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V E I N T I T R É S | P O S I T I V O 🏈

«No paraba de darle vueltas a lo sucedido y aquello me tenía preocupado»

Mike Lauper

—Quiero hacerle un regalo a Jonathan, pero algo distinto y no sé que podría hacer... Si fuese Abby, ¿que te gustaría que ella te regalara?

Mike estaba en otro mundo.

Ambos estaban caminando por las calles mientras bebían café frío. Pero Mike estaba distante, no paraba de darle vueltas a lo de hacía 2 días, a lo que había ocurrido la otra vez con Abby y el terror que sintió de verla de esa manera.

Odió verla de aquella manera y tan solo quería ayudarla, poder hacer algo que estuviese en su mano.

—Podría regalarle una chaqueta de su equipo de béisbol favorito, un videojuego... —Cuando Johanna lo miró y sabía que estaba perdido, decidió tratar de atraer su atención—. Quizás deje la universidad —bromeó con eso último al ver que él no le estaba haciendo caso—. ¡Oh, Abby! ¿Que tal?

Mike levantó la mirada y la buscó.

—¿Donde...?

Al ver que fue una broma de ella, él bajó los hombros.

—No me estás haciendo caso. ¿Que ocurre? —preguntó preocupada por su amigo—. ¿Tuvieron una discusión Abby y tu?

Él negó.

—No, nada de eso... —Mike suspiró mientras se paraba en mitad del lugar buscando algo que no encontraba—. Abby lo pasa muy mal en su casa... Y quiero ayudarla, pero me dice que no es fácil, que solo empeoraría la cosa.

Johanna arrugó su frente por ello y dijo;

—Podríamos hacer algo...

Pero él negó.

—Tenías que haberla visto el otro día, la cara de terror que tenía... Hoy ni siquiera a aparecido en la universidad... No pienso dejarla sola, Jo.

El móvil de Mike empezó a sonar, pero Johanna contestó la frase que su amigo le había dicho.

—Ni yo.

Mike vio el móvil y, todavía con su rostro dubitativo, dijo;

—Tengo que marcharme. Mi padre quiere que vaya al gimnasio a ayudarlo.

Ambos se despidieron cuando Johanna empezó a caminar sola por el lugar, tratando de despejarse de la universidad y de las compañeras que tenía en la residencia. No dejó de pensar en las palabras de Mike y sabía que Abby ocultaba muchas cosas, pero quería ayudarla, quería demostrarle que eran amigas para lo bueno y para lo malo.

Fue entonces cuando llegó hacia un bar que había cerca de una cafetería y se encontró con una joven rubia que le sonaba de haberla visto el fin de semana. Se encontraba limpiando una de las mesas que había fuera de bar, recogiendo los vasos vacíos cuando se percató que era la vecina de Abby, la que le presentó el viernes por la noche.

Observó que era una mujer de unos 21 años, pero tan guapa como ninguna, rubia con ojos azules y ese rostro tan femenino como si de una modelo de revista hubiese salido.

Fue ahí cuando decidió saludarla.

—¡Emma! ¿Que tal?

La rubia se giró y, aunque al principio le costó reconocerla, sonrió acordándose de ella.

—Johanna —contestó y observó a los lados de ella, buscando cierta mujer—. ¿Abby está contigo?

Johanna negó.

—No. Vamos a quedar mañana... —Y entonces, fue el momento perfecto donde una de sus ideas se le ocurrió y, sin titubear, comenzó. —Creerás que no debería hacer esta pregunta pero, Abby dijo que eras su vecina, ¿cierto?

Emma asintió, guardando las propias en la bata.

—Si. Desde hace años.

Y entonces soltó;

—¿Sabes que ocurre dentro de esa casa?

Emma se quedó totalmente quieta, arrugando su frente y parecía hasta nerviosa en cuanto escuchó aquello. Dejó todo lo que estaba haciendo, dejando la bandeja sobre la mesa, el paño y los vasos para luego mirarla a los ojos.

—Johanna, no creo que sea buena idea que me hagas esa pregunta.

Pero la de cabello moreno no se iba a ir de ahí sin saber más cosas. Estaba preocupada por su amiga y no iba a dejar las cosas de aquella manera.

—Es mi amiga. Si lo pasa mal quiero hacer lo posible por ayudarla y denunciarlo a la policía.

Vio nerviosismo en la rubia, observando como Emma miraba hacia todos lados para luego salir de detrás de aquella mesa y acercarse a ella con una velocidad vertiginosa. Tomándola del antebrazo, la llevó a un callejón cerca del bar ante la sorpresa de Johanna.

—¿Que haces? —cuestionó la amiga de Abby.

—Baja la voz... —La mandó a callar Emma observando hacia todos lados, como si estuviese esperando algo malo por ello—. Mira, me imagino que no eres de este pueblo.

Ella negó rápidamente.

—No. Mis padres viven en la ciudad que está a 2 horas de aquí, yo solo estoy aquí viviendo en la residencia de la universidad.

Emma asintió por ello y bajó la voz.

—Vives en un lugar privilegiado. Pero este lugar, este pueblo... Johanna, esto es un pueblo corrupto, tanto que de los que menos puedes fiarte es de la policía. —La respuesta de ella dejó a una Johanna con miles de dudas más, sin entender a donde quería llegar—. ¿Crees que si estuviese en mi mano no hubiese ayudado yo misma a Abby? La vez que lo hice pagué muy fuerte las consecuencias.

Recordó aquellos momentos, hace no mucho tiempo, y ahora tenía que resignarse a la vida que había terminado teniendo. Todo porque Theo tenía muchas más personas ayudándolo que otra cosa.

Pero eso Johanna no lo sabía.

—¿A que te refieres?

Emma suspiró y continuó;

—El alcalde, la policía... La gente de poder... Tienen a este pueblo comprado y no sé si sabes la historia de la mujer que desapareció hace años, pero la única manera de ayudar a Abby y a su madre es sacándolas de aquí.

Ante la sorpresa que amenazaba con hacer explotar a Johanna por lo que estaba sacando en claro de ella, preguntó;

—¿Como sabes todo eso?

La rubia tragó costosamente saliva y susurró;

—Porque sé lo que vive Abby porque lo vivo en mi propia piel. —Escuchó a 2 hombres hablando y acercándose por la calle, haciendo que Emma se alejase de Johanna—. Ahora vete, este tema no lo vamos a sacar más y no se lo dirás a nadie.

Ella le dio la espalda a Johanna, pero esta última volvió a preguntar;

—¿Cuáles fueron las consecuencias, Emma?

El silencio fue lo único que llamó la atención a la joven universitaria. La cual esperó impaciente a lo que ella le iba a decir.

Cuando Emma volvió a girarse, tan solo contestó cortante;

—Adiós, Johanna.

🏈

—¿Te están sirviendo de algo mis clases de economía? —cuestionó Johanna feliz de quedar con su amiga.

Johanna había tenido un mal día, no había parado de preocuparse por Abby y de pensar y pensar más de la cuenta sobre lo que le había dicho Emma el día anterior. Temía de tan solo empezar a hacerse preguntas y de investigar.

¿Acaso ese era un pueblo oscuro? Como los que se veían en aquellos documentales que le gustaba mirar de misterio y crímenes... De tan solo pensarlo se le revolvía el estómago y se hacía cada vez más preguntas.

¿A que se refería Emma con que había pagado caro las consecuencias de ir a la policía?

Abby, que estaba frente a ella tomando su plato de comida en aquella tarde, dijo;

—Mucho. No pensé que llegase a entenderlo tanto como hasta ahora. Aunque todavía me cuesta mucho.

Johanna observó a Abby, se la notaba agotada con ojeras en sus ojos. Era una joven hermosa y que llevaba la atención a todos, pero ese día parecía mucho más cansada de lo habitual en cualquier estudiante universitario. Parecía que apenas dormía. Lo peor es que llevaba 2 días sin verla aparecer en la universidad. Aunque era un sitio enorme, no verla ni siquiera en la clase que compartían de economía la dejaba peor.

Por eso le preguntó;

—Te noto agotada... Ayer no te vi por la universidad y hoy tampoco, ¿como van las cosas?

Abby movió sus hombros sin darle importancia.

—Tan solo no me he encontrado bien, solo eso. Pero ya mañana vuelvo.

—Sabes que puedes confiar en mi si necesitas hablar un día —aseguró Johanna.

Y la joven que tenía de cabello cobrizo asintió;

—Lo sé...

Tampoco quería hacerla preocupar mucho, por lo que empezó a dar tambores en la mesa divertida para cambiar de tema y le dijo;

—A parte de eso, vente conmigo al partido de este fin de semana de Jonathan y Mike. Si ganan lo celebrarán por lo alto y no quiero estar aburrida sola, te necesito a mi lado en la fiesta y en el partido.

Abby, que empezaba a acostumbrarse a esa sensación de tener amistades, asintió divertida, deseosa de ir con ella.

—Ahí estaré.

Pero todo empeoró cuando aparecieron 3 mujeres del pasado de Abby. 3 jóvenes que parecían importarle bien poco los sentimientos de los demás y que, nada más ver a Abby, quizás por envidia por verla más guapa, más cambiada y con una sonrisa en su rostro, que se acercaron a ella y no para buenas intensiones.

Mientras ambas amigas charlaban de cosas sin sentido, la líder del grupo femenino se acercó a la mesa atrayendo la mirada de ambas mujeres, sobre todo de Abby que su rostro cambió drásticamente.

—Vaya, vaya, pero mira quien está aquí. Abby Payne... —susurró. —No sabía que tuvieses amigas. Seguro que no sabe nada de tu... secreto apestoso.

Las otras 2 que la acompañaban empezaron a reírse por lo bajo, pero la que no le gustó en lo absoluto que se estuviesen riendo de su amiga unas desconocidas, fue Johanna que le contestó;

—¿Tu? Porque me está dando un tufo raro desde aquí, guapa —ironizó.

La mujer miró hacia Johanna, de arriba abajo, como si fuese poca cosa para ella y le contestó;

—Se ve que no sabes nada. Esa mujer que ves ahí tiene sida, por eso nadie se acerca a ella. —El rostro de Abby fue totalmente cenizo mientras veía como le contestaba aquella mujer a Johanna—. De nada por habértelo dicho. —Se dirigió hacia la joven Abby y se despidió de ella—. Adiós, Abby.

Las 3 se marcharon contoneando las caderas como si fuesen lo más importante de la cafetería para luego sentarse a una de las mesas que había al fondo del lugar.

Ninguna de las 2 habló, mientras que Abby creía que toda aquella relación de amistad había acabado, Johanna no dejaba de pensar en levantarse del malhumor que tenía y enfrentarse a esas mujeres tan idiotas que le habían hecho sentir de aquella manera a su amiga.

Por lo que esta última, con enfado, dijo;

—No las hagas caso.

—Johanna... —Trató de decir algo Abby.

Pero ella no la dejó acabar.

—No, Abby. ¿Esas son las idiotas de tu pasado? No me extraña que nadie les caiga bien —respondió con un tono muy distinto al que Abby nunca había escuchado.

Y entonces, supo que o era ahora o nunca. Y sabía que era el final de esa relación, pero debía contárselo, merecía saberlo aunque después volviese a estar sola como ella había decidido estar.

Cuando la miró, aún veía fuego en la mirada de Johanna del enfado.

—Jo, no te he dicho algo... —murmuró, atrayendo la mirada de Johanna—. Si bien ellas no saben diferenciar una cosa de la otra, yo soy VIH positivo... —respondió por fin, quedándose totalmente callada después de aquello mientras la miraba esperanto y teniendo la pequeña esperanza de que no la mirase como las demás personas en el pasado.

Pero Johanna estaba tan enfadada por lo que había escuchado que, cuando escuchó aquello, se quedó totalmente callada y la miró tras escuchar lo que Abby le había confesado. Y miles de dudas le vinieron a la mente.

No entendió porque tan solo la miró y no le dijo nada, pero Johanna se quedó en silencio mientras miraba a Abby y esta bajó sus hombros al ver la manera en que ella la observaba. Y toda esperanza que tuviese se esfumó.

—Y no te lo he dicho porque tenía miedo de que me mirases como lo estás haciendo ahora.

Johanna se quedó en silencio, apenas las palabras le podían salir.

No entendía que pasaba, quizás era la impresión o quizás una mezcla de todo. Todos los misterios que Abby tenía.

Pero la que habló no fue Johanna.

—Tenía miedo a que dejases de ser mi amiga y no supiese nada más de ti.

Y entonces, Johanna preguntó con una pequeña voz;

—¿Mike...?

Abby asintió.

—Se lo conté el día que me dijo que le gustaba... Johanna, no te... —Johanna arrugó su frente al escucharla hablar. —No te voy a contagiar nada.

Pero nuevamente, Johanna fue incapaz de decir absolutamente nada.

Y Abby supo que fue el final de aquella relación de amistad.

—Me estás mirando de esa forma...

Abby se levantó, mientras que Johanna trataba de pararla, pero ya era tarde. Esta sacó un billete para pagar la comida y luego se marchó, dejando a Johanna con aquel fuego que tenía dentro, aquella rabia de que la tratasen de la misma forma que la habían tratado a ella y no quiso comportase así con Abby. Pero en cuanto se giró y miró a esas 3, supo lo que tenía que hacer.

Johanna quería que fuese Abby la que se lo confesara con el tiempo, aunque no sabía que secreto tenía, quería que fuese ella por cuenta propia y no por medio de otras personas dañinas que tan solo la hirieron emocionalmente más de lo que ya estaba.

Por ello, levantándose de allí, dispuesta a ayudar a Abby, se dirigió hacia aquellas 3 mujeres y no precisamente para ser "educada" con ellas como ellas fueron con Abby.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de EC.

¿Que les ha parecido?

¿Que les está pareciendo en esta nueva versión los personajes secundarios?

¿La relación de amistad entre Abby y Johanna?

¿Johanna y su reacción?

¿Lo que sucedió en la cafetería?

¿Queréis más?

Nos leemos el sábado :3

Patri García

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