10
El llanto del pequeño le estaba rompiendo el corazón.
Se sentía impotente, una mierda de persona al no poder hacer nada por Han, el niño sumergido en esa habitación blanca y luciendo tan débil e indefenso sentado en una esquina, mirando hacia todos lados con sus mejillas bañadas de incesantes lágrimas.
—Mami —Sollozaba con voz ronca—, vuelve, por favor... te necesito.
El día anterior, el experimento seguía sin recordar su pasado, facilitando de alguna manera el trabajo de los científicos para seguir con las pruebas sin la resistencia que Han ponía al comienzo. Sin embargo, esa mañana, cuando habían ido para seguir con el procedimiento, se mostró reacio y bastante inquieto, dejando de ser el muñeco de trapo sin vida que solía ser.
No quedó de otra más que dejarlo solo, todos pensando que quizás era momentáneo y que en unas horas más todo volvería a la "normalidad".
Donghae seguía mirando a través del vidrio al niño llorar y llamar a su madre, aunque cada vez más fuerte y con desespero. Leeteuk analizaba las muestras de ADN que le fueron extraídas la noche anterior, concentrado en su labor como para notar la angustia en la mirada de su amigo.
—No entiendo como el general puede hacerle esto a su nieto.
Miró a Donghae de reojo, sabiendo que jamás podría hacer que el menor acatara las ordenes sin poner su moral de por medio.
—Ya lo dijo el general: es por un bien a la humanidad.
—Es jodidamente paradójico.
Se paró derecho y dio media vuelta, quedando frente a él y soltando un suspiro cansino.
—Pero ya está hecho, Hae. Por más que no quieras que lo sigan alterando genéticamente, el daño ya está hecho y es irreversible, sin contar los traumas que se le vendrán luego de terminar el proceso de experimentación.
Iba a responderle, pero al caer en cuenta del silencio que de pronto se había formado, miró de nuevo hacia la habitación y la adrenalina comenzó a correr por su torrente sanguíneo.
El pequeño seguía en su rincón, llorando y llamando incontables veces a su mamá, no obstante, ahora lo hacía mientras mordía sus brazos. Su boca estaba manchada con sangre al igual que la ropa y el piso, pequeños quejidos de dolor perdiéndose con cada mordida que daba.
Encendió las alarmas, siendo lo único que atinó a hacer gracias al temblor en sus piernas.
Los científicos llegaron e irrumpieron en la habitación, yendo hasta el cuerpo del niño y jalándolo con fuerza. Uno de ellos extrajo una jeringa y se la inyectó en el cuello. Han gritó e intentó librarse del agarre que los científicos tenían en sus brazos, haciendo presión en las heridas para detener el sangrado.
Pronto sus movimientos se volvieron lentos hasta que se quedó dormido, facilitando la tarea de cargarlo y llevarlo a la sala de curaciones.
Leeteuk no estaba menos impactado que Donghae, pero no le afectaba tanto lo visto por el simple hecho de que él sabía controlar sus emociones y no dejarse llevar por ellas.
— ¿Lo ves? —Murmuró con tono comprensivo, tocándole el hombro— Desde la primera alteración, la vida de este pequeño cambió para siempre y ya nada puede salvarlo. Su futuro no está en nuestras manos.
Kyungsoo corrió con su M16 en mano, recargando el arma para arremeter contra el creado. Soltó un bufido cuando su ataque no atrajo la atención del ser, quien se estaba entreteniendo en masticar el cadáver de uno de sus compañeros.
— ¡Hijo de puta! —Gritó en un arranque de ira. Aquel chico que estaba siendo devorado era uno de los novatos, él mismo que Kyungsoo había considerado como un gran soldado a futuro.
Así se iban las vidas de personas que pudieron haber tenido un futuro esplendido, la oportunidad de exterminar a todas esas creaciones y así tener una vida prospera en la palma de sus manos.
Ellos debían proteger al gobernador y ayudar a la División Exploratoria en casos graves, y aun así terminaban muriendo en la boca de aquellas aberraciones hechas por el hombre.
Era injusto y más para alguien como Do Kyungsoo, un muchacho que sufrió penurias y lo dio todo por llegar hasta donde estaba ahora, viendo con impotencia como sus superiores y ejemplos a seguir eran asesinados sin piedad por seres que carecían de humanidad y de razón.
Algo inaceptable para Kyungsoo.
— ¡Te mataré, jodido hijo de puta! —Siguió disparando, esta vez a menos distancia y provocando pequeños agujeros en la musculatura del enemigo.
