14
El ejército completo rodeaba las instalaciones de la División Exploratoria, los integrantes de la misma y que lograron escapar en primera fila, luego los de la División Real cabizbajos por la muerte de su general, y la Unidad Policial al final custodiando que la evacuación de la ciudad se llevara a cabo con la mayor rapidez posible.
Sungmin, quien se encontraba al lado de sus muchachos, apretó la mandíbula cuando otros gritos desgarradores hicieron eco dentro del silencio. El edificio de su División estaba completamente infestado de zombies y aún quedaban personas dentro, como Donghae, Leeteuk y los soldados más importantes de la misión.
— ¿Por qué no salen de una maldita vez? Luhan puede devorarse a todos esos infectados en menos de un parpadeo.
Yoongi movía la pierna con ansiedad, ganándose una mirada extraña por parte de Miu. La rubia observaba con perspicacia cada detalle del momento, desde los murmullos e incoherentes sonidos de los infectados hasta la bandada de pájaros que voló hacia el sur, cruzando el grisáceo cielo.
La chica lo sabía, aunque en realidad siempre lo supo, mas no tenía claro el momento en el que todo sucedería: el golpe final de los enemigos había llegado, al igual que el final de todo.
—Deseo luchar con mi pueblo, con mis aliados y mis compañeros con tal de que el mal sea erradicado.
Dejando atrás el temblor de su cuerpo, el desconcierto y el miedo, se armó de valor y reprimió sus emociones para que no volviesen a gobernarlo con temor. El mayor sonrió orgulloso, palmeando el hombro del decidido peli rubio para murmurar un "Sabia decisión".
Luhan se mantenía apoyando la cadera contra el mesón, cruzado de brazos y observando con intensidad al pálido. Se estaba controlando por no lanzarse contra él para darle una mordida a ese blanco y largo cuello y de esa manera saciar la incontrolable sed de sangre que le estaba haciendo perder lo poco y nada de cordura.
Donghae tomó el arma que guardaba en una gaveta y la cargó, enseguida yendo hacia la puerta no sin antes voltear y ver a los dos chicos.
—Bien, entonces el plan es el siguiente: ustedes se encargarán de la basura dentro del edificio mientras yo me escabullo en busca de las demás personas que siguen aquí.
— ¿No es peligroso para usted ir solo, general?
—Sobreviví a un ataque masivo hace años, unos cuantos infectados rondando por allí no me arrebatarán la vida.
Luhan carcajeó divertido, ignorando la mirada fulminante del mayor.
—Como digas, Donghae.
Salieron del laboratorio, Sehun portando la katana de Luhan. Le había preguntado a este el por qué se la daba, recibiendo como respuesta un "tengo hambre y no perderé tiempo en cortar pedazo por pedazo a mi cena".
Le aterrorizaba todo aquello, pero de alguna manera ya se estaba acostumbrando.
Donghae se marchó por el pasillo que parecía no tener infectados mientras ellos avanzaban en dirección contraria, caminando sumidos en el silencio y en alerta ante cualquier movimiento extraño.
El estómago de Luhan se contrajo de un momento a otro, doblándose para agarrar la zona adolorida y apretar los ojos ante el malestar. Sehun, alarmado, fue hasta él y lo sostuvo cuando vio el delgado cuerpo balancearse de un lado a otro.
Mala idea.
De un momento a otro, estaba siendo aprisionado contra una de las murallas, la lengua del experimento recorriendo la extensión de su cuello con vehemencia.
—Tu esencia es una maravilla, Oh —Sehun se estremeció ante el susurro ronco sobre su piel sensible, intentando posicionar sus manos en el pecho del más bajo—, jamás había saboreada una carne tan adictiva como la tuya.
Su corazón latía con fuerza contra su pecho, un hormigueo se instaló en su vientre y comenzó a sentir demasiado calor al momento en el que Luhan siguió pasando la lengua por su cuello, ajeno a que metros más allá rondaban infectados. Sus manos picaban por tocar la estrecha cintura del más bajo para juntarlo más a su cuerpo, pero se estaba absteniendo debido a las circunstancias.
Estaban en un pasillo rodeado de bestias hambrientas que aún no se percataban de su presencia, aunque bueno, ya tenía a una devorándole el cuello prácticamente. Una succión en su zona sensible y bastó para mandar a la mierda todo pensamiento lógico.
Tomando con fuerza las caderas del peliblanco, invirtió posiciones y lo estampó contra la muralla, frotando sus pelvis mientras unos labios buscaban hambrientos los suyos. Su cuerpo vibró cuando Luhan gimió contra su boca y sonrió por lo divertido que era todo.
—No sé qué es más excitante: si estar restregándonos en medio de una matanza o que nunca he hecho esto antes.
Luhan fue callado por los labios del rubio, recibiéndolo con cierta torpeza disfrazada de rudeza cuando el más alto introdujo la lengua y saboreó con deleite el contacto del miembro caliente contra el frío de Luhan.
El experimento quería hacerse cargo de lo que estaba sintiendo en aquellos momentos, cuando el alto lo presionaba contra la pared y recorría el contorno de su cintura con lentitud, sin embargo, todo estaba fuera de su límite y experiencia. Casi toda su vida se mantuvo encerrado allí, llegando a sus seis años como un niño normal para luego morir en vida y perder vivencias que todo humano debe vivir.
Su corazón comenzó a latir rápido y no por las pulsaciones.
Sehun bajó su mano por uno de sus muslos y lo elevó, sujetándolo mientras simulaba profundas embestidas contra el cuerpo ajeno. Sonrió encantado cuando se alejó del peliblanco y este suspiró por sus acciones.
—Sigues siendo humano después de todo.
No supo qué decir, o más bien no quería decir algo. Tomó el cuello del uniforme de Sehun para atraerle de nuevo a sus labios, esta vez siguiéndole el ritmo con más facilidad y persistencia. Pero justo cuando Sehun llevaba su mano hacia su trasero, se vio siendo empujado hacia un lado. Atónito y confuso, volteó la cabeza y se quedó paralizado con lo que sus ojos veían al otro extremo del pasillo.
Yixing estaba inmutable en su lugar, mirando con sus orbes negros y una sonrisa demoniaca hacia ellos.
Luhan se posicionó frente a Sehun, un acto reflejo de protección hacia él, y analizó minuciosamente el extraño comportamiento de su compañero. Por primera vez en mucho tiempo se desconcertó, incapaz de leer la mirada oscura del pelinegro.
Su cuerpo no reacciona hasta que ve a Yixing correr hacia él y en ningún momento dejar la sonrisa diabólica de lado. Su cuerpo se prepara para atacar, porque ya sabe de lo que se trata aquel repentino comportamiento.
Sehun era espectador de cómo ambos chicos de elite cayeron al suelo con un sonido sordo, Yixing intentando morder a Luhan mientras este forcejeaba para quitárselo de encima.
Si antes no lograba comprender todo, ahora simplemente estaba al margen.
Gruñidos se escucharon a lo lejos y se vio obligado a elevar la mirada, encontrándose con unos cuantos infectados corriendo hacia ellos. Escuchó quejas de dolor, mas no les dio importancia, Donghae le había dado la tarea de encargarse de la basura y eso haría.
Corrió al encuentro con los infectados batiendo la katana con tanta ira y sed de venganza que de inmediato el suelo y las paredes comenzaron a pintarse de rojo.
Inconscientemente gozaba matar de las cosas que le arrebataron a su padre.
—Nos habló el gobernador —Soltó con rabia Taehyung, dirigiéndose a su califa—, dice que se está encargando de la basura.
—Me imagino que se refiere a su nieto, su propia sangre, ¿No?
El más joven asintió.
—Debe ser un total estúpido si cree que estamos a su lado luego de traicionar a su pueblo, a su sangre y a su propia moral. Nuestro Dios no merece ser adulado por tal basura sin escrúpulos.
—Señor —El hombre canoso miró esta vez al castaño, pidiéndole con la mirada que siguiese hablando al verle tan cohibido—, ¿Cómo es que ese... hombre se volvió creyente?
El califa se acomodó en su asiento, sereno y con una sutil sonrisa en los labios.
—Cuando un hombre pierde su fe en la vida busca cualquier excusa para creer en algo más y no perderse en este largo proceso de existencia.
Vio como los labios del califa se movían desde lo lejos y a su amigo escuchar atentamente cada palabra. Estaban a horas del gran golpe, el que venían planificando desde que la epidemia se expandió, sólo para acabar al fin con los pecadores. Jungkook apretó sus manos en puños, clavándose las uñas en la palma de la mano ante la gran opresión de su pecho que lo asfixiaba lenta y dolorosamente.
—No son malos, son gente que sigue y cree ciegamente en sus ideales —Susurró para sí mismo, gruesas lágrimas bajando por sus mejillas—, sólo que de la manera equivocada.
Miu saltó de una azotea a otra, buscando el punto exacto para posicionarse y disparar a los infectados que se habían escabullido y que se dirigían hacia el centro de la ciudad. Con destreza, recargó su arma y se posicionó en la esquina, comenzando una incesante balacera que dio de lleno en la cabeza de todos.
No contó con que de una esquina aparecieran más infectados, atraídos por el eco que ocasionaron los disparos entre los edificios, no obstante, Miu no cayó en cuenta de aquel detalle, no cuando había sentido la presencia de unas cuantas personas a su espalda y en efecto, las había.
Estaba rodeada.
—Mataste a Yifan, perra maldita.
Jang lo sabía. Sabía que algún día tendría que enfrentarse a Taemin por cuestiones de honor y orgullo, uno de los dos siendo despojado de su vida en un combate que se llevaría frente a frente. Sin embargo, debió esperarse que el chico jugara sucio y trajera a sus compañeros en el duelo final.
