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V E I N T I S É I S | P I S C I N A 🏈

«Si el amor era así, esta sensación era completamente nueva y necesitaba demostrárselo»

Mike Lauper

Mike no paraba de mirar hacia la entrada al estadio, deseando verla. El entrenador estaba hablando sobre las posibles estrategias que habrían en ese partido y en una jugada ensayada que habían estado toda la semana probando en el entrenamiento. Pero Mike estaba en otro mundo.

No dejaba de mirar hacia el asiento vacío que había cerca de Johanna, y donde la joven que esperaba a Abby también estaba de la misma manera. Johanna no dejaba de mirar hacia la entrada, deseando verla. Fue tanto la preocupación que tomó su móvil y le escribió un mensaje a su amiga.

Johanna; Ya estoy aquí. Todos te estamos esperando.

Pero dudaba que fuese a responder.

Deseó levantarse, ir a su casa y buscarla, saber que estaba bien, pero Abby no respondía al mensaje. Y Mike, que estaba mirando a Johanna con el mismo rostro de preocupado no prestaba atención al partido que iba a comenzar.

—¿No ha llegado? —cuestionó Jonathan a su lado, caminando por el campo.

—No...

Jonathan suspiró cuando trató de animar a Mike para que se centrase en ese momento y seguir esperándola a ella.

Mientras, por el otro lado, una Abby estaba encerrada en su cuarto. Había sucedido algo extraño con el alcalde de aquel pueblo y con Theo. Escuchó una conversación extraña por equivocación y, aunque no sabía exactamente qué pensar sobre aquella conversación, bastó para que el alcalde la descubriese y Theo se la llevase hacia su cuarto, encerrándola con llave y amenazándola con no abrir dicha puerta hasta el día siguiente.

Quería marcharse, ir a ese partido y luego a esa fiesta, vivir su vida, pero no era nada tan fácil como aquello. Pasaron 2 horas tras aquella escena y, mientras pensaba en Mike y en Johanna y en que deseaba ir con ellos, su mente también pensaba en la conversación tan extraña que había escuchado de ambos.

Negó tratando de sacudir aquellas ideas cuando la llave de dicha puerta empezó a sonar y luego, dicha puerta, se abrió. Su madre Isabel entró y luego cerró la puerta tras ella.

—¿Que ha pasado? —preguntó Abby.

—El alcalde y Theo se marcharon a la ciudad por... negocios.

Abby no quería hablar mucho sobre esos "negocios", pero que se marchase a la ciudad implicaba que, mínimo, no llegaría hasta las 4 de la madrugada.

Así que lo único que consiguió fue suspirar de tranquilidad, pero no por mucho tiempo.

—¿Que está pasando, mamá? ¿Porqué Theo me ha encerrado aquí?

Abby sabía que algo sucedía en ese pueblo, que a todos los habitantes estaban atemorizados por ciertas cosas que ocurrían. Abby sabía lo justo y necesario, pero Isabel le ocultaba muchas cosas para su seguridad. Quería descubrir que es lo que ocurría, que es lo que pasaba para que aquello sucediera de esa manera y no entendía que podría pasar para ello. Solo sabía que Theo tenía mucha más influencia y que salir de esa casa era un infierno.

—Sabes muchas cosas, Abby —murmuró su madre como si temiese que se escuchase.

—Pero no todo... Sé que Theo tiene una amistad extraña con el alcalde y tiene a todos los policías de su lado. Tanto que no podemos salir de aquí pero... —Se quedó unos segundos callada hasta que dijo. —¿No podemos marcharnos? ¿No podemos ser libres de una vez?

Isabel miró a su hija tristemente y contestó;

—Ojalá todo fuese así de fácil. Hacer las maletas e irnos...

Abby se sentía mal, pero a la vez estaba de acuerdo con su madre. Nada era tan fácil como hacerlas maletas y marcharse, pero ya era una odisea hacer tal cosa.

—¿Que se esconde en este pueblo, mamá?

Isabel suspiró y le contestó;

—Abby, la última vez que hicimos las maletas para irnos, no solo nos ocurrió lo que nos ocurrió sino que hubieron consecuencias más graves... —Y luego agregó. —La única manera de salir es hacer lo que hago, estoy ahorrando mucho para poder darte dinero y un día, con la ayuda de alguien más, sacarte de aquí de madrugada. Lejos, muy lejos y pronto ocurrirá.

Abby se quedó unos segundos callada, pensando en las palabras de su madre.

—Pero, ¿y tu?

Su madre negó.

—No te preocupes por mi.

Abby se levantó de su cama y caminó hacia ella.

—Si no salimos juntas, no me iré a ningún lado.

Isabel no estaba para nada de acuerdo con ella, por lo que le respondió;

—En este pueblo no hay futuro para ti, Abby. Si nos vamos juntas volverá a suceder lo de la última vez y no pienso arriesgarlo nuevamente. Confía en mi, por favor...

Pero Abby no contestó.

No podía entender que ella se quedase ahí y Abby pudiera marcharse lejos. En su mente no cabía esa idea, el dejar a su madre que sufría lo mismo o peor que ella, para que Abby pudiese ser libre. No, no iba a hacer tal cosa y por eso no le respondió.

Pero Isabel conocía muy bien a su hija y sabía más o menos que estaría pensando, pero el plan de ella no lo iba a echar a perder. Lucharía por su hija y lo demás pasaría a segundo plano.

—Ahora no lo ves así, pero por mi hija haría cualquier cosa. —La miró con la ropa de salir sobre la cama y luego la miró a los ojos—. Ibas a salir, ¿verdad? Con tus amigos...

La joven sacudió su cabeza, tomando aquella ropa para guardarla en su armario.

—Ya no podré.

Pero cuando colocó la ropa en su armario y fue a cerrarla, Isabel la frenó, no dejando que cerrase dicho armario.

—Eso dices tu. —Mostró la llave de cuarto y continuó. —Volveré a marcharme y cerrar la puerta con llave, ¿vale? Theo no vendrá hasta por la madrugada, así que no tienes que preocuparte.

Parecía que la invitaba a que saliera y disfrutase de su vida. Con una mirada se lo dijo todo y Abby se quedó totalmente sorprendida por ello, como aquella vez cuando fue al primer partido que vio de Mike sentada al lado de Johanna.

Cuando se marchó, ella no se atrevía a salir por miedo a Theo y se quedó parada ahí.

🏈

Después de ganar el partido y de los 3 universitarios cambiarse de ropa para poder asistir a dicha fiesta, Mike conducía por aquella carretera solitaria cuesta arriba, en medio de toda aquella cantidad de árboles, mientras Johanna y Jonathan lo acompañaban.

Querían asegurarse de que estaba bien, de que pudiesen ir con ellos y no iban a dejarla sola en ese momento.

—Iré yo —dijo Johanna mirando hacia la ventana mientras empezaba a darle toquecitos a su móvil.

—No. Lo haré yo. No vamos a tener un riesgo innecesario —susurró Mike enfadado mientras apretaba el volante.

Jonathan, al mirarlo, le preguntó;

—¿Y cómo mierda lo vas a hacer?

A Mike no le hizo falta responder a aquello.

Una joven Abby paseaba por su cuarto algo nerviosa.

Quedaba media hora para dar las 9 de la noche y no dejaba de pensar en que en había plantado a sus amigos y a Mike.

Le había mandado un mensaje hacia un rato, respondiéndole a Johanna. Pero ella le había dicho que no podía.

Abby tenía miedo de escaparse, porque todo lo que rodeaba a ese pueblo parecía mucho más siniestro de lo que pensaba y su padre Theo parecía tener mucho más peso del que se imaginaba.

No le había dicho a su madre lo que había escuchado, pero la frase en su mente no se le iba y supo que era todo mucho más oscuro de lo que se había imaginado.

"Los negocios son negocios, Mark. Y no pienso quedarme de brazos cruzados cuando veo peligrar lo que he construido" —decía Theo a su amigo.

Por su sangre no corría nada de aventurera como Mike, Johanna o Jonathan y al ser una persona que nunca había tenido aventuras, se sentía insegura por eso. Así que prefirió hacer lo más sencillo y seguir en su estado de confort. Aunque hubiese salido de aquel estado alguna que otra vez en el último mes. Pero su duda y preocupación de que Mike y Johanna estuviesen enfadados con ella seguía en su mente, debido a que no le había respondido al mensaje, pero ella sabía que lo había leído.

Llevaba su móvil sujeto en su mano mientras miraba la conversación y la repasaba mil veces en su mente, para saber si su respuesta había sido mal dicha, pero solo conseguía preocuparse mucho más que antes. Y tres toques en la puerta hicieron asaltarla de un susto y terminó con su móvil sobre el suelo y sus ojos se agrandaron al ver a cierto universitario rubio fuera de su ventana, en aquel balcón que tenía, con cierta preocupación y esperando a que ella le abriera.

Corrió a abrirle, asustada y preguntó;

—¿Mike?

Él caminó dentro de su cuarto, el que ya había pisado hacía pocos días para tener un momento muy íntimo entre ambos y la observó de arriba abajo con miedo. Al ver que se encontraba físicamente bien, suspiró un poco, pero no del todo.

—¿Estás bien?

Abby se quedó totalmente callada frente a él, sorprendida todavía por lo mucho que ese hombre se preocupaba por ella, a pesar de que solo tenían una pequeña relación íntima donde él le cumpliese los deseos de ella.

—Si... —susurró a media voz.

Él se acercó a ella, tomándola de las manos para mirar sus brazos y, al ver que todo estaba bien, suspiró.

—¿Te ha hecho algo?

Ella rápidamente negó.

—No. No, no... Mike, siento mucho no poder ir pero hoy... —Quería cambiar de tema.

Pero Mike no iba a irse sin ella a esa fiesta, ni él ni los amigos de Abby.

—Lo poco que te conozco me hace pensar que no vienes por algo más —contestó seriamente.

Y Abby no dijo nada.

Observó el suelo por unos segundos, cuando los dedos de Mike se colocaron bajo su mentón, levantando la cabeza de ella con delicadeza para que lo mirase a los ojos. Aquellos hermosos ojos que Mike juraba que le podían ver dentro de él, de sus secretos, de su pasado, de sus miedos.

Quizo ver muchas más veces esos ojos, pero no de la manera en la que ella lo estaba mirando en ese momento, sino en la forma cuando sonreía, cuando se la veía feliz. De esa manera.

—Ojalá pudieras contarme que ocurre, Abby...

Ella se alejó de él para acercarse a su estantería con algunos libros bien colocados y Mike se percató que no tenía tantos libros para ser una persona que amaba leer. Y por pequeños gestos, por cosas que ella le decía, por muchas más, supo que no podía costeárselo.

Y Abby dijo;

—Vete y disfruta.

Mike solo veía la espalda de Abby mientras que ella tomaba uno de esos libros con mucho cariño y lo abría, queriendo disuadirse del mundo. Cuando en realidad había un mundo lleno de esperanzas, de aventuras, de experiencias que la estaban esperando ahí fuera.

Y Mike no se iba a marchar sin enseñarle ese mundo maravilloso que se estaba perdiendo.

Así que se acercó al armario de ella para abrirlo, ante el asombro de Abby.

—¿Que haces? Te he dicho que vayas a esa fiesta sin mi.

Pero Mike no le hizo caso.

—Johanna y Jonathan nos está esperando en el coche —dijo y la miró de arriba abajo y negó con la cabeza, mientras observaba su cuarto ordenado—. ¿Qué haces que aún no te has vestido?

Su voz era una mezcla hermosa entre "vendrás a divertirte" y "no pienso dejarte sola nunca". La mezcla que Abby la hizo mostrar una sonrisa a pesar de que pretendía no mostrar su sonrisa.

Ese hombre tan alto, tan guapo y con esa ropa tan galante que se había puesto esa noche, con esos pantalones ajustados y una camisa roja por dentro del pantalón y con los tres primeros botones de la camisa desabrochados la hacían tragar en seco. Al ver los músculos de él y ese físico que la derretía la gran mayoría de las veces.

—Mike, no puedo salir... Le envié un mensaje a Joha....

—¿Tienes que estudiar? Tonterías. Todos tenemos que estudiar para los exámenes universitarios, pero también debemos descansar y disfrutar —respondió, caminando a su lado en esa habitación y, mientras se quitaba esa chaqueta de cuero negra, dijo. —Vamos a meternos en tu armario, te pondremos hermosa y saldremos juntos en mi coche. —La miró con la mayor sonrisa del mundo y concluyó.— Vamos.

La tomó de la mano y empezó a rebuscar en el armario de ella, descubriendo que su ropa no era demasiado sexy, aunque aquellas faldas que se ponía la hacían ver irresistible, pero cada vez que la veía con algo así puesto en su cuerpo esbelto y esa cintura estrecha de la joven con esas caderas perfectas que deseaba clavar sus manos en ella para hacer cosas prohibidas, le hacían ver que deseaba verla mucho más hermosa y que ella se soltase el cabello para vivir la vida y las experiencias.

Tras largos minutos buscando, mientras que Abby lo observaba desde su posición, encontró ropa que la haría verse más que hermosa. Encontrando un delicado vestido de color azul claro, donde sus mangas llegaban por encima de sus codos, su falda llegaba por encima de sus rodillas, y tenía una perfecta vista espectacular de los pechos que dejaría a la vista y tendría ese vestido como un guante ante su hermosa figura que poseía.

Al principio era reacia a vestirse delante de él pero Mike se giró a pesar de que ya la había visto desnuda para darle intimidad. Abby era muy tímida, por lo que se giró, dándole la espalda y, mientras ella se ponía el vestido, él la observaba desde su posición que, tras ponerse aquel hermoso vestido, Mike se había quedado ahí, esperando a que ella le pudiese decir que ya estaba lista.

Hasta que terminó por ponerse el vestido y se giró. Él sonrió, caminó hacia ella y le peinó el cabello, soltándoselo y dejándola más hermosa todavía.

—¿Tienes medias? —Ella asintió por ello—. Para que no tengas tanto frío —susurró. —¿Puedo... colocártelas yo?

Abby, con sus mejillas sonrojadas, asintió y, a esas alturas, ya era difícil ocultar dicha sonrisa que se le estaba formando en sus labios. Le gustaba la sensación de sus manos en su cuerpo y quería más y más de él.

Él mismo se las colocó, para vergüenza de Abby que no dejaba de mirar hacia la puerta, deseando que su madre no hiciera una de sus apariciones. Solo podía ver como tremendo hombre estaba de rodillas frente a ella, tomando uno a uno sus pies, colocándoles las medias y luego, con sus largos dedos, ayudándose de subírselo con mucha delicadeza para que no se rompiera.

Las manos de él sobre el cuerpo de ella fueron una perdición y necesitaba más de ese hombre, mucho más que nunca.

Mike, que estaba centrado en todo ello, no levantó la mirada hasta que llegó hacia las caderas de ella, rozando con sus dedos la ropa interior de ella que lo hizo perderse por unos segundos. Tuvo que morder sus labios para no pasar su boca por esa zona, como recordaba de aquel día.

Pero cuando acabó, le volvió a colocar el vestido y luego se acercó al vientre plano de ella para dejar un casto beso que derritió más a esa joven.

—Perfecta... —murmuró él tras acabar y se levantó, dándole un giro a ella y hacer que se sintiera la mujer más guapa que hubiese existido. Y bien que lo había conseguido—. Con cuidado, no quiero que te caigas —dijo él, al cuidarla para que no se hiciera daño al bajar por el balcón.

Dio gracias a que había una escalera que el padre de ella había dejado abandonada en el jardín, tirada, y él lo había aprovechado para que ambos se escaparan y luego volvería a colocar la escalera en el mismo sitio.

Tras el espectáculo de ser el que estaba debajo de la escalera, que la protegía de una posible caída, sus ojos trataban de no mirarla debajo de aquel hermosos vestido, por respeto a ella y para razones obvias. Pero no ayudaba tampoco a tener el trasero de ella casi pegado al rostro de él y aquello fue más que obvio el deseo que ambos tenían.

Cuando llegaron abajo, él tomándola de la mano, vigilaron que ningún vecino estuviese husmeando, por lo que la llevó corriendo por la parte de atrás de las casas que se encontraban y llegaron al coche donde se encontraban Johanna y Jonathan esperándolos. Ambos subieron al coche tras vivir aquel momento pequeño de adrenalina.

Abby se sentó en los asientos traseros, donde se encontraba Johanna y esta la miró con cierta mirada de enfado. Lo que Abby creyó que ella estaba muy enfadada con ella por la respuesta que le dejó y por dejarla tirada en el partido.

—Jo... Lo siento mucho... Yo...

Ella la abrazó sin importarle nada más y, mientras Mike arrancaba el coche con Jonathan en el asiento del copiloto, Johanna le susurró al oido de su amiga;

—No me des más sustos como estos, By. Por favor... —susurró temerosa porque pensó en lo peor.

Y Abby asintió, abrazándola mucho más como nunca antes había hecho con nadie.

Los 4 se embarcaron en un viaje increíble bajo la luz de las estrellas.

Aún faltaba un poco para ser completamente de noche, pero ya la oscuridad estaba cayendo en ese lugar, observando como esa manta de colores de azul apagado con morado y un rosa muy pálido mientras conducían bajo ese precioso anochecer.

—¿Preparadas para la fiesta? —preguntó Jonathan en el asiento delantero.

Y Johanna, tomando la mano de Abby, sonrió y dijo;

—Mucho.

—¿Y tu, Abby? —preguntó Jonathan.

Mike la miró desde el espejo retrovisor, viendo lo hermosa que estaba sin aquellas gafas, con esa sonrisa que empezaba a formarse y con sus mejillas acaloradas de la emoción de vivir otro fin de semana distinto a lo que ella estaba acostumbrada.

Y contestó;

—Preparada.

Ese pequeño viaje en coche fue, para todos, un gran momento. Disfrutaron de la carretera, de la música, de hablar de cualquier cosa menos de las clases en la universidad y el problema de ya ser adulto en una vida tan complicada.

Iban a salir esa noche a vivir la vida, a disfrutarla, a sentirla.

Sobre todo Abby, que no estaba acostumbrada a ello y estaba deseosa de descubrir muchas más cosas. Aunque hacía pocos minutos pensaba no salir por miedo a Theo, ahora se encontraba ahí, gracias a Mike, gracias a Johanna y gracias a Jonathan. Gracias a todos ellos ahora ella estaba disfrutando y viviendo cosas nuevas para ella.

Mike condujo hacia las afueras del pueblo, mucho más lejos que la última fiesta y, desde lejos, ya se podía escuchar la música y ver todas las personas que habían allí.

Abby se quedó absorta observando como el coche de Mike llegaba hacia un aparcamiento libre, en una zona residencial mientras que veía como muchos universitarios veinteañeros se encontraban disfrutando de aquella música intensa que instaba a bailar desde el minuto uno.

Los 4 universitarios se bajaron del coche de Mike mientras observaban como aquella casa, algo lujosa, albergaba a tantos jóvenes universitarios disfrutando de la noche. Mike se acercó a su mejor amigo mientras que Johanna se enganchaba del brazo de Abby, la cual empezó a recibir bastantes miradas masculinas que juraban no haberla visto nunca, pero que no la olvidarían en ningún momento.

—Vamos a disfrutar, By —contestó Johanna divertida.

Abby sonrió mientras entraban al lugar, no tan impresionante como el de la semana pasada, pero más abarrotada de gente que la anterior y vaya si todos estaban divirtiéndose en esa noche de fiesta.

Johanna arrastró a Abby por el lugar, distanciándose de sus amigos para que conociera a más personas de la universidad. Algunos de la clase de economía, otros de otras asignaturas o ya de tercer año de carrera. Disfrutaron ambas y empezó a conocer Abby como era el mundo universitario como nunca lo había visto antes.

Durante esa noche disfrutaron todos aquellos amigos, la música llenándolos de vida, los colores del lugar siendo mucho más intensos que la otra fiesta a la que asistieron los 4 y Abby parecía tener más miradas masculinas de las que nunca había recibido. Pero un cierto Mike que parecía algo celoso, se acercaba a ella para que ningún universitario que no fuese él se acercase a ella.

En un momento de la noche, los 4 amigos estaban en uno de los sofás, sentados juntos para charlar después de bailar, conocer gente nueva y disfrutar.

—Las vacaciones de navidad ya se acercan. ¿Qué planes tenéis? Nosotros pensábamos asistir a algún concierto que se celebra al final de año, por si se quieren apuntar —comenzó Jonathan, colocando su brazo por el otro extremo del hombro de su novia.

Abby observó el lugar impresionada mientras pensaba que respuesta darle sin parecer una perdedora. Por lo que optó por la más sencilla y realista.

—Pues yo no tenía pensando ningún plan —susurró.

Pero Mike no iba a dejar que eso fuera a pasar.

—Tonterías, vendrán ustedes con nosotros —dijo rápidamente Jonathan, seguido de Johanna—. Es más divertido cuando somos más.

Abby, que sentía como su día a día iba empezando a cambiar, miró a Mike disimuladamente y este sonrió para que ella se sintiera aún mucho más cómoda de lo que ya se sentía.

Varias personas bailaban en la fiesta, otros se besaban, otros hablando, mientras una canción suave comenzaba a sonar por el lugar. Mike y Abby eran los que veían las muestras de cariño que se mostraban la pareja frente a ellos. Y aparte de ser algo incómodo, las miradas entre ellos también eran lo primordial en esos momentos.

—¿Bailamos? —Le preguntó Jonathan a su novia.

A la que, gustosamente, contestó;

—Contigo siempre.

Ambos se levantaron de uno de los sofás, con Johanna guiñándole un ojo a Abby y caminando tomados de la mano hacia donde la gente bailaba olvidándose de los exámenes y comenzaron una lenta danza donde los dos estaban pegados el uno al otro.

Abby, que estaba observándolos desde su posición, tuvo cierto grado de envidia de la buena hacia esa joven pareja, deseando que algún día alguien la mirase a ella como Jonathan miraba a su amada.

Dudaba que eso algún día llegase a pasar y, a pesar de que Mike tenía una relación íntima con ella, no creía que él terminase enamorado de ella hasta los huesos.

Y fue justo ahí, en ese salón, ahora solos en ese asiento mientras sus amigos bailaban en ese lugar, que Mike, colocó un brazo tras la espalda de ella, descansándola sobre el respaldo del sillón y dejando que Abby tuviera mejores vistas de su torso gracias a lo poco tapado que lo tenía Mike con esa camisa tan apretada, y el universitario se acercó a ella.

—¿Que tal...? —Abby tuvo que carraspear—. ¿Que tal el partido?

Un ambiente cambió y era ese ambiente de calor entre ambos que ya estaban empezando a acomodarse. Había ruido, pero ambos podían escucharse a la perfección de lo cerca que estaban.

Y ahí estaban ellos, dentro de ese sitio y pudiendo sentir esa burbuja en la que estaban sumergidos ellos.

—Ganamos con mayoría, pero faltabas tu —dijo Mike mirándola, muy cerca de ella.

Y Abby no dejó de mirar aquellos labios que deseaba volver a besar como aquella vez en la playa. Pero no sabía si él quería o era buena idea, menos en un lugar como ese, delante de todos.

—¿En que piensas, Abby?

Mike sabía más o menos lo que ella pensaba, porque él pensaba lo mismo. Y ella dijo;

—En besarte.

Y él sonrió.

—Nada te lo impide.

Abby carraspeó nerviosa y miró hacia todos lados.

—No se me da bien eso de tomar la iniciativa.

Mike se acercó al oído de ella y le susurró;

—Pues esta noche es el momento perfecto para que tomes la iniciativa.

—¿Delante de todos? ¿Que pensarán?

Mike se mordió el labio mientras la miraba hacia la boca de ella entreabierta y susurró;

—Que piensen lo que quieran.

Abby tuvo que dejar de mirar hacia los labios de él para no caer en esa tentación de besarlo delante de todos. Más porque no sabía que dirían, porque no estaba acostumbrada a tener la iniciativa aunque en el fondo se moría de ganas de dar ese paso y besarlo como él la había besado en la playa.

Entonces, Mike que quería que ella empezara a salir de su caparazón poco a poco, cambió de tema para decirle;

—Bueno, ahora que estos dos se han ido... —murmuró. Abby clavó su mirada sobre la mano de él, quien comenzó a metérsela por el bolsillo y sacó un papel bien doblado de su cartera para luego ponerlo frente a ella—. Quiero darte la lista.

La desilusión de Abby se hizo presente en su rostro, pudiendo verlo Mike por ello y arrugó la frente al verla de esa forma. Y no le gustó el rostro de intranquilidad de ella, por eso se apresuró en acercar su cuerpo al de la joven y dulce Abby.

—¿Por qué? —preguntó ella, temiendo que él se hubiese cansado de ella rápidamente y lo que ocurrió en su cuarto era solo para despedirse.

Mike, que hizo mirarlo a los ojos, tomando su barbilla para hacerla mirar hacia arriba y dijo seriamente;

—No es para nada malo. Simplemente, cada vez que cumplas un deseo, quiero que lo taches tu misma —aclaró, sintiéndose mal por no explicárselo antes de darle la lista y quiso pegarse mentalmente por ello—. Y el número 9 está más que cumplido —susurró, intentando que ella recuperase la sonrisa.

Y vaya si lo había conseguido.

Abby se sintió relajada, pero quiso pegarse a sí misma por ver que no tenía nada de seguridad en ella misma.

—Si piensas que es porque me he cansado de ti, estás muy equivocada, mon chéri—susurró en su oído de una forma tan grave y profunda que desprendía sensualidad ante la intimidad de Abby, que instintivamente tuvo que apretarse las piernas al sentir latidos de ahí abajo.

—Vale.

La joven observó la lista por encima y Mike, que tenía todo pensado, le entregó un bolígrafo, dándoselo en la mano para que ella tachara ese deseo. Pero, para la sorpresa de él, no tachó uno, sino tres, quedando así 17 deseos por cumplir.

Y Mike se sorprendió por ello, al ver que deseo, a parte del número 9, había tachado.

—Espera... El deseo número 14... —susurró, asombrado y notando lo afectado que estaba por su voz, siendo un hombre que se notaba los cambios por su tono de voz. Y es que su sinceridad arrasaba siempre, incluso cuando reaccionaba—. ¿También?

Mike tomó la lista y la observó desde su posición.

—Me hiciste olvidar todos mis problemas en mi propio cuarto por un momento... —susurró ella, mirando hacia la mesa de las bebidas tímidamente y eso hizo sonreír a Mike como un idiota por ello—. Eso no me había pasado jamás.

Mike sonrió todavía más como un estúpido y se alegró firmemente por el deseo que le había cumplido a ella, sin ser consciente de ello. Y se prometió que le haría pasar más momentos como ese a ella.

—Pues me alegro de haber hecho eso.

Mike lo había dicho sinceramente, mirándola a los ojos con su cuerpo en dirección a ella y con esa sonrisa única que solo él podía tener. Abby, mientras, parecía que estaba en una nube constante con Mike, que olía tan bien que era imposible que un hombre así existiese y que encima quería estar con ella íntimamente.

Y ahí fue cuando ella observó a esa joven pareja, viendo como Jonathan tomaba a Johanna con firmeza, mientras su amiga lo observaba con ese rostro de enamorada que describía a Johanna desde que la conocía.

Y una sonrisa estúpida se le quedó a Abby, viendo ese amor tan puro y deseó de nuevo poder tener a alguien con quien hacer esas cosas y poder mirarlo así. Como si fuese el único hombre que hubiese en su vida.

—¿No te parece hermoso una pareja así? —cuestionó Abby sin dejar de mirar a la pareja que estaba en su propio mundo y Mike no apartaba la mirada de su precioso rostro angelical de Abby, prestando toda la atención a ella—. Ojalá algún día encontrase a alguien que me mirase como Jonathan mira a Johanna... —susurró más para ella que para que lo escuchase Mike.

Pero lo cierto es que ese hombre la había escuchado a la perfección y no podía dejar de tener esa sonrisa que se le dibujaba cada vez que estaba con esa universitaria.

—Yo también. Me encantaría encontrar a ese persona que me haga sentir único... —contestó, pero no dejó de mirarla mientras que Abby solo tenía ojos para esa pareja quien los miraba con admiración, como quien veía una película romántica y se decía que eso jamás le ocurriría. Y Mike concluyó, diciendo en muy baja voz, mientras seguía clavando sus ojos en el rostro de ella. —Como tú me haces sentir —susurró más para él que para ella, ya que de la música tan alta y tanto ruido, esa parte Abby no lo escuchó.

🏈

Durante aquella noche, todos disfrutaron en aquella fiesta universitaria donde, en algún momento, Mike veía como algún que otro hombre se acercaba a Abby, pero la mirada que le dedicaba era digna para que lo contrataran como guardaespaldas.

Salieron al jardín de aquella casa, donde más gente había charlando, escuchado música y disfrutando. La piscina tenía colores de neón que iluminaban el agua en aquella noche estrellada. Desde ahí, Abby podía ver las vistas hermosas del lugar, donde se encontraba en una zona alta y podía ver desde ahí el mar y luego la ciudad que se encontraba a lo lejos.

El rostro de Abby parecía angelical, hermosa mientras observaba aquellas vistas en aquella fiesta y Mike se quedó como un estúpido mirándola desde su lado. Pero tan rápido como vio eso, negó con su cabeza y dejó de mirarla para observar las vistas a su lado. Y cuando la volvió a mirar, esta vez la miraba de una forma distinta que ni siquiera él sabía explicar a la perfección.

Y cuando ambos se quedaron en ese lugar en su propia burbuja, donde veían desde lo alto la todas aquellas vistas de la noche, el silencio entre ambos inundó el momento frente a todo aquel ruido externo que había entre ellos. Observaron juntos y en silencio ese sitio, juntos.

Pero ese hombre no podía dejar de mirar lo hermosa que estaba esa mujer a su lado, observando esas vistas, con todas esas estrellas en el cielo oscuro, con ese mar y la ciudad de fondo, llena de luces.

—¿Te gusta? —preguntó Mike.

—Si —dijo, sonando más eufórica de lo que pretendía y es que eso era maravilloso, Sintiendo la libertad, la diversión de dichas fiestas y lo que se relajaba, olvidando todo lo demás—. No era de salir mucho...

—Bueno, pero no puedes decir que algo no te gusta cuando no lo has probado —susurró Mike, que apoyó sus antebrazos en una barra de cocina que había en aquel jardín, donde se encontraba cerca de la barbacoa.

Abby tenía aquel hermoso vestido que le quedaba como un guante. Estaba disfrutando como nunca y quería más de aquello. Conocer mucho más de todo lo que estaba viviendo junto con sus amigos. Pero le costaba mucho tomar la iniciativa y Mike le daba tiempo y espacio para ello.

—Para mí es romántico esta vista... —habló en voz baja y Mike la escuchó perfectamente, enseñando esos dientes perfectos de él.

—¿De verdad? —preguntó él.

Abby lo observó, como quien deseaba poder respirar cuando sentía que le faltaba el aire y respondió, cambiando de tema;

—¿Soy peculiar por no haber asistido a una fiesta en mi vida?

Parecía que le preocupaba aquello, que no hubiese tenido una vida como todos los que estaban en aquella fiesta pasándoselo bien. Aquello parecía preocuparle más de lo que Mike se pensaba, por eso él negó mientras seguía sonriendo como un idiota. Y por ello se acercó más a ella, pegando su duro cuerpo al de Abby.

—Para nada —contestó con sinceridad y Abby sonrió más todavía de lo que llevaba haciendo toda la noche—. Y tengo muchos planes que hacer contigo y con nuestros amigos.

Aquello último le hizo mucha ilusión, no solo por lo que podía conocer a partir de ahora, sino porque nombrase a Jonathan y Johanna como "nuestros amigos" y eso la hizo feliz. La hizo feliz aunque fuese por un efímero instante.

Entonces, fue cuando vio ahí por primera vez esa mirada intensa de Abby, girándose y dejando que su cabello ondeara hasta caer por sus hombros y llegar hasta por debajo de sus pechos..

Y Mike vio la Diosa que se escondía tras ella por esa simple mirada. Ahí fue cuando se percató que Abby escondía una personalidad fuerte tras esas murallas y ese escudo que se había creado. Y deseó conocer mucho más a esa joven que aún seguía sin contarle todas las cosas que había vivido. Al igual que él no le había dicho todas las cosas que había vivido.

—Cuéntame algo. ¿De verdad no quieres que yo te cumpla algún deseo? —preguntó con una voz llena de seguridad que asombró a Mike y se prometió que, fuera lo que fuese lo que a ella le había dado esa seguridad, se lo estaría dando toda la vida.

Y negó con la cabeza ante su pregunta;

—No.

—¿Por qué? —Volvió a preguntar.

Y Mike se giró para poder poner su peso en la barra como ella y dieron la espalda unos minutos a las vistas, para poder mirarse mutuamente.

—Porque los deseos que tú me pidas, los cumpliré a tu lado. Y en cierto modo, también serán mi primera vez —contestó, acercándose a ella y su boca tan irresistible.

Y Mike deseó besarla ahí mismo, pero Abby quería seguir hablando, por lo que él siguió escuchándola.

—Pero no eres virgen y estoy muy segura, pero que muy segura, de que has hecho más cosas de las que he escrito en la lista —explicó.

Mike, en ese momento, miró hacia las estrellas y asintió, moviendo las cejas y sabiendo que ya tenía experiencia y de sobra en ese terreno.

Por lo que se acercó al oído de ella y le susurró;

—Cierto. He hecho más cosas de las que tú te crees —dijo bromista, haciendo alarmar a Abby y a la vez hacerla reír. Se alejó de ella tras decirle la verdad y elevó una ceja, esperando una respuesta de ella que no llegó.

Abby, aun absorta por su respuesta, negó con la cabeza y sonrió mientras que Mike sonreía con ella. Ella asintió ante esas respuestas de él y siguió mirándolo, sin ser consciente de que estaba mirando a Mike, como Johanna miraba a su novio Jonathan.

Pero Mike quiso seguir hablando para explicarle porque sentía que era su primera vez junto con ella.

—Y porque es mi primera vez con una mujer... —aclaró. —Así que lo que te hice en tu cama, fue mi primera vez y tenía miedo de hacerlo mal. —Se sinceró, recordando la conversación tan rara que tuvo con Jonathan el día anterior—. Por eso no paré de investigar y de preguntarle a Jonathan como hacerlo.

Ambos rieron por ello y Abby decidió hablar.

—Pues me dejaste sudando —respondió y eso hizo que aumentara el ego de Mike por su respuesta.

Pero no demasiado para poder decirle al oído;

—Prometo que mejoraré por ti. Aunque para eso tendremos que practicar mucho —susurró Mike, haciendo temblar a Abby de placer.

Y deseó besarlo ahí mismo, volver a probar aquellos labios tan irresistibles de él. Pero le daba vergüenza al estar rodeados de tanta gente y porque no estaba acostumbrada a dar el primer paso.

—Mike...

—Dime —contestó, mirándola y prestando atención a esa mujer, escuchándola.

Pero entonces, decidió no besarlo ahí mismo delante de tantos universitarios y personas que conocía de haber estado en la misma clase que ellos.

Abby, entrando un poco en pánico, se debatió si decírselo o no. Pero recordó que debía decirle las cosas que temía o las que no, para que esa relación pudiera funcionar hasta que esa lista se cumplimentara. Una vez hecho eso no sabrían que pasaría, pero todavía era pronto para decidirlo.

—Me da un poco de pánico cuando lo hagamos por primera vez... —Se abrió ante la atenta mirada de Mike—. No sé hacer nada y tengo miedo de que no sea lo que espere o que no te agrade a ti o haya algún problema con la protección y te...

—Abby... —La paró, tomando las manos temblorosas de ella y viendo que esa seguridad se convirtió en inseguridad y las besó con delicadeza ante la mirada de esa universitaria—. No va a pasar nada de eso. Confía en mí. También será mi primera vez, pero ya tengo algo de experiencia. Tu solo déjate llevar y ni se te ocurra pensar en eso último. No va a pasar nada, ¿vale?

Abby asintió tragando saliva.

—Vale...

Mike se acercó a ella y deseó volver a besarla como aquel día en la playa, pero quería que ella tomase la iniciativa, así que le dio tiempo para ello.

—Por cierto. Dime tres deseos que te gustaría cumplir y no estén en la lista —habló y Abby elevó las cejas con intriga.

—¿Más deseos?

—Si —dijo, asintiendo.

Abby carraspeó suavemente antes de ponerse a pensar y decir;

—Tatuarme. Salir de este pueblo... Y que alguien me diga que me ama —contestó y Mike elevó la ceja, pensando en el segundo deseo.

Y sonrió como nunca.

—¿Por qué no los pusiste en la lista?

Ahora era Abby quien movía los hombros.

—Porque solo eran 20 deseos y prefería dejar lo que tenía escritos ya.

Mike la miró, tenía ganas de poder cumplir todos los deseos de ella, incluido esos tres que le había pedido al oído, pero las cosas no eran tan sencillas. Por ahora era una relación íntima la que tenían, no iban más allá.

Al ver el ambiente de aquella fiesta y de que Abby había estado disfrutando durante toda la noche, sabía que podía vivir muchas más experiencias y divertirse mucho más. Quería que mientras tuviesen esa relación de la lista de deseos, ella pudiese disfrutarlo al máximo. Por eso le preguntó;

—¿Sabes nadar?

Abby, elevando su ceja, respondió;

—Si, ¿por...?

Tan rápido como lo dijo, la tomó de la cintura y la levantó del suelo, empezando a correr por el jardín hasta saltar juntos a la piscina de aquella casa rodeada de universitarios de fiesta, con aquella música intensa que resonaba por todos lados. Juntos cayeron al agua, mojándose por completo las ropas que llevaban y no ayudaba para nada toda la química que tenían. Ambos rieron mientras Mike la miraba como ahora estaba completamente empapada, con su vestido muy pegado a su cuerpo, el que ya había visto desnudo más allá y se mordió el labio. Mientras que Abby se retiraba el cabello de su rostro y luego observaba a Mike, mucho más irresistible que nunca, con aquella camisa que llevaba puesta y algo desabrochada, viendo como sus pectorales se veían y como aquella ropa estaba bien pegado a su cuerpo.

Algunos flotadores de distintos tamaños los tapaban de ciertas miradas indiscretas, aunque muchos se quedaron mirando ante la escena que ambos estaban dando en ese momento.

Pero lo interesante, es que tanto a Mike como a Abby les dieron exactamente igual.

—Estás totalmente loco, Mike Lauper —contestó Abby con una sonrisa inmensa en su rostro.

Mike recorrió parte de la piscina ante la risa de Abby y se pegaron a una de las esquinas de allí, con el cuerpo de Mike muy pegado al de ella y le susurró;

—Lograré que vivas muchas más aventuras, Abby.

Abby, que parecía disfrutar mucho más que Mike con aquellas vistas, se mordió el labio inferior y colocó sus manos sobre las mejillas de él, acariciando su mandíbula con delicadeza.

—¿Te da igual lo que piense la gente?

Ante la pregunta de Abby, Mike contestó;

—Eso me resbala, Abby... Solo me importa la persona que tengo delante y quiero que disfrutes.

Ella sonrió y miró los labios de él, que parecían gritarle que lo besara. Y se lo había dicho hacía un rato en la fiesta, cuando estaban dentro de la casa. Ahora estaba deseosa de dar ese paso aunque su timidez lograba hacerle frente a ella.

Para sorpresa de Abby, Mike la levantó, apoderándose de sus piernas largas para que ella las entrelazada alrededor de sus caderas y así poder tener un mejor acceso a ella. Sus cuerpos se pegaron mucho más y Abby ya se encontraba totalmente perdida ante ese hombre.

Tragó costosamente saliva y no dejó de pensar en que debía tener la iniciativa, demostrarle a Mike lo que su cuerpo sentía cada vez que estaba a su lado. Y lo deseaba con mucho ímpetu. Pero su timidez estaba en el otro extremo. Y, por una vez en su vida, se atrevió a dar el paso.

Mientras los labios de Mike estaban entreabiertos mirándola, deseoso de que ella lo besara, para sorpresa del número 22, ella pegó su pelvis sobre la intimidad de él, restregándose con delicadeza en el pantalón que llevaba él y que sintió perderse en cuanto la sintió de esa manera. Y vaya si logró su cometido Abby.

—Joder, Abby...

La joven colocó su dedo índice sobre el labio inferior de Mike y lo rozó con suma delicadeza, con aquel simple roce que hizo que Mike se perdiera por completo en cuanto la sintió. Y ese simple roce fue tan excitante para él que nunca creyó sentirse de esa manera por ello.

Mientras la música seguía sonando, una canción intensa, ambos amantes seguían de esa manera en la piscina, escondidos en un pequeño rincón de la misma con varios flotadores de distintos tamaños y colores cerca de ellos.

Abby continuó rozando sus dedos sobre los labios carnosos de Mike, el cual los tenía entreabiertos mientras sentía aquel deseo que tenía frente a ella. Deseaba mucho más de ella y no la ayudaba mirarla de aquella manera, en ese instante, mientras ambos estaban completamente mojados en la piscina.

Y entonces Abby dijo;

—Gracias a ti, me estás ayudando a salir de mi zona de confort... Y no sé si es por el ambiente o porque estoy empezando a abrirme más, pero voy a hacer lo que llevo tiempo deseando —susurró.

Era como si algo la hubiese apoderado en ese momento, quizás por él, quizás por el ambiente, quizás porque empezaba a descubrirse a si misma y la verdadera Abby nunca había salido a la superficie. Pero ahí estaba y quería lanzarse por primera vez.

—¿A que te...? —Mike no acabó la frase en cuanto sintió los labios de ella sobre los suyos.

No tardó ni 3 segundos en poder seguir aquel beso después de la sorpresa e ignoró a todos los demás mientras se centraba solo en la mujer que tenía entre sus brazos, disfrutando de aquel beso mientras se encontraban en mitad de aquella fiesta, en aquella piscina.

Fue un beso tan tórrido, que sus lenguas empezaron a danzar entre ellas y se demostraron las ganas que se tenían en ese simple beso. No ayudaba para nada a sentir como la ropa sobraba, pero no era lugar para empezar a hacer ciertas... cosas. Pero se demostraron en esos minutos que la química de ellos era innegable.

Abby tomaba el rostro de Mike mientras compartían aquel beso, deseosos de más, mucho más. Mientras que los demás empezaron a ver el espectáculo que tenían ellos, para sorpresa de muchas mujeres que empezaron a envidiar a Abby y hasta casi odiarla por estar besando al jugador del equipo de la universidad en ese instante.

Sin que nadie los viesen debajo del agua, Mike le quiso dar una muestra a Abby de lo que la deseaba moviendo su pelvis y restregando delicadamente su pantalón sobre la ropa interior de ella, consiguiendo que ella gimiese saliendo de su garganta. Pero ninguno de ambos rompió el beso.

Y entonces fue ahí cuando uno de los universitarios de tercer año de carrera gritó;

—¡Eso es, nena! ¡Deja seco al número 22!

Abby tuvo que romper el beso riéndose por lo que acababa de escuchar y mirando hacia toda aquella gente que parecía estar más que de fiesta observándolos a ellos. Y la verguenza pudo con ella, pero no fue por mucho rato, ya que, para sorpresa de ambos, varios empezaron a tirarse a la piscina con la ropa puesta y empezando a gritar, disfrutando de la noche.

Al ver que todos los habían ignorado después de aquel beso, que daría de que hablar el lunes, Abby temerosa preguntó;

—¿Te ha... gustado?

Mike, todavía excitado por ese beso y por el brillo que tenía en sus ojos junto con sus labios deseosos de más, respondió;

—¿Que si me ha gustado? —preguntó con esa sonrisa socarrona—. Mira lo que me ha gustado...

Volvió a mover su pelvis debajo del agua, notando ella lo bien que le había gustado y, de nuevo, se besaron. Con la diferencia de que Mike era el que había iniciado el beso esta vez y se quedaron uno poco más en aquella piscina, en mitad de aquella fiesta universitaria, mientras los demás parecían volver a sus vidas, sus diversiones, ambos continuaron demostrándose cuanto se deseaban en ese instante.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike :3

¿Que les ha parecido?

¿Esos negocios de Theo?

¿Abby?

¿Mike yendo a buscarla?

¿La fiesta y la escena de la piscina?

Nos leemos el sábado :3

Patri García

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