Sin embargo, Do sólo pudo hacer un fallido intento de esquivar el manotazo certero del ser que dio contra su cuerpo. Fue expulsado contra uno de los edificios e impactó de lleno contra la pared, sintiendo como algo explotaba dentro de él y como sus huesos se salían de sus lugares correspondientes.
Su cuerpo cayó al suelo, dejando un rastro de sangre justo en el lugar donde se estrelló. No sentía su cuerpo, solamente los latidos de su corazón retumbando en su cabeza, el único sonido pudo escuchar mientras veía de manera borrosa como la misma mano que lo impactó cogió a un soldado, tomándolo entre sus dedos y apretándolo hasta que todo se volvió sangre y órganos.
¿Así moriremos todos de alguna u otra manera? Se preguntó algo adormilado, dejándose llevar por el sueño y cerrando los ojos mientras un par de lágrimas abandonaban sus ojos.
—Todo para nada... —Murmuró con su último aliento antes de que la sangre comenzara a salir a chorros de su boca, su vida yéndose silenciosamente.
Sehun chasqueó la lengua y se asomó por la azotea para mirar al chico que yacía muerto en una esquina, su boca ensangrentada y su cuerpo siendo un verdadero desastre.
—Y le veía tanto potencial...
—Puede que lo haya tenido, pero simplemente tuvo la mala suerte estar en el lugar y momento equivocado. —Le dijo Junmyeon, cargando su arma.
—Claro que no lo tuvo, porque murió y sabes que sólo los débiles mueren.
El mayor rodó los ojos y siguió con su tarea, mordiéndose la lengua para no comenzar una discusión que siempre terminaba con él siendo el perdedor.
—Te espero abajo, Suho.
—Bien —el castaño miró la espalda del rubio, este posicionándose a la orilla de la azotea con intenciones de saltar—. Procura que esa cosa no te mate.
Sehun rio, volteando la cabeza y regalándole una sonrisa tranquilizadora.
—No soy débil, hyung.
Saltó y cayó estratégicamente sobre la espalda del creado, quien estaba inclinado mientras devoraba cadáveres. Apuntando su arma a su nuca, disparo reiteradas veces y de inmediato saltó hacia el asfalto, esquivando el golpe que la criatura le iba a dar.
El ataque de Sehun le hizo daño, ya que cuando se reincorporó y volvió a su altura normal, sus piernas comenzaron temblar y amenazó con caer, mas no lo hizo. Con ojos abiertos, el rubio veía como la herida que causó su arma se estaba curando, regenerando el tejido.
—Debe ser una puta broma.
Chanyeol llegó a su lado, su ceño fruncido con clara señal de desagrado hacia el creado.
—También pensé lo mismo cuando se curó del corte que le había hecho en la garganta —Murmuró con los ojos fijos en el creado—. Pero tranquilo, no le queda mucho tiempo de vida.
Sehun lo miró y el alto se dio la vuelta, corriendo hacia una esquina junto con sus compañeros de elite.
¿"No le queda mucho tiempo de vida"? Se preguntó, intentando pensar en alguna manera de matar a esa bestia si claramente era casi imposible si poseía la regeneración. Sin embargo, una corazonada le dijo la respuesta cuando vio una cabellera blanca bajar de uno de los edificios, sus katanas en mano y una expresión escalofriante en el rostro.
Luhan, ese chico con apariencia de chico débil, no podría matar por si solo al creado, ¿Verdad?
Yoongi apoyó su cabeza contra la pared y cerró los ojos, su cabeza palpitándole dolorosamente sin razón aparente.
¿De verdad Donghae iba a dejar que Luhan se mostrara tal y cómo es? Si bien sabía que el único que podría matar a ese creado era Luhan, no estaba de acuerdo con revelar su verdadera naturaleza, porque sabía que el peliblanco tenía sus propios cazadores y que no dudarían en atravesarle una bala por la cabeza apenas tuvieran la oportunidad.
La razón de existir del experimento 0111 era para esto: exterminar a seres que los soldados no pudieran matar, al contrario de lo que sus compañeros y él pensaban. Luhan existía porque la vida le dio la oportunidad de existir, no porque el hijo de puta de su abuelo haya decidido cambiar su objetivo en el mundo para fines egoístas y de su mera sobrevivencia.
Cuando los primeros gritos de horror se escucharon, abrió los ojos y se encontró con cierto peli naranja que lo miraba con miedo, autentico miedo.
Ya no había vuelta atrás.
—Y-Yoongi... —Su voz salió cortada— ¿L-Luhan es e-el que está matando al c-creado?
Bajó la mirada y asintió lentamente.
Matar, matar, matar.
Sus dedos se enganchaban en la musculatura, la sangre impregnándose en su uniforme y en su piel.
Matar, matar, matar.
El líquido rojo y metálico escurriéndose de la comisura de sus labios conforme iba mordiendo tejidos, satisfaciendo la sed y hambre que le vino apenas vio al monstruo colosal.
Matar, matar, matar.
Luhan era ajeno a su alrededor, a las caras pálidas y los gritos desgarradores de algunas de las chicas al ver la escena espeluznantemente sangrienta.
Yoongi mantenía abrazado a Jimin, estrechándolo contra él mientras le daba la espalda al espectáculo, él mismo siendo un espectador más. Apretó los labios en una línea fina cuando algunos sollozos del peli naranja hicieron temblar su cuerpo, entendiendo el miedo del menor y sintiendo como su pulso se aceleraba un poco más de lo normal, sin saber si era por el chico entre sus brazos o por lo que sabría se les vendría desde ahora.
La verdad había sido revelada. Mirando a Suho y a Yifan pudo comprender que los revolucionarios se levantarían contra el ejército en busca de respuestas, yendo directo al gobierno al ver que ningún general de alto cargo revelaría el secreto más codicioso y egoísta que jamás pudo existir.
Sehun apoyó una mano contra la pared, inhalando lento y exhalando con fuerza, un sudor frío empapando su frente y su cuerpo temblando del miedo.
Durante su tercer año de entrenamiento, había podido entrar a la computadora con una de las últimas señales de internet que quedaba en el mundo gracias a la ayuda de Suho y Jimin. El afán de ver para qué estaban entrenando le carcomía en las noches, siendo esa pregunta la razón de sus insomnios.
Sólo les bastó entrar a las grabaciones que el general Sungmin tenía bajo clave para reproducir uno de los videos del ataque de año 2066. El video básicamente mostraba las cámaras de seguridad de los pasillos de las instalaciones de la base del ejército, zombies amontonados en cuerpos mientras desgarraban su piel y sacaban sus órganos.
Sin embargo, lo peor no fue eso, sino la sombra que pasó por los pasillos y bañó las paredes de la sangre de los infectados, los cuerpos sin cabeza cayendo en un perfecto efecto dominó.
¿Por qué recordaba aquello ahora? Porque aquella grabación le hizo cuestionarse todo lo que creyó correcto hasta antes de enlistarse. Y ahora, cuando veía a un monstruo de dudosa procedencia de melena blanca matando a otro, los cuestionamientos que se hizo en el pasado lo golpearon con la realidad.
No puedo ser un cobarde de mierda luego de tanto sufrimiento para estar aquí.
Parándose derecho y volviendo a mirar la aberrante escena, pudo analizar con la mente despejada y más clara lo que estaba frente a sus ojos, un pequeño detalle haciendo hincapié en algo que quizás lo cambiaría todo.
¿Por qué aquel monstruo lleva nuestro uniforme?
Sus ojos se fueron agrandando hasta tope, llevándose la mano a la boca de la impresión.
Debía ser un mal chiste, mera casualidad, porque las conclusiones que estaba sacando mientras analizaba el cuerpo semi ensangrentado de aquel depredador no podían ser ciertas: esa bestia con dientes filudos, ojos negros y venas marcadas era igual a Luhan, el cabello blanco siendo un gran factor para la semejanza.
¿La experimentación puede que no sea solamente un rumor?
—Ya se deshicieron del creado —Informó por el transmisor—, así que puedes devolver a la gente a la ciudad.
— ¿Estás seguro? —Preguntó Kyuhyun—No he recibido las ordenes de Donghae...
—Está ocupado ahora mismo por temas varios. Me dijo que diera las órdenes para que la gente vuelva a la ciudad.
—Entendido.
La transmisión se cortó y, apoyando sus codos sobre el mesón, miró las cámaras de seguridad de la ciudad, exactamente en la que se apreciaba por completo al experimento devorando al creado.
Era el mentiroso más grande del mundo, porque Donghae jamás ordenaría que la gente volviera a la ciudad sin haberse deshecho de aquel espectáculo inhumano, menos cuando el experimento estaba allí, "pequeño niño perdido" como le decía el general.
Si los revolucionarios eran espectadores, ¿Por qué no la población completa?
Sonrió divertido y apoyó la espalda en el respaldo de la silla, cruzando sus brazos. Desde ahora, todo sería cuestión de tiempo para el final.
—Caerá, gobernador Xiao. Todo lo que está pretendiendo olvidar saldrá a la luz y su imperio de hipocresía caerá.
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