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Cap2:"Colores"

Me daba miedo la oscuridad.

La sensación de vacío y ceguera, me causaba una ansiedad combinado con paranoia. Lo detestaba mucho. La lamparita de una bailarina de ballet, me proporcionaba la tranquilidad para quedarme dormida. La veía acostada desde mi cómoda cama. La bailarina tenía un vestido rosa de plástico que brillaba por el bombillo que estaba detrás de ella, hasta que de repente, se apagó.

Agradecía que mi habitación no tuviera ventana, porque de lo contrario, ver las ramas del tétrico árbol de mi abuela me causaría el peor de los terrores.

A tientas busqué mi celular en la mesita de noche.

La única persona en toda la casa que estaría despierta a las 3 am, era Lune.

Mensaje de texto.

Yo:

Lun

Lun

Lun

Luuuuunnn

Mi puerta se abrió.

— ¿Quieres que me quede o te vas a mi cuarto?— Interrogó parada en la puerta, sosteniendo la manija.

Ella a diferencia de mí, amaba la oscuridad y odiaba al sol.

En respuesta, me levanté de la cama, enredándome en una cobija verde con un print de muchas notas musicales. Caminé a ella que me esperaba paciente y me dirigí a su cuarto. Me fui directamente a su cama que seguía tendida, la deshice y me acomodé en ella. Eris se pasó derecho a su mini balcón, que no era más que su ventana que daba al árbol y una barda con cojines. Un libro de color blanco y rojo estaba esperándola ahí.

— ¿Estás leyendo Carrie a las 3 am?— le pregunté desde la cama, horrorizada.

— Me piqué.

Cerró las cortinas negras, ocasionando que el cuarto se quedará sin nada de luz. Me aferré a más cobijas, esperando a que prendiera su lámpara de estrellas. Me relajé cuando varias galaxias se apoderaron del techo, girando y moviéndose como si fuera un mar cósmico. Sin delicadeza, mi hermana se metió en la cama.

— Recuérdame que mañana compremos más focos para tu lámpara.— Abrazó a su conejo al mismo tiempo que cerraba los ojos.

Asentí.

Sábado.

Al día siguiente desperté gracias a Nyx. Ella tenía la muy molesta costumbre de despertarse antes que todos y hoy, al aburrirse de estar sola merodeando por la casa de la abuela, escogió despertarme. Lo hizo con tal cautela para no despertar a Lune, quién llegaba a ser una pesadilla si la despertabas antes de lo que ella tenía planeado.

— ¿Cómo se sienten?— mi abuela Marjorie se despertó nada más escuchó el ruidero de Nyx en la cocina. Y nos acabó preparando el desayuno.— ¿Les gustó sus recamaras?

La casa de la abuela fue remodelada para nuestra llegada. Construyeron cuatro cuartos más y un estudio en el sótano, pensado en nosotras. Ayer que llegamos era muy tarde como para darle un vistazo muy detallado a la casa, estamos muy cansadas como para ello.

— Están bellísimas, Abue.— contesté entusiasmada.

— Yo quería ir a ver el estudio.— rogó Nyx picando con un tenedor su fruta.

— Cuando despierte su hermana— Mamá llegó a la mesa con su plato de comida.

— Para ese entonces, Zeus ya habrá llegado de la universidad.— Aclaró Nyx. Una gran posibilidad, a decir verdad. Dark seguía en clases, obligándolo a despertarse muy temprano y dejar la casa hasta muy noche.— No se va a enojar.

También era verdad. Lune no se molestaba por ese tipo de cosas, pero no toques sus cosas porque es capaz de enterarte vivo.

— ¿Quién se va a enojar?— hablando de la reina de Roma.

— Tu.— la señaló Nyx.

— ¿Yo por qué?

Fue directamente hacía abue, yendola a abrazar y darle su beso de buenos días. Lo mismo hizo con mamá, a Nyx le jaló el cabello y a mí me lo revolvió. Después del desayuno, bajamos a ver el gran estudio del que tanto nos habían contado.

Asombrada.

Mamá y papá pensaron en todo.

Un espacio que estaba dividido en cuatro, una para cada uno de los hijos. Me maravillé y embobé, al ver una esquina con paredes de espejo y una barra para ballet. El piso de Harlequin de color claro, especial para este tipo de usos, ocupaba un cuarto del cuarto. La división era muy evidente. Primero café claro y cambiaba a un azulejo blanco. En la esquina siguiente del área de ballet, estaba un piano blanco con su respectiva banca blanca, una guitarra acústica y una eléctrica, el área de música de Lune. Justo a lado la zona del caos de colores. A lado del lugar de Lun, estaba lo que Nyx más ansiaba ver y usar. Dos caballetes estaban bien puestos con su respectivo lienzo y un carrito de ruedas con cientos de brochas de diferentes tamaños, botes vacíos y curiosidades para pintar. En esa misma sección, había un armario. Mi hermana corrió a abrirlo y cuando lo hizo, encontró todo tipo de pintura; acrílico, acuarela, óleo, etc. Al igual que repuestos de pinceles, trapos, más lienzos y papeles para dibujo y pintura.

En la última parte, estaba el área de box. Dark práctica desde hace algunos años box y nos enseñaba a nosotras también. Había dos sacos, un perchero de pared para guantes y domis para practicar.

— Gracias.— Lune abrazo a mamá y a la abuela, quien seguro fue la que le escogió el piano.

— !Gracias¡— Se escuchó el grito de Nyx desde el armario de pintura.

— No lo merecemos.— Dije sin dejar de ver la barra. Mamá me tomó por los hombros, haciéndome voltear para verla.

— Merecen esto y más, que jamás se te olvide.— Sus ojos color azul mostraban la sinceridad de sus palabras y una lección junto con ellas.— Sé que su vida no ha sido normal y me siento culpable de limitarlas del exterior pero, eso ya cambió.— las tres le estábamos poniendo atención.— Aquí comienza una nueva etapa de su vida y la libertad que tanto me peleaban.— Si mamá decía esto, es que era enserio y no había marcha atrás.— Sé que les pido mucho, pero sé que pueden con esto y más. Son brillantes, inteligentes y analíticas, sé que esas cualidades les van a servir en la universidad.

— ¿Crees que estemos a la altura?— Ese era mi miedo más grande.

Las tres amábamos la ciencia con locura y que estuviéramos a punto de entrar a la universidad, con 15 años, era una decisión en la que estuvimos de acuerdo. Nos hubiera gustado entrar al IIBM, dónde trabajan nuestros padres, pero al final preferimos no meternos en líos. En el IIBM podíamos tener varios problemas por nuestros padres, ya que hay ciertos investigadores no los querían y bien se desquitarían con nosotras. El Cassab, aunque no había nadie en la ciencia que no conociera el apellido Zays, no abundaban los conflictos e intereses. Era más prestigioso e importante, y si ya íbamos a entrar a la universidad, que mejor que en la que nos dará más prestigio.

— No hay escuela que este a la altura de ustedes.— respondió Violet Zays con firmeza.

Yo no sabía cómo manejar todo esto. Ahora podía ser normal. Salir a la calle a la tienda o al cine, sin mamá, papá y Dark. Hablaría con gente de verdad y haría amistades. Podía salir de la casa a leer, correr o ir por un helado. Podía hacer lo que yo quisiera.

— Aún no son mayores de edad, solo recuerden eso.— amenazó mi madre. Bueno, eso era lógico.— Pueden ir a donde quieran, con tal de que yo sepa dónde estén y con quién, no hay problema.

— ¿Enserio?

— Tu no.— Le dijo severamente mi madre, haciendo que Lune y yo nos atacáramos de risa.— Tu si me tienes que pedir permiso hasta para respirar ¿me oíste?

— Mamá...— se quejó.

Yo le dije veces que dejara de intentar escapar de la casa, pero hizo caso omiso a mis consejos y aquí están sus consecuencias.

— Es más, solo podrás salir si Lune va contigo.— condicionó mi madre a la rebelde.

Lune abrió los ojos en una mueca de desagrado y flojera.

— !No¡— chilló Nyx.— Nunca saldré.

Lune no era fan de salir y convencerla, llegaba a ser más difícil que cualquier ruta metabólica.

— Pues creo que deberás comportarte ¿No?— mamá se estaba divirtiendo con el sufrimiento de Nyx. Ella asintió.

—¿Qué tal si hoy recorren el vecindario?— propuso mi abuela.— Pueden ir al parque de aquí enfrente y comprar un helado.

Eso hicimos.

Nos cambiamos y salimos a la calle, sin más compañía que nosotras. Las tres nos detuvimos un poco en la entrada, visualizando el mundo exterior por al menos unos segundos, procesando la nueva libertad que teníamos.

— Se siente raro.— proclamé.

— !Al fin¡— Exclamó Nyx, corriendo hacia la calle.

— ¡No sabes cruzar la calle, espérate! — Lune intentó detenerla. Que suerte que no pasaban muchos autos.— Raro no es igual a malo.— me dijo a mí.— Vamos, antes de que se mate.

Caminamos hacia la loca de Nyx. La ubicación de la casa estaba en una zona muy tranquila; había un parque a unos cuantos pasos y no se veía tan comercial. Unas pocas tiendas lo rodeaban, así como varios juegos como columpios, resbaladillas, adornaban el lugar. Había muchos árboles muy grandes y el pasto era verde fuerte, un color muy bonito. Al ser sábado, la gente abundaba un poco. Los niños pequeños jugaban por doquier, varias cometas volaban por el cielo y la alegría de un día de descanso, florecía por doquier.

Mi helado de vainilla sabía a gloria. La vainilla era muy engañosa. Al oler el frasco dónde vivía, sientes un aroma dulce y suave, algo que se antoja probar. La cosa cambia cuando se te ocurre probar una cucharada completa. El sabor agrio asqueroso a medicina, se quedaba impregnado días en las papilas gustativas de la lengua, algo horrible. Qué bueno que el helado no sabe así.

— Tómame una foto en ese árbol.— pidió Nyx a Lune.

Nos sentamos a disfrutar nuestros helados en una banca que nos dejaba ver el parque completo.

— ¿En el de allá?— Lune señaló un árbol de cerezo muy alejado de dónde nos encontrábamos.

— Ándale, ese.

Ellas de levantaron, dejándome sola en la banca. No quería ir, ya había caminado lo suficiente por hoy y la vista a las cometas me gustaba mucho. Los diferentes colores contrastaban y sobresalían sobre el cielo.

Me perdí. Estaba tan maravillada con lo que mis ojos veían. De estos detalles me había perdido, por estar encerrada. 14 años sin contemplar el cielo a mis anchas, ver el verde vivo de las hojas de los árboles, del pasto y las flores de diversos colores.

¿Y Nyx y Lune?

Las busqué con la mirada. No estaban. Me dejaron.

Me levanté de golpe a ver si a más altura, podía tener una mayor visión. No las veía por ningún lado. Una nube gris y densa se coló en mi cerebro. El pecho se me oprimió, la vista se me opacó y el ruido se volvió muy fuerte pero con eco. ¿Qué hacía? No conocía a nadie y jamás había hablado con nadie antes. Mi desesperación llegó a niveles tan altos que ya ni siquiera sabía en dónde estaba, ni por dónde había venido. Me perdí. Cómo una niña pequeña en el supermercado.

Y de la nada, mi nube gris se disipó.

Choqué con un cuerpo masculino y eso fue suficiente para regresar a la realidad. Frente a mí, un chico recogía sus libros del suelo.

Si seré tonta.

— Yo... Lo lamento.— tartamudee apenada por mi torpeza.

— No, tranquila.— Respondió amable, aún alzando sus libros.— Yo tampoco te vi.—Me agache a ayudarlo. Los libros eran de idiomas, junto con cuadernos y útiles escolares.— No te apures...— no dejé de ayudarle.— gracias.

Acomodé sus cosas, poniéndome de pie y al mismo tiempo ofreciéndole los libros. Un chico alto de cabellos color carbón y unos ojos verdes aqua brillantes, me sonreía.

— Perdón por mi torpeza.— tenía que decir algo antes de perderme pero ahora en sus ojos.

— Valió la pena el golpe.— Su sonrisa se ensanchó, mostrando su blanca dentadura.— ¿Estás bien? Creo que estabas pérdida.

— Si, si. No, no.— Me odio. Pues mi cerebro y mi boca, decidieron que decir incoherencias era lo mejor en este momento.— Hola.

— Hola, soy Lucio.


😏😏😏😏

¡Ya llegó a quién yo esperaba!

Bueno....

¿Qué les pareció?

¿ Qué piensan de Lucio?

¿Ya le había revelado el nombre? Según yo, no.


Déjeme sus teorías.

Los amo.

DNA

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