19
―Mierda, se acercan demasiados...
Le comenzaba a faltar la respiración dada la carrera de emprendió para llegar al otro lado de la pandereta, escuchando a la masa de infectados que de pronto habían aparecido en su camino. Maldijo otra vez al no ver a Miu por ningún lado, preocupándose el triple ante la condición en la que su compañera se encontraba.
Debía avisar, pero se estaba exponiendo a mucho a sacar el radio. Miu le había advertido que era una zona peligrosa por la presencia de los traidores y hasta del mismísimo Taemin. Ir por las azoteas tampoco era una opción, menos por tierra porque no tenía las armas suficientes como para proteger su vida de los infectados ni de los soldados.
Bufó, se sentía horriblemente frustrado y con demasiadas preguntas en su cabeza.
―Pst, Hoseok.
Un susurro se escuchó sobre su cabeza y se le heló la sangre al notar la mirada oscura de Jang, asomada en la orilla de la azotea del edificio donde él se encontraba escondido. Rápidamente subió donde esta se encontraba y observó con temor a su alrededor, dándole un fugaz análisis a su entorno.
―Mira eso.
Él vio hacia la dirección en la que Miu estaba apuntando, más allá de las murallas y se le secó la garganta al darse cuenta de lo que venía hacia ellos. Varias camionetas blindadas alrededor de un camión negro y una horda de zombis detrás, dirigiéndose por el camino pavimentado hacia todas las restricciones que tenían antes de la muralla.
― ¿Q-qué mierda...?
―Debemos informar esto ahora ya, así que iremos hacia donde están todos.
―No creo que podamos llegar sin que nos maten en el camino.
Miu chasqueó la lengua.
―Quizás, pero tenemos una ventaja a nuestro favor.
Hoseok la miró con el ceño fruncido.
― ¿Qué cosa?
―Tengo hambre. ―y sus ojos se tornaron completamente negros.
Jung entendió y asintió decidido, asegurando el arma que tenía en su cinturón para enseguida comenzar a moverse de azotea en azotea con Miu siguiéndolo de muy cerca. Unos minutos más tarde descubrió lo que Miu quiso decir, cuando un traidor apareció en su camino y le apuntó con su arma, mas siendo derribado por la muchacha para acabar muerto de una mordida en su yugular.
Hoseok llegó a la conclusión de que Miu no debía morir en aquel momento y que tomaría un rol fundamental en las próximas horas, por algo le inyectaron la sustancia. Esa parecía ser la batalla final y ratificaba en ese hecho al haber visto todo el batallón desconocido que se dirigía hacia ellos.
Las alarmas volvían a hacer estruendo en el centro de la ciudad, obligando a toda la División a evacuar nuevamente las instalaciones del lugar y dejar a la elite entre la espada y la pared.
Donghae intentaba pensar en algo rápido, pero tanto el estruendo como las maldiciones que Yoongi soltaba al aire impedían su cometido. Necesitaba evacuarlos también, siquiera sabía a lo que se iban a enfrentar y por lo mismo debía resguardar lo más posible la vida de los chicos, pero no sabía qué hacer con Luhan y su inerte corazón.
―Yixing ―llamó al pelinegro, quien de inmediato lo observó expectante a sus órdenes―, necesito que te vayas con los chicos hacia donde se encuentran los demás y tomen posiciones ante lo que sea que venga. Muchos dependen de ustedes, así que necesito que se centren en destruir al enemigo.
Yoongi volteó a ver al mayor con una expresión incrédula.
― ¿Y te dejaremos aquí con Luhan? Ni lo creas.
―Es una orden ―con voz dura recalcó, los presentes se encogieron un poco y Yoongi apretó los labios con impotencia―. Yo iré una vez me encargue de esta situación, pero necesito que ustedes hagan bien su trabajo, ¿Me entendieron?
―Entendido, general. ―murmuró Chanyeol, pegando una profunda inhalación para dirigirse hacia la puerta y hacer una seña a los demás para que salieran.
Cuando Donghae se encontró solo junto al cuerpo del experimento, se detuvo por breves minutos a admirarlo sin pensar en lo que estuviese fuera, sin poder contener unas traviesas lágrimas que bajaron por sus mejillas al saber que el tiempo ya se estaba acabando.
El experimento cumpliría su propósito de existir.
Suavemente tocó mechones de cabello blanco, preguntándose si podría llegar a verlo con ese rubio que tanto lo caracterizó de pequeño. Sus ojos barrieron la extensión de su rostro y aquella palidez enfermiza, añorando ver algún ápice de color. Abrió uno de sus ojos para verificar la mirada ida del muchacho, encontrándose con la oscuridad del negro que cubría todo el globo ocular y recordó vagamente cómo era su brillante mirada avellanada, aunque también recordó el terror impreso en los orbes.
Fue demasiado cruel la vida para Luhan y él intentaba hacer hasta lo imposible para cambiar el destino de su final, estaba seguro que su cabeza estaba en juego y que era cuestión de tiempo para que lo asesinaran, pero todo valdría la pena si lograba que aquel muchacho tan dañado tuviese una segunda oportunidad para vivir.
―Espero te des cuenta de lo que llevas contigo, Han, y puedas salvarte junto a los chicos.
De su bolsillo sacó un collar de acero, el cual tenía cuatro pequeños compartimientos con sus nombres que contenían unas capsulas. Con cuidado acomodó el accesorio de tal manera que quedó asegurado en el cuello del peliblanco, sintiendo como un peso se le iba de encima después de tantos años.
―Espero podamos volver a vernos cuando esto pase y si no es así, pues... espero que vivan como lo merecen.
Luhan despertaría y se sentiría atraído hacia el enemigo, buscaría saciar su hambre, Yixing inyectaría la sustancia que activa su potencial y exterminaría a cualquiera que atentase contra su vida y la de los demás. Se daría cuenta del collar y se salvaría a sí mismo y a los chicos antes de que su sistema colapsara. Tal y como el destino de Luhan había sido calculado, él lo había hecho con aquella pequeña esperanza en forma de pastilla que salvaría sus vidas.
Abandonó el laboratorio, dejando la puerta bien cerrada y aseguró el perímetro con la mirada antes de comenzar a caminar hacia donde se encontrarían todos.
Un pésimo observador.
Taemin sonrió, saliendo de su escondite para mirar con satisfacción la puerta donde se encontraba su más grande trofeo en bandeja de oro.
Con un poco de fuerza pudo abrir la puerta del laboratorio y ensanchar su sonrisa al ver el inerte cuerpo de Luhan sobre la camilla, rodeados por un silencio sepulcral y un denso ambiente por el material de las paredes, pero los cuales serían testigos de la más grande hazaña de su vida.
El experimento lucía muerto o inconsciente, por lo que era inútil usar un arma, así que sacó uno de sus cuchillos del cinturón y agradeció al cielo por ser el afortunado de llevarle la cabeza del peliblanco al gobernador. Acercó el cuchillo hacia el delicado cuello de Luhan, rozando el acero con la piel de este y notando aquel curioso collar.
¿Lo llevo con o sin collar? Pensó con gracia y a punto de enterrar el filo del cuchillo.
Su vida y al de su familia sería diferente después de aquello.
―Pensé que eras más inteligente que esto, Lee Taemin.
Una voz grave, un agarre fuerte en su cuello y unos atemorizantes ojos negros que lo miraban con deseo, la dentadura filuda corroborando que era por el deseo de ser devorado. De un segundo a otro pasó de ser el victimario a la víctima, de cumplir sus sueños a estar en sus últimos minutos de vida porque de aquello no cabía duda.
El instinto de Luhan reanimó su corazón al percibir la presencia de Taemin y se preparó para atacar una vez el chico estuvo a su lado, pensando que siquiera tendría la oportunidad para atravesar el filo del arma en su piel.
El hambre nublaba su visión y sus pulsaciones le ordenaban comerse de una vez por todas al traidor, pero una parte de él quería ver su martirio, alimentarse de otra manera antes de saciar su hambre.
― ¿Qué se siente estar a punto de conseguir mi cabeza? ―preguntó son una sonrisa, apretando su agarre en el cuello del otro, haciéndolo maldecir― Que pena, lamento no poder complacer tus deseos.
Lo arrojó con fuerza hacia una de las paredes y los jadeos que soltó él por el impacto fueron música para los oídos del experimento.
―E-eres un m-monstruo. ―le costó hablar, suponiendo que aquel impacto le había roto un par de costillas.
―No soy humano, ¿Qué esperabas, Lee? ¿Una tonta pelea para que no me mataras? ¿Qué fingiera esperar a mi salvador para no ser asesinado? Así no son las cosas, mocoso. Les pintaron una utopía al ofrecerles la vida entera por mi pellejo porque aquello jamás iba a pasar.
A paso cauteloso se acercó a Taemin y este no pudo evitar comenzar a arrastrarse para alejarse, sintiendo esa horrible sensación de miedo al ver como su rostro se iba ensombreciendo con cada paso que daba cerca.
―El único que puede matarme soy yo mismo, siquiera un creado, así que bienvenido a tu tan ansiada muerte.
Taemin pidió al cielo que a su familia no le pasase nada antes de cerrar los ojos y ser víctima de su propia trampa.
Pasaron los minutos, los gritos desgarradores del chico se fueron perdiendo en el aire y el piso se manchó de sangre al igual que su ropa, lanzó los restos de las prendas de Taemin lejos y tomó su cinturón para enseguida salir del laboratorio sin preocuparse de cerrar la puerta. Bajo hasta el sótano donde se encontraban sus cosas y se equipó, limpiando cualquier resto de sangre de su aspecto.
Con su preciada katana en su funda y colgando de su hombro, percibió donde se encontraban los demás y emprendió viaje hasta allá, las pulsaciones de matar haciéndose más latentes conforme se iba acercando.
―Finalmente llegó el día.
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