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V E I N T E | F I E S T A 🏈

«Había algo en su mirada que había cambiado, algo que me hacía sentir de aquella manera tan distinta y quería seguir experimentando a su lado»

Mike Lauper.

Abby observó la hora de aquella noche de viernes. Había vuelto a salir de la misma forma que la última vez de su casa, con la diferencia de que esta vez Theo tenía el turno de noche, por lo que tendría mucho más tiempo para ello.

Ahora se encontraba en la residencia femenina donde se encontraba Johanna, rebuscando algo en su armario mientras que nuestra protagonista no sabía como peinarse ese día. Llevaba una coleta alta, sin aquellas gafas que solía ponerse mientras observaba que quedaba poco para que Mike y Jonathan fuesen a recogerlas de allí hacia aquella fiesta que Abby en su vida había asistido.

—¿Que te vas a poner? —cuestionó Johanna mientras se empezaba poner frente al espejo con su secador de pelo.

Abby, arrugando su frente sin entender nada, dijo;

—Lo que llevo puesto.

Johanna, girándose para mirar a esa mujer, negó con la cabeza al ver que lo único que enseñaba era una pequeña parte de sus piernas por esa falda, pero siempre llevaba un jersey que ocultaba sus grandes montañas.

—No. De cintura para abajo vas perfecta. De cintura para arriba vamos a buscarte otra cosa.

—Pero...

—By, básicamente vas a quedar con Mike. Porque una noche enseñes un poquito más y te pongas una camiseta algo provocativa te hará mostrar mejor esos atributos que tienes —respondió Johanna.

Abby, elevando su ceja para mirar que tenía de malo su jersey, escuchó unos pasos de Johanna para rebuscar algo en su armario. Cuando dijo algo en voz alta, sacó un suéter ajustado de mangas largas y que dejaba ver más piel del pecho, sin ser tan provocativo.

Se acercó a ella y le dijo;

—Pruébatelo y, si te gusta, te maquillaré un poco y te peinaré, ¿si? —preguntó totalmente ilusionada.

Abby, que nunca se había puesto "guapa" para nada, tan solo se ponía siempre su ropa habitual, asintió con cierta sonrisa y tomó aquella prenda de Johanna, al menos, para probársela.

🏈

Mike estaba apoyado en su viejo coche que su padre le había arreglado y regalado hacía no mucho para poder desplazarse a la universidad.

Llevaba una ropa sencilla que consistía en un suéter ancho de color blanco y uno de esos pantalones vaqueros que él le gustaba ponerse y que tan irresistible le hacía. Estaba tan atractivo con aquella simple ropa para aquella fiesta, que derretiría a cualquiera. Aquellos impresionantes ojos azules no dejaban de mirar la residencia con desesperación, deseoso de ver a cierta joven de ojos marrones.

Jonathan estaba a su lado, mirando el cielo nocturno de aquel lugar frente a la residencia femenina mientras esperaba impaciente a su novia Johanna.

—¿Como vas con Abby? —cuestionó a su lado.

Mike se le dibujó una sonrisa al recordar lo que había pasado entre ellos en la biblioteca y luego entre árboles, cerca de aquella calle alejada del pueblo.

—Muy bien. —A Mike se le iluminaron los ojos y Jonathan lo notó.

—¿Ya habéis empezado a salir?

Mike no quería decirle nada de lo que iban a hacer en privado juntos. Él era un hombre que no contaba nada de lo que hacía en privado y eso era algo que tendrían Abby y él en privado, solo juntos debían saberlo.

Primero por respeto y segundo porque nadie debía saber lo que hacían ambos.

—Vamos a su ritmo. —Fue lo que confesó.

Y Jonathan estaba orgulloso por él.

—Se te nota feliz. Me alegro por ti. —Jonathan metió sus manos en los bolsillos para luego decir. —Abby es increíble.

Fue en ese momento cuando la puerta de la residencia se abrió y salieron 2 hermosas jóvenes de aquel lugar.

El mundo pareció parar para un Mike que no estaba acostumbrado a sentirse de aquella manera y solo tuvo ojos para Abby, quien parecía algo más distinta que otras veces. Pero igual de hermosa como acostumbraba.

Mike se quedó totalmente embobado mirándola con aquella ropa, bajando sus ojos hacia las largas piernas kilométricas de ella, con aquella falda que dejaba soñando al universitario. Pero lo que más le llamó la atención fue aquel suéter largo que llevaba puesto, ajustado a su esbelto cuerpo, como sus 2 grandes montañas se acercaban mucho más que nunca, dejando ver a un Mike totalmente anonadado aquel impresionante escote que tenía esa noche Abby. Su cabello totalmente suelto y peinado la hacía ver mucho más irresistible junto con aquel delicado maquillaje que Johanna le había puesto.

Fue tan obvio la mirada de Mike, que Jonathan tuvo que darle un bofetón en el estómago para que despertase.

—Disimula un poco, M —respondió Jonathan.

Cuando se acercó, Abby estaba nerviosa porque era la primera vez que se vestía de aquella manera y teniendo una delicada capa de maquillaje. Sus mejillas estaban sonrojadas y cuando se acercó a Mike a 1 metro de distancia mientras Jonathan tomaba de las caderas a su novia Johanna para besarla, ambos protagonistas se miraron.

Y Mike no pudo evitar decirle;

—Estás irresistible.

Abby, sonrojada, preguntó;

—¿Irresistible?

Él elevó la ceja tomándola de las caderas para acercarla a su atlético cuerpo y colocar sus labios  cerca del oído de ella para murmurarle;

—Es una forma elegante de decirte que estás follable.

Las mejillas de Abby se tiñeron mucho más y hizo todo lo posible para aguantar esa sonrisa que amenazaba con aparecer delante de él. La manera de hablar de Mike, su forma directa de ser, era lo que más le gustaba y quería mucho más de él.

Todos se subieron al coche para irse a la fiesta, que sería a las afueras en una impresionante casa de un universitario que tenía mucho más dinero que cualquiera de todo el campus. Y Abby que observaba todo aquello desde el asiento del copiloto donde podía ver la impresionante casa, llena de luces y en medio de todos aquellos árboles con aquellas vistas a lo lejos del mar, hizo que deseara conocer más de toda esa vida que nunca había experimentado.

Mientras Johanna y Jonathan estaban bastante ocupados en los asientos traseros, Mike conducía y, de vez en cuando, miraba a la joven hermosa que había a su lado. Había algo en ella que él seguía sin entender porque su pecho se comprimía cuando la miraba. Pensaba que era tan solo deseo, experiencias nuevas, sensaciones nuevas, pero quizás a él se le escapaba algo más profundo que eso.

Cuando llegaron a la impresionante casa donde fuera estaba cubierto de coches y universitarios divirtiéndose, los 4 amigos se bajaron del coche para caminar hacia dentro del lugar, donde la casa era mucho más impresionante.

Abby no podía caber de la impresión ante lo que veían sus ojos. Como las luces de neón la iluminaban de colores rojos y azules en todo aquel lugar casi a oscuras. La música llenaba los oídos de la joven mientras se empezaba a tocar el cabello a la vez que no sabía hacia dónde iba. Todo era nuevo para ella, no estaba acostumbrada a nada de eso y empezó a sentirse algo abrumada.

Hacía un mes apenas saludaba a compañeros de clase y ahora se encontraba experimentando con un universitario, empezaba a tener una amiga, iba a su primera fiesta universitaria. Le gustaba, pero a la vez la asustaba.

Sé giró drásticamente para salir cuando se estampó su pequeño cuerpo frente al duro de Mike, quien la tomó y al mirarla supo que es lo que le ocurría.

—¿Pasa algo? —cuestionó, queriendo escucharla para saber sus sentimientos aunque se lo imaginaba.

—Hay mucha gente...

Mike miró a todos y luego a Abby. Se acercó al oído de ella y le susurró;

—Ven conmigo.

La tomó de la mano y la guió hacia el centro del lugar, donde la gente bailaba y disfrutaba de la música.

Una canción famosa empezó a sonar, una que tan solo hacía desear a ambos protagonistas bailar. Pero dicha canción era tan erótica que no ayudaba a la atracción que ambos tenían. Sin que Mike dejase de sujetar la mano de Abby, la guió hasta el centro rodeado de gente universitaria bailando como si no hubiese un mañana y sonrió, mostró aquella deslumbrante sonrisa que dejaba a cualquiera derritiendo.

Sobre todo a Abby.

Él se acercó a ella, con aquellos labios irresistibles y le dijo;

—Ese suéter me hace tener pensamientos que me harían bajar al mismo infierno, mon chéri.

Las mejillas de ella se teñían más tiempo de rojo que en la normalidad de cualquier otra situación. Con Mike a su lado todo era así, más distinto, más peligroso, más intenso que nunca.

Sonriente mientras bajaba la mirada hacia el suéter, le murmuró;

—Fue idea de Johanna.

Sin que dejase de mostrar aquella impecable sonrisa de él, acercó sus labios al oído de ella, colocando su mano sobre la cintura estrecha de la joven para susurrarle con aquella voz;

—Pégate más a mi. —Aquello la hacía sentir temblorosa, porque las ganas que le tenía a ese hombre no eran para nada normales. Ella hizo lo que él le pidió, pero todavía estaban lo suficientemente lejos como para bailar de "esa manera"—. Más, quiero sentirte.

Con esa voz que hacía derretir cualquier hielo, Abby asintió para dar un paso más hacia él y pegar su cuerpo sobre el suyo. Duro con blando.

Mientras las luces seguían moviéndose, cambiando de colores rojos y azules, se rodearon de gente de su edad mientras bailaban aquella intensa canción en mitad del lugar tan lujoso. Mike, notando el cuerpo esbelto de ella, como los pechos de ella se pegaban debajo de su torso y lo hacía sentirse de una manera distinta a como se hacía sentir con cualquier otra persona, colocó su mano derecha en la espalda baja de Abby. Bien pegado a él mientras que con la otra mano la tomaba del suéter para acercarla más a él.

Con un movimiento rápido, terminaron de unirse de aquella manera, haciendo que Abby pegase un pequeño chillido al sentir cierto bulto en su muslo.

—Mike... —susurró algo agitada y empezando a sentir como cierta zona de le humedecía.

Ese hombre volvió a pegar sus labios en el oído de ella.

—Baila conmigo. —Abby era incapaz de cerrar los ojos, impactada por todo lo que ese hombre le hacía sentirse sobre todo en ciertas zonas privadas. Las manos de ella no sabían como colocarse. Quería tocarlo, pero no sabía si debía hacerlo—. Puedes tocarme todo lo que desees, Abby. No me tienes ni que preguntar —aclaró él con dicha voz.

Y entonces este bajó sus labios hacia el lóbulo de su oreja y lo succionó dejándola peor, consiguiendo que esta gimiese en mitad de tantas personas, en esa fiesta, nada más llegar.

Ella, sin poder evitarlo, deseosa de conseguir hacerlo, elevó sus manos hacia los hombros anchos de aquel deportista para luego descansar sobre su cuerpo y sentir aquellos músculos que hacían a muchas gritar en las gradas cada vez que se quitaba la camiseta. Aquel universitario, todo lo contrario a otros, la hacía sentir de una manera que nunca había sentido.

La agitó de tal manera y entonces, vino lo peor.

Mike empezó a mover sus caderas, aquellas caderas que bien sabía mover y eso la hizo sentir mucho más perdida y tan solo deseaba volver a sentir los dedos de ese hombre en ella como aquel día en la biblioteca.

—Mueve tus caderas hacia mí —susurró ante la música.

Ella hizo caso, sin tener mucha experiencia y empezó a moverlas de una forma que parecía más un robot que algo natural. Y Mike le hizo sacar una gran sonrisa tras ese rostro que ponía cuando empezaba a arder por dentro.

Negó mientras le colocaba un mechón de cabello tras su oreja.

—No lo haces natural... Déjame enseñarte. —Pidió permiso Mike.

Colocó sus manos sobre las caderas de ella y empezó a simular que le movía sus caderas, enseñándola como moverlas ante él mientras que Mike continuaba bailando de esa manera que él le estaba enseñando.

Volvió a pegarse al rostro de ella para decirle;

—Así... Muévete de esta manera...

Aquello la hacía sentirse peor, la estaba volviendo loca con sus movimientos y aunque fuese una inexperta, deseaba hacer todas las perversidades posibles con él en esa pista de baile, sin importar a los demás.

Y aunque Mike la estaba agitando de aquella manera, quería tomarse con calma todo a su lado. Y lo conseguiría poco a poco. A fuego lento con ella.

De pronto, la giró para dejarla de espaldas y pegar su cuerpo en la espalda de ella. Colocando sus manos sobre el vientre plano de Abby, este pegó su rostro en el cuello de ella, ahora bien accesible mientras que Abby movía las caderas de la manera que él le había enseñado en ese momento.

—Lo estás haciendo muy bien, nena.

Abby no pudo evitar morderse el labio inferior mientras su timidez parecía querer abandonarla por unos minutos. Mike bajó su mano sobre la de ella y la elevó hacia el cuello de él, para que ella dejase su mano ahí y luego él empezar a bajar su mano sobre el cuerpo de ella, sin tocar zonas prohibidas, pero sí haciéndola excitar con simples roces.

Ya le daba igual todo lo demás, toda la fiesta, con Mike a su lado ya era más que suficiente para sentirse totalmente perdida y desear perderse más en ese ámbito placentero.

Pero para desgracia de ella, Mike volvió a girarla para bailar frente a frente. Una vez echo, este se acercó al rostro de ella mientras que Abby empezaba a mirarlo de una manera más intensa, con aquellos ojos color miel mucho más brillantes y bajando hacia sus labios. Y cuando ella se mordió el labio inferior nuevamente, él se perdió en esos carnosos labios de ella ahora con un rastro de maquillaje.

—¿En qué piensas? —cuestionó Mike.

Y entonces, quizás por como era Mike con ella, porque se sentía segura en sus brazos o porque ya estaba lo suficientemente excitada para confesárselo, salió de su personalidad unas segundos para decirle;

—¿Esta mal desear besarte delante de todos?

Mike sonrió, mirando los labios de ella y deseando besarla ahí mismo, darle aquel primer beso de ella en ese preciso instante. Pero no quería dárselo delante de todos, no cuando se trataba del primer beso.

—No, Abby... Incluso deseo que lo hagas... Pero no hoy.

La tomó del mentón y acercó sus labios sobre los de ella, pero en el último centímetro, le dio un casto beso en la comisura de los labios de Abby, haciéndola sentir algo defraudada porque deseaba que ese beso fuese a sus labios.

—Por ahora, vamos a disfrutar de esta fiesta.

Guiñándole un ojo, continuaron bailando de esa manera en mitad de la pista de baile, disfrutando, experimentando y viviendo.

***

Los labios de Mike se deslizaban por el cuello de la joven Abby mientras que esta no paraba de gemir mientras que él la tocaba de aquella manera que tanto la tenía perdida. Ni siquiera sabía cuanta ropa le quedaba encima, pero Mike era tan habilidoso que ni se daría de cuenta mientras que él continuaba bajando sus labios por los pechos voluminosos de la joven Abby.

Aquello la hacía sudar, sentirse expuesta, excitada y necesitaba más de esa sensación.

No ayudaba en lo absoluto a que él levantase la mirada para verla unos segundos, con aquellos impresionantes ojos azules mientras sus labios hacían maravillas y, sin poder evitarlo, gimió en alto en cuanto Mike colocó sus labios sobre uno de los pezones de Abby erectos sobre aquella prenda de ropa.

Era como tocar el cielo mientras que él continuaba con su tortura, una tortura que Abby estaba disfrutando como nunca.

—Aquí Johanna tratando de entablar conversación con Abby.

Nada más escuchar a su amiga a su lado, sacudió su cabeza para mirarla a los ojos con sus mejillas totalmente rojas de tener pensamientos llenos de lujuria con ese hombre que estaba a 20 metros de ella y charlaba con su mejor amigo Jonathan y otros compañeros del equipo de fútbol.

Abby y Johanna se habían ido a la cocina a charlar o, más bien, a Johanna enterarse un poco más sobre lo que tenían Mike y Abby. Porque todos ahí vieron la increíble química que ambos tenían y era inevitable todo aquello.

—¿Donde estabas? —bromeó Johanna mientras le ofrecía un vaso con refresco.

Abby, con lar mejillas rojas, negó sonriente.

—Perdón —rió Abby.

2 mujeres que también estaban en la cocina hablando, parecían observar a Abby con cierta envidia por tener a un hombre como Mike haciéndole ese tipo de cosas que hacían en la pista. Aunque el tema de la noche era si todo aquello que vieron era real sabiendo los gustos que tenía Mike.

Johanna se acercó un poco más a ella y le preguntó;

—¿Que te parece tu primera fiesta universitaria?

—Muy intensa.

Ambas rieron y Johanna le confesó;

—Se os veía muy juntos ustedes 2.

Era algo más que obvio que todos habían visto en esa fiesta y que ya estaba en boca de todos, sobre todo, volando por mensajería instantánea en sus móviles que empezaban a charlar sobre lo de Abby y Mike. Estaba volando por todos lugares y había alguna que otra foto que alguna universitaria había captado. Aunque ninguno se había percatado.

—Solo nos estábamos divirtiendo —respondió Abby feliz.

—Claro, claro.

Johanna sonrió bastante feliz por su amiga, cuando escuchó la voz de una mujer.

—Abby.

Ambas se giraron para mirar a una mujer rubia con ojos azules acercándose a ellas. Era tan hermosa que cualquiera de la cocina en la que se encontraban la observaron como si fuese una mujer sacada de una revista de moda.

Abby, al ver a su vecina Emma, sonrió delicadamente aunque aún seguía sintiendo esa vergüenza porque ella supiera lo que pasaba en su casa. Y solo deseaba que eso no saliera de allí, que Emma no dijese nada a nadie para no ver como todos la victimizaban. Porque eso lo odiaba. Y Emma notó los nervios de Abby al acercarse a ella.

—Emma, ¿también vas a la misma universidad? —cuestionó Abby.

—Bueno, es algo más complicado que eso —respondió siendo todo un misterio para cualquiera—. Conozco a muchas universitarias de aquí. —Entonces la miró de arriba abajo y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para clavar sus ojos en los de Abby—. No te había visto nunca en fiestas como estas.

Johanna se la adelantó.

—Es la primera vez de ella.

Emma sonrió por ello y le volvió a decir;

—Me alegro que te hayas animado.

Abby miró a su amiga y contestó;

—Oh, Johanna... Ella es Emma, mi vecina. —Ambas mujeres se aceraron para saludarse y luego concluyó. —Johanna.

Cuando ambas jóvenes se alejaron, Johanna sacó su vena bromista para decir;

—La estoy desvirgando para que conozca más las fiestas universitarias.

Emma rio por ello.

—Te puedo ayudar en ello —bromeó Emma ante la vergüenza de Abby—. Las tengo que dejar, vuelvo con mis amigas. Nos vemos. Encantada, Johanna.

Emma volvió a mirar a Abby unos segundos para luego marcharse de allí con sus amigas, tras despedirse de ellas. Y fue ahí cuando Johanna se giró nuevamente hacia Abby para hablar un poco más y enseñarle las cosas de las fiestas para que ella tuviese en cuenta siempre.

—Te daré varios consejos sobre las fiestas. —Abby la miró atenta para escuchar—. Siempre ten tu vaso vigilado, ¿vale? Si lo pierdes de vista un rato, toma otro vaso distinto porque nunca hay que fiarse de lo que puede pasar. —Johanna clavó sus ojos sobre los de Abby y hasta que ella no asintió, no continuó con sus consejos—. Olvídate de esos universitarios de ahí, son los típicos que solo buscan ligarse a cualquiera —susurró aclarándole a Abby cualquier duda—. Esas de ahí solo buscan mostrar su rostro de desagrado desde que pases delante, y por supuesto, prohibido subir al baño.

Miró a cada grupo que Johanna le estaba diciendo y cuando escuchó lo del baño, le extrañó totalmente.

—¿Por qué? —preguntó inocentemente.

Johanna la miró elevando la ceja y le contestó;

—Te encontrarás escenas incómodas. Créeme.

—¿Incómodas como...? —Al mirar a Johanna y el rostro que ella estaba poniendo, Abby entendió muy bien a que se refería—. Ah, vale. Lo entiendo.

—¿Ves a la pelirroja que hay ahí? —Abby asintió—. Si te ofrece algo de comida, niégate. No te dará comida, sino otro tipo de cosa.

—Mejor no pregunto a que te refirieres.

—Mejor que no. Tan solo no aceptes comida de nadie, Abby y bebida mucho menos.

Ella asintió para luego escuchar a una universitaria.

—¡Johanna! ¡Ven!

Johanna asintió al saber que era una de las universitarias que vivían en la misma residencia de ella y era para hablar sobre la nueva norma de la residencia. Se giró para dirigirse a Abby;

—Espérame aquí un momento, ¿vale? Tardo 5 minutos.

Abby asintió y agradeció estar un rato sola en la cocina mientras observaba todo el lugar desde lejos y sonreía por esa experiencia tan nueva.

Mike esta con Jonathan hablando y él, de vez en cuando, le dedicaba una de esas sonrisas mientras que todos parecían tener el único tema del momento que era el baile sensual entre Abby y Mike. La química de ambos sobrepasaba cualquier límite, cualquier barrera y se notaba a lo lejos. Incluso en esa lejanía, donde Abby se encontraba en la cocina con más personas y él algo más alejado, en el salón.

Él le sonrió a la joven unos segundos, antes de que uno del equipo lo molestase para romper aquel contacto visual.

—¿Abby?

Ante la voz de aquel desconocido, ella se giró para saber quien era y de todos, el que menos se creía que supiese su nombre era él.

***

Y aquí tenéis un nuevo capítulo de Mabby.

Estoy muy contenta por el resultado de la nueva versión, ya que Abby tiene más relaciones, hay más interacción de personajes secundarios y hay escenas bastante nuevas e interesantes.

¿Que les ha parecido?

¿La escena del baile?

¿Mike y Abby?

¿Johanna y Jonathan?

¿Johanna y Abby?

¿Quien será esa persona del final del capítulo?

Nos leemos el sábado :3

Patri García

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