Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12.- Estaré ahí para ti

Damien aparca después de recorrer el caminito rodeado de árboles, justo delante de una mansión digna de ser residencia veraniega de la reina Elizabeth.

Por la manera en la que Damien se estiraba y merodeaba alrededor antes de abrir la puerta, deduje a la perfección que se trata de la casa que le había visto crecer. Por dentro, sin embargo, las paredes estaban desnudas y con trozos que claramente pertenecían a cuadros o tapices que ya no están. Cuando Damien se volvió, no sonreía pero intentó hacerlo.

—Ya nadie viene por aquí —me susurra—. Pero les pedí a mis padres que no la vendieran y que yo la mantendría.

Le doy un abrazo para infundirle ánimos, a lo que responde negando la cabeza enérgicamente y se da unas palmadas en las mejillas. Esta vez, me sonríe con más ganas.

—¿Quieres ver mi cuarto y ya nos vamos al pueblo?

—Me encantaría.

Buscó mi mano y la agarró con fuerza pero sin hacerme daño. Así, me llevó hasta la planta de arriba, donde lo único que quedaban eran las mesillas vacías de los jarrones y vasijas que deberían de haber.

La última puerta de la izquierda era su cuarto. No era muy grande y parte del tejado constituía el techo. Por lo que había podido ver de las otras habitaciones, ésta era de seguro la más pequeña. Pero no por ello era menos. No tardé en comprender por qué a Damien le gustaba ese cuarto. El espacio era mucho más acogedor y menos imponente en comparación. Además, la ventana daba justo a una hermosa fuente entre los árboles.

—Tenía doce años cuando nos mudamos —cuenta con una mirada melancólica—. En el fondo sabía que no había opciones pero no pude evitar tener un berrinche al respecto. Justo en el momento de irnos, me escondí en mi armario para poder estarme un rato más pero a los sirvientes les fue insultantemente fácil encontrarme. Pero, todo hay que decirlo, Londres me mantuvo tan ocupado que no eché de menos este sitio hasta que volví, hace unos pocos años.

Hizo una pequeña pausa, deteniéndose a comprobar todo el polvo que se había acumulado sobre la mesilla.

—Me sentí ofendido conmigo mismo, por dejar todos esos buenos tiempos atrás. Pero supongo que tenía que pasar... ¿nos vamos?

Se restregó el antebrazo por la cara, aunque ya se le notaba en la voz que estaba llorando. Respiró profundamente antes de volverse hacia mí, sonriente.

—Siento ponerme así...

—No —me apresuré a decir—, está bien.

—Gracias, Brooke —dice ya más relajado—. Si necesitaras hablar con alguien, estaré ahí para ti, no lo dudes.

—Gracias Damien —le respondo con una amplia sonrisa.

Entonces, sin pensarlo, le tiendo mi mano y él me la coge. Así, salimos hacia el pueblo, aunque a mitad de camino, decide rodearme los hombros con ese mismo brazo y yo respondo abrazándole con el mío también.

—Vamos hacia el río —me informa—. Cuando era niño, recuerdo haberme lanzado ahí dentro en agosto. Aunque un tiempo después, un niño casi se ahoga y prohibieron nadar en él.

—Por mi pueblo también pasa un río —digo, melancólica—. A papá y al abuelo les encantaba pescar ahí, había buenas truchas, o eso decían.

—En éste no hay truchas, me temo. Sólo un puñado de sapos feos y algún que otro cisne de vez en cuando.

—Me acuerdo de que —menciono mientras nos vamos acercando a la rivera—, de pequeña, había siempre un chico que decidía atrapar una rana para asustar a las niñas.

—¿En serio? ¡Menudo idiota!

—Sí, bueno... de hecho, sólo intentaba impresionar a una de mis amigas de aquel entonces.

—Pero aún así, esa no es manera de tratar con gente.

—Ya, pero él tampoco sabía ninguna otra forma de llamar su atención —me encojo de hombros—. Éramos niños inocentes aún.

Damien suelta una carcajada.

—Incluso así, hay mejores maneras de conquistar a una chica —me mira fijamente a los ojos y no puedo evitar sonrojarme ante ello—. Como así.

Dicho eso, cuela su brazo por detrás de rodillas y me levanta del suelo. Chillo del susto pero enseguida empiezo a reírme. Sin embargo, me doy cuenta a los pocos segundos de lo que se trataba esa mirada juguetona. Pero ya era demasiado tarde. Damien iba corriendo, conmigo en brazos, y salta al río sin pensárselo dos veces.

El agua estaba helada pero nuestras risas se contagian las unas a las otras.

—Ésta tampoco es manera de tratar con gente —digo imitando su voz.

—No pasa nada, me perdonas, ¿sí? —me mira a la espera de que diga sí, aunque no le doy ese placer—. ¿Sí? —repite—. Anda —me abraza con más fuerza y me hace cosquillas con su nariz.

Sonrío, cediendo.

—Volvamos a mi casa, sigue habiendo agua caliente y debería de haber algo de ropa  seca por algún lado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro