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13


Caminaba por las calles de la ciudad, saludando con una leve reverencia a los soldados de la División Real que se encontraban en las cercanías del muro. El atardecer se dejaba ver desde las desoladas calles de la ciudad, gracias a que la gente prefería quedarse en sus hogares junto a sus familias por si eran atacados nuevamente y así no verse separados durante la evacuación.

Hoseok podía ser la persona más alegre incluso en momentos como ese, cuando todo el ejército ya sentía el principio de alguna batalla final contra los grupos terroristas a los alrededores. "Al mal tiempo buena cara", le había repetido siempre su difunta madre antes de ser asesinada por poseer los primeros síntomas de un infectado por el virus.

Dobló por un callejón, un camino que era mucho más solitario que las calles principales, pero que era un atajo hacia las instalaciones de la División Exploratoria. Sus pisadas hacían eco entre las altas paredes que separaban a dos complejos de edificios, toda luz siendo bloqueada.

Elevó su vista al cielo y notó una inmensa nube gris acercándose hacia la ciudad.

—El invierno está comenzando...

Un leve reflejo de algo brillante y sus instintos de sobrevivencia le hicieron saltar hacia un lado, escuchando en seguida el estruendo sordo de un disparo.

—Rata asquerosa.

Sacó su arma y la cargó, buscando alguna señal de su atacante. Se apegó más a las paredes con tal de camuflarse, la poca luminosidad y el color del uniforme ayudándolo con su cometido.

Yifan achinó los ojos para localizar al escurridizo chico, mas se rindió cuando no vio señal alguna de su pellejo. Debió haber matado a Jung hace muchas calles más allá, pero no contó con que la Unidad Policial estaría cerca. El gobernador le había dado estrictas órdenes de ser precavido y no levantar sospechas antes de lo estipulado.

Volvió a posicionar de manera correcta el francotirador y por la mirilla intentó buscar a Hoseok, nuevamente pasando la vista por un solitario callejón. Su ceño estaba fruncido y maquinó duramente para pensar en alguna respuesta lógica. Camuflaje, le llegó la palabra como una señal divina. Volvió a la mirilla y esta vez se fijó en las paredes, dándose cuenta de una anormalidad cerca de donde antes había disparado.

Iba a apretar el gatillo, no obstante, su arma salió volando e impactó de lleno contra el asfalto metros más abajo, destrozándose en mil pedazos.

—Eres demasiado estúpido para sobrevivir escapando de mis garras, Wu.

Recibió un corte de la katana en su brazo y con todas sus fuerzas se obligó a rodar sobre la azotea y correr lejos de Miu, en vano llevándose la mano al profundo corte para detener el sangrado.

— ¡Como esos te haré muchos más por todo el cuerpo!

Hoseok sonrió ante la inconfundible voz de la chica. Se apartó de la pared y corrió hacia donde se escuchaban unos ligeros quejidos de dolor y maldiciones. Si el hijo de puta le quería dar una sorpresa, él también lo haría.

Subió sin dificultad la pared y caminó sobre ella hasta donde estimó conveniente para hacer su gran hazaña, pero cuando se disponía a escalar el edificio, Yifan ya se estaba lanzando hacia el suelo.

El crujido que hizo su cabeza contra el duro y frio asfalto causó que Hoseok soltara un silbido de impresión, seguido de un suspiro al darse cuenta de que la katana de Miu estaba clavada en su espalda.

—Yo quería matarle, noona.

Ambos bajaron hacia el cuerpo sin vida de un traidor más. Jang retiró su katana y con asco limpió la sangre en la punta.

—Sangre de traidor, ugh.

Hoseok guardó su arma y miró a la mayor.

— ¿Qué les pasa a estos tipos? Si hubiese estado un poco más distraído, el cabrón me mata de un tiro certero.

—El vaso por fin se ha rebalsado.

Una de sus cejas se elevó.

—Explícate, noona.

Los ojos son las puertas del alma, decían por ahí, y si Hoseok se ponía a observar con más detalle en la mirada de Jang Miu y a interpretar la rareza de ellos, podría caer a las profundidades de un abismo sin retorno, un vacío tan abrumador que el escalofrío que recorrió su espalda fue algo que simplemente no pudo expresar a través de palabras.

—Empezó la cacería, Hobi.













Donghae ingresó al sótano, llevando consigo un plato con la mejor carne que pudo conseguir de la cocina. Se sentía arrepentido de haberse visto en la necesidad de exponer a Luhan en su faceta natural cuando el objetivo inicial era no hacerlo.

La guerra campal de miradas en las instalaciones de la División, luego de las amenazas de la elite por reprimirlos, era tan solo una de las consecuencias a su decisión. El ambiente tenso y nada grato entre los soldados antiguos y los revolucionarios era más que obvio, y la pregunta decisiva del futuro del experimento estaba ya en boca de todos: ¿En qué momento alguien se alzaría contra la represión y lucharía por sus ideales?

Sabía la respuesta: pronto, muy pronto.

Al abrir la puerta de acero, su boca se abrió del asombro.

El relleno del colchón que usaba Luhan para dormir estaba esparcido por todo el lugar, al igual que lo poco y nada de cosas que tenía allí mismo. Buscó con la mirada al causante de todo, tragando duro cuando se topó con su semblante escalofriante y una sonrisa que le podía quitar el sueño a cualquiera.

Algo estaba mal.

—Buenos días, Donghae.

El mayor guardó silencio, esforzándose en analizarle minuciosamente con tal de descifrar cualquiera de sus gestos o movimientos.

Mentiría si dijera que la adrenalina no estaba corriendo en grandes cantidades por su torrente sanguíneo, porque así era en realidad. Había pasado tanto tiempo con el experimento que cualquier patrón anormal en relación a lo normal, por más mínimo que fuese, era una señal para cerrar esa puerta hasta que los días pasasen y todo volviese a su normalidad.

Sin embargo, esta vez sentía que no sería así.

— ¿Qué? ¿Te comieron la lengua los infectados? —El desprecio en sus palabras le calaban profundo, mas se resistió a mostrarse afectado por ello.

—Amaneciste de mal humor, ¿Eh? —Bromeó entrando por completo a su guarida.

Luhan examinó cada movimiento, olió su nerviosismo y soltó una risa ensordecedora ante el miedo en su mirada.

A Donghae se le erizó la piel.

— ¿Qué pasa, general? —Se levantó de su esquina, arrastrando los pies a paso perezoso hasta donde se encontraba estático el otro— ¿Por qué te noto tan extraño ahora?

Estaban frente a frente, mirándose como si de aquello dependieran sus vidas. La sonrisa del menor le daba escalofríos y todo se intensificó cuando se le fue arrebatado el plato, el experimento tomando sin rodeos el trozo sangriento de carne y llevándoselo a la boca.

—No recuerdo verte así cuando entraste por primera vez luego de mi primera tortura. —Soltó con la boca ensangrentada y masticando lentamente.

Donghae palideció y siquiera se inmutó cuando Luhan estrelló el plato contra la pared.














En el patio, se encontraba parte de la elite junto al escuadrón de Suho, tomándose un respiro de todo el drama que se estaba viviendo. Baekhyun se acomodó entre los brazos de Chanyeol y cerró los ojos, disfrutando lo máximo posible la cercanía de él.

—Esto se está volviendo una mierda.

Jimin asintió, dándole una mirada de reojo a Yoongi, quien se apoyaba en el tronco del árbol y parecía estar meditando consigo mismo.

—Lo peor es que Suho hyung ha desaparecido.

—Al igual que Yixing. —Se unió el rubio, sin abrir los ojos.

Chanyeol había tenido la dificultosa tarea de explicarles a la mayoría el secreto más grande que el ejército guardaba, armándose de mucha paciencia y contestando pregunta por pregunta que lo dejaron totalmente agotado. Sin mencionar que algunas personas no se tomaron bien la revelación y armaron un escándalo, cuyo represor fue nada más ni nada menos que Yoongi.

Chanyeol suspiró y abrazó con más fuerza la cintura de Baekhyun, apretando sus piernas a sus costados y pegando aún más la espalda ajena contra su pecho. Bajó la cabeza y posó sus labios en su cuello, sintiendo el suspiro del chico con fascinación. Lo que creyó de una noche se había convertido en algo más.

—Mm —De pronto, Jimin achinó la vista y divisó dos siluetas que corrían en dirección a ellos—, ¿La que viene allí no es Miu?

Yoongi soltó un gruñido al tener que abrir los ojos, demasiado tarde como para darse cuenta que un extraño sonriente iba a saltar encima de él.

— ¡Yoonginnie~!

Si le preguntaban a Yoongi, el chico al que más trataba de evitar era precisamente al que estaba montado encima suyo, apretándole las mejillas con fuerza

— ¡Ya déjame!

Todos veían con cierta gracia como el empalagoso soldado de otra institución le hacía mimos al menor y este intentaba en vano de quitárselo de encima. Todos, menos uno claro está, quien tenía el ceño fruncido y la mandíbula tensa.

—Sabes que en el fondo me quieres, Yoonginnie~.

— ¡Ya, Hoseok, suéltame!

El castaño no toma en cuenta los gritos del rubio, sin embargo, se sorprende cuando es jalado del cuello de su chaqueta hacia atrás, lejos de Yoongi.

—Te dijo que lo soltarás, imbécil.

Los tres chicos ajenos a la situación iban a soltarse a reír, pero antes de que pudieran hacerlo, una extraña sirena retumba por todo el recinto, captando la atención de todos.

— ¿Qué es eso? —Pregunta Baekhyun, sintiéndose de pronto sin la calidez que lo abrazaba hace unos momentos.

Jimin no notó cuando Yoongi se levantó y comenzó a mirar en ambas direcciones con desesperación, intentado escuchar por sobre el ensordecedor sonido. Fue para cuando esta se detuvo que el silencio gobernó dentro de la División, la mayoría de los soldados reuniéndose en el patio en silencio, buscando algún indicio de que pudo haber sido la misteriosa sirena.

Golpes, gruñidos y leves jadeos, todo lo que la aguda audición de Yoongi pudo escuchar apenas, pero lo suficiente para saber de qué iba todo.

El peli anaranjado miró hacia todos lados, encontrándose únicamente con un cielo grisáceo en donde hace unas cuantas horas el sol brillaba con todo su resplandor. Instintivamente miró al rubio, frunciendo el ceño al verle más pálido de lo normal y una mirada demasiado perturbada.

— ¿Yoongi hyung?

El más bajo volteó hacia los demás soldados, su labio inferior temblando y su cuerpo congelándose abruptamente.

—Corran.

Minho, quien se había hecho paso entre la multitud, le miró extrañado.

— ¿Qué?

Y unos gritos ensordecedores provenientes desde los pasillos de las instalaciones fueron mejor que cualquier respuesta.

—Los zombies en cautiverio han salido —Murmuró— y fuera de los edificios también estamos rodeados.

—Hay una apertura en el muro —Dijo Hoseok consternado—, y se suponía que el general Heechul mandaría a soldados de la División Real para impedir que algo entrara.

Una risa rompió el tenso silencio formado por todos. Jang apretó los puños y llevó una mano hacia donde se encontraba su katana.

— ¿El general Kim Heechul? —Todos se hicieron a un lado para dejar que Lee Taemin pasara, sonriendo macabramente y con sus manos reposando tras su espalda— ¿Te refieres a este general?

Una bolsa negra era sostenida entre sus manos y, tomando los extremos de ella en la parte trasera, dejó caer el contenido que poseía al suelo. La cabeza del general Heechul cayó de lleno contra el pavimento, avanzando unos cuantos centímetros y dejando un abundante rastro de sangre.

El mundo se detuvo para Jung Hoseok, sin embargo, fue jalado por Yoongi cuando los zombies salieron hacia el patio en dirección a ellos. Todos los solados corrieron en distintas direcciones para despistarlos y poder subir a los techos de alrededor.

Pena, ira, impotencia. Todo estrujaba con fuerza su pecho, una sensación desoladora y desesperante que le impedía pensar razonablemente. No le importó ser cargado por el rubio hacia un tejado gracias a su estado de shock, y es que Yoongi estaba en igualdad de condiciones, sus simples reflejos de sobrevivencia alentándolo a escapar.

Era increíble como de un momento a otro un ser querido podía dejar de respirar, como el darse la vuelta te invitaba a un millón de posibilidades de no volver a ver lo que se encontraba detrás. Lágrimas dolorosas abandonaron sus ojos, enfocando su visión en la plaga de zombies que se amontonaban sobre la cabeza de Heechul y la hacían desaparecer entre pedazo y pedazo en sus bocas.

Un dolor tan asfixiante se instaló en su garganta que lo único que pudo hacer fue gritar, librarse de todos aquellos sentimientos que destrozaban su alma.

Yoongi observó inmutable al castaño, quien cayó al suelo en un llanto desesperado y se abrazaba a sí mismo. Era bastante fuerte ver al chico que siempre sonreía en tal estado.

Miu apretó los puños, sin poder contener la lágrima traviesa que se le escapó. Era humana como la mayoría, y ver ese nivel de sufrimiento de un cercano la volvía una persona sensible. Hizo el saludo oficial hacia el cielo, siendo seguida por toda la División.

—Por el general Heechul —Y empuñó su katana con fuerza, sus nudillos blanqueándose—. Ahora, compañeros, tenemos infectados que matar.















Sehun corrió con todas sus fuerzas, maldiciendo por no haber tenido su arma cerca, ya que en esos momentos se encontraba siendo perseguido por una horda de infectados deseosos de su carne. Se sintió como un chiste de mal gusto recordar a Luhan.

Divisó la puerta del laboratorio semi abierta, así que dándose ánimos corrió el último trayecto para sacar algún objeto pesado de su cinturón y poder despistar. Su telecomunicador fue arrojado más allá de la puerta, él metiéndose a la habitación y escondiéndose tras la muralla.

Con la respiración entre cortada y los ojos cerrados, esperó a que todos los infectados pasaran para poder cerrar con sigilo.

—Encontrarnos en las peores situaciones es obra del destino, Oh.

Apenas cerró con seguro y se percató de que el general Donghae y Luhan se encontraban al otro lado del mesón, revisando algunos papeles.

— ¿Qué sucedió, general?

Ignoró el comentario del peliblanco y con piernas temblorosas se acercó al general, limpiándose las gotas de sudor que corrían por su frente.

—Alguien abrió el sector de cautiverio —Murmuró con tono fúnebre—. Y alguien también mató al encargado de la División Real, Kim Heechul.

—Fue la rata de Taemin —Comentó el experimento con una sonrisa en sus labios, una sonrisa lejos de ser de alegría o diversión—. Puedo oler en sus manos la esencia de la sangre de Heechul.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sehun.

—Miu me habló al telecomunicador y manifestó que asesinó a Wu Yifan.

— ¿Q-qué?

Luhan se rio fuerte ante la precipitada palidez del alto.

—Por poco mata al soldado Jung, la mano derecha de Heechul. Sea lo que sea, la cabeza de todo esto está dejándole el trabajo sucio a estúpidos chicos que por el solo hecho de llevar el uniforme y tener acceso a un sinfín de armas creen que son superiores a todos.

Estaba siendo demasiada información para el soldado Oh, quien había dejado de escuchar todo su entorno y sentía los latidos frenéticos de su corazón con fuerza en sus oídos. No era para menos, ya que en menos de veinticuatro horas había visto a un ser que estaba lejos de considerarse humano, que en ese mismo instante lo observaba fríamente y con una sonrisa vacía, y ahora sus compañeros durante cuatro arduos años de entrenamiento resultaban ser traidores asesinos.

Era demasiado que asimilar en tan poco tiempo.

Donghae, soltando un suspiro y sobándose las sienes, se alejó del mesón y alcanzó a sostener el débil cuerpo del rubio antes de impactar contra con el suelo.

—E-estoy b-bien. —Logró pronunciar mientras intentaba recomponer su postura, obviamente fallando en el intento.

Donghae lo arrastró hasta una silla y lo sentó.

—Sé que es duro para ti, Sehun, pero eres valiente al no temer de esta bestia de aquí.

—Te estoy escuchando y mil veces más de lo que tú puedes escuchar, anciano.

—Se viene el momento decisivo para la humanidad —Prosiguió, conectando su mirada tranquilizadora con la asustada de Oh—. Hay personas que están entre nosotros que nos quieren destruir y todo lo que está aconteciendo ahora mismo fue planeado por ellos. Está el Clan Bismillah acechando, creando incesantemente a monstruos. Somos uno contra dos, independiente sean una minoría, porque el daño que están causando traspasa cualquier límite. Te puedo decir en quien confiar, porque nosotros hemos estado luchando contra ello y siendo víctimas desde hace años. Sin embargo, la decisión de hacerlo o no va en ti, porque sé que los que resultan ser malos estuvieron una parte considerable de tu vida contigo y no sabes cuánto te entendería al no querer creerme.

» Sólo una pregunta tengo para ti, soldado Oh: ¿Deseas luchar con o contra nosotros?

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