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T R E I N T A Y S E I S | H E L A D O 🏈

«¿Por qué un día estábamos muy bien y al otro pasaba algo? Me estaba enamorando de él y ni siquiera sabía cómo manejarlo»

Abby Payne

Varios días habían pasado después de aquel momento, desde que Abby había conocido al padre de Mike. Y ahora se encontraba en el cuarto de Johanna, acostada en la cama de su amiga mientras que Johanna parecía discutir por teléfono con una compañera de universidad por un trabajo muy mal hecho y que había tardado hasta el último día para enviárselo a Johanna.

Mientras, Abby no paraba de pensar en Mike y en lo que sentía por él, en los miedos que tenía de perderlo y en las palabras de él frente a Kevin. Sobre todo aquellas palabras que no paraba de darle vueltas y vueltas.

—No. Esta vez no voy a aguantar lo que siempre haces. O lo corriges o hablo con el profesor. Lo que no voy a hacer es estar toda la noche corrigiéndote tu parte del trabajo mientras tu te vas de fiesta con tu novio —respondió Johanna y colgó la llamada, dejando el móvil a un lado.

Suspiró y se giró para mirar a su amiga, la cual parecía distante.

—¿Que piensa esa cabecita tuya?

Abby suspiró mientras su cabello estaba totalmente esparcido por toda la almohada de Johanna, impregnando el olor de la joven en la cama de su amiga.

La universitaria se sentó en la cama y, sin mirar a Johanna a los ojos, le preguntó;

—Jo... ¿Cuando te diste de cuenta de que estabas enamorada de Jonathan?

Johanna, sentada en su silla de escritorio, elevó la ceja sin dejar de mirarla a ella sabiendo por donde iba ese tema. Carraspeando su garganta, no dejó de recordar el día que se enamoró de ese idiota que era su novio y que para Johanna era tan único.

—No fue un día en específico... Fue sucediendo y un día, bueno... ya era inevitable —confesó mientras Abby la miraba desde su posición y entonces, Johanna se atrevió a preguntarle. —¿Es por Mike?

La joven se debatió si confesárselo o no. Pero se decantó por lo primero.

—Me estoy enamorando de él, Jo... —susurró. —No, no es lo mismo que gustar como me ocurría al principio... Me siento distinta cada vez que estoy a su lado y, y... No sé... Nunca había experimentado el enamoramiento —dijo sin saber explicarse que es lo que sentía.

Su estómago era lo que más le afectaba, como si algo corretease constantemente y era una sensación extraña. Tanto que pensaba que tenía el estómago malo, pero eso no era, era la experiencia de estar enamorada.

—La primera vez es extraño —aclaró Johanna recordando cuando se percató de que estaba enamorada de Jonathan—. ¿Y que te preocupa, By? Porque si me lo cuentas es por algo más.

—Que él no va a sentir lo mismo por mi y va a terminar dejándome...

La arruga en la frente de la joven Johanna fue más que visible. Tanto que se podría ver desde el espacio.

Acercando su silla frente a Abby, cerca de la cama de Johanna, esta respondió tomándola de las manos;

—No hagas caso a lo que dijo aquella estúpida en la fiesta, Abby. Mike no es como todos los hombres que hayas conocido.

—Pero yo soy muy complicada, Jo...

Johanna negó rápidamente.

—Ha debido pasar algo más para que me cuentes esto así. Sabes que puedes confiar en mi.

La tarde era lluviosa. Se podía escuchar las gotas de lluvia cayendo fuera, estampándose en la ventana cerrada de aquel lugar donde estaba viviendo Johanna para estar más cerca de la universidad. Hacía bastante frío y esa noche había partido de Mike y Jonathan.

Si, Abby estaba nerviosa por contárselo a Johanna pero sabía que era la única a la que podría contarle aquello por la vergüenza que sentía decir ciertas palabras que no salían nunca de su vocabulario. Y en cambio, con Johanna tenía algo más de confianza.

—Hace unos días, Mike y yo estábamos... —carraspeó, con las mejillas rojas de la vergüenza y miró hacia su amiga quien elevaba la ceja—. Bueno, no voy a entrar en detalles.

—Sé que estabais haciendo —respondió rápidamente—. No hace falta sacarse un máster para eso. —Acarició con mucha más dulzura las manos de Abby y susurró—. Continúa.

—Su padre nos vio, bueno no en ese momento pero si en una situación incómoda.

—Auch... —respondió Johanna.

—Si. Pero lo peor fue que me invitó a comer y su padre nos preguntó cómo nos conocimos... Y Mike, en vez de contar como sucedió, tan solo se adelantó y dijo que no éramos pareja...

Johanna no quería decirle en voz alta lo que pensaba de Mike, pero solo de dijo que era un idiota sin remedio. Juró que tendría una conversación con él para que supiera que eso no debía hacerlo. Aunque en parte lo entendía porque Mike tampoco tenía experiencia en el enamoramiento.

—Abby...

—No soy una mujer explosiva, Johanna... —Se apresuró Abby en responder nerviosa—. Y Mike... Ya he visto como me miran otras mujeres en el campus y no tengo una autoestima buena que digamos...

—Mike está enamorado de ti —soltó Johanna sin parpadear siquiera.

No lo había escuchado decírselo a Mike a Jonathan, ni a ella, pero conocía el amor y sabía muy bien la manera de mirar de Mike. Era amor y estaba totalmente enamorado de Abby. No hacía falta decir mucho más.

La gran mayoría de las veces los gestos nos delataban lo que las palabras no salían y eso era lo que le ocurría a Mike.

Abby empezó a reír nerviosa.

—No lo creo, Jo.

—Si, Abby... —aclaró sin hacer ni una mueca en sus labios—. Tu quizás no lo veas, pero todos vemos como él te mira, te habla, la sonrisa que se le forma al escucharte hablar. Pero Mike nunca ha estado enamorado y este sentimiento también es nuevo para él. ¿Por qué piensas eso?

—Porque... —Se debatió consigo misma si decírselo o no y entonces, lo hizo—. Mike me ofreció un trato al principio, cuando nos conocimos y era una lista de deseos donde experimentaríamos juntos.

Se mordió el labio y dejó de mirar a su amiga para mirar las manos entrelazadas de ella. De la vergüenza que sentía prefirió no hacer ningún movimiento en ese momento. Quería escucharla, confesarle lo que había pasado.

Y entonces Johanna entendió todo.

—Vale, ya lo entiendo.

—Cuando se acabe la lista, pasará página.

Johanna negó.

—Te digo que no.

Abby la miró rápidamente.

—Pero...

—Confía en mi. Conozco a Mike y está muy atormentado por cosas del pasado. No se lo ha contado a absolutamente a nadie, ni siquiera a nosotros y estoy segura que hasta que no se exprese contigo no dará ese paso —respondió confiada.

Abby apretó sus labios y asintió, girando su cabeza para mirar la ventana cubierta de gotas de lluvia mientras fuera llovía cada vez más y más fuerte.

No dejó de pensar en que aquellos días parecían haberse hecho largos, y más porque las conversaciones con Mike no habían sido como siempre, como lo habían sido de aquí atrás. Desde aquello Abby se había vuelto alto distante y parecía querer romper aquella lista porque sabía que, en cuanto acabase, todo se acabaría. Pero Johanna le estaba diciendo que eso no era así, que eso no sucedería.

—Solo dale tiempo, pero él, ni yo, ni Emma, ni Jonathan te vamos a dejar sola nunca, ¿vale?

Y aquello, por pequeño que fuera, le dio esperanzas, muchas más esperanzas y Johanna, sin aguantar ni un minuto más, la abrazó y Abby se aferró a ella.

El sonido de la lluvia se mezclaba con las suaves melodías de la música que Johanna había puesto en esa tarde que llevaban juntas. Emma estaba trabajando, por lo que no podría quedar esa noche con ellas para ver el partido de fútbol.

