal.
—¡Pero sabe horrible!
—¿Y qué esperabas niño? "Leche con chocolate".
—No, pero quizas sí un poco de miel.
—La miel eliminaría sus extractos curativos.
—O algo de azucar. Esto sabe espantoso.
—Ni que lo digas. La primera vez que lo tomé sentí que estaba comiendo un pastel de lodo.
—¿Entonces por qué lo hiciste?
—Me lo tomé igual que a cualquier bebida, porque mi brazo estaba herido. Sí no lo tomaba todos mis musculos se iban a lastimar —vi el liquido una vez más dentro del termo, sintiendo que por fin había hecho mi primer enemigo— imagina que es jugo de naranja y tomalo, eso siempre nos funciona a todos.
Podía tirarlo y olvidarme, pero mi pierna estaba lastimada.
—Es jugo de naranja, recuerdalo —en cuanto dí el segundo sentí que mi boca iba a estallar, el tercero me provocó nauseas y el cuarto fue pasando rapidamente hasta acabarlo— Wow —y con eso mis musculos comenzaron a relajarse, al igual que el resto de mi cabeza. El dolor aun estaba ahí pero ya no lo sentía tan fuerte como antes—. Esto sí funciona.
—Te lo dije, es solo cuestion de acostumbrase. Por cierto creo que todavía no nos hemos presentado.
—No te preocupes por eso, yo ya sé tu nombre.
—"Ah sí"
—Claro.
—¿Y cómo lo sabes?
—Porque fuiste tú fuiste la responsable de que un compañero mio fuera enviado aqui, o no es así "Sujeto Nueve"
Una ironía de la vida era pensar que en un momento así ella se iría alegrar de saber que alguien había reconocido al sujeto culpable de la separación de mi grupo, como una amiga que había adquirido algo de fama por hacer travesuras, pero para mi desgracia la sorpresa fue más aterradora de lo que esperé.
—¡No vuelvas a llamarme así!
—¿Qué?
—¡QUE NO VUELVAS A LLAMARME ASÍ! —Nueve se molestó a tal grado que me miró con malos ojos, igual que una bestia zarnoza—¡¿ME OISTE?! ¡NUNCA JAMÁS ME VUELVAS A LLAMARME ASÍ!
—¿Por qué?
—Porque aquí nosotros somos libres.
—¿De qué?
—De la Zona —Nueve no parecía estar convencida de lo que decía—. Aquí puedes llamarme Lex.
—¿Lex?
—Es el nombre que elegí aquí.
—¿Lex? —y yo me sentía sin palabras— Eso es un nombre.
—Así es
— ¿Acaso tienes un nombre?
—Sí.
—Pero cómo, sí la Zona no nos permité...
—¡Tampoco vuelvas a mencionar a esos monstruos!
—¿Por qué?
—Porque aquí no soy un experimento. Y tú tampoco.
—¿Pero de qué hablas? Sí la Zona ha cuidado de nosotros por años.
—La Zona nos tuvo presos. Eliminó todos nuestros recuerdos y nos torturó por años, para su beneficio.
—Eso es una mentira.
—Eso es verdad. Ahí eramos esclavos.
—Ellos nos alimentaban, nos daban hogar.
—Esas personas nos arrebataron nuestras vidas y estamos aquí porque ya no les servimos. O acaso no recuerdas las agujas, los rayos y las torturas que nos hacían para darnos de comer. Aquí no tenemos que sufrilo, pero creo que tardaras un tiempo en darte cuenta —en cuanto Lex terminó el bendaje ella comenzó a verme con una mala mirada. Forzo la pierna y luego acercó su mano derecha a mi cuepo, tocandolo en un punto.
—¡Oye qué...! —aunque parecía un golpe fragil noté como lentamente comencé a perder la vista y a sentir mucho sueño.
—Tardarás unos días en averguar lo que pasa, pero no te preocupes estas en buenas manos —La voz de Lex comenzó a repetirse en mi cabeza, como un zumbido que desaparecia mientras que caía al suelo—. Solo recuerda una cosa. Aquí eres un ser humano, no un experimento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro