El zumbido se extendió por tres veces hasta que al fin alguien lo cogió.

—¿Uhm?

—Esto... ¿Damien? Soy Brooke.

Lo escuché trastabillar, como si recién saliera de la cama. Seguramente era así, sólo  los estudiantes y los trabajadores de oficina estarían ya despiertos a esta hora.

—¡Brooke! —exclamó al fin—. ¡Qué sorpresa!

—Sí, bueno... —entonces, recordé lo que me dijo Duncan—. Resuelta que Duncan estudia en mi universidad y eso, me dio tu número.

—¡Oh! ¡Fantástico! Supongo que no tienes clase ahora mismo. ¿Qué tal si vamos a desayunar?

—Ah...  me encantaría pero ya desayuné...

—¿Entonces almorzamos? —sugirió.

—¿Ahora mismo? —pregunté en tono de broma.

Damien me rió el chiste. Una carcajada limpia y contagiosa retumbó a través del auricular. No pude evitar dejar escapar unas risas.

—No, rubia de bote. Luego, al mediodía. Te recojo, ¿bien?

—Sí, todo bien, menos por lo del bote. Soy rubia natural.

—¡Peor me lo pones! —exclama antes de estallar entre risas de nuevo—. ¿Conoces el Olivier's? Un restaurante en Brick Lane.

—No...

—¡Perfecto entonces! —se le notaba deleitado—. Me pasaré a por ti, ¿a qué hora terminas?

—Uhm... le tengo que preguntar a Duncan, hoy da la clase él.

—Corre.

Recorro el pasillo desde el baño hasta la clase de nuevo, sin colgar a Damien. Lo escuchó ponerse de pie y dar unos pasos, seguramente hacia su armario, por el sonido de la madera. Cuando llego a la sala, Duncan seguía igual que cuando entré hace un rato.

Me miró, claramente molesto.

—¿Qué quieres ahora?

—¿A qué hora terminamos hoy?

—Si voy a tardar dos horas y hay previsto un descanso intermedio de media, calcula —a pesar de sus palabras, no me dio tiempo para hacer cuentas—. Doce y media.

—Gracias, Duncan. ¿Lo has escuchado, Damien? —pregunté dirigiéndome a mi teléfono.

Me adelanté y cerré la puerta antes de que me lo mandara a hacer.

—Alto y claro —bromeó Damien—. Pues te esperaré en entrada principal del la facultad, ¿qué te parece?

—No hace falta, puedo llegar yo hasta...

—Insisto —replicó Damien—.  No puedo dejar a una lady sola en la calle.

Suspiro sonriendo. Eso era un detalle muy bonito. Y, si digo la verdad, algo agridulce: Evann también solía venir a por mí, por mucho que insistiera en lo contrario. Sacudí la cabeza, ya no iba a pensar en él.

—Está bien...

—¡Nos vemos luego!

—¡Ciao! —colgué.

Troté de vuelta, contenta por lo que había pasado mientras que me dispuse a mandarle un mensaje a Callum:

Hoy no vengas, comeré con otra persona. No te rayes, ya te lo contaré ;)

No pude evitar echarle un ojo a la conversación de Evann, preguntándome si me habría mandando muchos mensajes y cuánto habría tardado en darse cuenta de que no los recibiría nunca.

Callum no tardó ni un milisegundo en contestar:

Uuuhh, disfruta pero espero mi explicación ;)

Me reí y lo respondí conforme abría la puerta. Dentro, seguía estando Duncan solo, analizando sus fórmulas como desde hace media hora. Intenté hacer el menor ruido posible, debía estar muy concentrado porque esta vez ni se había percatado de que había entrado.

Me senté donde había dejado mis cosas y, al no tener nada más que hacer, observé por primera lo que había en la pizarra. ¡Ah! Termoquímica.

—Lavoisier... —murmuré.

Duncan se dio la vuelta, sorprendido.

—Te has equivocado en cálculos simples —expliqué—. Los nitrógenos: tienes 15 de reactivo y 17 de producto, no se conserva, por eso sale tan raro.

No respondió. Se limitó a asentir y miró el planteamiento de nuevo. Estaba segura de que murmuró algo pero antes de que pudiera preguntarlo por ello, la puerta se abrió.

Reconocí a la chica porque compartíamos un par de clases, por lo que la saludé con la mano. Ella me respondió de la misma manera y tomó asiento en el ala derecha.

Los demás no tardaron en llegar y, llegada la hora, Duncan se aclaró la garganta.

—Buenos días, soy Duncan Fischer, graduado en Bioquímica y ahora interno de los laboratorios de la universidad mientras terminó mi doctorado. Hoy el profesor Harris me pidió que os hablara sobre las reacciones que sintetizan moléculas orgánicas.

A decir verdad, la química orgánica era de mis temas favoritos desde secundaria. Duncan empezó a hablar, bastante más de lo que ya me tiene acostumbrada pero seguía conservando esa manera de decir las cosas escuetamente.