—No sabes cuánto disfruté haciéndolo —Llevó su arma hacia atrás y la guardó en su cinturón, pasando a tomar el mango de su katana para desenvainarla y dejar caer el brazo junto a su cuerpo—, cómo su asquerosa sangre salpicó el suelo cuando su cabeza reventó y cómo del filo de mi katana goteaba cuando la saqué de su espalda.
No se inmutó cuando un disparo rozó su hombro y desgarró en una fina línea su chaqueta.
—Te mataré, hija de puta, te mataré de la manera más tortuosa que puede existir.
Los chicos a su lado le apuntaron, al igual que Taemin. Miu no se sentía nerviosa, siquiera cuando abrieron fuego y tuvo que usar su katana para protegerse.
Lee apretó los dientes con furia, y es que había planeado todo tan minuciosamente que era imposible que la chica pudiese escapar de ahí, incluso con sus asombrosas habilidades.
La había subestimado un poco.
Las balas iban hacia ella de manera simultánea, por lo que más de alguna estuvo cerca de darle e incluso rozaron su piel, causándole más de alguna herida. Se sentía desgastada ante la incesante balacera contra ella, su mano temblaba ante la fuerza que ejercía y los rápidos movimientos de muñeca para seguir protegiéndose con su katana. Nunca lo iba admitir, pero estaba perdiendo la batalla.
Taemin desapareció de su campo de visión de repente y no supo cómo sentirse al respecto. ¿Ahora con que le saldría el soldadito traidor? Su cerebro estaba en su mayor capacidad, protegiéndose y atenta a alguna señal de peligro a sus alrededores.
No moriré aquí.
Había sobrevivido tantos años a la catástrofe que perder la vida en una situación así no era una opción.
Su flequillo se le pegaba a la frente gracias al sudor, su cuerpo al borde del colapso. Esperaba anhelante que las balas se les acabaran para actuar y degollarlos, demostrar que ella no estaba hecha para morir por unos cuantos hombres que sólo se defendían con armas de fuego.
Su dignidad estaba en juego.
Como lo esperó, las balas se acabaron, dándole en bandeja de plata la oportunidad de abalanzarse contra ellos y comenzar su masacre, pero no contó con que el filo de una cuchilla siendo traspasada por su costado le hiciera soltar todo el aire que tenía en sus pulmones.
Su mente se fue en blanco y sus ojos se abrieron de manera desmesurada, estupefacta de creer que aquello era realmente lo que significaba. Ladeó el rostro lentamente, de pronto sintiendo nauseas al toparse con la sonrisa autosuficiente de Taemin.
Él la había apuñalado.
—El juego terminó para ti, Miu.
Sacó el arma blanca para volver a meterla en su cuerpo, embelesado por como el filo desgarraba su carne y la sangre comenzaba a manchar el uniforme de ella y el suelo.
Miu jadeó y se tambaleó hacia atrás, demasiado estupefacta como para evitar las puñaladas que le propiciaban.
¿Cómo pasó esto?
Sus pies llegaron hasta centímetros antes de la orilla, inconsciente de este hecho. La estruendosa risa del traidor resonó con fuerza en su cabeza y todo se fue ennegreciendo paulatinamente.
Lo último que divisó fue a uno de los hombres apuntarle con el arma antes de que la bala atravesara el centro de su frente y cayera hacia atrás, una caída libre hacia su final.
¿Así acaba todo? Sentía ligero su cuerpo conforme la distancia que la separaba del piso disminuía exponencialmente.
Todas las promesas que hizo, todos los sueños, todas sus metas se esfumaron al momento en el que su vida se extinguió como una tenue luz sumida en la oscuridad eterna.
Jang Miu, la chica que sólo quería ser libre y vivir entre la paz y la tranquilidad con todos, había sido cobardemente asesinada.
Sehun cortó la cabeza del último zombie que quedaba en el pasillo, de fondo escuchando los golpes que el experimento le daba al inconsciente cuerpo del soldado Zhang.
— ¡Eres un hijo de puta! —Escupió Luhan, dando un último golpe para asegurarse que su compañero quedara totalmente inconsciente— ¡¿Cómo demonios pudiste bajar la guardia de esa manera?! ¡Maldito seas, Yixing!
Sacó el chip que se encontraba incrustado en su cuello, tirándolo con tanta fuerza que el pequeño aparato estalló en pedazos contra la pared.
Cargó el cuerpo de Yixing consigo, levantándolo y brindándole una mirada molesta a Sehun.
—Eran todos los que estaban en este edificio, porque no siento la presencia de otros por aquí.
Sehun secó el sudor de su frente y Luhan no pudo evitar relamerse los labios con hambre.
—Acompáñame al último piso, debo dejar a este imbécil seguro para que pueda recuperarse.
Se encaminaron hacia las escaleras, el rubio ayudándole a sostener a Yixing con miedo a que el peliblanco se desvaneciera en cualquier momento. Se veía pálido y demasiado agitado, no precisamente por la acción que tuvo minutos atrás, sino por la pulsación que le estaba causando una jaqueca de los mil demonios.
No entendía por qué tan repentino dolor, pero suponía que nada bueno venia tras ello.
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