Cap4:"Todo ha cambiado"
Mi vestido verde volaba un poco, consecuencia del viento que nos rodeaba. Cuando desperté, mi cerebro recordó una canción que hace tiempo no escuchaba, una canción que me hizo pensar en cierto chico. No lograba dejar de repetir, una y otra vez, la tonadita de la canción.
En menos de 18 horas, pasaron muchas cosas y cuando lo vi, supe que ya sabía algo nuevo. No tengo aun idea de que, pero lo sabía. Su mirada me hizo sentir viva y plena, transmitiéndome el más sincero de los enigmas.
— ¿Sus ojos eran del verde brillante de Nyx o claros?
— Claros, un verde casi aqua que te hace ver lo blanca que es su alma.— contesté en automático ante la pregunta al aire.
— ¿Y combinaba con las pecas de su rostro?
— Eran como constelaciones en sobre su piel.— Me detuve abruptamente. Espera un minuto. Mi mente estaba tan enfrascada en mi mundo irreal, que no me di cuenta las respuestas que te estaba dando.— Te odio.
Lune sonrió triunfante.— Que poética me saliste.— se burló viendo los frascos de miel.
Toda la familia estaba en el mercado de la zona. Lune y yo veíamos por un lado los frascos de miel y conservas.
—¿Cómo?— pedí un poco brusca. Odiaba que de siempre encontrara la forma de saber todo.
— Llevas cantando Everything has changed, toda la mañana.— tomó un frasco chiquito y lo puso contra luz, haciendo que los rayos del sol lo traspasara el vidrio, coloreando la luz de un color ámbar brillante, difractando en los ojos de dos colores de mi hermana. Contrastando los colores azul y verde, haciendo que se viera más hermosa.
— ¿Y qué te hace pensé que es por él?— intenté decirlo como si se hubiera equivocado en su deducción.
— Me lo acabas de confirmar, Sky.— Alzó una ceja y devolvió el frasco a su lugar.— ¿Por qué no quieres decir nada sobre él?
— No sé.— me encogí de hombros desanimada.— Creo que por primera vez quiero algo mío y soñar despierta con lo que hubiera sido. Siento que al verlo supe algo que antes no. No sé qué pero algo y quiero que sea para mí.
— Está bien.— caminamos juntas hacía un puesto de fruta.— Tienes el derecho.
— Es tonto.— continúe hablando.— las probabilidades de volverlo a ver son nulas. Simplemente soy una niña boba que sueña despierta.
— ¿Por qué crees que es imposible verlo de nuevo?— cuestionó con una seriedad que me sorprendió.
— Porque es un país muy grande.
— Pero la ciudad no.— Afirmó con una sonrisa ladina. La miré confundida.— A ver, vamos a hacer estadística.— Nos fuimos a una fuente blanca que estaba en medio del mercado.— ¿Cómo de qué edad se veía?
— No sé, Lune.— contesté frustrada y de mala gana.
— Has un esfuerzo por recordar.— suplicó, sacudiéndome del hombro.
— !Ah¡— Me puse a pensar en lo que vi. Su voz era grave, pero no excesiva, alto pero no tanto y los libros eran de idiomas.— No más de 16 años y llevaba unos libros de idiomas morados.
— A de tener entre 15 y 16 años, me voy por 15.— habló inmediatamente sin dejar de verme con orgullo.— ¿Cuántos jóvenes hay en la ciudad de esas edad?— Iba a responder pero se interrumpió.— Muchos. Sin embargo, no llevaba mochila, eso quiere decir que no vive lejos de aquí. Alrededor de la colonia hay solo una escuela Lycée. Así que las probabilidades de que lo vuelvas a ver son de un 70%.
—No has echo la matemática, solo hablaste por hablar.— Le recalqué.— Además ¿Cómo sabes eso?¿Qué tal si tiene 23 y no está ni cerca?
— Si viviera lejos, llevaría una mochila.
— Es hombre, no necesita.
— Llevaba útiles, claro que sí.— Corrigió Lune y no tuve argumento contra eso.— En la biblioteca había unos libros de inglés color morado y decía que eran de Lycée, así que el chico debe de estar por entrar a la escuela y fue por sus útiles. Piénsalo, tengo que ir por mis útiles escolares, la escuela está a cinco minutos caminando ¿Para qué me llevo mochila si no me voy a tardar, ni ir a otro lado?
— Estás loca.— me reí ante su deducción. Ella era buena haciendo esto y la mayoría de veces no se equivocaba, pero esto era una simple tontería.— Déjame soñar y ya. No hay ninguna probabilidad de que lo vuelva a ver.
— Estás en un libro, todo puede suceder.— Ese comentario me confundió, pero antes de poder preguntarle a qué se refería, nuestros hermanos llegaron a nosotros.
— Todo es tan bonito.— dijo Nyx extasiada, entusiasmada y descontrolada. Nos dio a cada una un dinero.— dice Mar que nos compremos lo que queramos.
— ¿A dónde fueron ellas?— les pregunté un poco preocupada por perdernos.
— Fueron por la carne.— Tranquilizó Dark, sentándose en el filo de la fuente junto a Lune.
— Voy a ver el puesto de arte.— anunció Nyx antes de perderse entre los puestos.
— Yo quiero ir a ver el puesto de curiosidades de allá.— señalé a la multitud, a mis hermanos.
Lune se separó un poco de Dark, como si no quisiera estar muy cerca de él.
— ¿Quieres que te acompañe?— Más que una propuesta de Lune, fue una petición/súplica.
Dark la volteó a ver con el ceño fruncido, matándola con la mirada. Yo no me voy a meter es sus broncas, lo que haya pasado entre ellos es muy su problema. No quiero estar presente si Lune se enoja, me gusta mucho mi paz.
—No.— contesté nerviosa por el gesto que me dedico Lun.— Solo... Vigilenme de lejos ¿Si?
Ambos asintieron, Lune de mala gana y Dark agradecido porque lo deje a solas con ella.
El mercado de la colonia era muy bonito. En realidad, la ciudad era hermosa. Muy romántica, con casa de colores claros, bien alineadas, con pequeños jardines impecables. La ciudad completa estaba en armonía, desde con sus estructuras hasta con su gente. El lugar de comercio se asentaba en una plaza muy blanca con puestos que iban desde la comida hasta ropa. El puesto que quería ver, estaba lleno de piedras preciosas, con collares anillos echos a mano, en fin esa tipo de cositas.
El joven vendedor me dedicó una sonrisa y dejó que viera todo lo que tenía. Tomé entre mis manos una piedrita color verde, mi color favorito. Un jade de forma irregular, brillante, liso, muy rústico. Quizá un poco tosco y bruto, pero una maravillosa creación de la naturaleza.
—El oro es valioso, pero el jade es inapreciable. — Mi cuerpo se fue hacia delante golpeando mi abdomen con el puesto, a nada de tirar todo. Gire 90° mi cabeza para encontrarme con unos ojos verdes aqua claro, viéndome con alegría y diversión. Maldita Lune.— ¿Te asusté?— preguntó sarcásticamente, inclinando un poco su cabeza con ternura.
— ¿Inapreciable? — Y sigo metiendo la pata. ¿Inapreciable? ¿Qué pregunta es esa?
— Un dicho chino.— ensanchó su sonrisa. Extendió su mano hacia mí, pidiéndome sin palabras la piedra.— Los mayas decían que tenía propiedades sanatorias.
Se la entregué, rosando sin querer nuestros dedos. Tragué duro.— ¿Enserio?
— Mjum.— En sus manos la piedra era insignificante, así que para no perderla la tomó con dos de sus dedos y la enfocó hacía mí, como si estuviera viendo a través de unos binoculares.— ¿Cómo estás, Ciel?
—De hecho, es Skyler.— corregí divertida por decir mi nombre en francés.
— Muy cerca de Sky.— afirmé con mi cabeza ante su deducción.
— ¿Lucio?—
— Ese es mi nombre.— dejó la piedrita en el puesto y me extendió la mano.— Mucho gusto, Ciel.
Solté una risita boba, aceptando su mano.— Un placer.— Antes de soltarnos las manos, con su dedo acaricio levemente la parte dorsal de mi mano.— ¿Cómo sabes sobre el jade?
— Mamá es geóloga y ama los datos curiosos inservibles.— Con una seña, llamó la atención del vendedor.— Aunque creo que hoy me fue de utilidad.
—¿Por qué?
— Porque pude hablar contigo.— el joven vendedor llegó a nosotros.— Hey, Fran.
— ¿Cómo estás, Ly?— Respondió el vendedor Fran.— ¿Vienes por las cosas de tu madre?
— Así es.— golpeó un poco la mesa con su puño.
— Hola, amiga de Lucio que jamás había visto.— se dirigió a mí que me había mantenido al margen.
— Hola, buenas tardes.— contesté con timidez.— Soy Skyler y lo acabo de conocer. — Señale con mi dedito a Lucio.
— ¿Lucio hablando con alguien más que no sea Agnés?— El chico lo dijo burlonamente, a lo que Lucio solo le rodó los ojos.— Eso si me sorprende.
—¿Puedes dejarte de bromas y darme eso?— insistió Lucio.
Fran levantó los abrazos en inocencia y se fue.
— Lo siento por eso, no suelo hacer muchos amigos.—¿Amigos? — Fran va al mismo colegio que yo.—Eso explicaba muchas cosas.— ¿Tú vas a ir a Lycée?
Oh, no.
— Yo... este...no, no en realidad.— confesé temerosa.
— Oh, estás de turista.—
— No, tampoco.
— Aquí está, son de la costa— Fran interrumpió, recargando una caja en la mesa.— ¿Cómo sigue?
— Mejor.— el rostro de Lucio se entristeció, pero lo compuso rápido.— Gracias.— tomó la caja.— ¿Me regalas el jade?
— Me deberás hacer la tarea de un mes.— dicho esto se fue a atender a un cliente.
El chico de ojos bonitos tomo con suavidad mi mano y colocó el jade con el que había estado jugando.— Me tengo que ir.— murmuró dulcemente.— Para que no me olvides.
— Gracias.— no sabía muy bien que decir. ¿Le pedía su número?¿Dónde vive?
— Adiós chica del cielo.— se alejó con su sonrisa coqueta.
Vi cómo se iba, camuflajeandose entre la gente y los puestos.
— Adiós chico de la mirada dulce.— no me iba a escuchar, pero quería decirlo en voz alta.
Me fijé en la piedra que me había regalado, la observé tanto que ignoré todo a mi alrededor. Eso que decían de las mariposas en el estómago, ahora lo podía sentir. ¿Así se siente cuando algo te gustan? Temblores en las piernas, el corazón acelerado y una parálisis cerebral que no te deja actuar racional. Si era así, al fin lo sentía.
Guarde la piedrita en la bolsa que llevaba, disponiéndome a regresar con mis hermanas. Me detuve al ver a una Lune tras de mí, con una sonrisa sádica y burlona, que me decía que había escuchado o visto lo que sucedió.
La sangre se me fue el cuerpo, por el miedo de no poder ocultarle nada.
— Dime que le pediste su número, porque si no te voy a molestar toda la semana.— amenazó y yo sabía que no exageraba.
— Va a ser una larga semana.
Ya me imaginaba el suplicio que iba a sufrir.
!Heterocromaticos¡
¿Cómo han estado?
Yo debo de ser sincera y he de decir que no han sido buenos días, pero al menos me distraigo escribiendo.
¿Qué tal el cap?
¿Les gustó?
¿Siguen desconfiando de Lucio?
Por cierto, el Lycée, es como la prepa en Francia. Lo investigue un poco pero aún así está medio revuelto.
Los leemos en el siguiente cap.
Los quiere.
DNA
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