S I E T E | A T R A C C I Ó N 🏈
«Me siento afortunado en una vida complicada. Pero no todo no se podía tener y a mí me faltaba algo»
Mike Lauper
Un Mike sudoroso corrió por todo el campo de fútbol mientras sus ojos estaban puestos en el balón que Jonathan le había tirado en ese mismo momento.
Mientras trataba de esquivar a la defensa, siguió su mirada hacia su balón, el cual cayó en sus manos y empezó a correr por todo el campo, tratando de encontrar un hueco o un compañero al que pasársela.
Ningún compañero estaba en su mirada, los pocos que habían estaban ya tirados por la defensa contraria, por lo que su mente decidió continuar corriendo por el campo ante la mirada de muchas mujeres y algunos hombres, que observaban el torso desnudo de ese rubio corriendo mientras sus músculos se movían en perfecta sincronía. Lo único que lo tapaba era la protección que tenía puesta de color oscuro y que era lo que le protegería el torso de cualquier golpe.
Algunas suspiraban, otras simplemente sacaban la cámara de fotos de su móvil para inmortalizar el momento. Hasta que uno de la defensa contraria consiguió hacerle un buen placaje, tirándolo al suelo sin poder terminar la jugada.
El silbato del entrenador hizo cortar todo aquello, cabreado con sus propios jugadores en aquel duro entrenamiento.
—¡Mal! Josh, ¿que haces fuera de tu zona?
Josh se acercó agotado por el muro que le acababa de hacer su compañero, ahora siendo del equipo contrario y dijo;
—Entrenador, no me dio tiempo...
—¡Tienes que ser más rápido, Josh! Has dejado a tus compañeros solos —respondió el entrenador, tan duro como siempre—. ¡Lauper! Tardaste demasiado, pensaste más de la cuenta.
Mike, aún tratando de levantarse tras aquel placaje, se acercó con el balón entre manos y contestó;
—Entrenador, no encontré ningún compañero.
—¡Por que tardaste! —gritó cabreado a sus propios jugadores—. Vamos a hacerlo nuevamente. Desde el principio. ¡En posición!
Jonathan, que le dedicó una mirada a Mike sobre lo cansado que estaba de ese día de entrenamiento, volvieron a repetirlo varias veces, acabando totalmente cansados de ese día.
Cuando acabaron, Mike se encontraba echándose agua por encima, mojándose por completo y no ayudaba para nada ante todas las espectadoras que tenía en las gradas, que parecían mucho más acaloradas por el inalcanzable de la universidad que por otra cosa. Fue ahí cuando el pelirrojo se sentó a su lado bebiendo agua totalmente desesperado mientras los demás parecían tirarse al césped como si sus cuerpos apenas pudiesen funcionar.
—El entrenador hoy ha sido más duro que nunca —murmuró.
—Somos nuevos en el equipo, es nuestro primer año de carrera... A saber si es mucho más duro más adelantes —respondió Mike tras quitarse la protección y ahora mostrar su torso al completo.
La musculatura, los abdominales que poseía de tanto entrenar, hacía que cada una empezara a contar cada abdominal que tenía. Y no ayudaba en nada a lo guapo que era ese joven universitario.
—Pues para ser nuevo tienes un club inmenso de fans... —bromeó Jonathan.
Cuando Mike las miró, sonrió.
—Además, fue más duro porque perdimos el último partido. —Mike volvió a tomar su botella de agua, pero esta vez para beber.
—Si nos hubiese sacado al campo hubiésemos ganado seguro.
Mike volvió a reír, pero esta vez con más ganas.
—Somos los nuevos. No pretenderás que nos saquen como titulares desde el principio del curso.
Jonathan no dijo nada, pero se le veía molesto por ello. Y fue ahí cuando empezó a mirar a todas aquellas mujeres y recordó a Abby, la cual había conocido ese día en el comedor que presentó su novia Johanna. Y recordó la buena química que hacían Mike y Abby juntos. Al mirarlo, Jonathan tenía una sonrisa que a Mike no le gustó en lo absoluto.
El rubio elevó la ceja.
—¿Que? —Su pregunta fue obvia—. Cuando pones esa cara es porque algo estás pensando...
—Así que Abby...
Mike arrugó más su frente.
—¿Que pasa con ella?
El sol daba de lleno a ambos universitarios y el ambiente en aquel día parecía algo más relajado en cuanto el entrenador puso punto y final a aquel entrenamiento tan difícil. Aunque para los jugadores sabían que el entrenador iba a exprimirlos más por el cabreo que llevaban encima.
Mike no sabía a donde quería llegar Jonathan, por lo que prefirió escucharlo antes que nada. Porque su mente caminaba bastante rápido.
—¿Se chocaron? —cuestionó.
—Si. El lunes... La ayudé a recoger sus cosas y nos conocimos a medias —susurró dejando de mirar hacia su amigo y recordando aquel momento—. ¿Por que? ¿En que piensa esa cabeza tuya?
El pelirrojo movió sus hombros y negó rápidamente mientras dejaba la botella de agua sobre el césped y observaba luego el cielo despejado de aquel día en aquella universidad, algo alejado del pueblo en el que vivían sus padres.
—Porque antes, en el comedor, parecías mirarla como uno de tus ligues —aclaró ante la sorpresa de Mike, que fue a contestarle, pero Jonathan fue más rápido—. Y no me vengas a decir que eran ideas mías. Hasta Johan notó esa química de ambos.
Mike se quedó totalmente callado y se quedó totalmente pensativo mientras pensaba en lo que había pasado hacía pocas horas en el comedor de la universidad, cuando Johanna les presentó oficialmente a Abby. La había conocido hacía pocos días, pero su mente no había dejado de pensar en ella, en los ojos tristes de ella, pero a la vez en lo que sintió cuando chocó con esa universitaria.
Parecía ser atracción, pero Mike estaba esa fase de negación. No podía pensar demasiado en ello porque no sabía ni que pensar, aunque la sonrisa al hablar con ella le hizo notar ciertas cosas que empezaba a ver.
—Mike, te conozco de toda la vida y siempre te han gustado los hombres... Pero sabes que también puedes sentirte atraído por el sexo opuesto...
Mike negó cuando lo miró y, sabiendo que no le había dicho lo de Johanna, preguntó;
—Imagínate que toda tu vida te han atraído las mujeres, pero de pronto, viene un hombre y sientes algo... ¿Como te sentirías, Jon?
Jonathan volvió a mirar al cielo y contestó;
—Extraño, no te voy a mentir. Pero cuanto antes lo aceptase, sería mejor para mi —murmuró. —Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, Mike. Pero la química que había entre ustedes fue innegable.
Mike asintió, pero no dijo absolutamente nada.
Tan solo vio como los demás empezaban a levantarse del césped para ir a los vestuarios y Mike hizo lo mismo sin decirle nada a su mejor amigo, porque no sabía que pensar. Le dio vueltas a la pequeña conversación con él, pero seguía de la misma forma y todavía no entendía absolutamente nada de lo que estaba asintiendo. Si era solo una época o que, pero esperaba que se solucionase rápido y supiera que es lo que le estaba ocurriendo.
—Invítala al partido de este sábado —sugirió Jonathan ante un Mike completamente dudoso—. Así se van conociendo más y ella empieza a hacer más amigos. Porque por lo que vi hoy, ella no está acostumbrada a estar rodeada de ellos y todos merecemos tener amistades.
Jonathan continuó caminando, tras darle unas buenas bofetadas a la espalda de Mike para luego meterse en el vestuario y dejando a un Mike dubitativo en mitad del campo, pensando en esa joven misteriosa y no supo porqué, su sonrisa de ensanchó.
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Al final de aquel día en el campus, Mike caminó rápidamente por el pasillo para luego colocarse estratégicamente en la pared de la clase de al lado.
Podía ver desde su posición a esa muchacha solitaria que, incluso estando en clase, se sentaba sola, al fondo del aula, mientras que muchos estaban en pareja o en grupo, ella se sentaba sola con sus libros y sus apuntes en esas clases donde los asientos estaban en lo alto y había que subir las escaleras. En ese mismo instante, le hubiese gustado estar en esa clase y sentarse con ella para empezar a conocerla más.
Y sonrió como un desquiciado sin comprenderlo al ver que ella se echaba un mechón de pelo tras su oreja. Observaba como recogía sus cosas estratégicamente en su vieja bandolera y luego se volvía a colocar las gafas, que parecían molestarle de tan grandes que eran. Todo eso lo observaba Mike desde su posición y sonrió delicadamente mientras la miraba. Podía ver lo guapa que era y que estaba seguro que muchos hombres a su alrededor se habían percatado de ello.
Cuando Abby salió de la clase, siendo la última en salir, se chocó con un duro pecho nuevamente que la tomó de la espalda para que no cayera, tomando esa cintura estrecha que ella poseía y Mike se sintió agitado al mínimo roce, al igual que ella, que tenía sus pequeñas manos sobre el pecho de ese hombre tan alto.
Mike arrugó su entrecejo por aquella sensación que había tenido con una mujer, lo cual solía tener esa sensación con los de su mismo sexo.
Ambos se observaron, prácticamente abrazados al lado de esa clase, mientras todos los alumnos hacían su vida normal, paseando de un lado al otro, excepto ellos dos. El hombre más atractivo que ella había visto en toda su vida, con la universitaria de la que nadie conocía exactamente en ese lugar.
Rápidamente, ambos sintieron una extraña atracción que no se iría fácilmente de sus cuerpos.
—Abby... —dijo él, con esa voz grave que haría mojar las bragas hasta la persona que menos se esperaba.
Abby se sonrojó al instante, no sabía dónde mirar, pero tampoco podía dejar de observar ese azul tan llamativo de ese hombre y juró que Mike podía escuchar como tragaba en seco y que tan bien olía esa joven.
—Mike... ¿Qué haces aquí? —cuestionó, sin saber que más decir y Mike sonrió, pudiendo verse esos hoyuelos que le salían, siendo aún mucho más atractivo cuando mostraba esos perfectos dientes.
"Es imposible que alguien sea tan perfecto" —se dijo ella misma mientras aún estaban abrazados, mirándose.
Pero enseguida, de la timidez y de la poca experiencia de Abby, se alejó de Mike para colocarse su falda y su jersey mientras miraba a ese rubio con las mejillas sonrojadas. Cosa que empeoró a un Mike dudoso en esos momentos sobre lo que le gustaba o lo que no.
—Quería invitarte al partido de este sábado. —Mostró sus perfectos dientes mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
Era la primera vez que alguien la tomaba así, jamás había sentido el toque de un hombre en su cuerpo y eso la hizo despertar deseos que jamás pensó tener algún día.
—¿Por qué? —cuestionó arrugando su entrecejo ante los ojos azules de ese jugador.
Pero la pregunta le hizo ver a Mike que Abby parecía ser mucho más cerrada de lo que se imaginaba.
Abby no quería ser maleducada, pero había tenido los peores años de su vida y, posiblemente, seguiría teniéndolos, por lo que no entendía porque él pretendía invitarla a un partido donde otros universitarios y más personas se lo pasarían bien. Ella le costaba ser como los demás y ya había aprendido que no estaba mal, que no debía sentirse mal por ello.
Pero ir a un partido después de eso era temerle a lo que podría pasar.
—Porque quiero que vengas y así nos conocemos más. Johanna y Jonathan estarán ahí. Después tomaremos algo en un restaurante bastante bueno.
Desde luego, aquello era nuevo para la universitaria. Todo lo que no había vivido años atrás, lo estaba viviendo ahora, actualmente a sus casi 19 años. Era totalmente nuevo para ella y no estaba nada acostumbrada a que alguien se interesase tanto por ella.
Si era cierto que los hombres parecían querer salir con ella, pero Abby siempre trataba de evadirlos para evitar citas incómodas como antes. Sabía que en cuanto supiesen su secreto, ninguno querría acercarse a ella y sería mucho peor si se acercaba demasiado a ellos.
Por eso cambió rápidamente de tema.
—¿Cómo sabes que esta es mi clase? —Intentó disuadir el tema y Mike, al ver aquello, decidió seguirle el juego por ahora.
—Te vi ayer, aparte de que también sé cuál es tu taquilla que, por cierto... —Se acercó peligrosamente a su rostro, dejando más nerviosa a ella y de nuevo colocó su mano en su cintura, para atraerla y susurró en su oído—. Está muy cerca de la mía.
Él se alejó de nuevo, dejándole espacio y ella tragó en seco de nuevo y no supo por qué empezó a pensar en cosas indebidas. Muchas imágenes sugerentes de ese hombre en su cama, con esos pantalones vaqueros ajustados en el suelo de su cuarto.
"¡No! ¡Abby, eso no se hace! Piensa en cosas bonitas, si... Unicornios, días soleados... Su cuerpo desnudo mientras... ¡No! ¡Abby! ¡Céntrate, joder!" —dijo en su mente y Mike le divirtió los gestos de ella, como si estuviera pensando en algo.
Y Mike sabía todo lo relacionado al tema, así que se imaginó que realmente estaba pensando en eso.
Pero de pronto, no comprendió porque se estaba comportando con ella de esa manera y Mike sacudió su cabeza, alejándose de ella y poniendo cierta distancia, aunque su cuerpo le trasmitía lo contrario.
—El partido empieza a las 8. ¿Cuento contigo?
—Eh...
—Veo que eso es un sí —contestó rápidamente Mike—. Te veré allí. Soy el número 22, por si quieres ponerte una camiseta mía. —Le guiñó un ojo.
—Pero...
Su voz dejó de sonar en cuanto sintió los labios de ese hombre sobre la mejilla de ella, dejándola completamente sin habla. Sin saber cómo reaccionar ante la primera vez que un hombre le daba un beso de esa manera, decidió quedarse totalmente quieta y aprovechar ese momento.
Era como sentir mil cosas a la vez y aquello no ayudaba en lo absoluto al saber que era Mike Lauper el que le estaba dando un casto beso en su mejilla izquierda. Pero bastó para callarla unos segundos, unos segundos que para Abby fue la gloria.
Aunque no todo duraba demasiado, y Mike se alejó, notando que ella estaba mucho más roja que antes.
Mostrándole su mejor sonrisa, se dio la vuelta para marcharse del campus, dejando a una Abby absorta por lo que acababa de sentir en ese momento.
—No he dicho que vaya a ir... —susurró acabando sola aquella frase que iba a decirle cuando él ya no estaba frente a ella.
Pero ya todo le daba igual y se quedó totalmente anonadada, en mitad de aquella puerta, estorbando a algunos de sus compañeros mientras que con su mano izquierda la colocaba sobre su mejilla, pudiendo notar aún aquel beso que le había dado el número 22.
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