Y tras estar un largo rato abrazadas de esa manera, Johanna dijo;

—Y ahora a prepararse para el partido. —Johanna besó la frente de Abby y luego la levantó de la cama para ir hacia su armario—. Habrá que llevar un buen paraguas... —contestó y mirando hacia su amiga, dijo. —Abby, vamos. Vamos a disfrutar juntas de esta noche.

Y la joven, sin dejar de sonreír en ese momento de la felicidad que estaba sintiendo, asintió.

—Vamos.

🏈

Johanna llevaba la camiseta de Jonathan, mientras que Abby llevaba una ropa algo más abrigada, que consistía en un jersey claro y unos pantalones vaqueros ajustados que dejaba a cualquiera observando lo hermosa que era.

Habían estado hablando toda la tarde y poco a poco, Abby se había estado abriendo durante esas horas con Johanna, la cual esta última también le contó cosas sobre su vida, sobre su pasado, creando ese vínculo perfecto entre esas grandes amigas que nadie separaría por mucho que lo desearan.

Mike, en cambio, siempre tendría esa sonrisa de oreja a oreja cuando la veía. Aunque ahora estuviesen en un punto de su relación que los hacía estar algo más distanciados, lo cual el rubio lo entendía a la perfección por como había hablado de ella con su padre. Odiaba estar así con ella, quería hablar, conocerla cada día más y poder abrirse a ella como nunca antes lo había hecho con nadie.

Tampoco se había enamorado, y con ella empezaba a tener todas esas primeras veces que no había tenido. Experimentando con ella poco a poco.

Cuando acabaron de calentar, pararon un momento para saber las estrategias para ganar el partido y Mike tenía la vista puesta en Abby que en su entrenador. Y entre ambos se miraron desde la distancia, no se decían nada pero Mike con los ojos parecía pedirle perdón por lo del otro día.

—Que buena está Abby... —susurró Roman a su lado aún sin ponerse el casco.

Mientras el entrenador parecía tener una discusión con el capitán del equipo, un universitario de último año, ambos jóvenes se miraban y no como buenos amigos.

—Cállate, Roman —respondió un enfadado Mike que no soportaba la idea de que dijera cosas así sobre Abby.

—¿Por que? Es obvio que muchos están tras ella, lo que tu no te percatas quizás.

Mike apretó tanto la mandíbula que se empezó a tornar algo más distanciado, frío con el partido y con todos. Dejó de mirar a Abby, no contestó a las cosas que Jonathan le decía todo porque todo lo que decía Roman lo enfadaba y más porque él conocía el pasado de Mike por desgracia y no porque el rubio se lo hubiese dicho, sino porque lo había descubierto indagando cosas de pasado de Mike.

Abby notó esa frialdad, pero no entendía porque hasta que el partido comenzó y Johanna no paraba de gritar en la grada haciendo reír a su mejor amiga Abby.

Ella lo observaba desde la distancia como se movía, dejándola loca y a la vez, sintiéndose enamorada por ese muchacho.

Jonathan le pasaba el balón a Mike y este corría como nunca, enfadado consigo mismo por lo que había pasado años atrás, por no hacer las cosas bien.

Roman también estaba haciendo un buen partido.

Todos los espectadores estaban con sus paraguas, viendo el partido a pesar de la lluvia que continuaba cayendo sobre ese lugar tan lleno de naturaleza. Para los jugadores no les importaba, porque ya estaban acostumbrados a jugar en condiciones similares.

Entre la lluvia, el partido y aquellos jóvenes algo enamorados pero que escondían sus sentimientos quizás por miedo, la noche empezó a caer. Mike, a consecuencia de la lluvia, caía varias veces en el césped como todos los demás, pero Abby solo le importaba un jugador y ese era Mike, que se asustaba cada vez que se resbalaba.

Y cuando el árbitro pitó el final del partido, habiendo ganado el equipo de Mike y Jonathan por bastantes puntos, Mike la observó a ella tras quitarse el casco y se mordió el labio con felicidad, deseando llegar hasta donde ella se encontraba. Parecía que la victoria le había hecho olvidar las palabras de Roman para centrarse en esa mujer que quería disculparse con gestos.

Y mientras caminaba por el campo bajo la lluvia, todo mojado por el sudor y el agua, Roman se acercó a él quitándose el casco y sonriendo por la victoria. Observó a Abby que miraba a ese hombre rubio que tenía a su lado y su sonrisa fue mucho más chulesca.

—Estoy deseando que Abby sepa tu pasado de mierda para yo tirármela —dijo Roman, mirando a Abby que estaba a varios metros de lejanía, hablando con Johanna pero que no le quitaba la vista a Mike.

Mike apretó la mandíbula, parando de caminar para mirar hacia ese hombre que estaba a su lado y que veía a las mujeres como un simple trapo de usar y tirar. Y cuanto lo odiaba.

—Ni se te ocurra acercarte a ella —respondió Mike, no muy contento de tenerlo cerca y con la mandíbula muy apretada.

Y entonces Roman dijo;

—¿Que no me acerque? —preguntó más como una burla que como una cuestión que esperaba respuesta.

Este giró todo su cuerpo a Mike para acercarse a él con chulería mientras le susurraba;

—La pondré de rodillas para que me la chupe todo lo que yo quiera y sacaré fotos para que tu la veas —respondió de manera tan repugnante que Mike apretó sus puños y se acercó a él, deseando estampar su puño en el rostro de ese tal Roman.

Pero no paraba de recordar lo que pasó en el pasado y de esa forma de él en aquella época oscura que tuvo y que tanto se avergonzaba.

Por eso le dijo;

—Como la toques un solo pelo...

—¿Que? ¿Me pegarás? Cuando Abby sepa tu pasado conflictivo lo que hará es dejarte y yo me reiré de ti mientras me la tiro.

Empezó a reírse.

Y Mike no aguantó ni un minuto más.

Estampó su puñetazo en la cara de Roman, haciendo que este cayese directamente al césped y Mike se acercase a él para estamparle otro puñetazo, teniendo que venir varios compañeros de equipo a separarlos a pesar de la euforia de los espectadores que no se habían percatado de ello.

Pero cuando vieron lo que estaba sucediendo entre compañeros de equipo, unos animaron a la pelea y otros silenciaron mientras eso sucedía. Abby, nada más ver lo que Mike estaba haciendo, bajó las gradas junto con Johanna con el mismo rostro y llegaron al césped, pero habían personas que no las dejaban entrar allí.

—¡Mike! ¡Para de una maldita vez! —gritó el capitán del equipo, que parecía no poder separarlo ni con varios hombres porque Mike parecía tener más fuerza de la que se creía.

Hasta que consiguieron separarlo y Roman, con el rostro algo estropeado, miró a Mike y parecía estar contento por hacer que Mike se quitase la careta delante de todos.

—¡Mike Lauper! ¡¿Que demonios haces?! —gritó el entrenador acercándose a su jugador y Mike no lo miró a los ojos por la vergüenza.

El entrenador le empezó a hablar mientras que él observaba al público y luego miró a Abby, la cual tenía un rostro lleno de sorpresa que hizo que el joven universitario se avergonzara por lo que había hecho delante de todos, sobre todo de ella.

Se odió y no quiso que eso ocurriese y lo último que quería es que ella supiera el pasado de él y ahora lo había dejado a relucir frente a todos.

Se quedó unos segundos mirando a Abby y luego a Roman que se alejaba a los vestuarios con el médico del equipo y su mundo cayó en cuestión de segundos.

Y Abby, borrándose esa sonrisa al ver el cambio drástico de ese universitario, le preguntó con esa mirada si se encontraba bien. Pero él no le respondió.

—Mañana a primera hora vienes a mi despacho, Lauper. Sin falta —respondió.

Mike comenzó a caminar hacia los aparcamientos, importándole poco si debía ir al vestuario.

Cuando su mejor amigo Jonathan lo frenó.

—¡Mike! Espera —respondió.

Johanna y Abby se acercaron a él, pero Mike no era capaz de mirar a nadie.

—Acompañen a Abby a casa. Yo me voy —respondió con ese tono frío.

—Vamos a hablarlo, Mike —dijo Johanna junto a su novio, pero Mike no los miró.

Siguió caminando cuando Abby dijo;

—No voy a dejarte solo.

—Vete con ellos, Abby. No estoy de humor ahora.

Se marchó decidido a irse aún vestido así, tomando su mochila de deporte y caminando hacia su coche, en ese aparcamiento algo solitario, con la lluvia en medio.

—¡Oye! —gritó Abby a sus espaldas, siguiéndolo bajo esa lluvia y sin importarle a la joven si terminaba con una neumonía— ¡Mike! —Volvió a decir, pero Mike no se giraba.

En cambio, caminó hacia su coche, cuando Abby le volvió a gritar, él se giró con un rostro distinto, con los mechones rubios recorriéndole el rostro.

—Mike, ¿qué ocurre? —preguntó la joven y él negó con la cabeza.

—Joder, Abby... Vete con ellos. No puedes estar a mi lado ahora.

Abby podía ver la tormenta interna que tenía Mike en su interior. Sus ojos estaban tristes, juraba que estaba destrozado por dentro y había estado siendo buen actor para ocultar lo que sentía por dentro, todo ese dolor que sentía por dentro.

—No pienso dejarte solo en un momento así —contestó pero Mike le dio la espalda para caminar por aquellos aparcamientos—. ¡Mike!

—¡No lo entiendes, Abby! —contestó girándose hacia ella—. Fui así... Soy ese idiota que has visto allí mismo y no sabes cuanto me avergüenzo de hacerle eso a Roman. Y odio saber que lo has visto como he perdido la cordura.

Los ojos de Mike empezaban a brillar bajo aquella lluvia y aquellas luces en las afueras de ese estadio de fútbol. Las lágrimas amenazaban por salir, pero Mike aguantaba frente a ella mientras que Abby le destrozaba verlo de esa manera tan atormentada.

Y lo dejó hablar;

—Me avergüenzo de lo que acabo de hacer y más delante de ti, de Jonathan y Johanna... He demostrado delante de todos que no soy el hombre en el que me he esforzado en ser en todos estos años, Abby... —murmuró con las lágrimas apunto de caer—. En ese hombre que estudia, se esfuerza y quiere agradar a todos...

Abby no dijo nada, quería que él hablase, se expresara. Dijera todo lo que necesitaba decir en ese momento bajo la lluvia. Fuera del estadio de fútbol.

Ambos se miraban en ese momento tan único de Mike, quien se le veía destrozado, con sus ojos empezando a caer alguna lágrima y aún así él trataba de aguantarlas. Tenía un fuerte nudo en su garganta y le costaba expresarlo, como hacía años que le costaba hacerlo.

Lo había aguantado por años y las lágrimas no salían nunca, aunque él sabía que llorar era bueno. Pero no salían y ahora, por primera vez en muchos años, esos muros que construyó empezaban a amenazar con caer y por fin abrirse por primera vez.

Pero no era fácil.

—Soy más débil de lo que piensas, Abby... Así que déjame solo esta noche. Necesito estar solo.

Él se giró pero Abby no se movió.

—Empiezo a conocerte y por como tus labios tiemblan no quieres alejarte. —Mike frenó mientras ella hablaba—. Has cometido un error, todos lo hacemos Mike.

—Pero seguro que tu no ibas pegándote con hombres que te hacían la vida imposible, Abby —respondió.

Abby no hizo ningún gesto, mientras miraba a ese hombre del cual se estaba enamorando y odio verlo de esa manera, tan destruido por dentro como nunca antes lo había visto.

—Veo arrepentimiento en tu mirada y no sé que mierda te ha dicho Roman... Pero conociendo a ese hombre te ha provocado para que hicieras eso delante de todos. Pero no voy a dejarte solo en un momento así.

Mike echo su cabello rubio hacia atrás mientras la lluvia no cesaba.

—Vete, Abby.

—No.

Los ojos azules de él se clavaron en ella y murmuró;

—Por favor, vete...

Pero al ver que ella no movía ni un solo centímetro de allí, empezó a girarse nuevamente para seguir su camino hacia su coche.

—No pienso marcharme sin ti. ¿No prometimos hablar para que esta relación funcionara? —cuestionó la joven.

Y Mike se quedó quieto, negando hacia la nada.

—¿Después de lo idiota que he sido contigo frente a mi padre, aún sigues aquí? ¿Por que? —respondió triste, deseando que no solo fueran amigos con derechos, sino algo mucho más.

Deseaba realmente que ella fuera su novia y él su novio, hacer cosas de parejas y pasar horas juntos, pero en cuanto vio el rostro de la dulce Abby, supo el daño que hizo al elegir mal las palabras aquel día.

Y no paraba de preguntarse si quería como ella seguía ahí con él.

—Porque me importas y lo que pasó en el campo es algo que te atormenta por dentro y no pienso dejarte solo —contestó Abby con lágrimas en los ojos.

—Joder, lo siento, Abby... Ojalá volviese atrás y hubiese elegido palabras correctas —susurró, recordando lo que él había dicho frente a Kevin de ella—. Abby, por favor... Debo irme, esto no es un buen momento para hablar.

Abby se había enamorado de ese hombre y lo había descubierto en pocos días, aunque ya lo estaba sintiendo momentos atrás. Temió por décima vez que solo fuera una mujer con la que él experimentara cuando deseara. No podía creerse que él podía ser algo más para ella y en un principio ella se lo había imaginado, pero pensó que quizás esa relación no le haría daño.

Pero al ver el arrepentimiento en su voz, en que él hubiese deseado elegir otras palabras... Las cosas cambiaron entre ellos.

Mike había enamorado por primera vez. Sentía cosas muy diferentes, como si realmente temiera que esa joven se fuera de su vida o que le ocurriera algo. Porque se había enamorado de verdad y, aunque era reticente en decirlo en voz alta, ese era amor.

Y lo comprendió.

Quizás no fuesen pareja realmente, pero lo sentían y eso se notaba. E, incluso, eran mucho más pareja que muchas de ellas y se trataban como tal.

No hablaron de su relación esa misma noche, pero tarde o temprano lo harían.

—Vuelve con Johanna y Jonathan...

Sé giró, caminó hacia su coche dejando su mochila en el interior y cuando cerró la puerta, al girarse vio a Abby todavía de pie, esperándolo.

Y ya no lo aguantó más.

Caminó rápidamente hacia ella mientras que Abby hacía lo mismo y se besaron con amor, en aquel aparcamiento bajo la lluvia, con el agua de las nubes cayendo por sus cabezas. Se besaron con delicadeza, pero a la vez con pasión. Era como si sus cuerpos y sus labios se dijesen todo lo que no decían con palabras. Se lo demostraban porque sus cuerpos juntos, eran indestructibles.

Mike, tomándola de las mejillas y acercándola más y más a él, mientras que ella lo tomaba de las caderas. Esas caderas que ya había tocado con anterioridad y que tan bien conocía.

Daba igual que la lluvia los mojara, eso ya no era importante en ese momento. Lo que les importaba estaba frente a ellos y lo demás se esfumaba como si de humo se tratase. Y justo ahí, fue cuando empezaron una danza con sus lenguas, sintiéndose increíble al besarse entre ellos, sintiéndose ellos mismos cuando estaban con dicha persona a la que besaban.

Era una sensación única que jamás habían sentido ninguno de los dos. Abby quizás por inexperiencia y Mike también, pero estaban más que seguros que esa sensación, ese sentimiento que tenían cuando estaban con la otra persona, jamás la obtendrían con nadie más. Porque, al fin y al cabo, el verdadero amor solo venía una vez en la vida, y esa era la oportunidad de ambos.

Solo faltaba que ellos la aprovecharan.

Abby fue la primera en dejar de besarlo para dejar que Mike colocase su frente sobre la suya. Se quedaron así por largos minutos, ignorando que la gente aparecía a su alrededor para quitar sus coches. Ellos seguían ahí, abrazados, pegados uno contra el otro, y sintiendo la magnífica sensación de la lluvia sobre ellos. Y los dos amantes sonrieron como si de enamorados se tratasen.

Y es que, lo cierto, no se trataba de una simple novedad para Mike, ni de una experiencia para Abby. Se trataba de amor verdadero, aunque aún no lo supieran ninguno de los dos.

—Vayamos a la heladería —susurró Mike aun sin separarse de esa joven que tenía sus manos sobre el pecho duro de él en ese uniforme.

—¿Ahora? —respondió ella—. Estamos empapados.

Mike sonrió como nunca y deseó no separarse de ella en la vida.

—Estás perfecta así.

—No nos dejarán entrar —bromeó ella.

Y, contando los segundos, se apartó de ella con suavidad tras costarle una eternidad por hacer ese gesto. Tomó la pequeña mano de ella, entrelazándola con la de él y sin retirar sus ojos azules en los de ella bajo esas gafas de la joven, contestó;

—Vale. Vamos a mi casa —susurró. —Te dejaste ropa tuya la otra vez, puedes ponerte algo de eso. Vamos —dijo en voz baja.

Y dejando que ella entrara primero al auto, se encaminaron en un pequeño viaje silencioso, pero no incómodo donde solo las sonrisas y las dudas sobre el futuro de esa extraña relación, aparecían en sus rostros.

🏈

—¿Que te dijo Roman? —cuestionó ella dejando de tomar su helado favorito de menta con caramelo, para así poder observar el rostro de Mike, quien no había dejado de mirarla ni un solo segundo.

Y es que, tras el cambio de ropa de ambos y ponerse algo bonito para esa quedada que parecía más una cita en una heladería, Mike no quería apartar su mirada de la de esa joven porque la quería. No sabía si ese sentimiento era un simple sentimiento de amistad o algo más. Sí, sabía por su padre que se estaba enamorando de ella y quizás esa sensación era tan nueva para él que no sabía como administrarlo. Por eso, quizás aun no lo había aceptado completamente, por miedo.

—¿Como sabes que me dijo algo? —cuestionó el joven, elevando la ceja y chupando su cono de helado de chocolate que no ayudaba a Abby a centrarse.

Ver como su lengua se movía habilidosamente sobre ese helado comenzando a derretirse, como abría la boca y como le daba toda la atención necesaria lentamente a ese cono, le hacía recordar las cosas que él ya le había hecho. Y eso la hacía tragar en seco, nerviosa.

—Te vi hablando con él y de pronto todo cambió —murmuró ella, deseando saber si era por eso por lo que él se había disgustado.

Y Mike dejó de chupar para poner toda su atención en esa mujer.

La heladería no era pequeña e, incluso, tenía todas las decoraciones necesarias. Las paredes estaban decoradas de blanco con tonos chicles, con unos asientos cómodos y un gran ventanal donde ponía en grande el nombre de la heladería. No había mucha gente en ese momento, pero, aunque estuviese repleto, ambos seguirían prestándose la atención necesaria.

Y una suave melodía de una canción famosa empezó a sonar de fondo.

—Dijo cosas repugnantes sobre ti y de lo que te haría en cuanto te alejases de mi —respondió él, con el rostro serio de nuevo y luego clavando su mirada sobre la de esa mujer, deseando ver que reacción tenía—. Y aquello...

No le contó absolutamente todo, porque aquello sería confesarle que tenía un pasado bastante oscuro aunque ya Abby podía imaginarse ciertas cosas. Quería contárselo él y no una tercera persona.

Bastó con decir eso para ver la expresión de sorprendida de Abby.

—Por desgracia, Roman siempre ha sido así. Y aunque no soporte que hable así de mi, ni de nadie... Mike, no quiero que te metas en problemas por mi —susurró ella.

—Pues no debería tratarte así, Abby —susurró muy lentamente.

Entonces, Abby dejó de lado su helado y miró el puño de Mike, totalmente rojo y lo acarició con dulzura para luego acercar el dorso de Mike hacia los labios de ella y esta dejó un largo y dulce beso que derritió hasta el Mike más destrozado que se había encontrado en esos meses.

Mike, observando esa sinceridad y esos ojos de ella, se tranquilizó como quien tenía un gran peso en su espalda y Abby pudo ver como sus hombros dejaban de tensarse por ello.

Él negó varias veces, cabreándose consigo mismo. Cuando el rostro de Abby se alejó para volver a mirar a Mike, este último le susurró;

—Siento el número que hice en el estadio... —confesó, sintiéndose un estúpido por todo.

Y ella colocó su mano sobre el brazo de él, negando con la cabeza.

—¿Tu estás bien?

Mike, observando a Abby con los ojos algo vidriosos, negó y luego le murmuró;

—Es... complicado.

Abby lo entendió. Sabía que él le iba a costar más confesarle lo que le ocurría, por eso mismo le dijo;

—Si un día quieres hablar, estaré ahí.

Entonces, para sorpresa del joven, Abby se quitó una pulsera rosa que siempre tenía en su muñeca y se lo entregó a Mike.

—¿Por qué me das esto?

—Para que sepas que me importas y da igual el tiempo que sea, cuando confíes en mí podrás devolvérmela.

Una pulsera importante para la joven y que Mike sabía que nunca la había visto sin esa pulsera.

—Pero... Nunca te la quitas.

Ella negó.

—Ahora es tuya.

—Y si... ¿Y si nunca...?

—No importa, seguirá siendo tuya —murmuró Abby sonriente mientras Mike sonreía también y entonces se colocó esa pulsera en su muñeca, significando mucho para él ese gesto de ella.

—No me la quitaré.

Abby se sonrojó por eso último.

Mike sonrió feliz por ello y luego vio como ella volvía a su helado, disfrutando Mike de esas vistas.

Pero ahora era Mike quien no volvía a quitarle la mirada de encima a esa dulce universitaria y sonrió como si de un enamorado se tratase.

—Aunque gracias a ti, ahora me encuentro mejor.

Abby sonrió delicadamente.

—¿Quieres que te acompañe al despacho del entrenador mañana?

Mike negó.

—No te preocupes por mi. Ya con tu apoyo me ayudas mucho más de lo que piensas.

Y continuaron con esa cita que tenían en ese momento, aunque Abby no era muy consciente de ello.

Mike no pudo ser más feliz al verla feliz a ella y sonrió como un tonto mirándola. Negó con la cabeza con esa sonrisa tan deslumbrante en su cara y, alargando su mano, se la llevó a los labios de la joven para luego rozar con la yema de sus dedos su piel tan delicada y pasó su dedo sobre el labio de ella, limpiando la pequeña mancha de helado que tenía la joven. Consiguió que ella entreabriera los labios y él juró que se excitó por ese simple gesto.

Retiró su mano tras unos segundos después y se llevó su pulgar a su boca para chupar el helado de su dedo. Y eso la puso ardiente a la universitaria que tenía frente a él con los labios entreabiertos.

—Me gusta nuestra primera cita oficial —susurró Mike.

Y las mejillas de Abby se tiñeron de rojo.

—¿Ci... Cita?

Mike sonrió, pero no le contestó, tan solo le guiñó un ojo y continuó con su helado como si nada, haciendo sonreír a una Abby totalmente enamorada por ese hombre.

Y fue ahí cuando él, con tan solo mirarla, en un gesto para pedirle disculpas por su comportamiento en el campo. Quizás pidiéndole perdón, pero había un sentimiento mucho más profundo en ese gesto de él. Y los dos lo supieron en ese momento.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.

¿Que les ha parecido?

¿La conversación de Abby y Johanna?

¿La amistad de ellas?

¿La escena del partido?

¿Roman?

¿El helado?

Nos leemos el lunes :3

Patri García

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