21.- Yo seguiré durmiendo
Apenas podía calificarse como "de día" cuando Damien llegó.
Como era de esperarse, yo no me levanté para abrirle cuando tocó el timbre, sino Evann, seguramente. Un momento, ¿Evann fue a abrirle? ¿A Damien? Esto no pintaba muy bien y después de aproximadamente un minuto sin escuchar nada de ninguno de los dos, me levanté incapaz de seguir durmiendo. Sabía que Damien no le importaba para nada la presencia de Evann, pero no estaba segura de si podía decir del otro.
Me pongo una chaqueta encima del pijama y salgo a toda prisa de mi habitación. No he dado ni dos pasos cuando me choco contra alguien.
—¡Woah! —exclama Damien—. ¿Tantas ganas tenías de verme, Brookey?
Me abraza con tanta fuerza que me levanta al aire por un momento. Sonríe con un entusiasmo anormal para la hora que era. Acompaña esa alegría suya con un ligero beso sobre mi frente. Era la primera vez que lo hacía pero se sentía tan natural que no pude dejar de sonreír.
—Yo seguiré durmiendo —dice Evann pasando por mi lado y entonces recuerdo por qué salí, pero parece que no ha habido ningún problema entre los dos.
Damien, mientras tanto, me acaricia con la punta de su nariz y yo suelto unas risitas en respuesta.
—Vamos, cámbiate —me dice soltándome al fin—. Tenemos un montón de cosas que hacer, así que más te vale darte prisa.
—¿Qué vamos a hacer?
—Ya lo verás —guiña antes de empujarme de vuelta a mi cuarto.
Tardo bastante en prepararme aunque a Damien no parece importarle para nada. En cambio, silba admirando el resultado: jersey blanco pegado combinado con una chaqueta de lana marrón y unos vaqueros que terminan en mis zapatillas blancas favoritas.
—Me encanta —sonríe con dulzura.
—Gracias y... siento tardar tanto.
Sonrío de vuelta, intentando evitar la incomodidad del ambiente. Y es que nadie más aparte de nosotros estaba despierto aún. Ni siquiera Vix, a quien le tocaba cocinar hoy.
De repente, por si no fuera poco ya, se acerca peligrosamente hacia mí. Lo escucho soltar una risita cerca de mi oreja. El aire que suelta me hace cosquillas en la nuca, lo que me hace retroceder un poco, donde lo veo mejor. Sonreía pero se acercó de nuevo, sin dejar de mirarme con esos ojos magnéticos suyos.
—Sssh —susurra en mi oído—. No queremos despertar a nadie. ¿Qué tal si salimos a desayunar?
—Sólo si partimos la cuenta.
—Eso ya lo veremos.
Dicho eso, tira de mí hasta llevarme a su coche. Esta vez venía con otro coche diferente, no podía ser de menos. Hizo el mismo gesto galante que la última vez y me invitó adentro. Sin embargo, me di cuenta de que era la puerta de los asientos traseros y no el del copiloto. Nada más entrar, un hombre en traje me saludó simplemente con un gesto de la cabeza. Y antes de poder decir nada, Damien entra por la puerta contigua, detrás del hombre.
—Éste es mi chofer, aunque también hace de mi secretario a veces —me explica—. ¿Ponemos música?
Asiento y Damien comienza a rebuscar en su móvil, poniendo al cabo de un rato una canción que empieza a cantar junto al vocalista. La reconozco casi de inmediato. Conforme termina de entonar el verso, me mira y sé qué se viene: la parte de una cantante.
—Have you seen my spirit, lost in the night? The violent nightshade, they took away my light. They call us nothing, my name is nothing. Come see me, please see me —me lamo un poco el labio antes de seguir con la siguiente estrofa—. Cause I've been running with the demons now. They all see my fear. They say there's nothing, nothing here.
Su turno.
—I see your spirit in the sky, when northern lights are dancing...
Todos, tanto los dos cantantes como nosotros dos, somos interrumpidos por una tercera voz que entona algo indescriptible. Estallo en risas, nunca entendí bien qué era aquello, lo que contribuía a su comicidad.
Damien se aclara la garganta.
—I hear you calling me at night —continúa—, whenever wind is blowing...
Y otra vez esa tercera voz y no aguanto reservarme las carcajadas para mí misma. Damien tose pero también se suma, dejando que la canción fluya sin que cantemos nosotros.
—Es yoik, creo.
—¿Y qué es yoik?
—Música folclórica —dice Damien con algo de duda—, como el country de los pueblos del norte.
Me río. Si supiera lo mucho que le gusta el country a mi abuelo...
—Nunca entenderé por qué lo mezclaron en una canción tan buena —apunto.
Damien se encoge de hombros.
—Tal vez contribuyó a su éxito.
—Hmm... no sé yo —respondo derribando su teoría—. A todo esto, ¿puedes decirme ya a dónde vamos?
—Sólo si sabes decirme qué día es hoy.
Sé un busca que le diga algo especial de hoy, pero sinceramente no tengo ni idea. Así que apuesto por lo seguro:
—Sábado.
Damien le encuentra la gracia.
—¿Te acuerdas cuando nos conocimos en el bar...?
—¿¡En serio recordaste el día que fue!? —exclamo agradablemente sorprendida por lo detallista que es.
—Pues claro que sí. Justo tres meses.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro