🩸14- Una noticia inesperada🩸
Tan rápido como se fue el fin de semana, también desaparecieron los chismes sobre mi pelea. Aun así, había gente que murmuraba cada vez que veían los moretones morados en mi cuello, pintados con violencia. La señorita Elena me volvió a revisar por la noche para comprobar que no tuviera una contusión o que mi dolor de garganta no empeorara, estaba más callada de lo normal, no le tome importancia capaz estaba conmocionada por todo lo que había pasado, también le pregunté sobre la chica que me había atacado pero no me respondió. Summer seguía un poco conmocionada por los sucesos, pero algo la alegró: hoy iba a poder ver al oficial y mañana era su cumpleaños.
Dando saltitos de la mano de Axel, nos dirigíamos al patio para nuestra hora recreativa, al salir de vacaciones de verano teniamos más horas libres en el patio, para no volvernos más locos aislados en nuestras habitaciones. Axel se había convertido rápidamente en el reemplazo de Evan, si hablamos de favoritismo. Mientras murmuraba cosas sin sentido sobre su cumpleaños, recordé que siempre quiso un pastel, nunca lo habíamos probado al igual que el helado, eran cosas que no podía permitirme con el dinero justo en la calle y tampoco era que el internado contara con esas delicias.
Sin embargo, en el internado, lo más cercano era un cupcake seco y quemado que daban a los más pequeños. También mencionó que quería un vestido de princesa con una tiara, algo imposible de conseguir porque nada entraba desde afuera para nosotros los huérfanos, y que se lo pediría al oficial. La regañé, diciéndole que no podía hablarle sobre su cumpleaños, Summer sonrió inocentemente como si ya tuviera el plan hecho en su cabeza. Pero ella siguió hablando y expresó su deseo de recibir una tarjeta de cada uno de nosotros.
Ezra, Axel y Evan simplemente asentían y conversaban con ella cuando veían la oportunidad. Un revoloteo se instaló en mi pecho cuando Evan, quien estaba a mi lado, se rió por algo que había dicho mi hermana. Dios, él simplemente era... lindo. Después de mi desahogo el sábado, pude confiar más en Evan. Por fin lo veía con diferentes ojos, con los ojos que habia tratado de ignorar desde que lo habia conocido: su pelo negro largo hasta las orejas era suave y brillante, y sus ojos grises, que nunca había visto, eran únicos. Si los miraba fijamente, notaba motas amarillas en ellos. Era alto, mucho más alto que yo, y sorprendentemente, después de mucho tiempo, no me daba miedo su altura ni sus brazos fornidos. Joder, me lo estaba comiendo con la mirada sin siquiera disimular.
Sacudí la cabeza, tratando de que el rubor de mis mejillas desapareciera pronto para que nadie se diera cuenta...
–¿Por qué estás roja, Leah Beah?--Todos detuvieron su caminata para fijarse en mí, gracias a las palabras de mi hermana. Oh, gracias, Summer.
–No es nada, solo hace calor– dije abanicándome e hice enfasis en el blaizer negro que llevaba, los chicos se lo habian quito haci a mucho tiempo pero el blaizer ayudaba a tapar el moraton de mi cuello junto a mi pelo si lo arreglaba bien. Ella frunció el ceño, pero lo único en lo que pude fijarme fue en la sonrisa de lado de Evan, como si supiera lo que estaba pasando. Joder...
Estábamos a punto de retomar nuestras marchas cuando un movimiento en la oficina de la directora nos llamó la atención. Nos miramos entre todos, visiblemente tensos. La puerta se abrió y pudimos relajarnos cuando el oficial daniel y la direora salieron
–¡Leah! —dijo de golpe, asustandome, tenía una sonrisa tensa de sus labios rojos y se ajustaba el pelo rubio atado a una coleta alta— Eres justo la chica que estaba buscando.
–¿Yo? —pregunté, casi olvidando que el oficial me había dicho que quería hablar conmigo hoy, el lunes. Nuevas incógnitas atravesaron con violencia mi cabeza. ¿Quería dejar de hablar con nosotras? ¿El comportamiento de Summer no le había agradado? ¿Qué quería de nosotras?
–¡Sí! —su voz sonaba tensa y con una emoción falsa— El oficial Daniel quiere hablar contigo y con tu hermana.
Eso llamó la atención de Summer, quien seguía jalando a Axel, alegando que quería ver a Melonny, su amiga. Los tres chicos y la directora me miraron cuando Summer chilló y se fue corriendo a los brazos del hombre.
–¡Papi! —quise que la tierra me tragara cuando su cabello rojo y risueño pasó frente a mí. Llegó hacia el oficial, quien instaló una gran sonrisa en su cara y la abrazó, cargándola.
–Pero si es mi pelirroja favorita —dijo haciéndole cosquillas. Me quedé boquiabierta mientras veía todo. ¿No se suponía que estaba enojado con nosotras?
–Bueno, oficial, como veníamos hablando, las primeras reuniones con los chicos duran una hora, pero como veo que ya se conocen—me miró fijamente, matándome con la mirada—. Le puedo dar dos horas, y si quiere, también pueden pasar por el patio.
–Gracias, directora—fue todo lo que respondió el oficial, sin siquiera mirarla. Eso hizo que la mirada de la directora cayera más profundamente en mí. Mierda. —Leah, ¿entramos? —señaló a la sala, justo a unos metros después de la oficina.
Retorcí mis dedos, haciéndolos sonar con nerviosismo. —Si no quieres entrar o prefieres dejarlo para otro día, le puedo decir —dijo Evan, apareciendo en mi campo de visión y bloqueándome de la mirada de la directora, sus ojos me distrajeron haciendome sentir protegida.
–No, no, sí quiero hacerlo, pero me da... miedo. No quiero escuchar nada malo venir de él, ¿sabes? —murmuré, tragando saliva.
–Nosotros estaremos esperando afuera. Echa un grito si quieres que interrumpamos—dijo Ezra. Luego soltó un gritito aplaudiendo, un tic, y volvió a hablar— Ya sabemos, la mierda de policía no nos importa.
Sonreí viendo a Axel, que abría los ojos y miraba a su novio con una ceja en alto.--Oh vamos solo estoy bromeando no voy a golpear a un oficial.--murmuró haciéndolo sonreír satisfecho al rubio.
–Gracias.
–-No tienes que agradecer—dijo Evan, apretó mi hombro y me dejó caminar hasta llegar al oficial, quien tenía una sonrisa cálida. Sonrisa que mantuvo mientras escuchaba el parloteo de Summer mientras caminábamos hacia la sala de visitas. Volteé un segundo solo para encontrar aún las miradas de los chicos pegadas a nosotros. Alzaron sus pulgares, dándome ánimos. Eso hizo que me sintiera más relajada y sonreí mientras entrábamos a la salita.
Había dos sofás individuales rojos, uno al lado del otro y otro enfrente, exactamente igual. El oficial se sentó en uno de ellos, y Summer se rehusó a salir de su regazo. Yo me senté en el que estaba junto a él, solo para poder observar los movimientos de Summer. Sabía que el oficial no iba a intentar nada inapropiado con ella, pero no podía confiar en alguien a quien apenas había conocido.
—Leah, ¿cómo estás? —preguntó, con su voz tranquila.
—Estoy bien, gracias—respondí, sintiendo la tensión en mis hombros. —Y Summer también está bien.
Antes de que pudiera continuar, Summer irrumpió en la conversación. —¡Papi! ¡Papi! ¡Mañana es mi cumpleaños y quiero un vestido de princesa con una tiara! —dijo con entusiasmo, sus ojos brillando.
La regañé en voz baja sintiendo vergüenza. —Summer, no debes pedir cosas así a los adultos. No está bien. Además, ya hablamos de que es el oficial Daniel, no papá.
El oficial Daniel sonrió, aparentemente divertido por la espontaneidad de mi hermana. —No te preocupes, Leah. De hecho, estaba aquí para hablar de eso contigo. —mierda, aquí venía la bomba, me preparé para escuchar sus palabras— Quiero adoptarlas.
Mi corazón latió con fuerza, mis oídos zumbaban y mi boca se abrió del shock. Lo miré parpadeando—¿Disculpe qué?
Él sonrió con ternura—Quiero adoptarlas a las dos.
–¿A las dos? ¿O sea, a Summer y a mí?—Sentí que me iba a desmayar—¿En serio? ¿O sea, de enserio enserio?
Él rió—Sí, Leah, enserio enserio.
–¿O sea que ya puedo decirte "papá"?—Miré a Summer, quien tenía lágrimas en los ojos. Sentí los míos también picar.
—Ya hablé con la directora. Se necesitan varias citas con los niños y una investigación de mi parte, pero al ser policía, me dijo que los trámites serían más rápidos—se giró hacia mi hermana—Entonces, si Summer puede decirme "papá", claro, si Leah está de acuerdo.
Seguía en shock. Él quería adoptarnos de verdad, a las dos. ¡A las dos! Sentía que iba a explotar de emoción. Ya no tendría que preocuparme por Summer cuando fuera mayor de edad, por su comida o vivienda, porque ya tendríamos uno asegurado.
—Sí, claro que sí—Summer chilló y se abrazó al oficial con más fuerza.
—¡Tenemos papi! Leah, ¡tenemos papi!—Chilló. Las lágrimas corrían por sus mejillas, y yo tuve que contenerme para no llorar también, joder, resople para aguantar las lagrimas—¿Tendremos una mami?
Él enrojeció y se rascó el cuello nervioso—Creo que les debo una mami, tal vez sea otro papi.
—No importa, contigo es perfecto—dijo Summer y escondió su cara en el cuello del oficial. ¿Daniel? Definitivamente aún no me sentía preparada para decirle "papá."
Y como es el cumpleaños de esta princesa, trataré de venir mañana con una sorpresa — me miró con una sonrisa genuina, y sentí cómo mi corazón se ensanchaba —. ¿Crees que me dejarán meter un pastel?
Solté una risita, tapándome la boca — Definitivamente no. Son muy precavidos cuando se trata de paquetes, por el riesgo de que contengan drogas o armas.
—Tiene sentido, pero creo que un vestido de princesa y una tiara pasarán la seguridad.
— ¿Me regalarás un vestido de princesa y una tiara? —chilló mi hermana.
— Lo mejor para esta princesa.
— ¡Eres el mejor papi!
— No tienes que hacerlo de verdad — murmuré, con las mejillas rojas.
— Pero quiero. Quiero comprarles todo lo que les faltó estos años — se puso serio, pero no perdió ese brillo en sus ojos miel —. La directora y la doctora me contaron por lo que pasaron. Eres muy valiente, Leah. Ahora ya no tendrás que preocuparte por cuidarte o cuidar de Summer, porque me tendrás a mí.
Un nudo en mi garganta se acentuó. No me veía capaz de hablar.
— No nos abandonarás como nuestros otros papás, ¿verdad? —joder, Summer podía haber sido pequeña para hacer preguntas mientras tratabamos de sobrevivir, pero su curiosidad aumentaba cada vez mas atraves de los años.
— Oh, claro que no. No te dejaré hasta que seas una viejita. Aun así, te obligaré a estar conmigo —rió, mostrando sus pequeños dientes. Moví mis rizos tratando de mantenerme ocupada, eso llamó la atención de Daniel.
— ¿Qué pasó en tu cuello? Lo tienes morado, como si hubieran intentado...
— Una chica golpeó a Leah —murmuró Summer, jugando con los botones del uniforme de Daniel.
— ¡Summer!
— ¿Qué hizo que?--frunció el ceño mostrándose serio.
— No fue nada grave, en serio —murmuré. No estaba acostumbrada a que alguien se preocupara por mí.
— Pudiste haber tenido una contusión. ¿Esa chica te ahorcó, no? —no lo miré, pero asentí—. Joder, ¿y los guardias dónde estaban? ¿Cómo lograste salir?
— Los guardias, no lo sé... Pero Ezra sacó a la chica de encima de mí, y luego Evan me llevó a la enfermería. No fue nada grave, solo me duele un poco la garganta.
— ¿Estás segura? Puedo hablar con la directora para que castigue a la chica.
— ¡No! —salté de golpe. Daniel me miró con confusión—. Quiero decir, ni siquiera sé qué pasó con la chica.
— Entonces también atacaron a tus amigos–asentí recordando que aún Evan tenía un moretón en la quijada y el labio partido de Ezra— ¿Por qué?
— La chica pensó algo muy estúpido.
— ¿Qué fue lo que pensó, Leah? Sabes que puedes hablar de lo que sea conmigo, ¿no? La base para que esto funcione es la confianza.
— Ella... Ella pensó que lo que estaba pasando era por culpa mía. Dijo algo sobre la maldición de los pelirrojos, que cuando llegó Thomas también pasó lo mismo. Bueno, no lo mismo, pero los chicos empezaron a desaparecer.
— ¿Thomas? ¿Thomas Pierce?
— Eh, no lo sé. Nunca lo conocí. Estuve aquí desde que tengo once años, no me acuerdo de él. —Me moví un poco solo para divisar una cámara pequeña en una esquina—. Hay una cámara...
–Me lo imaginé, tan estúpidos no son en este internado–dijo sin siquiera voltearse. Miró a Summer, que se estaba quedando dormida en su regazo.
–¿Crees que tiene un micrófono?
–A juzgar por lo pequeña que es, no lo creo.
–¿Ya se ha sabido qué pasa con los chicos que se suicidan?--pregunte intrigada, aún había chicos suicidándose, había más miedo por los pasillos, todos se estaban uniendo en pequeños grupos para protegerse como si anticiparan algo que estaba apunto de explotar.
–Lo único que sabemos es que están muertos antes de que caigan.
–¿Qué?–¿cómo era eso posible?
–Alguien los empuja. Quieren deshacerse de los cuerpos. Hay coincidencias en las autopsias: quemaduras, modificaciones en sus huesos. Estamos tratando de descubrir qué está pasando. Mi compañero está presionando a la directora para que diga algo, también llamamos la atención de los medios para que empiecen a difamar información sobre el internado, pero no dice nada aun.
–Los supervisores...—dije cuando recordé lo raro que estaba ese supervisor que me había agarrado— --El día que lo llamé, el supervisor me miró a los ojos. Está prohibido, pero sus ojos no eran normales. Sus pupilas estaban dilatadas.
–¿Como los de un drogadicto?
–No, he visto los ojos de un drogadicto, eso no se compara. No tenía iris, todo estaba consumido por su pupila. Tenía demasiada fuerza, mucha más de la normal.
–Me fijaré cuando salga. Apuesto a que hay algo también debajo de esos gorros y guantes. Me alegra que sepan cosas, pero no quiero que tus amigos y tú se arriesguen para conseguir información.-- Asentí, pero sabía lo tercos que eran los chicos. Apuesto a que ya estaban planeando otra redada para obtener más información.
–Hay un pasillo prohibido para nosotros. Es el que divide la ala de los chicos de la de las chicas. La última puerta está cerrada con llave. Intentamos conseguir información sobre qué era lo que pasaba, pero...-- Lo miré. Aún tenía esa postura relajada mientras pasaba su mano por el cabello rojo de mi hermana, pero me miraba con curiosidad. Era como si los engranajes de policía estuvieran corriendo en su mente. --Olía mal. Evan dijo que olía a cuerpos descomponiéndose. No pudimos entrar porque nos atraparon.
–¿Los llevaron al sótano? ¿Era una práctica de castigo? ¿Así es como ganaste las cicatrices en tu cara, Leah?-- Temblé al recordar lo que habían hecho. --Hey, Leah, no pasa nada. Aquí nadie te hará daño.-- Alcanzó mi mano, pero se quedó a mitad de camino cuando intentó tocarme. Extendí mi mano lentamente, dándole el empujón que le faltaba. Su mano era mucho más grande que la mía y estaba áspera y callosa por su trabajo, pero me reconfortó.
–Sí, el sótano es un método de castigo. Depende de lo que hayas hecho, y te dejan ahí por horas. Nosotros nos dejaron toda la noche, pero a mitad de esta nos llevaron uno por uno.-- Los recuerdos llegaron, y traté de respirar para alejarlos. --Nos golpearon y nos amenazaron con que si decíamos algo, nos iban a golpear otra vez. A mí me cortaron el pelo y la ropa. Tengo cicatrices en todo el cuerpo. No fueron gentiles en ese aspecto.
–Hijos de puta. Trataré de sacarlas de esta locura lo antes posible. —Entonces, un pensamiento surgió: por fin tenía amigos, tenía a Evan, Axel y Ezra, y los tenía que abandonar. No sabría nada de ellos después de irnos. Un sentimiento amargo se instaló en mi pecho. --Podrás venir a ver a tus amigos cuando quieras, lo prometo–. Dijo como si hubiera leído mi mente. Sonreí y miré a Summer, que dormía plácidamente babiando el uniforme de Daniel.
–Si quiere, puede darme a Summer. Le está babeando toda la camisa, lo siento.
–No es problema, en realidad–. Sonrió de lado. --Es agradable saber que confía en mí para quedarse dormida.
–Sí, ella no ha tenido buenas noches–. Murmuré distraída. --Ha tenido muchas pesadillas.
–¿Te cuenta sobre ellas?
–No, ella dice que no quiere preocuparme. Me mata no poder ayudarla, pero según su doctora, es normal después de todo lo que ha vivido.
–Hablaba en serio cuando decía que yo las protegería.--- Entonces, por un segundo, me puse a pensar en que por fin alguien nos cuidaría, y no quería como lo hacen los padres. Sonreí ante la idea. —Me alegra que te guste. Tendrás que acostumbrarte a mi presencia–. Reí ante sus palabras. --Trataré de venir al menos tres veces por semana para ver cómo estás, y si necesitas algo, no dudes en decírmelo–. Miró a Summer con una sonrisa. --Las dos. Si quieren algo, tienen que decírmelo.
La puerta se abrió, y un supervisor entró. --Las dos horas han llegado a su fin. Si pudiera ser tan amable de retirarse, las chicas tienen que retomar sus actividades.
Daniel silbó y miró su reloj en la muñeca. --Las horas pasan rápido cuando tienes buena compañía–. Se levantó, e imité su acto. --Entonces, Leah, nos veremos maña...-- Lo abracé ante un arrebato de valentía. Se quedó callado de golpe. Olía a pino y notas de café. Mi cabeza quedó a mitad de sus costillas, con las piernas de mi hermana colgando a mi lado, pero no me importó. Lentamente, Daniel puso su mano en mi espalda, como si quisiera acercarme más hacia él. Cuando me separé, miré sus ojos llenos de lágrimas. Parpadeó rápidamente y sonrió. --Nos veremos mañana, ¿no?-- Asentí. Dejó un beso en la coronilla de mi cabeza, y caminamos hacia la salida.
Los chicos estaban sentados en la pared, discutiendo algo que no alcancé a escuchar porque, tan pronto como nos vieron salir, se levantaron, sacudiendo sus ropas. Axel se adelantó y extendió los brazos. Sin decir nada, pidió a Summer.
–Este es Axel, no habla mucho–. Lo presenté cuando Daniel se la entregó con el ceño fruncido, aún dormida. --Ezra–. Señalé al moreno. --Y Evan–.
–Evan Ainsworth, ¿o me equivoco?–. Fruncí el ceño, al igual que Evan. Lo miró con desconfianza.
–¿Me conoce?
–No personalmente, pero mi compañero fue el que te sacó de esa casa llena de cadáveres–. La sorpresa se dibujó en la cara del pelinegro.
–¿Su compañero fue el que me salvó?–. Parpadeó rápidamente, tratando de alejar las lágrimas. Me acerqué más a su lado y entrelacé mi mano con la suya para brindarle apoyo, tal como él lo había hecho conmigo.
–Sí, ¿cómo sigue esa pierna? York me dijo que se había empezado a infectar cuando te encontraron.
–Aun cojeo cuando despierto, pero todo bien-- dijo con un hilo de voz. Carraspeó y volvió a hablar. --¿Vendrá su compañero alguna vez? Siempre he querido agradecerle a la persona que me salvó.
El oficial sonrió y se ajustó la camisa. --Claro, veré cuándo lo traigo para que lo conozcas.-- Se acercó para revolver los rizos de Summer, quien sonrió en sueños, y también hizo lo mismo conmigo. --Nos vemos mañana, Leah.
–Adiós.
Mierda, qué día.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro