Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26.- Saltar por un acantilado

Podía leer el miedo en sus ojos. Era como si estuviera a punto de saltar por un acantilado. Lo miraba, lo miraba fijamente, valorando cómo debía proceder en esta misión imposible. Analizaba sus opciones pero un fugaz pensamiento se cruza por su mente y salta.

—Damien no es quien tú crees.

Tragó saliva para encararme de nuevo, vi cómo el momento de decisión iba dejando paso al miedo insalvable de nuevo.

—Sigue —le dije con todo el valor que pude reunir.

—Desde que te vio aquella noche —inspiró profundamente. Aquella fatídica noche seguía siendo un rosal de espinas—, lo supe. Al principio, quería pensar que de verdad estaba enamorado de ti. Pero un día, recibí una foto —su voz se quebró. Podía ver la agonía escrita en su rostro—. Y después, otra. Y otra más. Todas eran de ti pero pretendían otra cosa que halagarte. Cuanto más le dije que parara, más fotos me mandaba. A veces, hasta audios. Llegó a un punto que me di cuenta que era más prudente no responder, así ya no seguiría haciéndote nada, o eso quería creer. Pero después...

Levanté una mano, pidiéndole que parara.

—Eso... todo esto —rectifico—, ¿desde cuándo?

La duda brillaba en las pupilas de Evann.

—La primera de todas fue en la bolera...

Asentí. Sentía cómo se hacía un nudo en mi garganta. Había sido todo una farsa. Me habría gustado pensar que todo era una artimaña de Evann para que volviera con él. Pero, después de tanto tiempo juntos, sabía que él no estaba mintiendo.

Volví a asentir, esta vez sin fuerza. Sentía como las cuencas de mis ojos se iban inundando poco a poco.

Evann soltó una risa seca.

—Ha sido mi culpa. Al final, siempre lo es —sus palabras se van apagando, a punto de romper en lágrimas como yo—. Debí habértelo dicho antes, pero no podía, ¿sabes? Te veías tan feliz a su lado, tan emocionada cada que te llevaba algún lado. Te veías totalmente diferente a cuando estabas conmigo. Yo sólo te daba mi dolor, mis males, mi oscuridad. Y tú te mereces todo lo bueno. Quise creer que él... —miró el techo, un suspiro tembloroso ahogó sus lágrimas—, quería creer que Damien podía darte lo que mereces.

Cerré los ojos con fuerza. No sabía qué decir, qué pensar y mucho menos qué hacer. ¿Qué opciones, qué caminos me quedaban ahora? Evann no tenía culpa, pero sí que tenía razón. Esa frase suya me martilleaba pero no podía asentir ante ella. No tenía ni idea del amor. No sabía absolutamente nada de él.

Entonces, vi un acantilado delante de mí. No decía nada pero lo entendí a la perfección. ¿Seguir hacia delante o acobardarme? ¿Dar un salto de fe o buscar una alternativa fácil? Evann había saltado. ¿Podría hacerlo yo?

—¿Sabes llegar a... Knightsbridge?

Evann me miró, al principio dudoso pero lo hiló todo enseguida.

—Llegaremos antes con la moto.

Y así fue. La media hora se me hizo eterna. Veía pasar los peatones londinenses y los edificios victorianos como si fueran parte de una cinta del siglo anterior. Todo parecía surrealista. ¿Cómo iba a encararlo? ¿Qué le iba a decir?

Por mi cabeza ocurrían miles de escenas diferentes. Todas parecían plausibles e igual de aterradoras.

Antes de que pudiera mentalizarme para ninguna de ellas, ya estaba de pie y frente a la puerta del edificio. Inconscientemente, mis mejillas comienzan a formar la sonrisa que siempre se asomaba cuando lo veía. Me doy dos palmadas y miro a la pared, donde estaba un teclado de números. La contraseña del edificio. No me hacía falta hacer memoria parar recordarla, mis dedos los pulsaron solos.

Sentí la mano de Evann sobre mi hombro, haciendo fuerza. No la aparto pero suelto un quejido. Él me suelta de golpe.

Subo los escalones del hall con paso de plomo. Como siempre, el guardia estaba concentrado en su ordenador. El frío penetra en mis pulmones, haciéndome temblar, aunque lo más seguro es que el frío sea solo una excusa para ello. Cada respiración se hacía más difícil conforme me acercaba, me estaba estrangulando poco a poco. Los números del ascensor van cambiando poco a poco, acercándose al fatídico. Seis... siete... ocho...

No me atrevía a mirarme en las paredes revestidas de espejo, no quería encontrarme a mí misma, sabía que estaba desastrosa.

Las puertas doradas se abren y tuerzo a la derecha. El pasillo, con dos puertas a cada lado, estaba desierto, pudiendo escuchar el eco de mis pasos y los de Evann. En verdad, daba igual a qué puerta tocase, pues la planta estaba conectada por dentro. Pero sabía que la que servía como entrada principal era la D, D de Dennis y D de Damien.

El acantilado volvía a plegarse ante mí. El abismo se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Alzo el brazo, intentando medir el salto.

Mis dedos rozan el botón del timbre. Me miró la uña, la superficie del botón, el marco de la puerta y, de pronto, una mano se posa sobre la mía. Evann lo había hecho por mí. No estaba lista pero cerré los ojos y salté.

—Voy —le escuché decir a una voz femenina. La misma de la llamada hacía un tiempo.

La puerta se abrió limpiamente, sin chirrido, sin oposición. La chica, vestida en tan sólo una camiseta y claramente sin ropa interior, tenía en la mano un plástico que parecía ser un condón. Abrió mucho los ojos pero no dijo nada de la sorpresa.

—¡Dennis! —llamó Damien desde dentro—, ¡te dije que estaba ocupado!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro