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T R E C E | C E R R A D O 🏈

«Empezaba a sospechar sobre lo que ocurría y quería ayudarla, pero era tan complicado llegar a ella»

Mike Lauper

El sonido de los platos y tenedores colocándose en la mesa eran sonoros por toda la cocina y el diminuto comedor.

Mientras la madre de Abby ponía la comida en cada plato, esta se encargaba de llevarlos a la mesa donde los tres cenarían ese día.

El padre de Abby estaba sentado en la mesa, esperando su comida y empezar a comer antes de que ambas mujeres se sentaran a cenar. No era un hombre con quien podías hablar tranquilamente, básicamente se enfadaba por cualquier cosa. Y se le notaba en la mirada al ver que las dos mujeres de la casa tardaban más de la cuenta en poner la mesa.

—Vamos a ver. ¿Por qué están tardando tanto, joder? —preguntó, con el tenedor en una mano y el cuchillo en la otra.

Theo era un hombre muy poco paciente, de unos cincuenta y dos años. Tenía una calvicie bastante notable y una barriga de tanto haber bebido alcohol. Se dedicaba a trabajar en la gasolinera que había lejos de allí y era el que llevaba el dinero a casa. Pero debido a sus cambios de humor drásticos, era alguien que tan solo era mejor tener muy lejos y Abby siempre le tenía miedo a ese hombre.

—Aquí está, Theo —dijo Abby mientras caminaba con su plato con rapidez por el comedor.

Pero un percance hizo que el plato de ese hombre cayera al suelo junto con el resto de su comida y todo se quedase hecho añicos por el suelo, junto con Abby en el suelo con las rodillas arañadas.

La universitaria no sabía dónde esconderse y su madre, que era muy protectora con ella, corrió a ver como estaba.

—¡Joder! Eres una maldita patosa —dijo enfadado mientras miraba como un poco de salsa había caído en el borde de su pantalón de trabajo, pero era tan poco que apenas se notaba.

Cuando realmente la que se había llevado la peor parte era Abby.

—¿Estás bien? —preguntó Isabel y ella asintió, intentando ocultar sus ganas de llorar.

Y Theo veía la escena con una mezcla de cabreo y humor.

—¿Vas a llorar? —preguntó con tono burlesco—. ¡Se una mujer! Siempre llorando. Mira que eres una inútil.

Abby empezó a recoger las cosas, pero su madre no la dejó para que no se cortase.

Cuando Abby se fue a levantar para que su madre lo recogiese y ella siguiera poniendo la mesa, sintió que alguien la agarraba por la muñeca y la frenaba con brusquedad, haciéndola girar sobre sus propios talones y se encontró con la mirada furiosa de su padre.

—Limpia este estropicio —murmuró hacia su hija, con ese tono de voz que asustaría hasta el más fuerte.

Y su madre se acercó a ellos, deseando que no pasara nada.

—Ya lo limpio yo, Theo —contestó, pero su marido no le dirigió la mirada.

Solamente miraba a su hija con esos ojos llenos de enfado y dijo;

—Que lo limpie ella —contestó. —Y que te quede claro, esta noche no vas a cenar. —Se dirigió hacia ella y Abby tragó saliva con fuerza. Justo ahí Theo miró a su mujer y la amenazó—. Y como vea que tú le das la cena a escondidas, créeme que esta noche se va a armar el apocalipsis. ¿Quedó claro? —cuestionó y su mujer asintió, alejándose con rapidez de su hija y ahí fue cuando Theo se dirigió hacia Abby, con un rostro más suave y con una sonrisa burlona. —Límpialo, cariño.

Abby, que no tuvo otra opción, recogió los trozos del plato y los restos de comida para luego tirarlos a la basura de la cocina. Y no sin echar un vistazo último al comedor, vio como su madre volvía a sonreír hacia ese hombre que solo las insultaba y las despreciaba a su gusto.

Eso la inundó de rabia al ver que siempre estaba de prisionera en esa casa, donde había vivido demasiadas cosas, demasiadas para ser ciertas.

Subió las escaleras con el estómago que le rugía y luego se encerró en su habitación.

Quería hablar con alguien. Quería tener un amigo con quien contar cuando algo así le sucedía. Johanna y Mike todavía eran muy recientes y temía que si se lo contara, ellos se alejarían de ella por sus problemas.

Su madre era una mujer increíble y, aunque muchas veces la animaba a tener una vida más independiente, a veces era más protectora de lo que era necesario. Y no sabía que es lo que ocurría en ese pueblo, pero algo se escondía que tanto miedo le daban a muchos salir de allí, incluida Isabel. Theo no eran pocas las veces que las maltrataba psicológicamente y, alguna vez, físicamente.

Hasta que un día ese bucle fuese el final de un viaje sin fin.

Abby vio que quizás las cosas no iban a ser tan fáciles, que esa vida iba a prolongarse más tiempo de lo que podía y esa noche, mirando hacia la ventana y observando como los árboles iban desapareciendo a medida que más lejos estaban, Abby deseó mirando a la luna que su vida cambiase... Y que algo bueno llegara a su vida, un cambio para bien, donde tener esperanzas de que su futuro no solo significara sufrimiento y estar encerrada en esa casa para siempre.

Como la princesa que estaba prisionera en lo más alto de su castillo. Deseando ser exiliada de la torre más oscura y no precisamente esperando a su príncipe azul.

🏈

Al día siguiente, tras estar toda la noche sin dormir a causa de no haber tomado nada para comer, se preparó para ir a la universidad.

La razón por la que no se había ido a tomar algo de madrugada, aun sabiendo que sus padres dormirían, era porque ya la habían pillado antiguamente, y la vez que la pilló, su castigo fue horrible. Y ella prefería no correr riesgos con Theo en casa.

Ni siquiera la dejó desayunar y obligó a su mujer que no la dejase que se hiciera ella misma el desayuno para llevárselo al campus ese día. A pesar de las súplicas de su mujer y de que Abby debía tomarse los medicamentos, Theo no la dejó.

Tras un largo viaje en autobús y un hambre bastante horrible tras más de 16 horas sin probar nada, llegó a la universidad y estuvo todo el día con la mente en otro lado. No se encontraba bien y se había odiado por no ahorrarse el dinero que tenía ahorrado el otro día.

Durante esas horas hizo lo posible por centrarse en las clases, olvidarse de que su estómago no paraba de rugir y de que su cabeza estaba vacía por la falta de alimentación. Pero le era imposible.

Y cuando salió de clase, se encontró con un Mike demasiado atractivo, apoyado al lado del aula en el que se encontraba ella, esperándola. Llevaba unas botas, con esos pantalones vaqueros que, por primera vez, no eran tan apretados, aunque le hacía igualmente un muy buen culo. Su camiseta consistía en uno de sus grupos favoritos.

Ese cabello rubio lo llevaba algo más peinado, quedándole tan atractivo que le era imposible quitarle la vista de encima y le resaltaba más todavía la mirada azul tan electrizante que él poseía. Y Abby le gustó que ver a Mike tan bien preparado como de costumbre. Aunque ese día no llevaba su famosa chaqueta del equipo.

Y él sonrió al verla, como si su mirada se hubiese iluminado por el simple hecho de clavar sus ojos en los de Abby.

—Abby ¿cómo te encuentras? —cuestionó alegremente—. Me hubiese gustado que vinieses al partido del sábado, pero espero que estés mejor del golpe. Johanna ha preguntado mucho por ti, así que le he dado tu teléfono.

Ella sonrió al recordar que estuvo hablando por mensaje con Johanna durante todo el fin de semana.

Pero su sonrisa dejó de dibujar su rostro al ver el estado en el que se encontraba esa joven universitaria.

—Bien... Me dijo Johanna que volvieron a ganar. Felicidades —susurró con la voz muy débil y a Mike no le gustó verla de esa forma.

Se acercó a ella, ignorando todo y todas las cosas que estaban ocurriendo a su alrededor.

—No te veo bien... —murmuró e intentó tocarla en el hombro, pero ella, inconscientemente, se alejó de él—. ¿Qué ocurre? —preguntó lo que más lógico podía haber.

Pero Mike no sabía todavía mucho de su vida y Abby aprovechó esa ignorancia para negar con la cabeza y seguir esquivando preguntas de ese estilo.

—No, nada —contestó.

Él, al notar que ella no quería hablar, aceptó sus palabras para darle espacio.

Pero la mirada de ella pedía a gritos ayuda, demasiada ayuda que no podía llegar a tener. Y ni él podía ayudarla.

—Vente con nosotros al comedor. Johanna y Jonathan nos están esperando —sugirió él, no deseando separarse de ella.

Pero Abby solo quería alejarse de él, para que así no descubriese lo difícil que era su vida.

—No sé yo si...

Ni siquiera dejó que ella acabase cuando él la tomó de la pequeña mano de la joven y la llevó a rastras por los pasillos de aquella universidad, ignorando las súplicas de esa joven por estar sola.

Pero, aunque Abby deseara estar sola, en el fondo no lo quería. Y agradeció que alguien la protegiera de esa forma, de esa manera.

Y ambos caminaron cogidos de la mano por los pasillos, ignorando las miradas de las personas y las mujeres celosas por Abby, por desear que en vez de ella fueran ellas de tener tal privilegio de tomar de la mano a ese hombre.

Llegaron al comedor, todavía con las manos juntas y fue la misma Abby la que la retiró con las mejillas completamente sonrojadas. Siguió a Mike hasta que se sentaron frente a la pareja.

—¡Hola Abby! Me alegro de verte —dijo Johanna feliz de ver a su amiga.

Se levantó de su asiento para abrazarla, pero su sonrisa se borró al verle el rostro algo cansado y lleno de ojeras de ella, preocupándose por la joven

—¿Estás bien?

Abby, asombrada porque hubiese escuchado más veces en menos de una hora que en toda su vida la pregunta "¿estás bien?". Y, aunque quisiera decir la verdad lejos de las amenazas de su padre, se decantó por la simple mentira.

—Si, muy bien —respondió, pero Mike que estaba escuchando eso, supo que era una falacia.

Todos empezaron a comer, Mike sacó su comida, pero la única que no sacaba su comida, era Abby.

Y Mike lo notó.

—¿No vas a comer?

—No tengo hambre —mintió, negando con la cabeza y mirando hacia otro lado, para no sentir que su estómago rugía cada vez más y empezó a sentir todavía peor su cabeza vacía, notando que todo le estaba empezando a dar vueltas.

Pero no le dio importancia.

—Cada vez el entrenador está más exigente —dijo Mike hacia Jonathan, que estaba más pendiente de darle cariñitos a su novia que de hablarle a su mejor amigo Mike.

—¿Solo exigente? Si casi no puedo mover ni un músculo. ¿Pero qué le pasa? Llevamos 2 partidos consecutivos ganando. —Se quejó y Mike rio en alto.

—No te preocupes, que eso se te quita con los mimos de Johanna más tarde. —Guiñó un ojo y Jonathan le guiñó otro.

Pero a la única que no le hacía gracia era a Johanna, que negaba con la cabeza. Y Abby simplemente no estaba en la conversación.

Johanna lo notaba y por eso se alejó de su novio para sentarse al lado de Abby.

—¿Quieres que hablemos a solas? —murmuró Johanna.

Ella negó, pero de pronto, Abby se levantó, tambaleándose apenas un poco y tomó su bandolera por el hombro.

—Tengo que irme. Perdonadme. —Se apresuró a decir y se marchó de allí con el asombro y preocupación de todos los que estaban en la mesa.

No se encontraba bien, solo necesitaba comer algo y quizás, con suerte, podía encontrar algunos centavos de su cartera para comprarse una chocolatina de la máquina de la cafetería, pero en ese momento solo estaba más preocupada por salir huyendo de allí.

—Abby... —La voz de Mike estaba a sus espaldas, pero ella no se giró.

Solo quería estar sola, no escuchar a nadie y llorar sola, como hacía siempre.

Cada maldito día de su existencia.

Ambos ya estaban en el pasillo desértico, con Abby siguiéndole a sus espaldas el universitario más atractivo de primer año, por no decir de casi toda la instalación.

—¡Abby! —gritó él, hasta que llegó hacia ella y la tomó de su fina muñeca, quedándose ambos mirándose en medio del pasillo vacío—. ¿Qué pasa? No estás bien y no me digas que si porque ambos sabemos que es mentira —contestó con la voz demasiado grave, más de lo habitual.

Y es que la preocupación de Mike se hacía notar con esa mirada tan expresiva.

—Simplemente no estoy muy bien ahora —dijo por fin, con la voz más débil y sintió un peso encima, como si la falta de comida la hiciera flaquear.

—¿Ocurrió algo? —cuestionó Mike, deseando llegar al meollo del asunto—. ¿Te ha vuelto...?

Pero no le dio tiempo a terminar la pregunta cuando ella se desmayó y él, rápidamente y por instinto, la agarró con desesperación para que no se diera ningún golpe.

—¡Abby!


***

Y aquí tenéis un nuevo capítulo de Abby y Mike.

¿Que les ha parecido?

¿La relación de Abby y Johanna?

¿Abby y Mike?

Nos leemos el jueves :3

Patri García

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